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Entrevista a Manolo Monereo, diputado de "Unidos Podemos" por Córdoba

«Lo más trágico es que estamos haciendo un debate de procedimientos cuando necesitamos un debate de ideas»

Fuentes: eldiario.es

«Se elude permanentemente el debate político con significantes vacíos, y a la hora de concretar en un programa de país no se está a la altura de las circunstancias», sostiene Manolo Monereo, diputado de Podemos.»Los dirigentes de Podemos tienen hoy un poder enorme: cada vez que quieran acusar a Pablo Iglesias tienen todos los medios […]

«Se elude permanentemente el debate político con significantes vacíos, y a la hora de concretar en un programa de país no se está a la altura de las circunstancias», sostiene Manolo Monereo, diputado de Podemos.»Los dirigentes de Podemos tienen hoy un poder enorme: cada vez que quieran acusar a Pablo Iglesias tienen todos los medios de comunicación a su favor». «Me asombra que no se ponga en valor que Podemos es el eje aglutinante de la mayor coalición de fuerzas políticas y sociales en España desde el Frente Popular y que está poniendo en jaque al sistema».

Manolo Monereo (Jaén, 1950) es diputado por Córdoba de Unidos Podemos. Pero también es hermano político de Julio Anguita y, según Pablo Iglesias, uno de los «autores intelectuales» de Podemos. Monereo conoce desde hace muchos años tanto a Iglesias como a Íñigo Errejón, y en el actual debate que está viviendo Podemos se inclina del lado del secretario general.

«Por un lado se erosiona la figura del secretario general con mensajes más o menos equívocos de autoritarismo, prepotencia, poca proclividad a la integración, y por otro lado se erosiona también el proyecto porque como esta erosión no tiene una finalidad aparentemente política y de ideas, la sensación que se da al final es que estamos discutiendo es de distribución del poder interno», reflexiona Monereo sobre el momento actual del partido: «Se elude permanentemente el debate político con significantes vacíos, y a la hora de concretar en un programa de país no se está a la altura de las circunstancias».

¿Qué está pasando en Podemos?

Podemos vive un momento excepcional en una situación política de excepción. El carácter excepcional que tiene para Podemos es que está en crisis el PSOE, y la posibilidad que tiene Podemos de convertirse en la gran fuerza de oposición política y social en este país. Y es evidente que existe la tentación de los poderes fácticos de intervenir en nuestros debates y, por otro lado, hay un debate natural y necesario en una organización que se está haciendo a base de elecciones.

En ese punto de vista se puede decir que el debate que está habiendo es normal en un contexto donde intentan intervenir los poderes fácticos sobre nuestro propio debate, como ya han hecho en el PSOE. Eso le da a nuestro debate unas características específicas.

¿Cuáles son los ejes fundamentales del debate?

La característica fundamental es que no hay ejes fundamentales del debate. Yo no veo todavía un debate de ideas, de proyectos, de propuestas y de programas a la altura de la situación.

Lo más trágico que nos está pasando es que estamos haciendo un debate de procedimientos en un momento en que necesitamos un debate político de ideas y de proyectos. Y por tanto hemos entrado en una especie de túnel de interiorización donde la visión que se está dando es como si en Podemos hubiese problemas dramáticos. Pero a la hora de discutirlos, se trata cómo dirigir la dirección y su relación con la política que se apruebe en la Asamblea.

¿Pero eso a quién le interesa? Eso no le interesa a nadie, sólo es carnaza para erosionar el proyecto. Ese debate no le interesa a nadie. Lo que interesa es qué propuestas tiene Podemos para convertirse en la gran opción estratégica del pueblo español, de los ciudadanos y ciudadanas. A mí no me interesa para nada un debate de procedimientos en una organización como Podemos, y en un momento en el que estamos disputando duramente a hegemonía al PSOE. A mí me interesa la política, y lo que creo es que no hay política suficiente, y hemos entrado en un debate bastante equívoco.

Pero en este debate se dibuja un enfrentamiento entre Iglesias y Errejón, e incluso los medios toman partido en él.

De las cosas que entreveo, porque hay que entrever, hay que hacer una hermenéutica del lenguaje para entender de qué diferencias estamos hablando, hay que hacer un ejercicio hasta de memoria conociendo cómo habla cada cual, conociendo como conozco muy bien a Pablo y a Íñigo.

Lo que hay son dos cosas importantes: el convencimiento de lo que podamos llamar el área [sector] de Íñigo Errejón de que Pablo va a ganar la Asamblea y que no tiene alternativa. Las dos cosas tienen mucha importancia: sienten que Pablo es mayoritario en la organización y que no tiene alternativa. Es más, se hace causa común para decir que no se va a presentar alternativa a Pablo. Y, a renglón seguido, ¿qué es lo que se desvela después de un ejercicio hermenéutico? El temor del área en torno a Íñigo, y yo creo que es más el área que el propio Íñigo, de algo así como que si gana Pablo los puestos de poder que tiene en la organización serán radicalmente reducidos.

Y yo creo que eso es lo que podemos llamar el trasfondo de lo que se va revelando en un debate que es un debate que no nos hace ningún bien: por un lado se erosiona la figura del secretario general con mensajes más o menos equívocos de autoritarismo, prepotencia, poca proclividad a la integración, y por otro lado se erosiona también el proyecto porque como esta erosión no tiene una finalidad aparentemente política y de ideas, la sensación que se da al final es que estamos discutiendo de distribución del poder interno.

Yo creo que si este sector siente la preocupación de que una victoria de Pablo podía llevarle a perder puestos de responsabilidad, lo que tienen que hacer es negociarlo. Ahora bien, sacar un manifiesto como se saca, donde se expresa una polarización desde el vacío procedimental y el vacío político, no ayuda al proyecto ni a la integración. Para integrar algo, tienes que saber qué integras. No puedes pelearte por símbolos, tienes que decir: en esta política estamos de acuerdo, en esto estamos en desacuerdo, aquello podemos transarlo, aquello hay que votarlo. Para integrar, tienes que conocer las posiciones y que estas se dilucidan políticamente, totalmente.

El problema de fondo es que entiendo la dificultad que tiene un militante, un inscrito, un votante de Podemos de decir qué se está debatiendo realmente. Y, por tanto, al final caemos en lo peor de la vieja política: discutir de poder usando terminología ideológica o ambigua. Eso no es bueno para el proyecto. Lo que necesitamos son ideas, propuestas y que la gente sepa qué vamos a discutir y para qué vamos a discutir.

¿Hacia dónde debe ir Podemos?

Podemos tiene que definir un nuevo proyecto de país legible para las mayorías, sin ambigüedades. Estamos por una salida del régimen, por una ruptura democrática, por un proceso constituyente… ¿y cuáles son los elementos centrales? ¿Queremos garantizar los derechos sociales? ¿Queremos controlar el mercado? ¿Queremos impedir los rasgos de parasitismo de nuestra organización económica? ¿Queremos disminuir el enorme poder el capital financiero en este país, que controla todo incluida la prensa? Y queremos resolver los problemas de la gente, el problema del paro, la pobreza y la desigualdad; una nueva legislación laboral que permita que los trabajadores tengan derechos sociales y sindicales y un salario mínimo. Eso es lo que tendremos que decir nosotros con toda claridad a la población, y luego le decimos cómo queremos hacerlo: qué nos parece el PSOE y su debate, qué tipo de situación política vive el país, incluido un tema central como la corrupción… Ideas, proyecto, y un programa capaz de ilusionar y generar compromiso político en las mayorías.

Es la oportunidad que no se debe perder y espero que de aquí a los próximos meses podamos entrar a fondo. Nunca, nunca, mirarnos el ombligo; nunca hacer un debate interiorizado; nunca hacer un debate en términos de liderazgos políticos: programa, proyectos y un equipo capaz de llevarlo a cabo. Eso es para mí lo sustantivo, y todo lo demás son ambigüedades calculadas que están eludiendo el debate político.

Alguna vez ha comentado, mirando hacia atrás, que había perdido más tiempo combatiendo compañeros de partido que combatiendo el capitalismo. ¿Esto es un mal de la izquierda? ¿De los partidos?

Es sobre todo un déficit político ideológico, político, cultural. Creo que la idea de tener un proyecto al servicio de la gente y que eso es lo fundamental y que todo lo demás es secundario, a la hora de la verdad no es tan fuerte como decimos que es. Y se imponen otros criterios: si lo hago yo, es bueno; si no lo hago yo, no es bueno; si lo dirijo yo, vale; si no, no vale; si tengo el 100% vale, si me quedo con el 60%, no vale. Entramos en un tipo que demuestra la falta de compromiso real y de principios político ideológicos, ético políticos en la propia dirección de los procesos. El cainismo, la falta de debate político sustancial, el hablar de debates ideológicos para dilucidar problemas de poder internos; usar los debates ideológicos para impulsar problemas internos es una de las características más nefastas que ha tenido la izquierda en este país, tanto la socialdemócrata, que en el caso de Pedro Sánchez hemos visto hasta dónde ha llegado, como la izquierda alternativa que ha pretendido representar la IU de Julio Anguita.

Y luego hay un elemento que nunca se debe olvidar, y que ahora está muy presente cuando vivimos una etapa de anormalidad o excepción, que es la presencia continua de los poderes en nuestros debates: cualquier dirigente de esta organización sabe que si mañana escribe una carta o un artículo contra Pablo Iglesias tiene todos los medios de comunicación a su favor.

Si a alguien se le ocurre decir lo contrario, un artículo a favor de Pablo Iglesias, no aparece: ni un titular en primera página ni mucho menos un editorial del periódico apoyando a Iglesias. Se está primando a los disidentes internos porque lo que quiere el poder es liquidar a Pablo Iglesias. Cuando digo esto no digo que quiera liquidar a Íñigo Errejón, lo que digo es que quiere dividirnos, igual que ahora pueden ir contra Pablo, mañana irían contra Íñigo.

Lo importante es que en España no haya una fuerza política capaz de transformar la sociedad en un sentido igualitario y socialista. Yo creo que esa es la clave de bóveda de todo este problema: nos están intentando intervenir y colocar en nuestra agenda la división y la ruptura. Si a eso no se le acompaña de autocontención y de capacidad para meter las ideas en el debate, la estrategia, los principios y el programa, el peligro que tenemos es que esto sea el intento de erosionar a Pablo Iglesias para beneficiar no a una supuesta oposición interna sino para erosionar el proyecto en su conjunto.

Si Pablo Iglesias fuera del sistema, si íñigo Errejón fuera del sistema, lo que ocurriría es que no habría estos problemas. Vivimos una crisis muy seria del sistema de partidos y del PSOE después de que ha sido intervenido por los poderes fácticos y por poderes mediáticos conocidos. Ahora quieren hacer lo mismo con nosotros. Y no lo podemos consentir, y frente a eso la alternativa no es cerrarse, sino abrirse a discutir de ideas y de proyectos, y que sea la militancia la que al final juzgue en Vistalegre 2.

Pero el debate de aquí a la consulta que concluye el 21 de diciembre está en debate cuestiones metodológicas. ¿Cuál es su posición con respecto a si los documentos han de votarse juntos o separados de los equipos?

Mi posición es que se está eludiendo el debate fundamental, y eso es una opción política. Si yo tengo resuelto que el secretario general va a ser Pablo Iglesias y que es mayoritario en el congreso, ¿a qué viene hacer un debate de procedimientos en un debate de acción política? Es una opción, no es una casualidad, es algo que se ha pensado.

Lo normal es que mañana Íñigo Errejón y su área hubieran presentado un proyecto político y dijeran: estas son mis propuestas para la organización, esta es mi visión de la política, esta es mi autocrítica de lo que se ha hecho, estas son mis grandes políticas para los grandes temas del país y en función de todo eso quiero este procedimiento y este equipo dirigente. Esto sería lo natural. El procedimiento se subordina a la política.

Al final, ¿qué se quiere decir con esto?, que se podría dar la contradicción terrible de que en la política ganase alguien que no gana la secretaría general. ¿Alguien piensa realmente que el secretario general va a dirimir ese debate sin más? ¿Eso no le pasó a Felipe González en el congreso del marxismo? Un dirigente o un equipo dirigente es funcional a una política. Que eso en un partido hecho es relativamente fácil de gobernar, en un partido como este es más difícil. Entre otras cosas, porque la política es menos explícita, el debate es menos claro, hay poco tiempo de organización y de saber quiénes son los otros con los que militas.

Ponerle cara a la política es normal, pero en una organización tan poco articulada como es Podemos, es más necesaria que antes. ¿Eso significa que el que gana se lleva todo y que las minorías no tienen que ser respetadas? Yo creo que todo lo contrario. Inmediatamente que plantees que hace falta descentralizar la organización, el debate entre diferentes, respetar a la minorías, eso obliga a un procedimiento de mayoría y minorías, y en una organización en construcción como Podemos es muy difícil hacerlo si no pones caras a la política.

El problema es que a lo mejor lo que te molesta es que si le pones cara a la política, Pablo se lleve la política y la cara y gane. Y entonces lo que hay que hacer es discutir de política.

Pero los malos métodos generan problemas y los agravan, y el método de salir con un manifiesto donde la clave son los procedimientos para la elección de órganos, es un camino totalmente equivocado porque se erosionan el proyecto, el secretario general, pero ¿quién gana? Seguir erosionando a cambio de nada, cuando después de Vistalegre todos vamos a tener que convivir en la organización. No acabo de entender esta metodología, y espero que se termine pronto y se entre en los debates de fondo.

¿Por qué no se entra en los debates de fondo?

Porque no se quiere, no tengo ninguna duda. Se elude permanentemente el debate político, con figuras alusivas, como «autoritarismo», «organización amable», cosas muy etéreas, significantes vacíos, pero a la hora de concretar eso en un programa de país, no se está a la altura de las circunstancias. Y esto nos va a obligar a todos en los próximos días a señalar con mucha precisión el tipo de política que vamos a defender y con quién.

¿La militancia sabe qué une o qué separa a Errejón de Iglesias?

No lo sabemos ni nosotros. Yo puedo tener la idea, a través de mi convivencia en estos dos últimos años con los dirigentes de esta formación, de que formalmente la posición política de Íñigo es más moderada, sin aristas, más buscando un estilo personal más que la confrontación zonas de síntesis. Y es evidente que lo que aparece en el caso de Pablo Iglesias es una posición política clara, diáfana sobre muchos temas y que además la ejecuta. La diferencia que siempre he pensado entre Pablo e Íñigo es que Pablo es un político intelectual e Íñigo es un intelectual político, que no es exactamente lo mismo. Eso hace que Pablo tenga una mayor determinación en la política por su capacidad de decidirse, y también que se equivoque mucho menos.

Ha habido momentos debate más o menos subterráneos en la organización que se han resuelto por la clarividencia y la capacidad de decisión de Pablo en temas centrales, como si nos absteníamos o no con el gobierno PSOE-Ciudadanos, si tenemos que terminar siendo espectadores más o menos pasivos en las propuestas del PSOE o no… Pablo e íñigo son complementarios, y para nosotros es fundamental un equipo dirigente donde quepan los colores de nuestra formación. Que quepa un lado más moderado que pueda representar Íñigo, una centralidad que pueda representar Pablo y posiciones que tienen que ver con Miguel Urbán o yo mismo, que estoy en posiciones mucho más a la izquierda que una parte importante del equipo dirigente. Yo sigo siendo marxista, porque el marxismo es una brújula en el desierto. No te dice por dónde caminar pero te dice dónde está el norte. El camino tienes que hacerlo tú.

Pero eso significa que todos nos dotamos de un proyecto, convivimos en un equipo dirigente y todos tenemos unidad de acción desde la propia diferencia. A eso tendríamos que ir. La clave está en discutir por ideas, por qué tipos de alianzas, qué tipos de Europa, qué experiencia podemos sacar del caso griego, qué lectura hacemos de la pluralidad del Estado español, qué tipo de organización vamos a construir…

Todos esos son los grandes debates que debería tener Podemos. Pero no somos un club de debate, un grupo de amigos que discuten, sino que somos una organización de masas que interviene en la política, que hace política, que interviene en el conflicto social y que es parte de las clases trabajadoras y las mayorías sociales del país. Por eso nace la iniciativa Vamos, que dice que Podemos es una organización no sólo electoral, sino de combate en la sociedad, como han sido siempre los grandes partidos de tradición obrera.

Ese debate sí ha existido entre Iglesias y Errejón, si se pone más el énfasis en la institución o en la calle, dado el reparto actual de escaños.

Eso también es parte del ajuste que necesita Podemos. No me escandalizo del debate de Podemos, lo que me escandaliza es que no haya más debate o crispación, lo cual demuestra que es una organización que sabe hacer las cosas. La lucha institucional y social tiene contradicciones que hemos vivido siempre, pero sin olvidar un elemento fundamental: que la gestión es política, que no hay un espacio de lucha que es la lucha social y cuando gobiernas es un espacio tecnocrático. No, no. Gobernar es un modo de organizar el conflicto también, de llevar la política a las instituciones, no una neutralidad más o menos tecnocrática en la que das el poder a los que lo tienen.

El simple hecho de definir un presupuesto municipal no es una tarea meramente de gestión, ahí se te ven tus principios políticos, los mismos de la lucha social. Son ámbitos diferentes, con distintas legalidades, ritmos y realidades, pero con proyecto de transformación social. Pero cuando llegamos a las instituciones y pasamos de ser dirigentes del movimiento a concejales, no deberíamos dejar de ser de dónde venimos, sino que vamos a ir al conflicto desde la institución.

La contradicción y tensión entre lucha social e institucional siempre existirá, lo que me da miedo es que se acabe convirtiendo la política en una tecnocracia, en una simple gestión de lo existente, que es siempre a favor del poder. La gestión es un modo de organizar el conflicto y desarrollar las posiciones de la lucha social, y somos portavoces de ella. Si no, ¿para qué estamos aquí?

Hay quien compara la relación con los medios en el conflicto de Podemos como la que hubo con Nueva Izquierda en época de la IU de Julio Anguita hace dos décadas.

Son cosas diferentes en contextos diferentes. Nuestro contexto es peor que el de IU en aquella época. Primero, porque somos más fuertes. En segundo lugar, porque está en juego la otra pata del sistema, el PSOE y su hegemonía. Lo que ha ocurrido en este país es que los que mandan y no se presentan a las elecciones han visto incrementado su poder, entre otras cosas porque los medios de comunicación han perdido cualquier atisbo crítico. En época de Anguita, al menos El Mundo jugaba con cierta neutralidad frente a los poderes, pero duró muy poco. Ahora no hay eso.

Los grandes medios están en una posición unívoca en favor de las fuerzas dominantes en este régimen y están abiertamente en contra de aquellas fuerzas que de una u otra forma pretenden impugnar el statu quo y hacer unas políticas sanas frente al modelo neoliberal. Lo que estamos viviendo es cómo los poderes fácticos intervienen en las fuerzas políticas. Y eso es muy grave, porque es el otro lado de la corrupción: de la época de Anguita a ahora, la autonomía de la política es cada vez menor y lo que se decide en las elecciones es cada vez menos, y el poder empresarial y financiero tiene copada y rendida la política. ¿Cuál es el mecanismo fundamental para que se rinda la política? La corrupción.

Ahora vamos a ver uno de los casos más terribles: que las autopistas radiales van a caer en manos de ese terrible Estado Leviatán y nos va a costar 6.000 millones de euros cuando dicen que no hay dinero para pagar las pensiones. El poder económico tiene tal poder que ha subordinado la política y a los políticos. Y cuando hay una fuerza como Podemos y un dirigente como Pablo Iglesias que no se deja domesticar por los poderes se le combate terriblemente. El primer caso fue el caso Errejón, luego Monedero, Tania Sánchez, Vicky Rosell, Ramón Espinar…

Cada persona que está próxima a Pablo Iglesias es sistemáticamente combatida y se premian aquellos que públicamente hacen ostentación de tener diferencias con el secretario general de Podemos. Eso es un poder enorme que tienen los dirigentes de Podemos: cada vez que quieran acusar a Pablo Iglesias tienen todos los medios de comunicación a su favor. Está bien. Que se use. Pero hay que hacerlo con moderación y contención. La alternativa no es encerrarse, sino discutir de ideas y de proyectos. Pero si lo que estamos haciendo es un trabajo de erosionar a un dirigente sin saber muy bien para qué y como cuando además se dice que no tiene alternativa, me parece que habría que intentar un poquito más de moderación y de juicio. ¿Que se quiere conservar el poder que se quiere? Pues se negocia, todo se puede negociar. ¿Que temen perder protagonismos, puestos y responsabilidades? Pues se negocia en el marco de un acuerdo global. Porque al final llegaremos a una síntesis, como es natural.

¿Incluso en relación con Unidos Podemos? Con la confluencia sí parece que hay diferencias tácticas y estratégicas.

En España con tanta tontería que discutimos cada día, no nos damos cuenta del milagro español: todo lo que se puede unir a la izquierda del PSOE está unido y sacamos 71 diputados y 21 senadores. Yo no veo la situación como crisis, sino que gobernar esta complejidad requiere tensiones, capacidad de síntesis y escuchar mucho.

Cuando se da esta imagen que se está dando contra la dirección de Podemos, lo que me asombra es que no se ponga en valor que hoy Podemos es el eje aglutinante de la mayor coalición de fuerzas políticas y sociales en España desde el Frente Popular. Se hace un análisis de Podemos como si fuera una locura, y no, es una organización en construcción y eje vertebrador de una enorme coalición de fuerzas políticas que está poniendo en jaque al sistema.

Lo primero que habría que decir es: ‘Compañeros, está bien criticar, pero sintámonos orgullosos de lo construido, de la gente que ha hecho tanto esfuerzo por construir esta síntesis, y que busquemos los mecanismos internos para resolverse’.

Yo suelo decir mucho que necesitamos en Podemos los tres principios feministas para sacarnos de esta situación, que veo con todo optimismo: autoestima de lo que hemos hecho y han hecho tanto Pablo como Íñigo; reconocimiento como algo más que posiciones diversas, sino como valorar lo que uno hace en la sociedad; y distribución de poder, una democracia participativa en la sociedad y en el partido.

Viniendo de donde vengo, me asombra que no haya mayores crisis cuando se está en medio de una coalición que logró 71 diputados. Sólo puedo expresar mi enorme optimismo y mi compromiso como el de miles de hombres y mujeres para que Podemos siga siendo una fuerza de transformación con capacidad de integración y evitando erosionar a dirigentes como Pablo Iglesias que nos parecen fundamentales en esta fase.

¿Qué cree que se debe abordar en Vistalegre?

Creo que hay que hacer tres cosas en Vistalegre: nuestra voluntad de gobierno y de poder. Hemos nacido porque queremos disputar el poder a las clases dirigentes de este país. Eso para mí es lo decisivo. La segunda, que somos una forma partido que debe socializar la política y que miles de hombres y mujeres participen en la política. No queremos una forma partido que sea funcional a los que hacen política y viven de la política. Queremos un gran partido de integración de masas, capaces de vertebrar una enorme pluralidad social. Y, en tercer lugar, la importancia del equipo dirigente. Estoy convencido de que en un momento como ahora, la clave es construir un equipo dirigente plural capaz y que garantice la unidad de acción de la organización.

No se trata solo del trabajo institucional, es que hay que construir un partido que no existe. Hay millones de votos, centenares de círculos, pero falta una vertebración de todo eso. Eso no puede durar toda la vida. Si no tienes sólidas raíces en los territorios, un sector público voluntario insertado en el conflicto y el territorio capaz de dialogar con la gente día y a día y de hacer política más allá de las elecciones, puedes terminar perdiendo esos cinco millones de votos.

Y todo eso hay que sintetizarlo en un nuevo proyecto de país, que la gente sepa qué tipo de política defiende Podemos, qué capacidad tiene Podemos de llevarla a efecto y responder al examen de la sociedad sobre si Podemos tiene capacidad para gobernar.

Si fuéramos una fuerza del sistema o sumisa a los que mandan, no tendríamos ningún problema. Seríamos como una especie de Ciudadanos más comprometidos, que era lo que el sistema quería que fuéramos, la cara A de Ciudadanos y siempre en condiciones de ser la muleta, el partido bisagra con el PSOE. Eso es lo que se nos pedía y gracias al acierto político y la inteligencia de Pablo Iglesias eso no se ha hecho.

¿Y cómo relacionarse con la confluencia que representa Unidos Podemos?

Mi impresión, si yo tuviera capacidad de decisión, sería que tendríamos que buscar fórmulas que fueran más allá de una coalición electoral de partidos, una especie de federación de fuerzas donde al menos tuviésemos dos cosas más o menos claras: un programa común y unidad de acción. Deberíamos de ir a una especie de conjunción, convergencia político social donde pudiéramos ir más allá de una simple coalición electoral, lo cual sería un elemento clave de nuestra solvencia para gobernar: para la gente, gobernar es muy difícil, y que la gente deposite su confianza en un grupo político, el grupo político tiene que dar seguridades a la gente, que no es una simple convergencia de cosas que están de acuerdo más en lo que se oponen que en un proyecto propio.

En esta fase que debe abrir Vistalegre 2, deberíamos poner el acento en una propuesta alternativa de todos, no sólo de Podemos, sino también de IU. Y hacer unos grandes Estados Generales de fuerzas democráticas, populares y de izquierdas.

Habría que convocar a las fuerzas sociales, sindicales, movimientos, enhebrar un discurso y una propuesta alternativa de país, y hacerlo a lo grande, discutiendo, hablando y ponernos de acuerdo en los 7-8 problemas que sabemos van a aparecer en nuestro debate: qué hacemos en esta UE que ha pasado de ser una solución a un problema, con la distopía europea; qué hacemos para cambiar un modelo productivo que cada día nos aprisiona más y que nos convierte en un país sin derechos y sin libertades sindicales y laborales reales; la construcción de un nuevo tipo de Estado y hablar de proceso constituyente y cambios constitucionales para generar un nuevo modelo productivo que genere una fuerza de trabajo con derechos y libertades al servicio de las mayorías; situar el problema de las libertades reales de la ciudadanía en grandes cuestiones como el independentismo, donde los derechos sociales sean la unidad del país, y eso no se puede hacer si no cambiamos la relación con Europa…

Para ser solvente, hay que dar a la gente seguridades de que podemos y sabemos. Y lo que viene después de Vistalegre 2 es una fuerza social y política anclada fuertemente en los problemas de la gente y con capacidad de gobernar y cambiar el país.

Fuente: http://www.eldiario.es/politica/tragico-haciendo-debate-procedimientos-necesitamos_0_590392023.html