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Lo llaman democracia y no lo es

Fuentes: Rebelión

El miércoles pasado, día 10 de octubre de 2007, un tal Juan Carlos Borbón, de profesión militar (por lo que jamás ha concurrido a un proceso electoral), presidió una reunión del Consejo de Defensa, encuentro al que asistieron el primer ministro Zapatero, la vicepresidenta Fernández de la Vega, el vicepresidente Solbes y los ministros Alonso, Moratinos y Rubalcaba.

La situación resulta cuando menos extraña, por cuanto nos retrotrae a un pasado de infausto recuerdo e inolvidable memoria:

¿Qué hace un militar no-electo, vitalicio y hereditario, ocupando una posición superior a la de nuestros máximos representantes electos? ¿Por qué un gabinete de ministros socialista consiente en dejarse fotografiar rodeado de militares y sometido a una figura feudal / medieval? ¿Qué significa que el tipo que preside dicha reunión haya invitado a su hijo a una reunión de trabajo? ¿Es esto serio? ¿Qué pensaríamos si el ministro de Defensa hubiera invitado a su esposa, el de Exteriores a sus hijos o el de Interior a un primo de Albacete?

Si estamos en democracia ¿por qué ceder la presidencia de la máxima entidad militar del Estado a un individuo que además de ser ajeno a las urnas, nos conecta con un inocultable pasado de colaboracionismo dictatorial?

¿Y el resto de militares que aparecen en la fotografía? ¿Quiénes son y dónde estaban en 1975? ¿Por qué no hay ninguno de la UMD? ¿Se trata de una imagen involuntaria? ¿Acaso nadie reparó en la simbología que subyace detrás del hecho de contemplar al monarca ejerciendo su presidencia por encima de los miembros del gobierno?

Cada vez somos más los que nos sentimos avergonzados al contemplar estas imágenes. Cada vez es más insultante escuchar la vieja cantinela de que: «tenemos democracia gracias al rey». Cada día que pasa somos más los que creemos que no es justo que el sucesor de Franco se embolse al menos 8 millones de euros al año, mientras buena parte de la población se enfrenta a la amenaza de una ejecución hipotecaria, y eso, quienes tengan «la suerte» de tener la vida hipotecada, porque muchos, ni eso.

Cada día es más ofensivo observar cómo la policía cumple órdenes de pegarnos, cuando no nos queda más remedio que protestar ante los despidos, deslocalizaciones, flexibilizaciones, regularizaciones y reformas… protestar, porque no podemos tener casa, porque votar es como limpiarse el culo, porque se nos miente, porque se nos silencia, porque se nos oculta el valor real de indicadores económicos como el incremento del coste de la vida, porque se especula con nuestro futuro, se trafica con nuestro entorno, se bromea con lo que somos, se nos niega la palabra…

Somos súbditos, queremos ser ciudadanos

Y aquí no pasa nada, la fiesta debe continuar. Dicen ustedes que «los republicanos son grupúsculos minoritarios de radicales separatistas y antisistema», cuando lo único que pretendemos es que todos los cargos públicos sean electos; que exista una mayor separación de poderes y que el Estado sea verdaderamente aconfesional. Nosotros, el Pueblo, exigimos ser dueños de nuestros destinos.

Los republicanos solo pedimos democracia. Democracia de verdad. Estamos en 2007: el Estado no debe aceptar por más tiempo el sometimiento a la tutela del heredero de un dictador. ¿Acaso no lo ven? No resulta serio, ni lógico, ni legítimo, ni ajustado a Derecho.

Soportamos un grave déficit democrático

No hay democracia, porque el gobierno designa a los fiscales a su antojo y conveniencia. No hay democracia, porque cada cuatro años elegimos únicamente al Legislativo, siendo éste quien nombra al Ejecutivo de entre sus propios miembros, para renovar juntos al Judicial, por tercios, cada seis años. No hay democracia, porque el Tribunal de Cuentas apenas tiene capacidad de maniobra. No hay democracia porque la fiscalía anticorrupción está presupuestariamente asfixiada y adolece de un grave déficit competencial. No hay democracia porque mantenemos tribunales de excepción. No hay democracia porque casi todos los medios de comunicación se encuentran en poder de diez personas. No hay democracia, porque no hay garantías judiciales frente a los abusos de poder, malos tratos, instrucción de procesos en base a pruebas ficticias. No hay democracia, porque se está destruyendo la enseñanza pública y laica en beneficio de la privada y esotérica. No hay democracia porque se secuestran publicaciones, se clausuran periódicos, se encarcela a periodistas, se procesa penalmente a manifestantes acusándoles de haber quemado una hoja de papel.

«Gracias al rey tenemos democracia»

Afirmar que gracias a la monarquía tenemos democracia, constituye un grave insulto a la razón, un atentado a la verdad y un acto de fanatismo teocrático. Analicemos, por favor: el gobierno de todos, no puede proceder del gobierno de uno. Es una contradicción manifiesta. Resulta insostenible.

No es cierto que tengamos democracia gracias al rey, y no es cierto, para empezar, porque la jefatura del Estado no es un cargo público, sino que forma parte del patrimonio particular de una sola familia, cuyos intereses prevalecen por encima de los intereses de 12,5 millones de familias.

Hay que decirlo más: no tenemos democracia gracias al rey. La dictadura se vio obligada a relajar sus formas ante los intereses comerciales y la presión política procedentes del exterior; ante el profundo malestar popular y la creciente inestabilidad política, incrementada por la crisis económica y energética de mediados de los 70; ante la desmedida ambición entreguista de quienes detentaban las siglas de los principales partidos políticos en los años que rodearon la muerte del genocida del Ferrol.

Si gozamos de una relativa mejora formal de la dictadura, es gracias al esfuerzo y el sufrimiento de miles de trabajadores que presionaron para defender la libertad. Únicamente tenemos aquello que juntos hemos conseguido arrancar, nada más. Nada nos fue regalado. En política no hay regalos, si algo tienes, te lo has ganado; y si no vigilas, te lo volverán a quitar.

Continuidad institucional fascista

La continuidad dictatorial es incuestionable: somos el único país de Europa con un jefe de Estado militar; el escudo del régimen franquista fue oficial hasta bien entrados los 80; el nombre de Franco continúa hoy en el frontispicio del cuartel general del Ejército del Aire; Franco designó al individuo que 32 años después de sucederle todavía hoy, se atreve a presidir un Consejo de Defensa, ocupando la posición preeminente, por encima de José Luis Rodríguez Zapatero.

«Gracias al rey hemos tenido 30 años de paz»

Hablar de los 30 años de paz y prosperidad que hemos tenido gracias al rey, es otro insulto a la razón: celebrar eso, nos obliga a recordar los fastos en honor de los 25 años de paz que no hace tanto, se adjudicaban a «la divina intervención del caudillo». ¿De qué paz hablan? ¡Ahí fuera hay un país de países! ¡Salgan a comprobarlo! ¡Desciendan del yate! ¡Salgan del coto! ¡Dejen de esquiar! ¡Comprueben como se malvive con un mísero e inestable sueldo de 850 euros, un alquiler imposible y obligaciones familiares! ¿30 años de paz? Pregúntenselo a un iraquí, o a un libanés, o a un afgano, o a un congoleño, o a un eritreo, o a un ex yugoslavo, o a un kosovar, un bosnio, países todos ellos, donde nuestros soldados llevan a cabo misiones humanitarias, con fusiles humanitarios, tanques humanitarios y cazabombarderos humanitarios.

«Gracias al rey, España es una»

Decir que el rey mantiene unido al país, es falso. No hay mayor causa de unión, que el convencimiento de formar parte de un todo. Seamos sinceros: ese «todo» podría ser la concordia entre las distintas culturas e identidades políticas que históricamente han formado la península ibérica… pero la concordia no se impone, eso lo sabe cualquiera. Imponer la concordia es tanto como forzar a alguien a ser tu amigo… y si me apuran: a punta de pistola. ¡No! La fraternidad es un concepto genuinamente republicano. Si se persigue conseguir una unión justa y estable de España, ésta deberá civilizarse, en sentido etimológico, es decir, desmilitarizarse. La existencia de España no puede fundamentarse en una permanente amenaza militar, personificada por el jefe de las fuerzas armadas, designado por Franco, no-electo, vitalicio y hereditario. España no puede ser una ficción impuesta a punta de pistola en la sien de todos y cada uno de sus ciudadanos… o quizá sí, pero entonces no lo llamen democracia. Si de verdad quieren saber qué es España, atrévanse a preguntarlo en una papeleta electoral.

Los mismos uniformes, idénticas mentiras

Como ciudadano, siento vergüenza cuando abro un periódico, y me doy cuenta de que el gobierno socialista ha permitido que las viejas imágenes de la vergüenza militar franquista se impriman en color, con fecha de hoy. Vergüenza ajena, pensar qué pensaran en Francia, cuando vean a un militar no-electo, presidir una reunión de representantes electos.

Nada ha cambiado, o muy poco… pero calma, hay que tener confianza en el Pueblo, al fin y al cabo, nuestra mejor baza es que somos más. No se nos puede engañar a todos para siempre, la cordura volverá.

¡Salud y República!