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Lo que no dice el Nuevo Herald sobre el bandidismo en el Escambray

Fuentes: Rebelión

Un reciente trabajo parecido en El Nuevo Herald, el libelo de la mafia anti cubana, aparecido el pasado 5 de septiembre de 2010, se refirió al 50 aniversario del bandidismo en el Escambray, ofreciendo una historia distorsionada de los hechos que caracterizaron este fenómeno contrarrevolucionario, ocurrido en la década de los 60. Para el Nuevo […]

Un reciente trabajo parecido en El Nuevo Herald, el libelo de la mafia anti cubana, aparecido el pasado 5 de septiembre de 2010, se refirió al 50 aniversario del bandidismo en el Escambray, ofreciendo una historia distorsionada de los hechos que caracterizaron este fenómeno contrarrevolucionario, ocurrido en la década de los 60.

Para el Nuevo Herald, «varios miles de cubanos que se alzaron en muchas partes de la isla contra el nuevo gobierno de Fidel Castro en una dura guerra de guerrillas que duró desde 1960 a 1966», quedando diezmada esta supuesta tropa irregular por el accionar de cerca de 60 000 milicianos, organizados en Batallones de Lucha Contra Bandidos (LCB).

La primera mentira sale a la luz recién comenzado el artículo: apoyándose en un libro de Norberto Fuentes, titulado «Narcotráfico y Tareas Revolucionarias», y en que se señala que la gran mayoría de los 3 000 contrarrevolucionarios capturados fueron ejecutados con posterioridad a su detención, bajo el amparo legal de la Ley 988, aprobada a fines de 1961.

La segunda mentira del reportaje es que el articulista hace énfasis en desconocer la ola de crímenes ejecutados por los bandidos en el Escambray. Según él, los abundantes crímenes cometidos contra campesinos, educadores y simpatizantes de la naciente Revolución, nunca llegaron en realidad a las dimensiones denunciadas por el gobierno cubano.

Basado en referencias dudosas como las emitidas por los terroristas Enrique Encinosa y Pedro Corzo Eves, la fuente principal de los bandidos fue un grupo «numeroso» de rebeldes descontentos «con el giro de la Revolución hacia el comunismo» y por afectados por la Ley de Reforma Agraria. Sin embargo, no se hace referencia alguna a la fuerte campaña ideológica contra el proceso revolucionario desatada por la CIA y sus servidores en la región, quienes se dedicaron a abastecer sistemáticamente con armas, municiones y equipamiento logístico de todo tipo a los alzados contrarrevolucionarios.

El edulcorado recuento hecho por el Herald vende a los alzados y bandidos con un aire de beuna fe y de positividad ideológica, achacando al Gobierno Revolucionario el papel de villano. Supuestas persecuciones a familiares de alzados, destierros forzosos, ejecuciones extra judiciales y todo tipo de fechorías se presentan en el artículo, a la par que se santifican los crímenes verdaderos de sus servidores contrarrevolucionarios en el Escambray.

La verdad, sin embargo, fue otra. El propio líder de la Revolución caracterizó este proceso durante su discurso ante el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, cuando expresó: «…El imperialismo, utilizando elementos seudo revolucionarios, agentes de la tiranía y desafectos de toda clase, organizó y suministró recursos económicos y equipos a numerosas bandas contrarrevolucionarias en las montañas del Escambray, allí quiso constituir rememorando las acciones contrarrevolucionarias de la nobleza y el clero reaccionario de Francia, después de 1789 una especie de vende, no obstante la mayoría de campesinos de la región estaban firmemente unidos a la causa del pueblo, estas bandas cometieron numerosos crímenes contra estudiantes, alfabetizadotes, militantes revolucionarios, obreros, campesinos y administradores de granjas…»

LA VERDAD QUE NO PUEDE OCULTARSE.

El triunfo de la Revolución Cubana afectó notablemente a la oligarquía y a la burguesía criolla, en la medida que su accionar estuvo encaminado a hacer desaparecer los privilegios clasistas que las mismas detentaban y a sustituir el poder estatal corrupto por un Estado de nuevo tipo, con amplio respaldo popular. A la par, el nuevo estado de obreros y campesinos promulgó nuevas leyes de amplio y profundo contenido revolucionario, encaminadas a beneficiar a todo el pueblo, entre ellas leyes la expropiación forzosa de la tierra a los terratenientes, la desaparición del oneroso monopolio sobre la vivienda, la desaparición de las fuerzas armadas de la dictadura, la expropiación de los monopolios norteamericanos, entre otras, que dieron al trate con la base del poder oligárquico -burgués imperialista.

El atraso social del campesinado de la región, las deplorables condiciones de vida, el analfabetismo, la labor de zapa de algunos miembros del Segundo Frente del Escambray, la labor ideológica de miembros de la Iglesia de los Testigos de Jehová, la desinformación y una clara campaña ideológica encaminada a distorsionar los verdaderos propósitos del proceso revolucionario, fueron el caldo de cultivo propicio para el surgimiento de las bandas contrarrevolucionarias en el Escambray.

La composición de las bandas terroristas evidencia que las mismas eran un claro instrumento de la CIA y de los sectores afectados por las transformaciones revolucionarias. Un peso importante en estos grupos lo representaron ex miembros de los cuerpos represivos de la tiranía que tratando de evadir la justicia revolucionaria, etapa desarrollada entre julio de 1960 hasta abril de 1961. Posteriormente, las bandas se nutrieron, entre abril de 1961 hasta julio de 1965, por ex miembros del Ejército Rebelde, opuestos al curso de radicalización revolucionaria que experimentaba el país. En algunos casos, primaron el interés y las ambiciones personales de los cabecillas, quienes creyeron que el cambio político les permitiría enriquecerse o alcanzar poderes inmerecidos. También ingresaron a las filas de las bandas contrarrevolucionarias decenas de terratenientes y sus familiares.

Bajo las órdenes de los agentes de la CIA Antonio Varona, cabecilla de la Legión Democrática Constitucional, y José R. Ruiz Sánchez, ambos dirigentes del Frente Revolucionario Democrático, así como del bandido Evelio Duque, se cometieron innumerables crímenes como el asesinato del maestro Conrado Benítez, ocurrido el 5 de enero de 1961. Otros crímenes fueron el del campesino Heliodoro Rodríguez y del miliciano Norberto Morales.

El incremento de las bandas de bandidos bajo el mando central de Osvaldo Ramírez, así como de bandas al mando de Julio Emilio Carretero, Plinio Prieto, Sinecio Walsh, Porfirio Ramírez, Tomás San Gil, el Congo Pacheco, Juan José Catalá y Cheíto León, dieron lugar a un incremento del accionar criminal de estas bandas a partir de 191 y 1962. Como resultado de este reforzami9ento de sus propósitos contrarrevolucionarios, fueron asesinadas decenas de personas como el brigadista alfabetizador Manuel Ascunse Doménech y el campesino Pedro Lantigua, hecho ocurrido el 12 de de julio de 1961, en la Finca «San José», en el municipio Trinidad. Otros campesinos asesinados fueron los miembros de la familia Romero Santander, hecho ocurrido el 10 de mayo de 1961 en la finca «Potrerillo», en Trinidad, y que dio al traste con la vida de Pío, Ana y Eustaquio Romero Santander. Igualmente fueron asesinados los campesinos Félix Soto y sus hijos, así como Celestino Rivero Rabí, el 26 de julio de 1961, en la finca «Permuta», en Trinidad.

Otros detestables hechos ignorados por el Nuevo Herald fueron el asesinato de Oliverio Marín Valdivia, ocurrido el 23 de diciembre de 1962, así como el criminal ataque contra un tren de pasajeros, efectuado a fines de 1963, en que fueron asesinadas dos personas inocentes. Otro hecho criminal fue el ataque al poblado de Polo Viejo, ocurrido a fines de 1963 y que produjo la destrucción de varias casas y la muerte de dos pobladores.

El libelo de la mafia miamense ignora también que las actividades de los bandidos respondieron al conocido «Plan Trinidad», elaborado por la CIA, cuyo objetivo era la destrucción de la Revolución, recurriendo a una supuesta resistencia interna, y cuyas acciones de guerra irregular se basaban en sabotajes a la actividad económica y militar en distintos puntos del país. Igualmente, el plan de la CIA era el de crear una base de apoyo a la invasión de Playa Girón.

La verdadera orgía de sangre desarrollada en el Escambray por parte de los asesinos que hoy pretende defender el Nuevo Herald, costaron al pueblo cubano cerca de 549 vidas, entre ellas familias enteras y muchos niños, así como daños cuantiosos a la economía nacional. Cabe significar que solo entre 1961 y 1963, las casi 181 bandas contrarrevolucionarias asesinaron a 75 personas, hirieron a otras 152, a la par que destruyeron 30 casas, 41 escuelas, 12 granjas, 14 tiendas y 19 almacenes, por citar algunos casos relevantes.

Este bochornoso flagelo criminal, sostenido por la CIA norteamericana, fracasó gracias al arrojo de nuestro pueblo, el verdadero héroe de esta odisea. Fue Fidel quien anunció el fracaso de esta actividad criminal en un discurso efectuado el 26 de julio de 1965, en Santa Clara, cuando expresó: «.los guerrilleros contrarrevolucionarios no pueden prosperar (…) la lucha guerrillera es un arma formidable, pero como arma revolucionaria».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.