Recomiendo:
0

Lo que no dice la carta abierta de Wiesel al presidente Obama

Fuentes: Information Clearing House

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

A principios de este mes la Fundación Elie Wiesel para la Humanidad publicó, en un anuncio en el New York Times y el International Herald Tribune, una carta abierta al presidente de EE.UU. y a los dirigentes de Francia, Rusia, Gran Bretaña y Alemania. El tema que los llevó a escribir esa carta pública, esencialmente una carta escrita al mundo, se destaca audazmente en el titular: «¿Hasta cuándo vamos a presenciar sin hacer nada el desarrollo del escándalo en Irán?»

Al leer ese escrito, firmado por un grupo de laureados del Premio Nobel, se me ocurrió que algo faltaba, que no se enunciaba un cierto subtexto, una cierta «segunda plegaria» tácita que acompaña la primera. La sátira de Twain criticó severamente al gobierno de su época por las guerras innecesarias que EE.UU. infligió a gente indefensa al iniciar la busca del imperio. Reprendió a las «ovejas» de sus días que se tragaban las palabras sagradas de sus ministros de guerra, quienes se unían al gobierno en su esfuerzo «sagrado» para llevar el progreso a las hordas paganas que vivían en países distantes en ultramar. La segunda plegaria fue presentada por Twain a través de un emisario del «Trono… con un mensaje de Dios Todopoderoso.»

Aparentemente Elie Wiesel se hizo cargo de la tarea de dirigir a los gobiernos del mundo en su busca de dominación de Oriente Próximo, especialmente el régimen «cruel y opresivo, irresponsable y disparatado, el régimen desvergonzado» que dicta los asuntos del Estado iraní. De ahí la carta:

Nosotros, los abajo firmantes, apelamos urgentemente a usted y a los otros dirigentes del mundo, a que utilicen su prestigio y poder para terminar con esta afrenta. La situación en Irán no mejora; de hecho, empeora cada día. El cruel y opresivo régimen del «Supremo Líder» Ali Jamenei y del presidente Ahmadineyad, cuyas irresponsables e insensatas ambiciones nucleares amenazan a todo el mundo, sigue librando una guerra desvergonzada contra su propio pueblo. Las violaciones de los derechos humanos han llegado ahora a nuevos niveles de horror. Miles de adversarios políticos del régimen son arrestados, encarcelados, torturados, violados, y asesinados, muchos dirigentes de la oposición… muchos ahorcados… dirigentes de la oposición asesinados… activistas de los derechos humanos… entre rejas… fuego indiscriminado contra manifestantes sin armas, pacíficos,… y tanquetas contra disturbios en la capital…

¿Cuál es, entonces, la «segunda plegaria,» el subtexto que no se enuncia en la petición de Wiesel a los dirigentes del mundo? ¿Podría formar parte de las instrucciones del Instituto Reut israelí al gobierno de ese país para que lance una ofensiva de relaciones públicas de la misma dimensión que la militar lanzada contra los palestinos, para suprimir la indignación mundial contra la brutalidad del régimen israelí de hace un año, y hasta ahora, en Gaza? ¿Es posible que la «Fundación para la Humanidad» haya sido requerida para que participe en la guerra relámpago de relaciones públicas del gobierno israelí que actualmente satura los escenarios europeo y estadounidense? ¿Podría ser un intento de aprovechar la intranquilidad interna en Irán para distraer a la gente del mundo de la opresión y ocupación de Cisjordania y Gaza? ¿Podría ser un realce de los esfuerzos del embajador de Israel en EE.UU., Michael Oren, que viaja a varios campus universitarios, más recientemente a la Universidad de California, Irvine (UCI), para promover las virtudes del Estado israelí que est amenazado «existencialmente» por Irán? ¿Podría ser otro enfoque para silenciar las voces de disenso contra otra invasión de una nación de Oriente Próximo, comparable a las andanadas lanzadas contra el rector Michael Drake de la UCI por la Organización Sionista de EE.UU. por haber permitido que hubiera libertad de expresión en la universidad? ¿Podría la carta no ser otra cosa que una argucia, un revestimiento de impostura para ocultar la realidad de la verdadera amenaza que existe en Oriente Próximo, una manera de enterrar bajo textos de relaciones públicas el Informe Goldstone a las Naciones Unidas que llama al organismo mundial a llevar a los presuntos criminales de guerra de Israel ante la Corte Penal Internacional?

¿Qué subtexto no se presenta al mundo a través de la carta de Wiesel? ¿Qué pasa si sustituimos la nación de Israel por la nación de Irán en el texto? «La situación en Israel no mejora; de hecho, empeora cada día. Los regímenes crueles y opresores de Sharon, Olmert, y ahora Netanyahu, que mantienen un arsenal de armas nucleares, no sólo la «ambición» de poseer una, amenazan a todo el mundo. Las violaciones de los derechos humanos han llegado ahora a nuevos niveles de horror con la invasión de la gente indefensa de Gaza que llevó a la matanza innecesaria de 1.400 civiles y al sitio continuo de esa gente encarcelada interminablemente.» Y si esa carta presentara el cuadro completo del «horror» de Israel ante el mundo y formulara la simple pregunta: «¿Por qué se tolera algo semejante?

Detallemos la lista de circunstancias que se ocultan al mundo, el subtexto, la plegaria tácita que nadie en este gobierno estadounidense quiere que se revele y que ciertamente nadie en Israel quiere que sea conocida por el público.

¿Cuál es la verdadera naturaleza del Estado de Israel, que cuenta con la fidelidad del pueblo de EE.UU. y que ahora trata de alistar a los gobiernos del mundo contra su supuesto enemigo «existencial», Irán?

  • Es un Estado sin piedad, un Estado sin moral, un Estado basado en el racismo, un Estado construido sobre el engaño y las mentiras;
  • Un Estado que desafía el derecho internacional, la Declaración Universal de Derechos Humanos y las Convenciones de Ginebra aplicadas a las potencias ocupantes;
  • Un Estado que, a diferencia de Corea del Norte e Irán, los otros Estados identificados del Eje del Mal, ha invadido Estados vecinos y los ocupa;
  • Un Estado que, a diferencia de todas las naciones de Oriente Próximo, posee armas de destrucción masiva, incluyendo cientos de armas nucleares, y que se niega a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear;
  • Un Estado que usa bombas de racimo, fósforo blanco, y otras armas de guerra internacionalmente prohibidas, no sólo contra el pueblo inocente del Líbano, sino contra el pueblo indefenso de Palestina;
  • Un Estado que se proclama por sencima de la ley al ejecutar a individuos sin arrestarlos, sin presentar acusaciones, sin abogado, sin habeas corpus, y sin proceso por jurado.
  • Un Estado que encarcela a más de 10.000 palestinos sin acusación y sin debido proceso;
  • Un Estado que tortura a los que encarcela;
  • Un Estado que construye un muro en desafío de la Corte Internacional de Justicia y de las Naciones Unidas, que encierra a los palestinos con toda la intención de diezmar su economía y por lo tanto su subsistencia así como su posibilidad de crear un Estado propio, mientras inflige una humillación psicológica inhumana y que desafía todos los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos;
  • Un Estado que sistemáticamente ha confiscado, usurpado, anexado y asimilado virtualmente de todas las tierras pertenecientes a los palestinos durante un período de sesenta años, dejándoles aproximadamente un 14 por ciento de sus tierras originales; el mayor robo visible de tierras conocido por la humanidad en nuestros días;
  • Un Estado cuyas leyes protegen a un grupo que pertenece a una religión y niega la igualdad de ciudadanía a todos los demás incluyendo a la gente indígena del país;
  • Un Estado que ha desafiado más de 160 resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas y 39 del Consejo de Seguridad, que exigían que actuara como un Estado civilizado que se ajuste al derecho y al protocolo internacionales.
  • Un Estado que no tolera que las Naciones Unidas interfieran en su genocidio calculado del pueblo palestino;
  • Un Estado que, a través de sus partidarios sionistas en EE.UU. en particular AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israel), influencia la política de EE.UU. en Oriente Próximo, lo que ha llevado a la invasión ilegal de Iraq y a procedimientos económicos y políticos irracionales contra Siria e Irán;
  • Un Estado que ha convencido al Congreso de EE.UU. para que suministre miles de millones de dólares a fin de asegurar que el Estado de Israel continúe este genocidio del pueblo palestino;
  • Un Estado que asegura ser una democracia, pero no lo es y que, con propósitos malignos, confisca el dinero perteneciente a un gobierno democráticamente elegido en Palestina y arresta a sus representantes sin acusación o juicio;
  • Un Estado que habla de paz pero crea condiciones que la impiden;
  • Un Estado que, como EE.UU. bajo Bush, ha llegado al nadir del Estado civilizado, un retorno a la barbarie ilegal infligida a los débiles por los fuertes, la imposición de la voluntad de unos pocos a los muchos.
  • Y, finalmente, con toda su descarada hipocresía, un Estado que grita al mundo que es víctima de una crueldad inenarrable, y en constante peligro de aniquilamiento por fuerzas del interior y del exterior. Y nos sorprendemos cuando todo el mundo condena a EE.UU. por su apoyo a ese Estado ilegal, ese Estado sin piedad.

Grande es la verdad, dijo el Profeta, y prevalecerá, si no para los que viven ahora, tal vez para los muertos que han sufrido la consecuencia del engaño; a ellos, «tan sólo a los muertos» dice Voltaire «se les debe la verdad.» Así termina la «segunda plegaria.»

William A. Cook es profesor de inglés en la Universidad de La Verne en el Sur de California. Es editor jefe en MWC News y ha escrito para Counterpunch, Palestine Chronicle, Pacific Free Press, Atlantic Free Press, Information Clearing House, Dissident Voice, entre otros. Sus libros sobre Oriente Próximo incluyen «Tracking Deception: Bush Mid-East Policy,» «The Rape of Palestine,» y una obra de ficción «The Chronicles of Nefaria,» que pronto se publicará en árabe.

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article24840.htm