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Lesbianas en el territorio… O el ruco de María y Juana

Fuentes: Rebelión

Dicen que la mandataria estaría siendo acosada políticamente, criticada, algo borrada y negada por varones de la Concertación, esa coalición que ahora – no se sabe por cuánto tiempo- se autonombra como «Nueva Mayoría». Incluso Lagos ni espera que se enfríe el sillón presidencial para candidatearse en la misma Moneda… ¿Tan pronto llegó el ocaso […]

Dicen que la mandataria estaría siendo acosada políticamente, criticada, algo borrada y negada por varones de la Concertación, esa coalición que ahora – no se sabe por cuánto tiempo- se autonombra como «Nueva Mayoría». Incluso Lagos ni espera que se enfríe el sillón presidencial para candidatearse en la misma Moneda… ¿Tan pronto llegó el ocaso de la perfomance de Género del E$tado de $hile?…

Hace un par de semanas, Bachelet visitaría el sector de Estación Central y sus alrededores -en la capital-, hablaría con los curas y «tíos» del Hogar de Cristo, así es que Carmen -por así llamarla- junto a Camila -por darle otro nombre-, debieron desarmar su ruco.

La presidenta y los medios no debían permitirse esa imagen en la retina: cartones, latas, frazadas, remedando una habitación, en plena vereda, a la pasada de transeúntes y autobuses, ante la mirada aclimatada de las misericordiosas instituciones eclesiásticas de por ahí, entre aromas a pasta base y alcohol barato que en $hile se fabrica y distribuye con licencia y permisos que el E$tado y el mercado $hileno, avalan (E$tado y Mercado, una alianza eficiente).

El ruco de Carmen con Camila que podrían llamarse María y Juana, Olivia y Ana, Marcela y Lorena, en fin, es la vivienda a la que acceden dos mujeres que son pareja y deben vivir en la calle tras una vida de miseria, abandono, violaciones masculinas, torturas y cárcel, es decir tras una vida de abusos de la burguesía, de hombres y de un Estado agresor… A ellas las definen «en situación de calle», esa expresión medio cristiana, medio académica, que usan ahora para nombrar, ni más ni menos, que la pobreza extrema: habitar día y noche a la intemperie, alimentándose, vistiéndose y respirando la «caridad» eclesiástica y «políticas de pobreza».

A los «profesionales» y expertos en «problemas sociales», «psicosociales», etcétera, etcétera, les ha dado por decir esta frasecita: «El lenguaje construye realidad». Otro descubrimiento de los arribismos coloniales de moda, con el que intentan construirnos una imagen liviana en que la desprotección y la miseria no serían una condición concreta, material y sin retorno, de decenas de personas en un país neoliberal… Pero claro su lenguaje «constructor de realidad» no cambia la vivencia de una Marcela y una Lorena, o una Carmen y una Camila, que siguen en la calle, pero ahora sin ruco porque la presidenta -justo- tuvo que pasar por ahí.

La pareja entonces ahora debería buscarse un albergue. De esos que los curas y otras instituciones sostienen para que la gente «en situación de calle» llegue desde las 5 de las tarde a cenar y dormir en una cama que no es su espacio, sino sólo el lugar ajeno y momentáneo asignado por la noche para que luego vuelvan a la calle.

Dormirán, desayunarán en la mañana y a deambular se ha dicho; a la ruta de la cuchara, a buscar donde comer por misericordia o por 200 pesos, para volver a las 5 nuevamente. También, entre hora y hora, machetear, hurtar, pedir, «convertir algo» para papelillos y botellas de ron a menos de un dólar -ahora que subió el dólar-, a quinientos pesos $hilenos… Así olvidarán su historia y negarán sus heridas…

Pero no es lo mismo ser lesbianas que ser hombres en «situación de calle», y es que ellas, oficialmente son mujeres, y los cupos para mujeres escasean en los albergues. Las instituciones y quienes las diseñan, parecen creer que las mujeres «son más problemáticas que los hombres en consumo», no las aceptan embarazadas y sin son lesbianas y están en pareja, no hay mucho que esperar; negarán también su condición sexual para aceptarlas, no habrá una cama juntas, y la misma gente que vive en la calle puede molestarse, extrañarse, preocuparse por su presencia… (Era mejor el ruco, incluso con su precariedad)…

«No soy mujer, soy maricona»

Así se define una joven, pongámosle Carola, de 20 años que fuma pasta base, tiene esquizofrenia y se ha visto obligada a pedir cama en la casa de una amiga cuando se escapa de su hogar por golpizas… Carola está enamorada de su amiga, la misma que le da refugio y no se ha atrevido a confesárselo, pero la cosa no da para más, cuando la madre y la amiga se enteren de que Carola es «maricona», va a quedar en la calle o tendrá que volver a su casa donde la violencia es el uso y costumbre cotidiano y hay varias guaguas, niños y niñas, no alcanza el espacio, ni la plata, ni la vida… Deberá buscar albergue y en el mejor de los casos hospitalizarse en Psiquiatría, eso si antes no cae presa por la autodefensa que suele desplegar contra los varones que, en consumo o sin consumo, en la calle, la acosan, la abusan, la violan.

Es lo que le sucedió a, digamos Bernarda, hace unos 10 años, quien apuñaló a un hombre que la acosó por meses.

Ese día se tomó tres botellas de pisco al seco, además de haberse fumado unos 20 papelillos y lo apuñaló. En la PDI, un policía le gritó: «¡¡¡Puta de mierda, qué hiciste!!! Y ella en vez de ser obediente y responderle, le tiró un escupo en plena cara. El policía le botó todos los dientes.

En la cárcel, Bernarda se enamoró de una «maricona» que la protegía, la trataba bien y la miraba con ternura. No era la primera vez, de niña se había enamorado de una amiga, no quería usar vestidos, gritaba que nunca iba a tener hijos y ante el castigo de los adultos, tuvo varias crisis violentas en las que rompió platos, aulló y atacó. Cuando volvió del Hospital comenzó «a ser mujer». Años después, en la cárcel, Bernarda solicitó su cambio a otra sección del recinto para no ver más a la joven que la enamoraba.

Ha tenido varios hijos, un par de matrimonios, los niños y niñas están repartidos entre abuelas y hogares «de protección al menor». Desde muy chica ella se gana la vida en una y otra cosa porque heredó la pobreza y el abandono de su madre. Está en la calle porque fuma pasta y eso la coloca «dura» y no sólo la ha convertido en una abandonadora como su madre, si no que se ha abandonado a sí misma. Ella piensa que le da «asco» ver a dos mujeres besándose, se desespera ante esa visión, la asusta… y aún conserva el íntimo deseo de ya «no ser mujer» …

«Mariconas» pobres en el territorio de $hile, el mismo con presidenta y tanta diputada y política. -Por cierto, ¿cuántas de ellas estarán en el closet?-… La perfomance de género en $hile sólo da para cupos parlamentarios, no alcanza a las «mariconas» pobres, a las vecinas lesbianas de la población, a las mujeres con mujeres en el territorio; el «drama» de la mandataria «venida a menos» y a la baja en las encuestas, ni nos toca… La perfomance de la «Diversidad» por otro lado, nunca se ha desarrollado más que en algún discurso y en una que otra publicidad masculina de «gays» que hacen parecer que la autonombrada «Diversidad» tiene un rostro de hombre joven, blanqueado y conservador, que quiere «matrimonio» para heteronormativamente «darle» a sus hijos «dos papás».

Victoria Aldunate, lesbiana feminista, ex pp de la Dictadura, escritora y terapeuta, (he abortado dos veces, he parido una)

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.