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Los aliados de Bush en Oriente Medio le dan la espalda

Fuentes: IPS

Los aliados de Estados Unidos en Medio Oriente parecen dispuestos a utilizar la diplomacia en un intento por resolver los problemas de la región, con o sin la ayuda de Washington. A pesar de los esfuerzos del gobierno estadounidense para aislar y derrotar a los «terroristas y radicales», como dijo el presidente George W. Bush […]

Los aliados de Estados Unidos en Medio Oriente parecen dispuestos a utilizar la diplomacia en un intento por resolver los problemas de la región, con o sin la ayuda de Washington.

A pesar de los esfuerzos del gobierno estadounidense para aislar y derrotar a los «terroristas y radicales», como dijo el presidente George W. Bush la semana pasada en su discurso ante el parlamento israelí, los actores regionales negocian con esas «fuerzas del mal».

Ese proceso, conocido como «apaciguamiento» en el léxico de los neoconservadores, se desarrolla en todo Medio Oriente: en Líbano, Gaza, Iraq y entre Israel y Siria, que han vivido cuarenta años sin un acuerdo formal de paz, luego de la Guerra de los Seis Días de 1967.

Por primera vez desde que Bush asumió la presidencia en 2001, parecen darse algunas de las condiciones para que se pueda avanzar hacia la paz.

«No se trata de que fuerzas hostiles a Estados Unidos asuman el control en Medio Oriente», señaló Helena Cobban, analista del no gubernamental Comité de Amigos sobre la Legislación Nacional, con sede en Washington.

«Ocurre que Estados Unidos, que durante largo tiempo pudo ejercer un completo control sobre la ‘diplomacia de la paz’ en la región, ya no está en condiciones de hacerlo», agregó.

Un ex funcionario del gobierno de Bush coincide con ese enfoque. «Esto ocurre esencialmente por los temores que causa nuestra falta de liderazgo y nuestra incapacidad para afrontar una situación que nosotros mismos creamos», afirmó el coronel retirado Lawrence B. Wilkerson, quien se desempeñó como jefe de gabinete del ex secretario de Estado (canciller) Colin Powell.

Luego de un estallido de violencia sectaria que la semana pasada puso a Líbano al borde de la guerra civil, la oposición liderada por el partido islamista Hezbolá y sus milicias, y el gobierno apoyado por Estados Unidos, finalmente llegaron el miércoles a un acuerdo para poner fin a bloqueo político que tuvo paralizado al país en los últimos 18 meses.

Una mediación encabezada por Qatar permitió resolver, al menos temporalmente, las disputas sobre la ley electoral, abriendo el camino del comandante del ejército, Michel Suleiman, hacia la Presidencia. Grupos apoyados por Arabia Saudita y Estados Unidos aceptaron la demanda de la oposición de contar con poder de veto en el gabinete.

El gobierno de Bush, que durante mucho tiempo reemplazó una estrategia coherente para Líbano con una retórica dura, optó por ver el acuerdo bajo una luz positiva.

Aunque le otorga a Hezbolá, considerada por Washington como una «organización terrorista, mayor influencia y poder en el gobierno, la secretaria de Estado Condoleezza Rice dijo que se trataba de «un paso positivo» y pidió a los líderes libaneses que lo implementaran.

Israel y Siria anunciaron, también el miércoles, que negociaban un tratado de paz con mediación de Turquía, luego de ocho años sin diálogo entre las partes. A diferencia del caso de Líbano, el gobierno de Bush, que se ha resistido a que sus aliados tengan contactos con Siria, ofreció una respuesta menos entusiasta.

«Esperamos que se trate de un foro que permita tratar varios temas que a todos nos preocupan respecto de Siria», dijo la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, citando el supuesto apoyo de Damasco a Hezbolá y el palestino Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas).

«Creemos que puede ser de ayuda para aislar aún más a Irán», agregó.

Pero el hecho de que Teherán pueda ser aislado efectivamente queda en duda no sólo por los avances de Hezbolá, sino también por la situación en Iraq, donde esta semana el ejército no encontró resistencia para tomar el control de la zona de Bagdad conocida como Ciudad Sadr, de mayoría chiita.

Se cree que eso fue posible por un acuerdo secreto entre el presidente iraquí, Jalal Talabani, y el general iraní Qassem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, unidad de elite de la Guardia Revolucionaria a la que Washington responsabiliza de la muerte de soldados estadounidenses en Iraq.

El acuerdo prohíbe explícitamente que tropas de Estados Unidos ingresen al área, principal bastión de las milicias lideradas por el clérigo chiíta Moqtada al-Sadr.

Luego de reunirse con Soleimani, Talabani declaró al diario Christian Science Monitor que el comandante de la Fuerza Quds estaba dispuesto a «enviar un pequeño equipo» para «discutir cualquier tema» con Estados Unidos.

La oferta indica que Irán percibe ahora la posibilidad de negociar con Washington desde una posición de fuerza.

Asimismo, crecen las especulaciones sobre la inminencia de un cese del fuego, mediado por Egipto, entre Israel y Hamas, que tomó por la fuerza el control de Gaza en 2007.

Milicias de ese grupo lanzan desde allí ataques con cohetes sobre territorio de Israel, que en represalia realiza periódicas incursiones militares.

También puso en práctica un bloqueo económico total, apoyado por Estados Unidos, que causó una grave crisis humanitaria en Gaza.

La estrategia de Estados Unidos e Israel de aislar a Hamas sufrió un golpe cuando Francia confirmó el lunes que había estado en contacto con los líderes del grupo islamista.

Estos episodios parecen confirmar que la estrategia de Estados Unidos en Medio Oriente ha llevado a la región a un límite. Los actores locales y los aliados de Washington lo han reconocido así y buscaron caminos para llegar a acuerdos, a pesar, o en desafío, de los deseos de la Casa Blanca.

«El acuerdo en Líbano, las negociaciones entre Israel y Siria, la mediación egipcia para un cese del fuego, o han tenido luz verde de Estados Unidos, lo que implicaría un gran cambio en su posición, o no la tuvieron, en cuyo caso se trata de una bofetada en la cara», dijo Daniel Levy, de la Fundación Nueva América, con sede en Washington.

«Creo que muestra la debilidad de Washington antes que un cambio de posición», señaló a IPS Levy, un ex negociador de paz israelí.

Algunos analistas están dispuestos a otorgar a Bush mayor crédito. «Creo que la buena noticia es que más allá de si Estados Unidos jugó un papel positivo, no ha hecho nada para tratar de evitar lo ocurrido», comentó Gary Sick, un experto en Irán de la Universidad de Columbia, con sede en Nueva York.