Acontecimientos dramáticos se están desarrollando en el Oriente Medio. Hoy (martes) Egipto fue sacudido por una ola de manifestaciones en todo el país exigiendo el fin del régimen de Mubarak, que ha oprimido al pueblo de esta nación orgullosa durante casi 30 años. Este ha sido el mayor movimiento de protesta en Egipto que se […]
Acontecimientos dramáticos se están desarrollando en el Oriente Medio. Hoy (martes) Egipto fue sacudido por una ola de manifestaciones en todo el país exigiendo el fin del régimen de Mubarak, que ha oprimido al pueblo de esta nación orgullosa durante casi 30 años. Este ha sido el mayor movimiento de protesta en Egipto que se ha visto en décadas. En El Cairo y muchas otras ciudades manifestantes anti-gubernamentales se lanzaron a la calle y lucharon con la policía.
Después del derrocamiento del hombre fuerte de Túnez, Zine El Abidine Ben Ali, el 14 de enero, los observadores se preguntaban en voz alta si los dramáticos acontecimientos en la nación del norte de África podrían provocar insurrecciones en otros regímenes árabes, aparentemente afianzados. ¡Ahora tienen su respuesta! Las llamas revolucionarias que han barrido el mundo árabe desde Túnez han llegado a Egipto.
Los primeros indicios de las repercusiones del levantamiento de Túnez en la conciencia popular surgieron la semana pasada en Egipto, cuando varias personas se prendieron fuego o intentaron hacerlo delante del Parlamento y de la oficina del primer ministro. Sus acciones trataban de imitar el ejemplo del joven vendedor de verduras tunecino cuya auto-inmolación contribuyó a desencadenar las protestas que obligaron al autoritario presidente de Túnez a huir del país.
Al igual que en Túnez, las manifestaciones en Egipto llegaron en un contexto de creciente ira por la pobreza generalizada y el desempleo. Casi la mitad de los 80 millones que componen la población egipcia vive por debajo o justo por encima del umbral de la pobreza que las Naciones Unidas han fijado en 2 dólares al día. La mala calidad de la educación y de la sanidad, junto al elevado desempleo, han dejado a un gran número de egipcios privados de sus necesidades básicas.
Pero el descontento económico es sólo una parte de un descontento político más amplio. Hay una rabia profunda por las injusticias, las desigualdades y la corrupción del régimen de Mubarak. La pregunta que surge es cuánto tiempo el anciano dictador se aferrará al poder. Nadie sabe si Mubarak volverá a presentarse en las elecciones presidenciales a finales de este año o si pondrá a su hijo en su lugar. Pero el pueblo de Egipto no aceptará nada que no represente un cambio fundamental.
El gobierno trató de restar importancia a los intentos de auto-inmolación, con el primer ministro, Ahmed Nazif, diciendo el lunes a los periodistas que los que cometieron este acto fueron inducidos por «cuestiones personales». Pero nadie lo creyó. Al igual que en Túnez, las convocatorias de manifestaciones se hicieron en Facebook y Twitter, con 90.000 personas diciendo que asistirían. Por todas partes Túnez estaba en boca de todos. «Queremos ver un cambio igual que en Túnez», dijo Lamia Rayan, de 24 años, uno de los manifestantes.
La convocatoria de protestas fue iniciada por la página de Facebook «El Mártir», creada en nombre de un joven egipcio, Khaled Said, quien fue matado a golpes por la policía en la ciudad portuaria mediterránea de Alejandría el año pasado. Su caso se ha convertido en una bandera de combate para la oposición. Dos policías están siendo juzgados en relación con su muerte. Sin embargo, por una de esas extrañas ironías con la que la historia es tan rica, las protestas coincidieron con un día de fiesta nacional en honor de la odiada policía del país.
Hoy hubo escenas sorprendentes en El Cairo, cuando miles y miles salieron a las calles marchando con aparente libertad en tres grandes manifestaciones en diferentes partes de la capital egipcia. Las cosas empezaron pacíficamente, con la policía mostrando una moderación inusual. A la ruidosa multitud se le unieron coches que hacían sonar sus bocinas. La gente gritaba: «¡Viva Túnez Libre!» y agitaban banderas tunecinas y egipcias, mientras la policía inicialmente se posicionó en la periferia de la multitud. La policía antidisturbios en un principio parecía insegura de qué hacer, ya que cada una de las marchas rompió los cordones policiales.
Un testigo presencial escribió las siguientes líneas:
«Yo estoy frente a las oficinas de los periódicos del gobierno, donde cientos están gritando ‘Mubarak, tu avión está esperándote’ y haciendo llamados a los transeúntes a unirse a ellos, muchos de los cuales están aceptando la oferta».
«Ahmed Ashraf, un analista del sector bancario de 26 años de edad, me dijo que era su primera protesta y que había sido inspirado por los acontecimientos en Túnez. ‘Nosotros somos los que controlamos las calles hoy en día, no el régimen’, dijo. ‘¡Me siento tan libre! Las cosas no pueden permanecer igual después de esto'».
Si la policía parecía no tener idea de qué hacer, en el otro lado también parecía que había poca coordinación entre los líderes de la protesta sobre qué hacer a continuación. Se parecía al comienzo de un combate de lucha libre, con cada uno de los dos contendientes circulando con cautela, mirando a su oponente y tratando de adivinar el siguiente movimiento. No tuvieron que esperar mucho tiempo.
En el pasado, las manifestaciones fueron violentamente dispersadas. Ahora, sin embargo, la policía había recibido claramente órdenes del gobierno para evitar cualquier enfrentamiento que pudiera provocar una revuelta de masas al estilo de Túnez. Pero esas cosas tienen una vida y unas leyes propias. A medida que el número de manifestantes siguió aumentando y llenando Tahrir, la plaza principal de El Cairo, las fuerzas de seguridad se pusieron nerviosas. De repente, cambiaron de táctica y la protesta se tornó violenta cuando la policía atacó a los manifestantes con cañones de agua, porras y gas lacrimógeno.
Nubes acres llenaron las calles de El Cairo. En el pasado, la gente hubiera huido de la temida policía, presa del pánico. Pero esta vez las cosas eran diferentes. La gente no retrocedió y se defendió. Manifestantes desafiantes se enfrentaron con la policía antidisturbios en el centro de El Cairo. Tiraron piedras y algunos incluso se subieron encima de un camión policial blindado.
El Washington Post describió así la escena:
«Los manifestantes atacaron el camión policial con cañones de agua, abriendo la puerta del conductor y ordenando al hombre que saliera del vehículo. Algunos lanzaron piedras y arrastraron barricadas de metal. La policía respondió golpeando a los manifestantes con porras cuando trataron de romper los cordones para unirse a los manifestantes del centro principal».
«Al norte, en la ciudad portuaria mediterránea de Alejandría, miles de manifestantes también marcharon en lo que se denominó un ‘Día de Ira’ contra el Sr. Mubarak, y llamaron a poner fin a la pobreza extrema del país».
«[…] Los manifestantes en El Cairo cantaron el himno nacional y portaban pancartas denunciando a Mubarak y el fraude generalizado en las elecciones del país. Los organizadores dijeron que las protestas fueron un ‘día de revolución contra la tortura, la pobreza, la corrupción y el desempleo'».
«Algunas madres llevando a sus bebés marcharon y gritaron ‘¡Revolución hasta la Victoria!’, mientras que hombres jóvenes estacionaron sus autos en la calle principal y ondeaban carteles que decían ‘¡Fuera!’, inspirados por las protestas de Túnez de ‘¡DEGAGE!’ esta semana. También se veía a hombres escribiendo un graffiti que decía «¡Abajo Hosni Mubarak!». (Washington Times)
El régimen se encuentra en un estado de pánico. Testigos oculares informan que Internet, Twitter y las llamadas telefónicas fueron bloqueados en todo Egipto, pero que ahora están volviendo de forma intermitente. Los últimos informes muestran que la insurrección continúa y avanza a niveles superiores. Un informe de un testigo declara:
«Según llega la oscuridad, los miles que han ocupado la plaza central de El Cairo están yendo hacia el edificio del Parlamento, lo cual ha provocado batallas con la policía armada. El aire se llena de gases lacrimógenos y algunos jóvenes están lanzando piedras a las líneas policiales; muchas de las rocas están siendo devueltas por los oficiales de seguridad».
«Hace unos momentos una carga enorme de manifestantes hizo correr a la policía antidisturbios, pero ahora se han reagrupado y están lanzando nuevos ataques a los manifestantes, que ahora mismo están recogiendo las barricadas metálicas instaladas por la policía y las están utilizando para montar barricadas ellos mismos. Grandes explosiones sacuden la plaza, aunque no está claro de dónde vienen».
Se están extendiendo informes de que manifestantes están atacando el edificio del consejo de ministros, mientras que varios miles se dice que están marchando hacia el Palacio Presidencial de Mubarak, en Heliópolis. En Dar El Salaam, un barrio densamente poblado en el sur de El Cairo, los manifestantes afirman que han tomado la comisaría de policía.
«Hay un sentimiento de intensa emoción aquí en las calles de Shubra, al norte de El Cairo, con la policía retrocediendo y permitiendo pasar a los manifestantes, pero algunas de las fuerzas de seguridad portan chalecos a prueba de balas, y algunos temen que esta es la calma antes de la tormenta».
«Una ex presentadora de noticias de televisión me dijo que no había visto nada como esto desde 1977, cuando un levantamiento sobre los precios del pan casi derribó al gobierno del Presidente Sadat. Sin embargo, las manifestaciones siguen cortadas las unas de las otras, y todavía es demasiado pronto para decir cómo va a terminar esto».
Es cierto que nadie sabe cómo acabará esto. Pero una cosa es cierta. Egipto nunca será igual otra vez. El genio ha salido de la botella y no puede ser metido dentro otra vez. Las masas han podido catar la libertad y han sentido su poder colectivo en las calles. Si poseyeran una organización y una dirección que fueran adecuadas para la tarea, podrían pasar a tomar el poder. Pero en ausencia de la dirección y de unas perspectivas y un plan claros, la situación puede desarrollarse de diferentes maneras.
Mientras escribo estas líneas, el destino de la rebelión está en juego. El régimen se encuentra ahora en un terreno muy inestable. La vacilación mostrada por la policía al inicio de la protesta demuestra que no están seguros de usar el aparato de represión para sofocar el movimiento. Habrá divisiones en el régimen entre los que quieren reprimir y los que quieren hacer concesiones para ganar tiempo.
¿Puede el régimen ahogar en sangre la insurrección? Tal resultado no es imposible, pero sería una victoria comprada a un precio muy alto. El odio y el resentimiento hacia el régimen serían duraderos. Envenenaría la vida política del país y descartaría cualquier tipo de solución de compromiso. Mubarak es un hombre viejo y no puede durar mucho tiempo. Su hijo, que él espera que lo sustituya, estará totalmente deslegitimado. La economía se hundirá aún más, agravando el problema del desempleo y la pobreza. Le seguirán nuevas explosiones.
Sin embargo, esa no parece la variante más probable. El movimiento de masas está cobrando fuerza de hora en hora. En Alejandría hay informes de ancianas arrojando ollas y sartenes a la policía desde los balcones de sus casas. La clave de la situación es el poderoso proletariado egipcio, que ha organizado huelga tras huelga en los últimos años. Ahora los trabajadores están en las calles. En Mahala, escenario de grandes huelgas obreras textiles, hay noticias de 20.000 en las calles. La comisaría de policía está desbordada.
El pueblo revolucionario está ocupando las plazas centrales y se niega a irse. Cada pulgada ha sido conquistada por las masas y no tienen la intención de entregar a nadie lo que han conquistado. Enfrentados a un movimiento de masas de tal escala, las fuerzas de represión estatal, que antes parecían tan formidables, de repente se vuelven vulnerables. En muchos lugares, la policía ha sido simplemente desbordada por las enormes cantidades de gente. Sus cordones han sido rotos por los manifestantes. Los rostros de los policías rasos transmiten nerviosismo y los de sus oficiales, más aún.
Ha habido muchos casos de confraternización. Un canal de noticias de la televisión francesa mostró imágenes de un policía (creo que en Alejandría) siendo llevado a hombros por los manifestantes. Ellos están gritando consignas contra el Gobierno y el agente de policía está gritando también. Este pequeño incidente lo dice todo. Toda la historia demuestra que una vez que las masas han perdido el miedo, una vez que todo un pueblo se levanta y dice «no», no hay fuerza en la Tierra que pueda detenerlos.
Digan lo que digan los periódicos de mañana, nosotros podemos estar seguros de una cosa: la revolución árabe ha comenzado. Será recibida con entusiasmo por todos los trabajadores y jóvenes de todo el mundo. ¡Movilicémonos en apoyo de nuestros hermanos y hermanas árabes! ¡Exijamos el cese inmediato de la represión! ¡Rompamos toda relación con el régimen criminal de Mubarak! ¡Exijamos todos los derechos para el pueblo de Egipto!
¡Victoria para los trabajadores y jóvenes de Egipto!
¡Abajo Mubarak!
¡Viva la revolución socialista árabe!