Recomiendo:
0

Llegaron l@s cuban@s…

Fuentes: Rebelión

En octubre se inauguró en Halifax una exhibición de arte cubano en el Museo Canadiense de la Inmigración en Pier 21. El proyecto del Colectivo Artístico Cuba-Nova Scotia, «Cuban Connections,» o Conexiones Cubanas, presentó obras de varios artistas de Pinar del Río. Sin duda el intercambio artístico ha enriquecido a ambas partes brindando, además, oportunidades […]

En octubre se inauguró en Halifax una exhibición de arte cubano en el Museo Canadiense de la Inmigración en Pier 21. El proyecto del Colectivo Artístico Cuba-Nova Scotia, «Cuban Connections,» o Conexiones Cubanas, presentó obras de varios artistas de Pinar del Río. Sin duda el intercambio artístico ha enriquecido a ambas partes brindando, además, oportunidades de compartir a nivel humano y de comprender mejor la situación de Cuba y su gente así como a ellos la nuestra aqui también.

Pensamos con frecuencia que por estar familiarizados con el tema un encuentro con cubanos es algo simple, familiar. Entonces nos sorprende la complejidad, inherente a todas las relaciones humanas. Cada encuentro, sea por la variedad que introducen los participantes, variaciones del contexto o profundización del conocimiento personal entre participantes, tiene el potencial de generar más preguntas y desafíos que respuestas o «normalidad.» Esto que nos mantiene en línea, despiertos a la realidad tal como se vive, es una fortuna y vuelve los encuentros fascinantes. En ellos se evidencia cuanto tomamos por sobreentendido, como lo aparentemente obvio no lo es. Entendemos entonces de que forma lo «obvio» afecta nuestras relaciones con los demás y necesitamos aclarar y tratar de entender. Uno se hace consciente de cuantas incertidumbres hemos relegado a segundo plano en la vida diaria, y vuelven a la luz. Entendemos que hemos buscado refugio en padrones conocidos, proceso muy humano y que limita nuestras dudas en el manejo diario, pero que oculta el riesgo que siempre implica vivir.

Estos encuentros con cubanos han sido para mi citas con la pasión de vivir, pasión que quizás veo un poco más limitada entre mis compatriotas, y que imagino un tanto domesticada por años de vivir lejos del origen en mi misma. Con la gente de Cuba re-descubro esa pasión, identificada a través de su amor por la conversación que genera encuentros maratónicos. Se despierta mi pasión por vivir adormecida gracias al humor y las demostraciones de afecto y buena voluntad de los cubanos visitantes. Son, sin duda, gente afectuosa y dotada de una amabilidad honesta pero no casual sino más bien examinada y consciente. Son gente armada también de paciencia, con la que balancean ese interés por la conversación y la acción con dosis de practicidad.

No estoy hablando de gente perfecta sino de seres humanos que creo viven una mejor humanidad. Alguno de ellos ha pecado seguramente de ingenuidad, lo que me sorprende más porque he creado mis propias defensas contra ingenuidades, quizás gracias a vivir en el mundo donde vivo -moderno y con su cuota de cinismo. Pero para quienes viven en Cuba, pienso, acaso las ingenuidades florecen, porque a pesar de vivir en un sistema limitado en lo económico han sido compensados bastante por ser un sistema protector. Son ciudadanos que sin duda se valoran a si mismos. Hasta podría plantear que si en Cuba se ha pecado de algo puede se haya pecado de desatender, con los riesgos que implica, la regla de las consecuencias naturales. Son reglas que como madre entiendo bien; si elegimos interponernos entre los errores de nuestros hijos y las consecuencias de sus errores estamos alterando un equilibrio y casi seguramente tendremos un precio que pagar. ¿Acaso se han protegido ineptitudes en Cuba de esta manera? ¿Afectará esto la motivación de la población? ¿Estarán quizás cansados de dar los que mas dan? Puede que estas sean las bases del famoso pecado de la «auto-suficiencia,» uno que he escuchado nombrar en conversaciones con y entre cuban@s y que imagino como una mezcla de «creerse demasiado capaz en su individualidad» (¿especie de arrogancia?) y «una baja en entrega a la colectividad» (¿un egoismo?).

Esta llegada de cubanos a Halifax, como otras llegadas del pasado, ha sido oportunidad de compartir. Antes he compartido con más tiempo y con gentes técnicas de la ingeniería, ahora he compartido coon artistas. Entonces y ahora identifiqué una similar pasión por vivir, una misma amabilidad. Advierto mi sesgo, pues sé que se ha formado en mi un estereotipo positivo e idiosincrático de la gente de Cuba: Pero como cualquier estereotipo limitante. Me pregunto sobre los límites que mi percepción estereotipada le habrá impuesto a la gente de Cuba, a la que he conocido y al resto. Me pregunto también como me limita a mi en mi capacidad de entender, valorar y aceptar la realidad cubana tal y como la sienten, experimentan o entienden quienes viven en Cuba. ¿Que injusticias les habrá impuesto mi estereotipo favorable? ¿Puede que esa pasión por vivir con que les identifico esté ligada, no a la superación de la alienación capitalista como quiero pensar sino a ingenuidad perceptiva de mi parte? ¿Puede ser acaso una ilusión de esas visitas? ¿Acaso la realidad económica desafiante contribuye, incluso incrementa, en la gente esa pasión por vivir que noto?

Mis generalizaciones…

He tratado de conectar esa percepción mía con el proceso revolucionario cubano, he osado incluso identificar causalidad donde quizás no existe. Sólo recientemente, y gracias a un viaje de Hugo Chávez a mi país hace tiempo atrás, he agregado a mi lista de posibles explicaciones la noción de que esa pasión por vivir sea simplemente una manifestación Caribeña. Acaso esas camisas rojas que Chávez viste nos hablan a un mismo tiempo sobre la pasión caribeña por vivir y de la Revolución Bolivariana. Se me ha hecho dificil olvidar la imagen de Chávez en la Casa de Gobierno en Montevideo (Uruguay), algo que se me presentó mucho más que como espectáculo histórico como metáfora explicatoria importante. La presencia colorida del venezolano no podía sino resaltar entre tantos uruguayos grises. Y tanto más se evidenciaba su apasionamiento y vivacidad, cuanto más callaban o miraban seriamente mis compatriotas jóvenes y viejos. ¡Chávez no podría haber sobresalido más si se hubiera levantado entre los muertos!

Ojos uruguayos posados sobre el venezolano colorido que con manos y cuerpo gesticulaba contando anécdotas en una sala abarrotada, algo que hacía con la liberalidad y cadencia del mejor narrador de historias, como si hubiera nacido para esto. Fui testigo lejano, claro, de ese llamado chavista a «levántate y anda» pero entendí muy bien el tímido, inexpresado deseo de mis compatriotas a seguirlo, y adiviné también como deberían estar balanceando en su interior el deseo de seguirlo con el opuesto. Imaginé la batalla que se estaba dando, la lucha íntima y los deseos de creer confrontando su opuesto: la necesidad de revalidad la identidad gris que aún domina. Se plasmaba todo en una metáfora visual tan relevante que de un plumazo mostraba lo oculto, lo que no había visto o querido ver, la distancia cultural que existe entre el Río de la Plata y el Caribe.

En Uruguay también existe el mundo del color, no somos totalmente grises. Galeano, confrontaba ese Uruguay gris, con el país verde que decía llevába el Uruguay en la barriga. Es color existe entre mi gente, pero se hace público con aprobación una vez al año, dura un mes y lo llamamos Carnaval. No nos hemos atrevido a elegir el color como forma de vida, màs bien lo ocultamos con un poco de verguenza, jugamos a que no nos importa. Una visionaria adelantada sobre la necesidad de vivir con color fue Alba Roballo, abogada y senadora de la república. Alba sentía, sin embargo, obligación de explicar ese amor suyo por el color porque sabía que la mayoría lo veía como pecado. Ella era muy colorida en el vestir algo que le cuestionaron mucho, tanto que no tuvo sino que «controlarse.» Pero confesaba su amor por el color como podía, usando aretes y adornos aceptables. Ese amor suyo, su pasión por vivir, estaban en conflicto con su profesion de abogada -tan requeteseria, y con su condición de senadora de un país gris -donde domina casi como una religión un mundo de hombres casi todos grises. Esta mujer educada, inteligente, creativa, vital, pasional y negra, representaba una realidad muy problemática. Esa fue razón suficiente para que se la ofendiera gratuitamente, con muy poca piedad y muy públicamente. Se habló bastante vilmente de ella, no como la opositora política y fuerte que en su ley era, sino atacándola a mansalva en la prensa con falsedades, insinuasiones, medias luces, quitándole toda posibilidad de defenderse. Ella, una mujer de lucha frontal, sintió que no tenía más salida que ignorar las trampas que le hacían, mantener la dignidad, seguir andando, pero no fue para ella un proceso sin dolor. Se sabía poco que esta mujer descollante y valiente en la esfera pública era además una poeta de talento en su vida privada.

Los prejuicios se empaquetan con simplezas para el consumo diario, pero cometemos un grave error si los subestimamos, los prejuiciosos raramente toleran disidencia y el odio que generan puede transformarse en enemigo mortal. Las falsedades disfrazadas y a medias son lanzadas a la población para que las absorba descuidadamente, pero cumplen su mandato muy bien y terminan efectivamente con el alma viva o rebelde que ose existir. Es un mal para todos y todos tenemos diferentes niveles de complicidad. El amor por el gris, y por la seriedad, es nuestro paquete, lo llevamos a la espalda hasta con equivocado orgullo. Y continuamos cargándolo incluso después de la terrible pesadilla en la que nos sumergió la dictadura. Nos sigue costando aceptar la rebeldía en general, odiamos aún lo diferente, odiamos el color y seguimos creyendo que es un logro ser gris y vestir traje. Nos han vendido un lema como aparentemente inocente, parecemos deseosos de seguir ignorando que se esconden detrás de él las mayores brutalidades. Nos seguimos obligando a funcionar sin originalidad y decir «No» al deseo natural de vivir más plenamente.

He aprendido…

Aqui en el «Mundo Primero,» al otro extremo del consumo, aprendí que uno puede llegar al mismo lugar por diferentes caminos. El paquete que aquí nos venden y compramos es el del consumo; aquí comprar es lo que le roba el valor a vivir, le chupa el zumo como un vampiro dejándolo sin color y sin aliento. Desesperanza y alienación se materializan cada día comprando -lo que necesitamos y lo que no, lo que creemos que queremos y lo que ya ni sabemos si queremos. Acumulando cosas se nos pasa la vida. Mi madre diría que olvidamos que «la vida es linda y que vale la pena vivirla por que si». Yo diría quizás algo distinto, quizás no es tan linda y a ratos puede ser terrible, pero igual vale la pena. Aquí, en el paraiso que el mundo pobre parece envidia en su necesidad diaria, la vida se vive como salvándola del cadalso y de sí misma. Le damos aire con un abanico como a una condenada que apenas respira o simula respirar. Me parece que la vida aqui está muy cansada porque acarréa tanto -autos, casas, tanto producto por comprar fabricado en la China y especialmente tanta deuda. Pero lo que le pesa mas a la vida es esa costumbre tan humana de fingirse viva -de sonreir sin ganas, comer sin hambre y hacer por hacer. Les aviso que aqui la vida parece estar de muerte, contribuimos sin darnos cuenta a liquidarla diariamente.

Buscando respuestas he hecho lo que he podido. Aprendiendo sobre sicología descubrí que aunque da ideas valiosas son en aspectos incompletas. En el campo de la familia encontré que se hace demasiado empeño en sepultar el contexto -el conexto histórico y el material. Es notable que tan pocos hablen de lo obvio: no puede sorprender que una sociedad que valora tanto el tener genere sujetos sociales extremistas -unos muriendo por falta de lo básico y otros muriendo de exceso. No fue sino en el mundo del trabajo social donde encontré, sin embargo, el gran desafío de movernos entre lo personal y lo social. Y no pude sino darme cuenta de que entre lo individual y lo estructural hay un enorme abismo. Y, que entre lo informal y lo formal hay otro. Si es cierto que las instituciones terminan con la fluidez, es tambien cierto que las necesitamos como paradero obligado en la formalización de los derechos. Existe, además, una zona de interpretaciones, medias luces y contradicciones que dificulta el diálogo, y he notado que ultimamente esa zona lejos de decrecer aumenta y se transforma crecientemente en surreal. Uno descubre que la dificultad mayor no parece ser transformar el mundo, algo que no podemos hacer solos, sino el desafío personal de «mantenernos vivos y tan honestos como sea necesario» en el proceso de vivir.

El Che y la gente nueva…

Por allá en marzo de 1965, se publicaba en Montevideo una carta de Ernesto Guevara que no leí, se titulaba El hombre nuevo en Cuba. Era una carta que el Che enviaba al director de Marcha, un semanario uruguayo, Carlos Quijano. En ella reflexionaba sobre el proceso cubano y describía esa conexión fundamental entre dirigencia y pueblo. La vanguardia para el Che era el motor creador de condiciones subjetivas para la victoria de la revolución, pero una vez logrado el triunfo debería seguir jugando un papel fundamental. La dinámica de esa conexión vanguardia-pueblo tenía que seguir siendo sensible, receptiva y capaz de responder al menor cambio en el humor de l@s cuban@s. Notaba que cuando el estado equivocaba el camino disminuía el entusiasmo colectivo evidenciando el error y la necesidad de rectificar el rumbo. Ya entonces, el Che se preguntaba ¿como estructurar esa conexión con la gente para asegurar la continuación del proceso y la contínua implementación de medidas sensatas?

El se planteaba en favor de la actitud heroica, dominante durante la lucha revolucionaria porque cada combatiente obtenía sus grados con actos notables pero que había continuado durante la Crisis de octubre y el ciclón Flora -cuando se tomaban grandes riesgos sin otra satisfacción que el cumplimiento del deber. Pero temía que no sería siempre así y se preguntaba ¿como encontrar la fórmula para perpetuar en la vida cotidiana esa actitud heroica?

Ya en aquella carta el Che identificaba dos tareas fundamentales: la reproducción de la actitud heroica en la vida cotidiana era una y la otra era la necesidad de mantener fluidez dinámica en la conexión vanguardia-pueblo. Entendía que ambas tareas eran cruciales en posibilitar la existencia de gentes «más libres y plenas,» seres humanos más completos que se reapropien de su naturaleza y puedan expresarse y hacerse oir en el aparato social. Para el Che el triunfo de la Revolución completaba solamente el «esqueleto» hacia ese «reino de la libertad» que tenía en mente, pero había que agregarle sustancia.

El identificaba el peso del pasado que acarreamos en la cabeza como una dificultad a superar, y entre los desafíos del futuro identificaba la necesidad de asegurar una base material y la emergencia del «hombre nuevo.» Temía el proceso de institucionalización de la revolución, pensaba que podría acarrear una separación entre vanguardia y pueblo. Para el Che las instituciones debían funcionar como «canales, escalones, represas, aparatos bien aceitados» colaborando en la marcha contínua de l@s cuban@s hacia una sociedad nueva. Había que favorecer y permitir la «selección natural de la vanguardia» -premiar la construcción de la nueva sociedad y castigar intentos de bloquearla.

Estos temas que el Che identificaba ya en 1965 siguen siendo desafíos en Cuba. La base material necesaria ha sido dificil de alcanzar, aún cuando Cuba le da mucho a sus hijos. Las razones son muchas, sin duda el bloqueo pero también responsabilidades internas. Acaso, ¿habrá nacido ese ser humano nuevo que el Che envisiona? Uno de los visitantes cubanos me plantea que si, que es posible que ya esté entre nosotros. ¿Como saberlo? En la pasión de la conversación tantas cosas quedan aún sin explorar suficientemente, el tiempo vuela. ¿Será ese amor por el color y la vida parte del nuevo ser humano que el Che anunció en 1965? ¿Serán las nuevas gentes pacientes, generosas, valientes al plantearse, honestas, vivas? ¿Serán acaso incorruptibles? ¿Tendrán sentido del humor? ¿Amarán el arte? ¿Bailarán? ¿Seremos nosotros capaces de identificarlas si las vemos?

Gandhi nos invitaba a ser el cambio que queremos ver en el mundo, no se trata de un camino fácil. El Che habla de individuos forjados en la acción diaria, pero habla también de la nación cubana, una nación heroica que envisiona guía de naciones heroicas en América. Individualmente o en conjunto la taréa continúa siendo un desafío, pero los tiempos van cambiando y se hace crecientemente evidente el despeñadero adelante, necesitamos otros modelos de vivir…

«Sabemos que hay sacrificios delante nuestro y que debemos pagar un precio por el hecho heroico de constituir una vanguardia como nación. Nosotros, dirigentes, sabemos que tenemos que pagar un precio por tener derecho a decir que estamos a la cabeza del pueblo que está a la cabeza de América…El camino es largo y desconocido en parte; conocemos nuestras limitaciones. Haremos el hombre del siglo XXI: nosotros mismos…Nos forjaremos en la acción cotidiana, creando un hombre nuevo con una nueva técnica…La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud, en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera.»


 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.