Cuando valoramos las últimas elecciones catalanas dijimos que, desde el punto de vista de la izquierda, el hecho más importante había sido la irrupción de la CUP, la candidatura de la izquierda independentista, a la que Corrent Roig había llamado a votar críticamente y con quien compartimos la alegría del éxito. La CUP, recogiendo el […]
Cuando valoramos las últimas elecciones catalanas dijimos que, desde el punto de vista de la izquierda, el hecho más importante había sido la irrupción de la CUP, la candidatura de la izquierda independentista, a la que Corrent Roig había llamado a votar críticamente y con quien compartimos la alegría del éxito. La CUP, recogiendo el voto de la juventud combativa y de buena parte del activismo social, se había presentado como un «caballo de Troya» frente al sistema y como una fuerza al servicio de las luchas. Tras su triunfo, la CUP ha despertado grandes expectativas y ahora recae sobre sus hombros una gran responsabilidad, creciente conforme ERC vaya apareciendo como corresponsable de los ataques del gobierno Mas.
Es por esto que los representantes de la CUP van a sufrir una enorme presión de las fuerzas del sistema, de la que forman parte las alabanzas y lisonjas parlamentarias de políticos como Mas, Pujol y Duran o los aplausos de ERC. A David Fernández y a sus compañeros les va a hacer falta una gran fortaleza revolucionaria y un estrecho control de la militancia para resistir esa presión hostil que busca convertir a la CUP en «la izquierda radical oficial» del sistema.
Corrent Roig no formamos parte de la CUP pero como fuerza revolucionaria, queremos contribuir, desde nuestra modestia, a esta batalla, que es común, para neutralizar la presión enemiga y para que la CUP esté a la altura de sus responsabilidades. Es desde este punto de vista que queremos dar nuestra opinión sobre el discurso de David Fernández en el pleno de investidura de Artur Mas, pues era el discurso con el que la CUP «se presentaba al mundo» y mostraba sus señas de identidad y compromisos.
Tenemos que empezar reconociendo el gusto de haber escuchado cosas que nunca se habían dicho antes en el Parlament, como la denuncia de un mundo «gobernado por ladrones y piratas» como Lehman Brothers y la Troika comunitaria, el cuestionamiento de esta «época de saqueo y de robo» en la que se sacrifica a los pueblos del Sur de Europa o apelaciones a desobedecer los objetivos de déficit y el pago de la Deuda.
Lo que faltó en el discurso de David Fernández
Pero también pensamos que el discurso tuvo un exceso de diplomacia hacia CiU (y ERC) y que fue débil a la hora de proponer alternativas concretas y propuestas de acción. Creemos que el portavoz de la CUP perdió una muy buena oportunidad para decir:
1/ Que así como el anterior, el actual gobierno Mas es un gobierno de guerra social contra el pueblo trabajador, que pretende ir todavía más lejos en el desmantelamiento y privatización de los servicios públicos. Que por eso continúan los consejeros de los recortes que concentran el odio popular. Que es un agente ejecutor de los saqueadores, un gobierno sometido a los dictados de Merkel y la Troika europea y al servicio de los bancos y grandes empresas.
2/ Que esta vez no estamos simplemente ante un nuevo gobierno Mas, sino ante una coalición de CiU con ERC, que avala y se corresponsabiliza de las medidas del gobierno, aunque no tenga consellers. Que la retórica «social» de ERC no busca sino dar cobertura a unas agresiones brutales que son presentadas, además, como un «sacrificio necesario» del proceso de «liberación nacional». A ERC habría que haberle recordado que en la campaña electoral clamaba contra los recortes y que si quiere servir a las clases medias de las que se reclama, lo primero que debe hacer es romper el pacto de legislatura.
3/ Que es necesario unir fuerzas para preparar desde ya una huelga general que impida la aprobación de los próximos presupuestos de recortes y que es urgente aplicar un programa de medidas de supervivencia social, tales como: moratoria inmediata de los desahucios; restitución de los derechos recortados; cese inmediato del pago de la Deuda y apertura de una auditoría pública; inaplicación de la reforma laboral; prohibición de cierres de empresas cuando éstas tenga beneficios; puesta en pie de un plan de obras públicas y sociales que cree empleo; confiscación de los miles de pisos vacíos de los bancos para crear un parque público de alquiler popular; intervención y nacionalización de las entidades bancarias catalanas, comenzando por La Caixa y el Banco de Sabadell; reforma fiscal de verdad (y no de juguete como la de CiU-ERC) para que quien más tenga más pague. Esto es lo que debería aprobar un Parlament soberano y al servicio del pueblo, si no estuviera sometido a los intereses patronales y a la legalidad española y de la UE.
Romper con el euro y la UE
Nos alegró escuchar la denuncia de David Fernández a la UE por su carácter profundamente antidemocrático y por su papel en el saqueo de los pueblos del Sur de Europa. Sin embargo, pensamos que le faltó denunciar expresamente el proyecto de Estado propio de la UE de Mas y Junqueras: un proyecto que, por mucho que lo recubran de épica nacional, no es otra cosa que la conversión de Catalunya en una provincia alemana con autonomía cultural. Le faltó decir que la lucha no es para cambiar de amo sino para poner fin a la catástrofe social y para conquistar la soberanía nacional, metas imposibles sin romper con el euro y la UE.
En cuanto a nosotros, pensamos que esta lucha, lejos de ser un asunto exclusivo del pueblo catalán, atañe también profundamente a la clase trabajadora y a los pueblos del Estado español. Es ahí (y entre los trabajadores y pueblos de Europa) donde hay que buscar los amigos, los aliados y los hermanos. Sin la unidad de la clase trabajadora y la alianza fraternal entre los pueblos no habrá solución. Nosotros, a diferencia de la CUP, vemos a los Países Catalanes como una comunidad de lengua y cultura pero no, por circunstancias de la historia, como una comunidad política única. Sin embargo, más allá de estas diferencias, pensamos que la batalla por una República catalana no puede quedar restringida a los Países Catalanes sino que hay que entenderla como parte de la batalla por una Unión de Repúblicas Ibéricas, en ruptura con el euro y la UE y en lucha por una Europa Socialista de los trabajadores y los pueblos.
Artículo publicado en Página Roja, publicación mensual de Corriente Roja y Corrent Roig
http://www.correntroig.org/spip.php?article3605
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