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Los planes para celebrar elecciones palestinas son, como poco, inviables

Locos por la «pasta»

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Como si el atascado y casi moribundo proceso de paz entre la Autoridad Palestina (AP) e Israel no enfrentara pocos problemas, el Presidente de la AP Mahmoud Abbas soltó un bombazo esta semana cuando hizo un llamamiento para que, el próximo 24 de enero, se celebren «elecciones presidenciales y legislativas» en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este.

El decreto es más que problemático ya que el régimen de Abbas que Occidente apoya en Ramallah no tiene poder alguno sobre Jerusalén Este, que Israel considera parte de su «capital eterna y unida», ni en la Franja de Gaza, que está controlada por Hamas.

Además, cualquier apariencia de autoridad que el régimen de la AP pueda tener en Cisjordania está completamente sometida al capricho israelí. Esto quiere decir que si Abbas es serio acerca de celebrar elecciones en los tres separados territorios en la fecha designada, tendrá que coordinar las elecciones tanto con Israel como con Hamas.

Israel ha indicado ya que no va a permitir automáticamente que Abbas celebre elecciones en Cisjordania, y hay serias dudas de que el gobierno más de extrema derecha de la historia de Israel vaya a permitir que las elecciones tengan lugar en Jerusalén Este. A menos, por supuesto, que Israel consiga un precio político adecuado de la débil AP; es decir, la promesa de olvidarse del Informe Goldstone.

En cuanto a Hamas y otras facciones palestinas, las reacciones van desde el rechazo total a las profundas reservas.

Al rechazar el llamamiento como táctica de presión sobre Hamas para que firmara el documento de reconciliación auspiciado por Egipto, los dirigentes de Hamas desafiaron a Abbas, argumentando que el mandato del dirigente de la AP en el poder ha expirado y que no podría organizar unas genuinas elecciones sin la Franja de Gaza. «Celebrar elecciones sólo en Cisjordania es la receta definitiva para el desastre nacional», dijo Ismail Radwan, dirigente de Hamas y portavoz en Gaza.

De forma parecida, la organización de la Yihad Islámica descartó el decreto de elecciones de Abbas como «un claro intento de perpetuar el principado de Dayton» en Cisjordania. Esa alusión se refiere al General estadounidense Keith Dayton que entrena y supervisa las fuerzas de seguridad de la AP.

Incluso el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), que es miembro fundador de la OLP, ha mostrado su consternación. El dirigente en funciones del grupo, Mahmoud Mallouh, ha postulado que conseguir la unidad nacional palestina es mucho más importante que el hecho de celebrar elecciones.

Sin duda, Abbas no dijo que estaba abandonando completamente los esfuerzos de reconciliación con Hamas. Sostuvo que organizar elecciones en la fecha designada era un «imperativo legal y constitucional».

Hamas y muchos intelectuales palestinos han ridiculizado ese razonamiento, que quiere dar la impresión de que la AP es un estado independiente y soberano con una constitución establecida cuando en realidad el régimen de la AP, especialmente en Cisjordania, no es más que un mero subcontratista de las autoridades ocupantes israelíes. Al fin y al cabo, es el ejército israelí, no la AP, quien controla cada calle y esquina de Cisjordania.

No está muy claro si Abbas está poniendo en escena toda una representación en función de una estrategia que busca soslayar a Hamas, o si realmente cree en lo que dice. Si es así, las ramificaciones directas e indirectas de celebrar elecciones en Cisjordania, sin la Franja de Gaza controlada por Hamas, impactarían profunda y negativamente en la arena política palestina, así como en los esfuerzos de paz emprendidos por los estadounidenses.

En efecto, las consecuencias de unas elecciones en las que participarían menos de la mitad de los electores con derecho a votar es que no tendrían mucha credibilidad, que servirían para exacerbar aún más la crisis palestina y que incluso podrían llevar a una ruptura irreversible entre Cisjordania y la Franja de Gaza.

En cuanto a los esfuerzos de los estadounidenses para que se reanuden las conversaciones de paz entre la AP e Israel, que hasta ahora no han conseguido progreso alguno, está palmariamente claro que esos esfuerzos tendrán más o menos que quedar congelados si Abbas es serio en cuanto a celebrar elecciones. Después de todo, seguir consintiendo en un manifiestamente estéril proceso de paz (estéril a la luz de la amarga experiencia de años de infructuosas negociaciones con el gobierno de Olmert) socavará seriamente los esfuerzos de Abbas para conseguir que el pueblo palestino le elija «presidente» para un segundo mandato.

Es más, si se celebran elecciones en la fecha señalada, Fatah tendría que hacer gala de un discurso radical y reafirmar su compromiso con las constantes palestinas, incluyendo las dos cuestiones cardinales de Jerusalén y el derecho al retorno de los refugiados palestinos desarraigados de sus hogares y pueblos cuando se creó Israel hace más de sesenta años. Puede que incluso no tuviera más remedio, al menos como táctica electoral, que reafirmar su compromiso con la lucha armada contra Israel.

Por si sirviera de algo, les diría que esto tendría un impacto negativo sobre el proceso de paz porque socavaría la capacidad de la administración Obama para aprehender el cada vez más ilusorio objetivo de establecer un estado palestino viable en los territorios ocupados.

La pasada semana, el Presidente estadounidense Barack Obama llamó a Abbas, asegurándole que vería como llegaría a establecerse un estado palestino independiente. Obama no dijo cuándo ese estado vería la luz del día ni mencionó nada acerca de los esfuerzos estadounidenses para conseguir que Israel congelara la expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania. Abbas haría bien en recordar que el Presidente George W Bush hizo promesas parecidas que se convirtieron en humo.

Se suponía que esta semana Obama iba a ofrecer un discurso revelando las nuevas ideas estadounidenses para avanzar en el estancado proceso de paz para Oriente Medio. No está claro si el no haberlo pronunciado tiene algo que ver con la decisión de Abbas de celebrar elecciones en enero.

Aunque lo que sí queda claro es que Abbas está visiblemente desilusionado, hasta el punto del abatimiento, porque todas las promesas y compromisos estadounidenses de conseguir que Israel congele su frenética usurpación de tierra palestina han demostrado ser falsas. Un funcionario palestino dijo en confianza que el presidente se siente «muy deprimido». También describió los esfuerzos estadounidenses por la paz como «el mayor de los actos de engaño». «Si Obama, con todo su poder, no puede lograr que Israel congele siquiera la construcción de un solo edificio en Jerusalén Este, ¿cómo va a ser razonable que, por nuestra parte, esperemos que le arranque Jerusalén Este a Israel, permita la repatriación de los refugiados y, encima de todo esto, establezca para nosotros un estado territorialmente viable y con continuidad territorial?».

Esta semana, los medios israelíes informaron que Abbas estaba seriamente considerando presentar su dimisión sobre la base de que no tenía ningún logro en absoluto que ofrecer para poder atraerse a los votantes palestinos durante la campaña electoral.

La información, que no se ha confirmado, alertó a la administración Obama que se apresuró a asegurar a Abbas que EEUU adoptaría una serie de medidas no concretadas para apoyar la figura de Abbas entre su pueblo.

Sin embargo, las promesas estadounidenses parecen ser en gran medida retóricas, ya que para que Abbas consiga algo serían necesarias serias concesiones israelíes en Cisjordania. Y esto parece altamente improbable, al menos por ahora, dada la composición y naturaleza ideológica del actual gobierno israelí.

Se podría vislumbrar alguna salida a los estrechos horizontes a que se enfrenta Abbas si Fatah hiciera ciertas concesiones a Hamas, probablemente en coordinación con Egipto. Pero, desde el punto de vista estadounidense, eso no sería muy deseable ya que la restauración de la unidad palestina radicalizaría probablemente la posición global palestina y haría que los palestinos se mostraran mucha más determinación en sus demandas por una total retirada israelí de todos los territorios ocupados en 1967.

Hani Al-Masri, una personalidad pública cercana al liderazgo de la AP, sostiene que celebrar elecciones generales sin haber conseguido la reconciliación nacional no hará más que provocar un inmenso desastre. «El presidente se está comportando como si la ocupada Palestina fuera una especie de Suiza. Olvida que seguimos luchando para librarnos de la cruel ocupación israelí. Y en tales circunstancias, la unidad nacional es mucho más importante que esas supuestas consideraciones constitucionales».

Al-Masri sostuvo también que el conflicto entre Fatah y Hamas es, primero y principal. «de naturaleza política, no constitucional», lo que requiere de una solución política. «No comprender esta realidad podría llevarnos al suicidio político nacional y a una total capitulación ante los dictados israelíes. Abbas se equivoca completamente si piensa que la posición negociadora palestina vis-à-vis con Israel podría ser más fuerte sin la unidad nacional».

Fuente:

http://weekly.ahram.org.eg/2009/970/re1.htm