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No olvidaremos a Rachel Corrie

Levantamientos en el aniversario de una muerte

Fuentes:

Se está librando una batalla silenciosa por la memoria de una joven que podría haber sido mi hija, o tal vez la tuya. De un lado están quienes quisieran borrar de las páginas de la historia, sus actos, sus creencias, su muerte. Al no lograrlo, se conforman con difamaciones pósthumas sobre su persona y falsificaciones […]

Se está librando una batalla silenciosa por la memoria de una joven que podría haber sido mi hija, o tal vez la tuya.

De un lado están quienes quisieran borrar de las páginas de la historia, sus actos, sus creencias, su muerte. Al no lograrlo, se conforman con difamaciones pósthumas sobre su persona y falsificaciones sobre su fallecimiento.

Del otro lado estamos quienes pensamos que sus principios luminosos deberían ser elogiados, su valentía honrada, su muerte llorada. De este lado estamos quienes creemos que el heroísmo es

noble, que el valor es admirable, y que la compasíon por los demás es la manifestación más esencial de la ética.

Para nosotros en este lado, Rachel Corrie jamás será olvidada. Tenía 23 años cuando la mataron.

No olvidaremos su joven idealismo, su dulce valentía, su fallecimiento innecesario. Y no olvidaremos sus convicciones, causa de su muerte: que el bien vencería, que la justicia prevalecería, que Israel no la aniquilaría.

Sobre esto último, se equivocó. El 16 de marzo de 2003, dos soldados israelíes pasaron un bulldozer demoledor de casas sobre ella dos veces, triturádola sobre la tierra de Gaza. Junto con otros cinco defensores pacifistas de los derechos humanos, Rachel había estado sentada frente a una casa palestina, rogándole a los soldados israelíes que no la demolieran. No lo hicieron (sino hasta más tarde); mejor la demolieron a ella.

Sus amigos corrieron hacia ella gritando. La desenterraron del suelo. Uno de ellos me dijo que tenía los ojos abiertos; sus últimas palabras fueron: «Tengo la espalda rota».

Mucho más, por supuesto, estaba roto. El día estaba roto. Su universo estaba roto, el mundo de su hermana estaba roto, el mundo de su hermano estaba roto, los corazones de sus padres estaban rotos. Todo lo que se quiebra cuando alguien muerte, se había roto.

En los últimos cinco años, miles de vidas palestinas, días, mundos, se han roto; cientos de israelíes. Escuchamos sobre las tragedias israelíes… poco se escucha de las tantas veces más que palestinos: madres, padres, hijas, hijos, hermanos y hermanas, son asesinados y mutilados durante todos esos maravillosos periodos de «relativa tranquilidad», sobre los cuales nos mienten los medios noticiosos.

Me pregunto si escucharemos algo sobre Rachel Corrie este 16 de marzo, el segundo aniversario de su muerte… Israel, como con todos a quienes aniquila, alega que su muerte «fue un accidente», o «fue necesaria por seguridad», o que era una terrorista», o que «¡estaba protegiendo a terroristas!». En el instante que les refutan estas fabricaciones a los israelíes, de inmediato producen otras nuevas. Sin importar que éstas se contradigan entre sí, nuestros medios de comunicación, cómplices suyos, nunca les cuestionan nada.

Lo que Israel diga, ellos repiten. Lo que Israel exija, nuestro gobierno les concede. Lo que Israel quiera, su cuadrilla de cabilderos les entrega.

El cambio se acerca, sin embargo, y está tomando fuerza. La gente de Estados Unidos recuerda a Rachel y lloran por su muerte. Mientras que el Congreso es intimidado para negarle a sus padres su derecho de una investigación sobre el «aliado» norteamericano que asesinó a su hija, la gente en todas las ciudades de Estados Unidos está organizando homenajes y acciones futuras.

Por todo el país, lento pero seguro, está surgiendo un levantamiento estadunidense. Uno por uno, el pueblo se está levantando; comunidad por comunidad, ciudad por ciudad. Estamos cansados hasta el tope de la crueldad injustificada y las devoradoras doctrinas de violencia, y ya no nos mantendremos al margen a la espera de más.

Estamos reclamando nuestra nación, nuestros principios, nuestras almas. Somos los únicos que lo podemos hacer.

No olvidaremos a Raquel.

Y no podrán detenernos.

Alison Weir es directora ejecutiva de «If Americans Knew» (si los norteamericanos supieran). Para contactarla: [email protected]
15 de marzo de 2005
traducción de Marina de Santiago Haas