Cada quien escoge sus contradicciones. El hombre sin contradicciones es una entelequia. «Los muchos» escogemos nuestras contradicciones con Cuba, su pueblo y su Gobierno… Pablo González Casanova [1] Luego del lamentable fallecimiento en Cuba del «preso común» Orlando Zapata Tamayo (OZT), el presidente en turno del parlamento europeo José Luis Rodríguez Zapatero exigió al gobierno […]
Cada quien escoge sus contradicciones. El hombre sin contradicciones es una entelequia. «Los muchos» escogemos nuestras contradicciones con Cuba, su pueblo y su Gobierno… Pablo González Casanova [1]
Luego del lamentable fallecimiento en Cuba del «preso común» Orlando Zapata Tamayo (OZT), el presidente en turno del parlamento europeo José Luis Rodríguez Zapatero exigió al gobierno cubano «devuelva la libertad a los presos de conciencia y que respete los Derechos Humanos»; agregó además que se trata de una «exigencia fundamental de toda la comunidad internacional [2] «.
Zapatero no fue el único en hablar del tema: José María Aznar, ex presidente del Estado Español, dijo que Zapata Tamayo era «preso político de la tiranía comunista que oprime al pueblo cubano durante los últimos 51 años» y concluyó su mensaje diciendo: «la dictadura le ha quitado la vida a Orlando pero su testimonio permanecerá siempre del lado de la libertad [3] «. Por la misma línea estuvo la declaración del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, institución que manifestó a través de su funcionario Philip J. Crowle que la muerte de OZT muestra «la injusticia que se comete en Cuba con la detención de más de 200 presos políticos que deben ser excarcelados sin más demoras».
La cobertura que los medios de comunicación masiva dieron al tema fue -y sigue siendo- gigantesca, al grado que cuando se escribe el nombre OZT en el buscador de Google se encuentran 3,330,000 referencias. Al menos en las primeras cincuenta podemos encontrar encabezados como: «OZT muere por la dignidad de los cubanos», «OZT: indoblegable», «OZTda su vida por la libertad de Cuba», etc. [4]
En 2007, Ernestina Ascención Rosario, indígena nahua de Veracruz de 73 años, fue violada y asesinada por militares mexicanos. Ni el parlamento europeo, ni el Departamento de Estado de los EUA, ni Aznar, ni Ban Ki-moon dijeron algo al respecto. Su muerte fue percibida como un efecto más de los daños colaterales en la guerra contra el narcotráfico. Hoy es diferente: olvidándose de Ernestina Ascención, del más de millón y medio de muertos en Irak, de la guerra que se vive en Palestina, Gaza y Afganistán; de los asesinados y prisioneros políticos del País Vasco, de Guantánamo, de la guerra de «baja intensidad» en México y Colombia -sólo por citar algunos ejemplos-, la prensa conservadora internacional, el parlamento europeo y el gobierno de los EUA se desgarran las vestiduras condenando al gobierno cubano. De manera facciosa, hacen uso de la muerte de Zapata Tamayo y lo presentan ante el mundo como un símbolo de la disidencia cubana, como un héroe que murió a manos de la «dictadura castrista».
Esto nos hace preguntarnos ¿a qué obedece el trato especial de los sucesos recientes en Cuba?, ¿cuándo una muerte es merecedora de la atención de la prensa internacional y de los jefes de estado de naciones tan poderosas como España y EUA? En mi opinión, el trato especial a la muerte de Zapata Tamayo obedece a una intensificación de la ofensiva contra Cuba; ofensiva que al mismo tiempo se relaciona con tres sucesos clave en América Latina: 1) la ocupación militar -bajo pretexto de solidaridad- de Haití, 2) la consolidación de un bloque político, económico y militar en la región, y 3) la demanda -cada vez mayor- de poner fin al bloqueo económico contra la tierra de Martí. Desarrollemos estas ideas.
La ocupación de Haití
Luego del terremoto que sacudió a Haití en enero pasado, el gobierno de EUA envió aproximadamente 20 mil efectivos militares que estarían destinados a «mantener el orden y evitar estallidos de violencia». Pasaron ya más de dos meses y al día de hoy no se ha informado cuando será el retiro de éstas. La militarización de Haití es la última pero no la única en esta década. Recordemos que los gobiernos norteamericanos han hecho de Colombia y México bases militares disfrazadas de «ayuda en la guerra contra el narcotráfico»: con el «Plan Colombia» se construyeron cinco bases militares en ese país. Con la «Iniciativa Mérida» se garantiza la obediencia y «coordinación» de las fuerzas armadas mexicanas y hace posible el hecho de que elementos armados norteamericanos pisen suelo mexicano [5] . Si a esto sumamos las 29 bases militares que EUA mantiene en la región [6] y los varios programas de integración como el Plan Puebla-Panamá (PPP), el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) o la Triple Frontera (3F), nos hacemos un panorama más general de las intenciones bélicas de del gobierno de los EUA. Este fenómeno no es reciente, es continuación de una política intervencionista y beligerante implementada desde los inicios del siglo XIX. Lo diferente en esta primera década del siglo XXI es el nuevo orden mundial, en particular el existente en Sudamérica.
El nuevo bloque latinoamericano
Tras el fracaso de la Unión Soviética, la idea que estábamos próximos al «fin de la historia» tomó fuerza. El triunfo de los EUA en la Guerra fría hacía más cercana la implantación de la democracia liberal y el liberalismo económico en todo el mundo. El fin de la polaridad de bloques significaba también el fin de las ideologías [7] , o mejor dicho, la hegemonía de una. Pocos países lograron resistir a los vientos neocolonizadores del norte, no sin consecuencias.
En enero de 1994, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) hizo renacer la esperanza de que otro mundo sí es posible. A su llamado respondieron miles de personas de muchos países y pronto comenzaron a gestarse las redes de movimientos y organizaciones sociales internacionales que luego confluyeron en Seattle, Génova y en la conformación del Foro Social Mundial. Luego de treinta años de su imposición, el capitalismo en su forma neoliberal fue acumulando rechazos por toda América Latina. Este fenómeno encuentra su mayor madurez al final del siglo XX y principios del XXI. En términos de triunfos electorales, podemos anotar la secuencia de victorias de Hugo Chávez en 1999, Lula da Silva y Kirchner en 2003, Evo Morales en 2005, Bachelet en 2006, Rafael Correa en 2007, Fernando Lugo en 2008 y de Pepe Mujica 2010.
Es verdad que podríamos empezar a hacer distinciones sobre qué tan a la izquierda están cada uno de los personajes que menciono aquí. Podemos incluso discutir si son socialdemócratas, nacionalistas revolucionarios o socialistas; en esas cuentas en lugar de sumar vamos restando. Lo innegable es que estos países se han conformado como un bloque opositor a EUA en el continente. De la conjunción de fuerzas de estos gobiernos han resultado consensos -aún con deficiencias- como los que dan nacimiento a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
Este bloque político latinoamericano exhibió su fortaleza en la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, realizada en Cancún, México, en febrero pasado. A ella asistieron representantes y jefes de Estado de treinta y dos naciones. El resolutivo más importante de la reunión fue el anuncio de la puesta en marcha en 2011 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños [8] , estructura con la que se pretende desplazar a la Organización de los Estados Americanos (OEA) que desde su origen estuvo liderada EUA. Con esta comunidad -expresó Evo Morales, presidente de Bolivia- podemos avanzar sin «el imperio» y sin «tutelajes, controles y chantajes e intentos de golpe de Estado».
Por esta razón EUA ha visto la necesidad de intensificar el proceso de militarización en América Latina. Con argumentos falaces y haciendo de la solidaridad usura, se re-posiciona militarmente cerca de este nuevo bloque latinoamericano que pone en entre dicho su hegemonía en región. Si además agregamos que su economía quedó gravemente dañada luego de la crisis de las hipotecas (2007) que colapsó el sistema financiero mundial, y que su estrategia militar está debilitada como consecuencia de las resistencias iraquí y afgana que se niegan a la ocupación; entendemos su intención de seguir fabricando guerras que se conviertan en dinero, pues es importante recordar que su economía depende en gran parte de la industria armamentista y del saqueo de otras naciones.
Cuba: un referente antiimperialista
Intensificar la guerra contra Cuba no es una casualidad. Con ello intentan desprestigiar a uno de los símbolos en Latinoamérica: casi todos los presidentes del bloque aquí descrito -y del que también el gobierno cubano es parte activa- han reconocido el valor histórico y político de la revolución cubana; la mayoría han estado en Cuba y han aplaudido los logros sociales que a lo largo de cincuenta años se cosecharon. Más de uno ha recibido a las brigadas de médicos o profesores cubanos que acuden a atender a sus poblaciones. Para la mayoría Cuba es un referente, un símbolo del antiimperialismo, anticolonialismo y de la lucha por la liberación y emancipación de los pueblos de América Latina. Un ejemplo reciente representa el documento consensado en la cumbre de Cancún en el que se exige al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica poner fin al bloqueo económico impuesto a Cuba desde 1961; según reza una parte de su texto,
«…reclamamos al gobierno de Estados Unidos, en cumplimiento de las sucesivas resoluciones aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas, ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene contra Cuba, que es contrario al Derecho Internacional, causa daños cuantiosos e injustificables al bienestar del pueblo cubano y afecta la paz y la convivencia entre las naciones americanas. [9] »
Pero el pueblo cubano conoce la guerra en todas sus formas, la han padecido por cincuenta años: desde la guerra bacteriológica, la guerra mediática, la guerra de baja intensidad, la guerra psicológica, hasta la guerra de contrainsurgencia y por supuesto el bloqueo económico, que sin ser formalmente una guerra, sí busca disminuir el nivel de vida de la sociedad cubana. Lo más ofensivo para EUA es que los cubanos han salido victoriosos en todas las batallas. Y es que el ejército cubano no es un ejército común y corriente, es un pueblo-ejercito que ha empuñado las armas y ha sobrellevado el hambre cuando se ha tratado de defender su soberanía.
Exigir el respeto a los derechos humanos y la libertad de todos los presos políticos es una demanda noble y necesaria para la construcción de un mundo mejor, pero que esta demanda sea tergiversada y usada con fines distintos para atentar contra Cuba es condenable. Que se usen los derechos humanos y la libertad con fines imperialistas y que estos valores se exalten para atentar contra la libre autodeterminación de los pueblos de América Latina y el Mundo, sencillamente no es aceptable.
* Publicado por primera vez en Consideraciones, Revista del Sindicato de Trabajadores de la UNAM, No. 6 (2010): 20-22
** Pasante de Sociología. Técnico académico del Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM. Periodista del medio independiente The Narco News Bulletin.
[1] González Casanova, Pablo. «Con Saramago hasta aquí y con Cuba hasta siempre» en La Jornada, 26 de abril, 2003. http://www.jornada.unam.mx/
[2] «Zapatero rectifica y pide a Cuba que devuelva la libertad a los presos de conciencia» en El País, 25 de febrero, 2010. http://www.elpais.com/
[3] Aznar, José María. «La muerte no es el final, carta de condolencia a la familia de Orlando Zapata Tamayo. Tomado del sitio electrónico de la organización Damas de Blanco. http://www.damasdeblanco.org/
[4] Zapata Tamayo purgaba una pena de 27 años de prisión por delitos como «violación a domicilio, estafa y por atacar a otro ciudadano cubano con un machete» [4] . Su nombre no figuraba en el informe elaborado por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU sobre el caso de «los 75 prisioneros políticos». Orlando Zapata murió a consecuencia de una huelga de hambre por mejores condiciones carcelarias. Durante los 86 días que duró su huelga se negó a ser atendido por los médicos de la prisión.
[5] Ver: «¿En qué consiste la iniciativa Mérida?» en El Economista, 23 de marzo de 2010. Especialmente el punto cuatro de la segunda etapa.
http://eleconomista.com.mx/
[6] Para más información consultar el sitio electrónico Observatorio Latinoamericano de Geopolítica
[7] Fukuyama, Francis. El fin de la historia y el último hombre. México: Planeta, 1992
[8] Para más información consultar la Declaración de la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, disponible en www.rlc. fao .org/iniciativa/
[9] Ver: Declaración sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba .
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