¿Cómo se lucha y apoya solidariamente al pueblo palestino en su legítima aspiración a practicar su derecho de autodeterminación con garantías de no ser exterminado y construir una Palestina libre donde vivir con dignidad? ¿Cuáles son las legítimas aspiraciones de los judíos que se contraponen a ello? ¿Porqué nos solidarizamos con todas las personas que […]
¿Cómo se lucha y apoya solidariamente al pueblo palestino en su legítima aspiración a practicar su derecho de autodeterminación con garantías de no ser exterminado y construir una Palestina libre donde vivir con dignidad? ¿Cuáles son las legítimas aspiraciones de los judíos que se contraponen a ello? ¿Porqué nos solidarizamos con todas las personas que se declaran judías cuando luchan contra el sionismo?
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La élite político-económica-militar sionista ha insistido desde hace 109 años (Theodor Herzel, Congreso de Basilea, fundación del sionismo en 1897) en la necesidad de poseer un Estado. Independientemente del discurso y la justificación bíblico-histórica, el objetivo era desarrollar eficazmente y con garantías de seguridad para ellos desde las estructuras y «legalidad» de este Estado la explotación capitalista y la acumulación de riqueza ajena en sus manos. «El sionismo que pretende extraer su origen de un pasado dos veces milenario es en realidad el producto de la última fase del capitalismo» (Abraham León, judío marxista, eliminado en Auschwitz en 1944).
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Las élites burguesas de occidente han construido Estados dictatoriales, «democráticos», «nacionales» según sus necesidades desde hace tres siglos, con unas estructuras determinadas para utilizarlos como una herramienta y desde los que armar y desarrollar su emporio particular de acumulación de riquezas y poder militar así como asegurarse la competitividad o incluso el monopolio ante otras élites. En los 90 del pasado siglo se han precipitado intentando liberarse del lastre que suponían los derechos fundamentales, los principios democráticos, los gastos en bienestar social … conseguidos por la lucha obrera y popular durante el enfrentamiento de los estados capitalistas con el comunismo. Así dieron un salto «neoliberal-globalizador» hacia el abismo del «Fin de la Historia». Al precipitarse perdieron el control a causa de la respuesta social a su capitalismo desbocado y sin el freno del ex-bloque socialista. Ahora están recuperando al Estado como herramienta policial-represiva, militar y para garantizar sus libertades y su competitividad. En contra de lo que plantean intelectuales como Negri y Hardt en los foros antiglobalización, el Estado capitalista sigue siendo la principal herramienta de las élites del poder económico que sigue siendo transnacional y no multinacional.
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La alta burguesía judía, compuestas exclusivamente de judíos asquenazíes, ayudó a construir los Estados capitalistas en gran parte del «mundo desarrollado», pero se transformó en un competidor molesto para las otras élites. Éstas utilizaron la condición religiosa judía para deshacerse de aquella élite impulsando lo que en su momento llamaron y siguen llamando incorrectamente «antisemitismo».
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Desde hace milenios diversas comunidades religiosas judías habían formado parte de muchos pueblos y naciones, y posteriormente, de los Estados a los que habían ayudado a construir. Estaban integrados en estas Naciones-Estado y en las diversas culturas-pueblos. Ni la alta burguesía judía, ni la burguesía judía media y menos los ciudadanos y ciudadanas de religión judía tenían ningún interés en exiliarse a Palestina (o a la Patagonia o al Congo) al igual que ningún otro millonario occidental tenía interés en abandonar su Estado ni los ciudadanos, si existían condiciones dignas mínimas, su hogar.
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Sin embargo, las y los judíos fueron impulsados por los banqueros y profetas sionistas a establecerse en «una tierra sin hombres para unos hombres sin tierra» donde vivía una población de hombres y mujeres principalmente semitas, pero tambien de otras etnias. La mayoría era de religión musulmana pero tambien había cristianos y un 10% eran de religión judía. El objetivo de la alta burguesía sionista era crear SU Estado, el Estado del Gran Israel, en Palestina basándose en una estrategia de filosofía-política seudo-religiosa judía legitimada por Javeh y manipulándo gravemente la Historia. Los poderosos sionistas del gobierno israelí desde Ben Gurion hasta Sharon, … son tan judíos como Bush es cristiano y tan semitas como Hitler ario.
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No era suficiente el capital que habían acumulado algunos para comprar todas las tierras a los grandes y pequeños propietarios árabes. Por eso los sionistas organizaron grupos especializados en terrorismo moderno para expulsar a los que se negaban vender su tierra y evitar compras demasiado costosas para sus fortunas.
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Ellos mismos impulsaron el «antisemitismo» en toda Europa y se coordinaron con el régimen Nazi desde el inicio al fin del Holocausto para que la población alemana judía de la media y pequeña burguesía huyeran hacia Palestina y sirvieran como población sustitutoria de la población palestina originaria. El régimen nazi no ilegalizó el movimiento sionista tras su subida al poder, mientras sí que lo hacía con todos los partidos políticos y sindicatos alemanes. «Entre agosto de 1933 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, con las leyes de Nuremberg en vigor y después de la Noche de Cristal, la Agencia Nacional Sionista y el gobierno de Hitler mantuvieron relaciones económicas oficiales en el marco del acuerdo conocido como Haavara, que permitía a los sionistas atraer grandes fortunas judías a Palestina y a la industria alemana dar salida a sus exportaciones, sometidas al boicot internacional. El 7 de diciembre de 1938, Ben Gurion declina la oferta inglesa de acoger a algunos millares de niños judíos de Austria y Alemania: «Si se me diese la posibilidad de escoger entre salvar a todos los niños judíos de Alemania llevándolos a Inglaterra o salvar sólo la mitad transportándolos a Eretz-Israel, optaría por la segunda alternativa. Pues debemos considerar, no sólo la vida de estos niños, sino igualmente la historia del pueblo de Israel». El 11 de noviembre de 1940 a los refugiados judíos alojados en el Patria, una nave anclada en el puerto de Haifa, se les niega autorización para desembarcar en Palestina, ofreciéndoseles a cambio la posibilidad de trasladarse a las Islas Mauricio; la Agencia Nacional Judía presiona sin éxito al gobierno británico y el 25 del mismo mes una explosión mata a 240 refugiados y doce policías, en una operación diseñada por Eliahu Golomb, amigo personal y brazo derecho de Ben Gurion. En 1943, mientras se gasea en Treblinka, Sobibor y Auschwitz, el Congreso sionista americano decide dar prioridad a la creación de un Estado judío en Palestina, al terminar la guerra, sobre la salvación inmediata de los judíos europeos. Todavía en 1944, el notorio terrorista Izhak Shamir, primer ministro israelí durante la conferencia de Madrid (1991), negociaba con el ejército alemán en dificultades la entrega de unos camiones para transporte de tropas (¿o prisioneros?), a condición de que sólo fueran usados en el frente de Rusia».
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El propio Sharon ha declarado todavía en 1982 que «Aún hoy, por el pueblo judío estoy dispuesto a ocuparme voluntariamente de ejecutar el trabajo sucio, de los asesinatos de árabes según haya necesidad, de echar, quemar, exiliar, todo lo que haga falta para que se nos odie. Dispuesto a calentar el suelo que pisan los «yids» de la diáspora hasta que se vean obligados a venir gritando hasta aquí. Aunque para ello tenga que volar por los aires varias sinagogas.» (Sharon entrevistado por Amos Oz). Los judíos de todos los pueblos del mundo, excepto los de la alta burguesía judía asquenazí sionista, han sido utilizados por estos como sus escudos humanos y como punta de lanza en la ocupación y genocidio y como colonos y mano de obra para la colonización de Palestina.
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El «antisemitismo» como acusación e incluso la definición como delito por parte de algunas legislaciones estatales basándose en su carácter racista no sólo es incorrecto sino que es utilizado por los sionistas y cómplices pro-sionistas para evitar un debate sincero y para criminalizar cualquier crítica al sionismo y a la política israelí. Por ello, el «anti-semitismo», tal como se mal-interpreta y mal-entiende, es cómplice de los crímenes de guerra sionistas. Deberían ser juzgados como tales cómplices Estados como la República Francesa, la República Federal Alemana, Austria, entre muchos otros que han asumido y legalizado este «anti-semitismo». …. La trampa está en utilizar los términos «semita», «israelí» y «sionista» como si fueran sinónimos de «judío» y «pueblo judío».
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Sólo unos pocos judíos y judías, unas pocas personas que profesan la religión judía, son de etnia semita; la mayoría no lo son.
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Ser judío se refiere a ser una persona de una determinada fe o religión y nada más. No les une ni la etnia ni la cultura ni la historia ni la lengua ni el territorio. Como mucho (aparte de la religión con sus prácticas y costumbres religiosas) les une un mito bíblico del Antiguo Testamento, construido recientemente y, sobre todo, la responsabilidad de no luchar contra aquellos que cometen crímenes de lesa humanidad y genocidio en su nombre.
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El sionismo es una filosofía y/o estrategia política que excluye a los no judíos y tiene como objetivo el establecer el Estado del Gran Israel o Eretz Israel para la alta burguesía sionista. Es, por tanto, extremadamente racista, discriminatoria y capitalista, y, aunque de apariencia demócrata, con muchos rasgos de extrema derecha. El sionismo ha sido declarado por la ONU en su resolución 3379 del 10 de noviembre de 1975 como una de las manifestaciones de racismo.
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Para ser sionista es condición sine qua non profesar la fe judía según los principios e interpretación sionista. Pero no todos los judíos son sionistas y los sionistas pueden obligar a un sionista a ser judío pero no pueden obligar a todos los judíos y judías ser sionistas aunque lo intentan y consigen en gran medida.
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La condición de «israelí» es una nacionalidad que obtienen con plenos derechos de la entidad sionista los habitantes o ciudadanos de los territorios palestinos ocupados antes del 67, las colonias de Cisjordania, Sur del Líbano, Altos del Golán y, hasta hace poco, Gaza, y sólo si profesen la fe judía. A los ciudadanos y ciudadanas de los territorios palestinos ocupados antes del 67 que no son de religión judía la entidad sionista les expide un pasaporte israelí especial de otro color, discriminándolos oficialmente. A los habitantes de Cisjordania y antes Gaza (exceptuando los colonos) la administración sionista ocupante les expide un pasaporte como ciudadano jordano.
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En el ejército de Israel no se admiten árabes, por más que tengan la ciudadanía del Estado de Israel y sean semitas, por no ser sionistas (excepto a los de religión drusa, una escisión del islam y muy beligerantes contra los demás árabes.)
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Considerando esto, los más anti-semitas son los propios sionistas.
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Los asquenazíes han sido política y económicamente dominantes durante décadas y sólo muy recientemente se han incorporado algunos elementos sefarditas o del norte de África a la clase dirigente sionista. Los judíos asquenazíes (europeo-occidentales, blancos y desarrollados), que no forman parte de la elite, sino de la clase media y obrera, tienen la función de colchón religioso-social para defender a esta elite sionista y sus riquezas, y justificar y legitimar sus crímenes de guerra. Sin embargo, son insuficientes para la elite sionista por lo que incluyen en este colchón de defensa un segundo círculo de explotación y utilización que son todas las demás personas de religión judía provenientes de las más diferentes etnias, pueblos, culturas y continentes. judíos y de familiares y parientes de judíos que huyen de la explosión de miseria en países como Argentina, las repúblicas ex – soviéticas, Etiopía, …. y se sienten atraídos por los cantos de sirena del judaísmo-sionista que promete trabajo, propiedades, una casa con todas las comodidades, una administración y un gobierno que se preocupa de su bienestar y su seguridad aun a costa de cargar sobre su conciencia el genocidio del pueblo palestino.
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La élite sionista se nutre de ellos. Los judíos ex-soviéticos (muchos de ellos no son realmente «judíos» sino sencillamente inmigrantes desesperados que aprovechan la necesidad de Israel de invertir la ventaja demográfica palestina) y han acabado por formar un partido político -con alguna fuerza- para defenderse precisamente de su condición de despreciados y explotados económicamente. Sin embargo aceptan ser la principal fuerza colonial de choque. Ningún falasha etíope tiene la menor influencia política o económica en la sociedad israelí y son objeto del desprecio racista del resto de la sociedad, sobre todo de los «sabra» (los nacidos en Israel). Los palestinos temen especialmente su ofuscación y violencia en los «check points».
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La élite sionista promueve, manipula, obliga a la migración judía para sustituir y expulsar a la población árabe. Sin embargo, la batalla demográfica la están perdiendo. No inmigran suficientes judíos a colonizar Palestina a causa de la campaña contra el terror islámico de los medios de desinformación y algunos por coherencia ética. Otros se vuelven a marchar porque se dan cuenta del crimen que están cometiendo los sionistas y por el peligro que supone la resistencia palestina. Ningún ejército ni servicio de inteligencia puede defenderles contra la heroica determinación de lucha de la resistencia palestina, de los mártires y de la población palestina por la supervivencia de su pueblo y que occidente en su complicidad con el sionismo llama «fanáticos», «integristas», «fundamentalistas» y sobretodo «terroristas»…
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Los inmigrantes judíos que llegan actualmente a Palestina son principalmente de clase baja, pobres, de culturas muy diferentes a las de la élite asquenazí. Por otro lado, los judíos colonizadores de Palestina de países y clases desarrollados tienen una concepción muy individualista de la familia y tienen pocos hijos. Los palestinos y palestinas tienen, como todo pueblo en situación de miseria pero un gran sentido de la familia como estructura base de la comunidad que les garantiza la supervivencia en caso de paro o cualquier otra necesidad, tienen una tasa de natalidad alta.
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Además han aprendido de lo que les ocurrió en 1948 con la gran Nakhba cuando unos 800.000 huyeron del terrorismo de la entidad sionista con la ilusión de volver cuando se acabara la «guerra». Como a ninguno se le ha permitido volver, creando una verdadera diáspora de refugiados de más de 4millones de palestinos y palestinas, ahora ya no se van. «Antes morir en mi tierra que abandonarla para siempre y mal-morir en los inmensos campos de refugiados, dependientes de la caridad internacional».
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Todo ello se puede ampliar, profundizar, matizar, … sin embargo, es necesario sacar una serie de conclusiones para no caer en las trampas del sionismo y sus cómplices antes de seguir:
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No existe un «pueblo judío». La condición de judío no es ni cultural ni étnica ni está definida por un territorio, sino que es una fe, una religión. No hay cultura judía, ni etnia judía (la absoluta mayoría de la población semita es islámica y la absoluta mayoría de los que profesan la religión judía no son semitas) Existen judíos de diferentes etnias, pueblos y culturas. Algunos quieren ser y construir un pueblo propio y diferenciado, y tienen todo el derecho a ello si así se autodeterminan. Sin embargo, no pueden imponer el ser pueblo a judíos que quieren seguir profesando su religión judía, formar parte de su pueblo y cultura originaria o adoptada y no quieren pertenecer a un pueblo diferente, de reciente creación como israelí. Excepto la fe que profesan, no hay nada en común entre un judío felasha de Etiopía y un judío asquenazí de Estados Unidos de América.
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El hebreo actual es una lengua de reciente creación, reconstruida desde los museos bíblicos por los sionistas a sabiendas que en un Estado-Nación clásico capitalista una lengua propia común facilita la legitimación y el control. Los judíos de Oriente Próximo dejaron de hablar el hebreo antiguo en el siglo I antes de Cristo y lo cambiaron por el arameo. El hebreo no era exclusivo de los judíos y lleva muerto más de dos mil años, mil más que el latín, hasta su reconstrucción como lengua de la entidad sionista. No es la lengua milenaria de un «pueblo judío». Los judíos de la Península Ibérica hablaban el sefardí, un dialecto medieval del castellano; los judíos germanos hablaban el yiddish, …. cada uno hablaba un dialecto de la lengua del pueblo al que pertenecía con sus particularidades proveniente de sus costumbres religiosas.
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Aquellos judios y judías que tienen la voluntad de autodeterminarse como pueblo no tienen otro remedio que aceptar ser un pueblo sin territorio colectivo, a excepción del que cada cual a nivel particular pueda aportar y siempre y cuando aceptemos como legítimo el principio capitalista de la propiedad particular de la tierra. Aun en este caso será una tierra discontinua de pequeños cachitos diseminados por todo el mundo.
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La diáspora judía son aquellos argentinos, estadounidenses, alemanes, rusos, etíopes, ….. que, por las razones que sean, han emigrado, huido o han sido deportados a lugares alejados de su hogar originario, entre otros, a Palestina, Siria o Líbano, por mucho que la llamen Hertz Israel.
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Es cierto que comienza a crearse y auto-determinarse un «pueblo israelí» en tierra palestina robada, que construye un Estado israelí, ilegítimo basado en la ocupación ilegal e ilegítima de un territorio ajeno, en el terrorismo de Estado y el genocidio con unas características de Estado religioso excluyente y discriminador. El hecho de que un Estado de Israel haya sido aceptado por la comunidad internacional y legalizado internacionalmente por la ONU estableciendo las fronteras del 67 debe ser considerado un delito tanto de la comunidad internacional como de la ONU, y deberían ser juzgados condenados por ello. El hecho de que no exista una institución superior con poder de juzgar y castigar a la «comunidad internacional» y a la ONU por este delito no legitima el delito ni exime a estos de la culpa.
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La complicidad de la comunidad internacional, de la Union Europea, de la ONU y, sobretodo, de EEUU así como los intereses tras esta complicidad imposibilitan y deslegitiman a todos ellos como intermediarios o mediadores en el conflicto.
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El Holocausto de los judíos así como las expulsiones, deportaciones, asesinatos en masa y discriminaciones realizados por Alemania, el Reino Español, la Unión Soviética, etc., contra poblaciones de judíos también deben ser juzgados y las víctimas indemnizadas convenientemente. Sin embargo, nunca legitimarán el establecimiento de un Estado sionista-israelí en territorio palestino. En todo caso, en Alemania, el reino Español u otro lugar con responsabilidades, como Inglaterra. Mucho menos justifica, legitima o despenaliza al colonialismo sionista, sus crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino. No podemos aceptar la monopolización del Holocausto por parte de los sionistas como si no hubieran existido ningún otro grupo víctima del Holocausto, que los judíos. No podemos olvidar que los rojos, homosexuales, disminuidos físicos y mentales, los gitanos, … entre otros fueron tan víctimas como estos.
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El hecho que la entidad sionista esté obligada a defender su mera existencia no legitima su existencia como tampoco lo legitima el hecho de que la diáspora judía en Palestina tenga que abandonar la Palestina que ocuparon desde hace unas pocas generaciones como mucho y volver a sus orígenes si quiere promover una solución mínimamente justa.
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El que no sea posible echar a la entidad sionista de Palestina y de Oriente Próximo porque es una potencia militar nuclear apoyada por EEUU no implica que aceptemos a la entidad sionista como un Estado legítimo de derecho, democrático, exclusivamente judío, moderno y desarrollado en Oriente Próximo. El pragmatismo es, en este caso, pura complicidad con los sionistas.
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La resistencia del pueblo palestino y la de los demás pueblos árabes de Oriente Próximo ocupados y colonizados por los sionistas tienen toda la legitimidad y el derecho de utilizar todas las formas y estrategias de lucha contra los ocupantes. El hecho que la élite sionista haya militarizado completamente a la sociedad civil y utilice supuestos «civiles» como los colonos como escudos humanos no exime a estos de la culpa y no los hace inocentes. La violencia contra estos sólo será ilegítima si se les cierra o impide una salida después de que muestren la voluntad y garanticen la devolución de las tierra y recursos a sus legítimos habitantes y se sometan a un juicio justo por sus crímenes.
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No cabe legitimación ni justificación del crimen que comete la sociedad civil sionista-israelí por ser utilizados y manipulados por la élite y el gobierno de la entidad sionista. No es inocente. La ignorancia no exime de la culpa y declararse como «de izquierdas» tampoco.
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Tampoco cabe legitimación ni justificación de la complicidad de la sociedad civil, de la comunidad internacional, de los demás pueblos con la entidad sionista o su gobierno, su ejército o su sociedad civil. Sabemos lo que hacen y el saber obliga a la solidaridad incondicional y sin ambigüedades con el pueblo palestino.
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La inculpación de la sociedad civil judía por ser cómplice o permitir ser utilizada por la élite de la alta burguesía sionista y cometer crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino no debe en ningún caso hacernos caer en la presuntuosidad y arrogancia euro-centrista y pasar por alto que la «inocente» sociedad civil europea y vasca es tan manipulada, oprimida, enajenada y empujada por el integrista capital cristiano hacia crímenes de lesa humanidad tan graves como la de aquellos. El hambre, la miseria, la destrucción de nuestra Tierra, estas guerras humanitarias e inteligentes a las que proveemos de ONGs y de armamento de destrucción masiva a cambio de un puesto de trabajo, un sueldo, comodidad y seguridad no es menos criminal. Nuestra complicidad no es menor. El «sionismo de mercado» solo es practicable y rentable con la colaboración y complicidad de la «inocente» sociedad civil democrática, con nuestra colaboración y complicidad. Es falso argumentar que nuestra democracia es menos mala que la de los sionistas-israelíes para excusarnos de nuestras responsabilidades en los crímenes del mundo porque a pesar de nuestra «democracia» no podemos hacer nada contra las omnipotentes empresas y bancos.
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La izquierda progresista, pacifista, ecologista, antiglobalización y contra las guerras de esta sociedad civil europea inocente claramente no hacemos ni lo suficiente ni lo correcto: la situación va empeorando y principalmente firmamos manifiestos, nos concentramos tras una pancarta, nos manifestamos en el día internacional contra la guerra, ….. ni siquiera tiramos piedras (y si algún joven lo hace, nos enfadamos con él, lo condenamos en sesudos artículos intelectuales pacifistas, denunciamos su acción como violenta y absurda, anacrónica en estos tiempos de democracia y derecho y lo condenamos y juzgamos porque supuestamente dificulta la «lucha» de la «izquierda» para cambiar este sistema. Nos encerramos en despachos con cómodos sofás para analizar y realizar sesudas propuestas y le damos la espalda al que es detenido por tirrar una piedra. De los niños palestinos que tiren piedras sacamos carteles y kalendarios con los que decorar nuestra cocina.
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Tampoco la izquierda pacifista israelí tira piedras contra su ejército y su gobierno. Al igual que nosotros, subscriben manifiestos y se manifiestan; pocos y poco, pero lo hacen. Lo que hacemos tanto la sociedad civil de izquierdas europea como la israelí es, a todas luces, insuficiente y en esta insuficiencia radica una cómoda pero criminal complicidad.
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Podemos concluir que el capitalismo ha cometido un error de cálculo al promover en Oriente Próximo el establecimiento de un Estado de Israel para asegurar el dominio sobre el Mundo Árabe y su petróleo. A causa de la resistencia tanto en Palestina, como en Afganistán, Iraq … resulta ser bastante más costoso y los resultados bastante menos rentables de lo previsto. Podemos aventurar que occidente hubiera podido obtener resultados más rentables y seguros con el establecimiento de gobiernos títeres como hizo en Arabia Saudí, Jordania, Egipto, los diferentes Emiratos …. Sin embargo, nunca tendremos datos suficientes para demostrar esta especulación. Quizas sea mejor punto de partida aceptar que la colonización liquidacionista de Palestina por Israel coordinada con la corrupción de los gobiernos títeres vecinos es la mejor fórmula para dominar Oriente Próximo.
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Ninguna de las argumentaciones debe hacernos caer en el «sofá-trampa» de bonito color rosa-occidental y creer que la RESISTENCIA del pueblo palestino logrará irremediablemente evitar su aniquilación. Muchos pueblos han luchado hasta su última gota de sangre. La RESISTENCIA no es sinónimo de VICTORIA. Por otro lado otros muchos pueblos han perdido su última gota de sangre sin luchar. La NO-RESISTENCIA sí es sinónimo de DERROTA segura.
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Si el pueblo palestino es eliminado, nosotros, la izquierda vasca, la sociedad civil de EH, todas su instituciones, públicas y particulares, tenemos nuestra parte de culpa y responsabilidad por acción colaboradora u omisión cómplice. Sin embargo la resistencia del pueblo palestino nos ayuda ignorar esta losa sobre nuestra conciencia. Esto es una razón más por la que tanto nos motiva solidarizarnos con el pueblo palestino: amarga e hiriente ternura de nuestro pueblo.
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Las élites occidentales con sus medios y recursos, y, por tanto, los poderes económicos, financieros, políticos y policiales vascos, tienen sus propios intereses para colaborar con la entidad sionista. Uno de estos es inevitablemente el económico, comercial y financiero. Otros intereses son los intercambios culturales, científicos, académicos, el negocio deportivo, etc., incluido el interes en la formación de la policía vascongada. No debemos olvidar, sin embargo, el interés general del modelo vasco de mostrar los noticiables «excesos» que comete el ejército israelí en su lucha contra el «terrorismo islámico integrista y fundamentalista» en los medios de desinformación y manipulación. Con ello pretende consiguir y consigue hasta cierto punto, que la sociedad vasca asuma y asimile que nadie se puede enfrentar a un Estado de derecho y demócrata y mucho menos con piedras, que los que resisten siempre pierden, que hay que resignarse. Por eso es más provechoso, tanto para los poderes fácticos vascos como para el sionismo, que en la ETB se muestren imágenes de los bombardeos y de la violencia del ejército israelí a que quede ocultado. Por ello, el ejército sionista proporciona una cantidad de imágenes desde sus buques y aviones a las televisiones occidentales y los medios occidentales los distribuyen masivamente para que nos las cenemos como noticias reales y verdades objetivas. Y resignemos un poco más.
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Por otro lado, y solo en aparente contradicción, está el intento de aparentar una normalidad como Estado de derecho, democrático, de bienestar y moderno en el concierto internacional. nos tragamos la participación de este «Estado» de Oriente Próximo en la Euro-Visión y en la Euro-Liga sin preguntarnos por qué no participa, por ejemplo, Jordania.
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Entre ambas formas de manipulación se logra la legitimación de la entidad sionista como «Estado» con todos sus derechos y la negación de del pueblo palestino como nación, que permanece sin sus derechos. Entre ambos se consigue que no nos resulte tan grave la resignación. Entre ambos se consigue disminuir la respuesta a la injusticia, los crímenes y la complicidad de unos y otros.
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Otra de los engaños que utiliza la entidad sionista para aparentar ser un estado como cualquier otro es el de la «izquierda pacifista israelí». Al autodefinirse como contestataria, libertaria, incluso antisionista, y mientras no suponga un problema real para el modelo sionista y hoy por hoy está muy lejos de suponer un problema para el sionismo, esta «izquierda pacifista israelí» legitima a la entidad sionista como Estado de derecho, democrático, de bienestar social, que garantiza la libertad de expresión, incluso la libertad de disentir siempre dentro de unos límites «razonables» para los sionistas, … y donde se puede conseguir todo siempre que sea por medios democráticos y sin alterar la paz social, en este caso la «paz social judía». De esta forma se está engañando y manipulando no sólo a la comunidad internacional sino tambien a la propia sociedad israelí.
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Enfrentarse al tanque sionista con piedras aún con el respaldo de toda la comunidad palestina es muy peligroso. Enfrentarse al crecimiento económico y modelo de desarrollo vasco con piedras tambien es peligroso, casi un suicidio, aunque principalmente político. Lo es porque no existe respaldo popular suficiente y la sociedad civil «inocente» vasca se beneficia con la defensa (inconsciente sólo en algunos casos) de los cómplices -es cómplice de los cómplices. La argumentación «progre» desde la «izquierda» pragmática no es sincera: no se plantean como razón el peligro de la pérdida de los puestos de trabajo, los sueldos, no poder pagar la hípoteca, la seguridad, el propio beneficio egoista sino repitiendo el engaño que no se puede estar contra el «pueblo judío» o contra la «sociedad civil inocente israelí» y, en todo caso, hay que apoyar a la «izquierda israelí» para cambiar el gobierno sionista desde dentro de Israel – aceptando con ello la legitimidad de la posturas de los «sionistas pacifistas de izquierdas» sobre su legitimidad de vivir y tener un Estado en Palestina.
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El número de israelíes de izquierdas en la Palestina ocupada que pueden ser considerados antisionistas, es decir, que opinan que, a excepción de los judíos originarios de Palestina, los demás deberían devolver las tierras y recursos robados al pueblo palestino e indemnizarlos debidamente, y, en todo caso, pedirles permiso a los palestinos para seguir viviendo en Palestina como un palestino más, es mínimo. Según una estimación aproximada, realizada con representantes de la campaña «Stop the Wall», supondrían menos de 500 personas. De éstas, la mayoría se calla comprensiblemente su opinión en vistas de lo que supone esta postura en una sociedad como la israellí. Lejos de la Palestina ocupada por los sionistas debe de haber más personas judías coherentes con esta opinión que nunca ocuparían «una tierra con hombres y mujeres aunque ellos sean unos hombres y mujeres sin tierra» , y que por vergüenza se callan incluso que son judíos. Solidaridad y apoyo a estas personas cuando decidan hablar y actuar sin ambigüedad.
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Una campaña de boicot surge del compromiso solidario entre los pueblos y es efectivo cuando adquiere una dimensión colectiva y generalizada. El boicot como acto individual es coherente individualmente pero sólo si tiene la aspiración de ser colectivo. Por otro lado el BOICOT es una herramienta legal, basada en la libertad de cada individuo y sumamente respetuosa con la libertad de cada uno, incluso la de los empresarios que tienen la libertad, incluso la legalidad y la capacidad económica de hacer grandes y «sutiles» campañas de propaganda en las que «no mienten» (¿), pero tampoco dicen toda la verdad, y que luego financiamos los propios consumidores pagandolo con los precios de los productos inútiles e innecesarios. Es legal hacer propaganda «casi» engañosa para la gente, sin embargo el boicot será criminalizado e ilegalizado con algún artificio legalista cuando pase de simbólico e inefectivo a causar perjuicios reales. Para entonces ha de tener el respaldo generalizado de la sociedad. Por ello es secundario dedicarse a los aspectos legalistas e imprescindible dar toda la importancia a la colectivización del boicot.
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No parece posible un boicot real contra todas las grandes transnacionales cómplices y colaboradores en las injusticias y los crímenes en cualquier parte del mundo porque nos han hecho creer que tienen demasiado poder y capacidad y ellas dejan claro que ni les molesta. Por ello se intentan iniciar las campañas con un boicot simbólico, – que les molesta menos todavía. La sociedad con su sentido común muy acertadamente no le ve sentido al acto simbólico porque no es efectivo ni real y no lo apoya con lo que no tiene futuro. Por ello no hace el esfuerzo de beber el vino del kalimotxo con algo a lo que no nos han habituado, de lo que no nos han hecho adictos, aunque este «algo» no solo engaña y envenena sino que financia mercenarios paramilitares para asesinar sindicalistas molestos y colabore con el sionismo. Una campaña de boicot que admite que es solamente simbólica es inútil y contraproducente. Un acto de boicot simbólico debe contener siempre una amenaza seria y real y la firme disposición de llevar a cabo la transformación de lo simbólico en un perjuicio real del boicoteado.
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Para conseguir la complicidad o, al menos, la indiferencia de la comunidad internacional los sionistas invierten gran cantidad de recursos humanos y económicos en proyectos y colaboraciones que favorecen la asimilación de que «Israel» es un Estado democrático, de derecho y bienestar, moderno y con unas relaciones normales en cualquier campo, sea éste académico, científico, comercial, financiero, artístico, cultural, deportivo, mediático, político, social, sindical …. por eso el boicot contra la entidad sionista debe de ser no sólo colectivo y real sino tambíen TOTAL. Es decir, se debe extender a todos los sectores e intereses sionistas en todos los campos : político, sindical, institucional, académico-niversitario-educativo, cultural-artístico, deportivo, económico-empresarial-comercial-financiero, mediático, social, científico-tecnológico-armamentístico, policial, …
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El boicot ofrece la posibilidad de incorporar a amplios sectores de la población progresista vasca independientemente de su posicionamiento ideológico y su nivel de conciencia de todos los sectores diversos. El boicot es un mínimo denominador común muy sencillo, claro y brinda pocas posibilidades de sabotearlo con posturas ambiguas o equidistantes y dificulta la manipulación con la teoría de los «dos diablos», que acaban siendo cómplices del modelo sionista. Una vez aclarados las trampas del sionismo es radical (ataca la raiz) y evita perder el tiempo en debates y consensos imposibles.
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El punto de enfoque en todas las campañas de solidaridad han sido hasta ahora la víctima mucho más que el agresor. Con la campaña de boicot enfocamos al agresor: Israel, EEUU, el Reino Español, la ONU…, y a los colaboradores: instituciones, empresarios, banqueros, asociaciones deportivas, culturales…. vascos, y a la sociedad civil no-inocente, que tendrá que justificar su complicidad.
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Nuestros compañeros de referencia en Palestina plantean la campaña de boicot general contra cualquier interés internacional de la entidad sionista (Israel) como herramienta internacional prioritaria para conseguir romper su régimen del Apartheid y exterminación basándose en la exitosa experiencia de Sudáfrica. Hasta este momento más de 170 organizaciones sociales, sindicales y políticas palestinas han hecho este llamamiento conjunto a la solidaridad internacional.
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Estas organizaciones plantean también el boicot internamente en Palestina. Debemos considerar, sin embargo, que la producción, el comercio y la distribución dependen hasta tal grado de la entidad sionista y de la ayuda internacional (ONU y ONGs), que sería un suicidio para ellos ir por delante del boicot internacional. Tenemos la responsabilidad de lograr un boicot efectivo, real, dañino, incluso mortal para la economía israelí-sionista. En caso de no poder lograrlo, el boicot en Palestina significaría, lisa y llanamente, su muerte.
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Los objetivos y metas tambien so sencillas y dan poco pie a debates paralizadores:
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Boicot generalizado amplio que supere el nivel simbólico
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Dañar los intereses de los sionistas y sus cómplices
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Implementar y hacer crecer el boicot hasta que nuestros compañeros palestinos estén satisfechos con los acuerdos y garantías ofrecidas por los sionistas-israelíes
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Además tiene otros efectos como el establecer el ejemplo de una herramienta de lucha efectiva que que aníme a la sociedad vasca a utilizarla con otros objetivos para demostrar que es capaz de imponer su voluntad democráticamente a los poderes fácticos antidemocráticos y de las consecuencias y perjucios que esto acarrea a quienes no escuchan o no aceptan su derecho a decidir. También se consigue concienciar a la sociedad vasca en general de la necesidad ética y estratégica de liberarse de la complicidad con los crímenes de lesa humanidad sionistas, autodeterminarse y movilizarse contra estos. Se desecha la fórmula o modelo de actuación de las Plataformas o Coordinadoras «Paremos la Guerra» en Euskal Herria por su demostrada ineficiencia.
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Finalmente posibilita reivindicar la solidaridad con todos los luchadores anti-sionistas, sean judíos o no, en cualquier parte del Mundo y una compensación justa por todos los sufrimientos, las injusticias y la discriminación por parte del sionismo de las personas que profesan la religión judía y que negándose a ser cómplices y renegando del sionismo han luchado contra éste al mismo tiempo que reivindicar la obligación de cubrir las necesidades básicas y garantizar los derechos básicos de todos los palestinos y palestinas perjudicados sin caer en el error estaretégico y la complicidad con el sionismo de promover una siempre engañosa «equidistancia».
Mientras un solo pueblo permanezca ocupado ningún pueblo será libre.