Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las […]
Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las páginas de rebelión).
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Seguimos en el capítulo III de su libro. Antes le pregunto por algunas de las informaciones que me ha hecho llegar estos días. Por esta, por ejemplo:
«Decenas de organizaciones científicas y científicos de prestigio de todo el mundo, han pedido a la India que ponga fin a sus esfuerzos de los deacreditados, para mantener el amianto crisotilo fuera de un tratado de las Naciones Unidas, sobre las exportaciones de tóxicos. Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud Ocupacional de la India se está utilizando para apoyar el argumento del gobierno de la India, y que concluye que no hay pruebas de que el amianto crisotilo está perjudicando a los trabajadores en la India. Es la evidencia clave presentado por la India, en su intento de bloquear la inclusión de la sustancia cancerígena humana en la conferencia del Convenio de Rotterdam en Ginebra, en mayo. La Convención no prohíbe los productos, sino que establece normas de seguridad para promover el comercio responsable de las sustancias peligrosas. «El estudio no tiene credibilidad científica», dijo Philip Landrigan, el presidente del Collegium Ramazzini y signatario de un comunicado enviado al gobierno indio, pidiendo que retire el papel. «Está viciado en el diseño, la metodología y la interpretación de los resultados». Fotos incluidas en el estudio, muestran algunos trabajadores que llevan un pañuelo de algodón atado alrededor de su cara, como su único «equipo de seguridad». El estudio también muestra a los trabajadores, tejiendo tela de amianto. Este es uno de los usos más peligrosos del asbesto. La declaración señala que la conclusión del estudio «es inaceptable para cualquier científico creíble o para la comunidad científica. La comunidad científica mundial ha llegado a la conclusión abrumadora de que el amianto crisotilo provoca enfermedades mortales, como la asbestosis, el mesotelioma y el cáncer de pulmón y otros tipos de cáncer, y que no se puede utilizar con seguridad. «Se pide que el gobierno de la India» retire el estudio NIOH, que no lo hace con capacidad, para cualquier escrutinio científico creíble, y hacer lo correcto, al apoyar la inclusión del amianto crisotilo en la próxima conferencia de la ONU».
¿Algún comentario por su parte?
Año tras año, se viene repitiendo la misma batalla, por llegar a disminuir la minoría de bloqueo, que, con arreglo a las normas de funcionamiento del Convenio de Rotterdam, resulta suficiente para que la substancia en cuestión -en este caso, el crisotilo o amianto blanco-, se pueda seguir dejándolo siempre, hasta ahora, fuera de consideración, porque tenga que procederse a la retirada de la propuesta mayoritaria, que obviamente opta por tratar de incluirlo. Esa minoría, habitualmente siempre está constituida por los países productores y exportadores de crisotilo (Canadá, Rusia, China, Brasil, Zimbabwe, etc.), y por los grandes consumidores (India, Indonesia, Tailandia, etc.), con el eventual añadido, a veces, de extrañas incorporaciones de pequeñas naciones, con evidente sospecha de que en ello hayan podido mediar «mordidas», de compra de voluntades de políticos corruptos, que no se ven perturbados después, por tener que rendir cuentas de sus actos, ante ninguna suerte de foros representativos de la voluntad popular, acreditada por los oportunos procesos democráticos. Es un sistema -un país, un voto-, en el que tanto vale el de unas naciones homologables en todos los sentidos, incluida su calidad democrática, y el del más remoto y minúsculo grupo de islotes, perdidos en medio de la inmensidad del océano, y al que, a la hora de la verdad, le importa un bledo lo que pueda ocurrir con el crisotilo.
Canadá, que ya no es productor, prometió retirarse del grupo, y si sus autoridades actuales cumplen con lo manifestado, así será. Por lo tanto, ahora puede ser la oportunidad en que por fin se pueda desbancar a la minoría de bloqueo. No es una prohibición de uso (puesto que se limita a exigir que los países receptores de la exportación sean adecuadamente informados de los riesgos reales, para poder actuar en consecuencia -en teoría, con independencia-), pero se considera que ello ha de ser un obligado antecedente, para que pueda llegar a plantearse después, con arreglo a las normas del comercio internacional, una universalización de la prohibición en el uso del amianto blanco.
Personalmente, mi opinión es que una cuestión así no debe quedar al arbitrio de los acuerdos internacionales sobre comercio, sino que es una cuestión de salud pública universal, y que como tal tiene que ser abordada, sin que estorbe, no obstante, que el Convenio de Rotterdam venga a incluir, por fin, al crisotilo.
También es usted quien me ha informado: «Inquietante insinuación: el desarrollo de un programa intensivo de desamiantado sistemático, a nivel nacional, en Polonia, vendría a ser determinante de un incremento en la tasa de cáncer pulmonar». ¿Qué pasa, que ha pasado en Polonia?
Que, habiendo asumido un enérgico e intenso programa de general desamiantado, desde hace ya varios años, ello ha podido ser determinante, al parecer, de una paradójica consecuencia: un incremento en la tasa de cáncer pulmonar, que es la patología maligna asbesto-relacionada, que suele ser la más abundante, entre las varias a considerar (mesotelioma, cánceres de laringe, de ovarios, etc.).
Sin que quepa pronunciarse todavía con rotundidad sobre dicho espinoso asunto, lo que sí puedo asumir como certero, en todo caso, es la solvencia profesional y el grado de compromiso con la lucha contra el amianto, por parte de la doctora Szeszenia-Dabrowska, que encabeza a los autores del artículo.
Si lo dicho en el mismo se llegara a confirmar plenamente, la consecuencia ineludible que habría que deducir de todo ello, es que quizás habría que moderar el ritmo en la prosecución del desamiantado generalizado, y que en consecuencia, dicho proceso tendría que prolongarse mucho más.
En cualquier caso, en las naciones en las que el desamiantado es escaso o casi nulo -léase, entre ellos, España-, tal cuestión queda fuera de lugar, y sólo habría que tenerla presente, en todo caso, como advertencia, de cara a un hipotético futuro, de frenético afán desamiantador, que por ahora nadie vislumbra en el horizonte de un tiempo más o menos inmediato.
Importante nuevo estudio epidemiológico me ha señalado usted. Y me ha enviado esta referencia:
Corfiati M, Scarselli A, Binazzi A, Di Marzio D, Verardo M, Mirabelli D, Gennaro V, Mensi C, Schallemberg G, Merler E, Negro C, Romanelli A, Chellini E, Silvestri S, Cocchioni M, Pascucci C, Stracci F, Romeo E, Trafficante L, Angelillo I, Menegozzo S, Musti M, Cavone D, Cauzillo G, Tallarigo F, Tumino R, Melis M, Iavicoli S, Marinaccio A; ReNaM Working Group, «Epidemiological patterns of asbestos exposure and spatial clusters of incident cases of malignant mesothelioma from the Italian national registry», BMC Cancer. 2015 Apr 15;15(1):286
Con este resumen: «Patrones epidemiológicos de exposición al amianto y conglomerados geográficos de los casos incidentes de mesotelioma maligno del registro nacional italiano».
RESULTADOS: «Se identificaron treinta y dos agrupamientos de mesotelioma maligno, y se caracterizaron utilizando los datos de exposición. Las industrias de fabricación de fibrocemento, y las instalaciones de construcción y reparación, representaron las principales fuentes de exposición al amianto, pero una importante contribución a la exposición al asbesto, también fue proporcionada por sectores sin uso directo del amianto, tales como las industrias de textiles sin asbesto, la mecánica del metal y la construcción. Una alta proporción de casos con exposición ambiental, se encuentra en grupos en los que se ubican las plantas de amianto-cemento o cuando una fuente natural de fibras de amianto (o similares al amianto) era identificable. Las diferencias en el tipo y las fuentes de exposición, también pueden explicar el porcentaje variable de casos que ocurren en mujeres, entre los grupos.
CONCLUSIONES: «Nuestro estudio demuestra que se comparte patrones de exposición, en grupos territoriales de mesotelioma maligno, por fuentes industriales aisladas o múltiples, con importantes consecuencias para las políticas de salud pública, vigilancia de la salud, procedimientos de compensación y programas de rehabilitación del emplazamiento».
¿Es importante este estudio? ¿Por qué?
Porque viene a confirmar, con más rotundidad, los resultados de otros estudios precedentes, referidos a otras áreas italianas más restringidas, y que, en síntesis, lo que vienen a postular es que buscar focos industriales o naturales de polución por amianto, o buscar altas tasas de mesotelioma, vienen a conducir al mismo mapa territorial, con algunas excepciones puntuales, en el caso de Italia, por la presencia geológica de fluoro-edenita, que no es un amianto, pero que produce los mismos efectos nocivos.
Por cierto, ¿qué es esto de «sectores sin uso directo del amianto»?
Sectores industriales que no lo incorporan entre los ingredientes del producto final fabricado, y que por lo tanto, en ese sentido, no interviene en el proceso productivo, pero que, al propio tiempo, han requerido de una abundante presencia del mismo en las instalaciones fabriles. Es el caso de todos los procesos productivos que presuponen procesos en caliente, esto es, con altas temperaturas, y con riesgo de incendio: azucareras, papeleras, cerámica y vidrio, industria del caucho, industria petrolífera, centrales térmicas, nucleares o geotérmicas, industria química, fundiciones e industria sidero-metalúrgica, etc., etc.
Sobre lo segundo. Supongo que se refiere a lo de los «textiles sin amianto», en cuya fabricación se han producido, no obstante, patologías relacionadas con dicho contaminante. Aquí estamos ante dos factores explicativos. Por una parte, en algunos casos se ha podido comprobar que, pese a la interesada negativa del empresario de turno, en realidad sí había sido incorporado un «pequeño» porcentaje de fibra de asbesto (digamos que, aproximadamente del orden de un 8%), aun cuando la planta industrial concernida, oficialmente «no» manejara amianto. El segundo factor, es debido a que la maquinaria de la industria textil -como ocurre con tantas otras de diferente finalidad, en las que se producen movimientos alternativos, de vaivén, en sus piezas móviles-, requieren de reiteradas acciones de frenado por fricción, para lo cual se utilizaron zapatas que incorporaban el maldito mineral, que, por supuesto, pasaba a la condición de friable, dispersándose de forma invisible y reiterada, en la atmósfera del lugar de trabajo, en la factoría «sin» amianto. Todo esto, es sólo en Italia en donde ha podido ser más o menos clarificado. En otros pagos -léase España-, ni siquiera se ha llegado a barruntar que situaciones similares se hayan podido generar, ni se han identificado los episodios centinela, la aparición de casos de mesotelioma. Si, puestos a no registrar, ni siquiera se han identificado exhaustivamente los casos vinculados a las industrias tradicionalmente relacionadas con ese riesgo, menos aún se ha de haberse hecho lo propio, en relación con situaciones ocupacionales más o menos «exóticas». Spain is different…
Tengo entendido que viene a Barcelona a finales de mes. ¿Alguna conferencia? ¿Presentación de su libro? ¿Descanso… si usted descansa alguna vez?
Todo mezclado, como en la respuesta del fraile, al ofrecimiento de varios suculentos manjares. Habrá parte de ocio, y dos actos, uno de presentación pública de mi libro, en un evento patrocinado por varias organizaciones (bufete «Col.lectiu Ronda»», sindicato «CGT», etc.), y una disertación, en la Universidad Pompeu Fabra, bajo el título: «Mesotelioma: el cáncer del amianto». Título que es una simplificación y que lo viene a querer significar, es, por una parte, la especificidad del nexo causal, y por otra su condición de centinela del riesgo, habida cuenta de que bastan dosis mínimas, breves, esporádicas, o incluso puntuales y únicas, para desencadenarlo.
En este capítulo que comentamos, al hablar de casos de fallecimientos por mesotelioma, cita el caso de Ramón Becerra. Sus hijos murieron, uno de ellos a los 27 años, sin haber trabajo con amianto…
Efectivamente, así fue. Merece la pena reproducir aquí íntegramente lo relatado al respecto en mi libro: «Ramón Becerra, enfermo de asbestosis, tuvo que pasar por el doloroso trance de ver morir de mesotelioma, uno tras otro, a sus tres hijos: Fernando, a los 45 años de edad, Mónica, a los 35, y Juan Carlos, a los 27. Todos fallecieron en el mismo año, en 1998. Durante 12 años, habían estado viviendo en una población cercana a una fábrica de la empresa «Sociedad Industrial Pizarreño S.A.», perteneciente al Grupo Etex (antes Eternit belga) y en la también tuvo participación la firma «John Mansville». En dicha fábrica, Ramón Becerra trabajaba como tornero. Ninguno de sus hijos había trabajado con amianto. Su contaminación había sido medioambiental o doméstica. Tras el deceso de su hijo Fernando, el señor Becerra y otros trabajadores de la empresa, fundaron el Comité de Víctimas del Asbesto».
Espero no ser tan tonto en esto, como para estar dándome un tiro en el pie, propiciando que potenciales lectores de mi libro, se vean impulsados a no adquirirlo, ya que aquí, en nuestras entrevistas, le damos información que para algunos quizás ya resulte suficiente, sin necesidad de comprármelo. Esperemos que no sea así.
Usted cita en este apartado de fallecimientos de personas de muchos países. ¿Cómo consigue estar tan informado?
Esto es algo que se va construyendo progresivamente, a lo largo de los años, y que nunca termina. Son relaciones epistolares a nivel mundial… y «los trucos del oficio», que también los hay, y que en mi caso aprendí, de forma autodidacta, en base a mi propia experiencia, a base de ensayo y error. En ello, obviamente, mi pericia es cada vez mayor, como debe ser. Y luego existe la suerte, pero la suerte sólo acude ante quienes la invocan mediante un tenaz trabajo previo.
En todo caso, actualmente las cosas son incomparablemente más fáciles que cuando yo empecé, sin ordenadores, sin Internet, sin bases de datos, sin buscadores, etc., allá por la década de los años setenta del pasado siglo, cuando había que apañarse con el correo postal ordinario y con el mecanografiado de las cartas, con la ayuda de dos secretarias, cedidas esporádicamente por mi sindicato, Comisiones Obreras.
A pesar de tales limitaciones, en comparación con las facilidades actuales, así logramos reunir el mayor volumen tenido en España, en soporte papel, de documentación sobre amianto, y que actualmente permanece depositado, para estudios de carácter histórico, en la Universidad de Granada.
Como en su momento me reconocieron los propios técnicos funcionarios, ni siquiera las instituciones, como era el caso del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, se acercaban, en volumen al menos, a lo que por nuestra parte conseguimos reunir, clasificar, estudiar y asimilar personalmente por mi parte.
Nos explica brevemente una obra teatro de la que nos habla: «Dust».
De nuevo creo preferible remitirme a lo ya escrito en mi libro, al respecto: «June Hancock, de Armley, en el oeste de Leeds, West Yorkshire, Inglaterra, falleció de mesotelioma en 1997.
Su reclamación contra la fábrica de amianto «Roberts JW», y contra sus propietarios, la «Turner & Newall», fue innovadora, ya que fue la primera en reclamar por mesotelioma, que no había estado expuesta al amianto en el puesto de trabajo: desde niña, en el entorno de la fábrica, en el decenio de los años 1.930, jugaba con otros niños, lanzándose «bolas de nieve» de amianto, y también jugaba en las aceras, cubiertas de polvo de amianto azul.
Su madre, Maie, había fallecido de mesotelioma, en 1.983. Cuando decidió demandar, lo hizo para sí, pero también por su difunta madre, y por los demás residentes. La resolución favorable a su demanda, alcanzada en 1.995, supuso allanar el camino para que otros, en circunstancias similares, puedan así alcanzar justicia.
Su historia ha sido llevada al teatro, en una obra, del dramaturgo Ken Yates, titulada «Dust» (expresión que no tiene las connotaciones que en el lenguaje coloquial conllevaría en su traducción al español, la palabra «polvo»), en representaciones efectuadas en Armley, en Febrero y Marzo de 2.009. El elenco estuvo formado por residentes de Armley, que habían visto, de primera mano, la devastación que el amianto había causado en su comunidad, estando prevista su representación en gira a Londres y Glasgow.
La «Warner Brothers» se habría mostrado interesada en la realización de una película. Actualmente, en el pueblo de Armley, nuevos casos de mesotelioma siguen aflorando, como resultado de la exposición al polvo de amianto, de la fábrica «Roberts JW», por lo que el recuerdo de Jane Hancock sigue estando muy presente. Su ejemplo y su testimonio, condujeron a la creación del fondo «June Hanconck Mesothelioma Research Fund»».
Se trató, como puede verse, de uno de los casos del llamado «mesotelioma familiar», en el que dos o más miembros de una misma familia, con o sin consanguineidad entre sí, quedan afectados por el mortal mesotelioma, como consecuencia tardía de haber estado expuestos al amianto, ya sea laboralmente, ya sea por contaminación no ocupacional, en razón de convivencia o de vecindad.
Por cierto, ¿hay alguna película que toque clara y documentadamente el tema del amianto?
Hay reportajes filmados bastante buenos, pero en mi opinión, y en lo relativo a concienciar sobre la índole trágica del problema, el famoso film Alice resulta insuperable, pese a su antigüedad; por eso yo siempre abogo vivamente por su reposición en la pantalla televisiva, en España. Intenté interesar a Jordi Évole en el asunto, regalándole un ejemplar dedicado de mi libro, pero pese a que había sido su equipo el que se había dirigido a mí, para interesarse por el problema del amianto, a partir de ahí ya no obtuve respuesta alguna, por motivos que ignoro; algo que, al parecer, ya había sucedido antes con mi buen amigo Ángel Cárcoba, que con igual afán les había remitido abundante documentación, también a petición de ellos, y con idéntico, abrupto e ineducado final. Yo nunca llegué a poder comunicarme directamente con él; siempre lo tuve que hacer (no me dieron otra opción), con su equipo de colaboradores.
¿Con la «Iglesia de Creso» hemos topado?… ¿chi lo sa?
Señala usted que el carácter familiar no se limita al mesotelioma, sino que también es aplicable a otras patologías asociadas al amianto. ¿Nos las recuerda por favor?
Una cosa son la totalidad de las patologías asbesto-relacionadas -una extensa retahíla-, y otra cosa son aquellas para las que se ha podido evidenciar esa afectación familiar, y que corresponden, como era previsible, a aquellas más extendidas, por delante del mesotelioma: la asbestosis, y el cáncer pulmonar.
Le cito: «Cuando una familia parece al completo por un escape de monóxido de carbono o por haber ingerido setas que se creyeron comestibles y resultaron ser venenosas a nadie se le ocurre invocar, como hipótesis explicativa plausible, a ningún presunto co-factor de predisposición genética, por otra parte jamás identificado positivamente para el amianto en su real concreción». ¿Por qué esa queja? ¿A qué viene?
Por el ansia, diría yo, por parte de algunos expertos, en buscarle una explicación de predisposición genética de acogida, para explicar el fenómeno epidemiológico del «mesotelioma familiar»; una explicación que no resiste la prueba a contrario -hay casos de «mesotelioma familiar» SIN mediar consanguineidad de por medio-, que obvia la regla metodológica de la parsimonia o de la navaja de Ockham, en virtud de la cual, si ya hay un agente causal suficiente para dar cumplida explicación del nexo observado, es ocioso recurrir a otros concomitantes, y que, ¡qué casualidad!, precisamente viene a ser la explicación preferida, en la generalidad de las situaciones de las afectaciones laborales, por parte del conocimiento experto, como tiene reiteradamente denunciado el historiador de la medicina ocupacional, mi buen amigo el profesor catedrático de la Universidad de Granada, don Alfredo Menéndez Navarro.
Todo ello no obsta, para que pueda existir esa predisposición, que vendría a explicar por qué, a igualdad de dosis en la exposición, unos enferman y otros no, ya sea de mesotelioma, o de asbestosis, de cáncer pulmonar, etc., pero nunca focalizando en ella, cual propicia diana, el peso principal del señalamiento etiológico.
¿Quién es Xavier Jonckheere? ¿Le conoce personalmente? ¿Qué es ABEVA?
No he tenido oportunidad conocer personalmente al presidente y fundador de la asociación de las víctimas belgas, ABEVA, y miembro de una de las familias más intensamente afectadas por el «mesotelioma familiar»: cuatro miembros fallecidos, hasta el presente, a causa de dicha patología maligna, sin que quepa descartar que la misma perspectiva le esté aguardando a otros miembros de esta atormentada familia, habida cuenta de las diversas evidencias encontradas, demostrativas de la carga de amianto que portan sus cuerpos.
Los actuales mandatarios europeos, Bruselas por decirlo mal, ¿son receptivos, están abiertos al combate contra la industria del amianto?
En general, lo que impera es la Europa de los mercaderes, con sus políticas de priorización de lo económico, haciendo ya mucho tiempo que no se proclama ninguna directiva que venga a mejorar la salud laboral de los europeos, ni la protección de la salud pública, y de momento no hay perspectiva ninguna de cambio. Esto no es privativo del tema «amianto», sino que es generalizado.
Incluso, tomando en consideración la política de mantenimiento de excepciones a la hora de permitir el uso del amianto en la industria del cloro, ha habido quienes han temido, quizás con fundamento, que el gobierno alemán tenga in pectore darle la vuelta a la situación del amianto en Europa, levantando la actual prohibición, a través de las directivas comunitarias ahora vigentes.
Otra cosa son las magníficas propuestas del Parlamento Europeo, a quien la Comisión hace menos caso que al paje del chocolate «Elgorriaga», cuyo helicóptero aterrizaba siempre donde él había determinado, pero que en donde, indefectiblemente, no había persona alguna esperándole, porque en el ínterin los jefazos habían ya modificado los planes, sin informarle.
Por otra parte, hay toda una política de dobles estándares, en la que lo se prohíbe de fronteras para adentro, se lo tolera, se lo fomenta, y SE LO EXPLOTA, de fronteras para afuera. Las sedes de las multinacionales, radicadas en territorio de la Unión Europea, reciben, sin ningún tipo de escrúpulos morales, y sin ningún tipo de traba legal, el flujo continuado hasta nuestros días, de los dividendos que proceden de territorios extra-comunitarios, en los que no rige prohibición alguna del crisotilo, y en los que sus filiales se aplican a fabricar en base al empleo de dicho mineral, bajo la coartada de un supuesto uso seguro y controlado. En cuanto a la actitud de los propios gobiernos, cada palo que aguante a su vela, y por lo que respecta al nuestro, ya tuvimos ocasión de referirnos, en nuestras entrevistas números 19, 20, 22 y 32, a lo actuado en relación con la empresa salvadoreña DURALITA.
Cierro con una cita: «cinismo increíble con el que los conocimientos científicos han sido barridos por el afán de lucro». ¡Es de un tribunal belga si no ando errado! ¡No está nada mal! ¿No le parece? ¿Quién barrió desde esa perspectiva capital-acumulativa los conocimientos científicos?
La multinacional Eternit, a cuyo grupo han pertenecido tantas filiales dedicadas a la fabricación de productos de amianto-cemento, entre las cuales hay que censar a la española Uralita, con varias líneas de productos, con denominación que incluía esa marca.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.