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Los árabes, la quinta parte de la población, se niegan a acudir a las urnas en Israel

Fuentes: eleconomista.es/soitu.es/Yvke

Los árabes no se fían de los partidos que se disputan el poder y se preguntan qué tipo de derecha escogerá Israel.

Aún no se sabe con certeza si finalmente será el Likud o el Kadima quienes recojan el testigo dejado por Olmert, ni el número exacto de israelíes que acudirán a las urnas para elegir al nuevo inquilino de la Knesset, pero sí quiénes no lo harán. Exactamente un 20% de la población israelí. Lo que viene a ser el total de los árabes que no se fían de los partidos que se disputan el poder y que se preguntan qué tipo de derecha escogerá Israel.

«Livni y Netanyahu son dos caras de la misma moneda», ha llegado a asegurar a agencias Abdel Qader, un ciudadano árabe en referencia a los candidatos que encabezan las dos listas favoritas, uno de los cuales probablemente se convertirá en el próximo jefe o jefa del Gobierno del Estado judío.

Y es que la difíciles relaciones entre el 20% árabe y el 80% judío que componen el estado de Israel pasan por el peor momento de su historia. La razón es muy sencilla: Gaza. Pero, ¿por qué no acuden a las urnas?

Israel: ¿entre una derecha y otra?

Lo cierto es que «Livni ha trabajado para destronar a Hamas y Netanyahu ha prometido hacer lo mismo». Y precisamente son estos dos partidos los máximos aspirantes a ocupar el cargo dejado por Olmert en el gobierno. El otro es ultraderechista Lieberman, azote de los árabes, que apuesta por no devolver las colonias israelíes a Cisjordania y ha anunciado a bombo y platillo que «el plan de paz por territorios ha fracasado siempre».

Además, parece haberse producio un giro ‘hacia la derecha’ en Israel tras la ‘Operación Plomo’ en Gaza. Síntoma de ello es que el partido más reacio a llegar a un acuerdo de paz como lo es el Partido Israel Beiteinu, se ha convertido en la revelación en estas elecciones y se perfila como ‘el partido de coalición’ que decidirá el final de la contienda entre el Likud y Livni.

El programa ultra nacionalista de Yisrael Beiteinu incluye esfuerzos para reducir el número de árabes israelíes mediante un nuevo trazado de las fronteras con un eventual Estado palestino y el aumento de la inmigración judía. Además, el partido dirigió sus críticas contra la minoría árabe de Israel acusándola de ser un «peligro en el interior» y amenazó con retirarle sus derechos ciudadanos si no dan pruebas de «lealtad» al Estado hebreo.

Las grandes formaciones políticas israelíes ya han tomado distancias de Beitenu, pero ninguna, incluidos los laboristas, han descartado contar con ellos. ¿Todo con tal de controlar la Knesset?

«No creo en este país», asegura Kher Fody, un músico y profesor que vive en el casco viejo de San Juan de Acre, habitado en un 95% por árabes y cristianos en armonía, y que está preparando su tercer disco con Walla’at, uno de los grupos más famosos entre los suyos. Dice que en él tocarán palestinos del 48 -árabe israelíes-, del 67 -de Cisjordania y Gaza, ocupadas desde ese año-, del Neguev -al sur del país- y del Golám -al norte-. Kher, que tiene vetado («por mi origen») pedir un crédito para arreglar su casa, tampoco votará: «Nunca lo he hecho».

Kher cree que es fundamental dejarse de nombres y unificar a su gente. «Todos somos palestinos. Unos, como mis abuelos, tuvieron que marcharse a Líbano. Otros se quedaron. Y para las condiciones en las que vivimos (el 54% vive en la pobreza, frente al 15% en el sector judío-israelí), estamos bastante unificados, tenemos nuestro sistema educativo, nuestra cultura, nuestras televisiones y periódicos. Y comprometidos con la causa. Mira, si no, las manifestaciones en contra de la masacre de Gaza. Mientras que en Tel Aviv la más grande reunió a 6.000, en Sakhnin fueron más de 100.000 personas».