Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
La frase que suele utilizarse para alabar a las mujeres es una expresión tradicional heredada que se refiere a ellas como «las hermanas de los hombres».
Sin embargo, esa expresión es a menudo injusta, porque atribuye alabanzas a los hombres que en realidad pertenecen a las mujeres.
Es incluso aún más injusta cuando alguien se atreve a utilizarla para describir a una mujer que está a la vanguardia de la lucha contra Israel y demuestra un coraje excepcional, mientras sus supuestos hermanos continúan buscando acuerdos de paz miserables y desesperados.
Jalida Jarar y Hanin Soabi son dos mujeres palestinas que han pasado sus vidas luchando contra la ocupación israelí, cada una a su manera y cada una de acuerdo con sus circunstancias y hechos objetivos de su situación.
Han conseguido arrancarle a la ocupación todas sus máscaras civilizadas, especialmente en las últimas semanas y meses, mostrándola como realmente es: una entidad fascista y racista que exhibe la impotencia de su poder ante su fuerza de voluntad.
Esto habría parecido menos sorprendente de haber sucedido en una fase distinta a la actual, en la que la causa palestina ha caído a los niveles más bajos en la lista de prioridades árabes e internacionales, mientras las masacres de los déspotas contra sus pueblos, acompañadas de la propagación de las fuerzas oscuras del sectarismo a través de zonas inmensas del mundo árabe, han conseguido una mayor prioridad.
Sin embargo, el arresto de Jalida Yarar en medio de Ramala, que se supone está bajo control de la Autoridad Palestina, y la emisión de una injusta sentencia para mantenerla bajo arresto administrativo durante seis meses, sirven como recordatorio de cuáles deberían ser las prioridades.
Estamos hablando aquí de una mujer que asumió, desde su más temprana juventud, la defensa de los prisioneros palestinos en las cárceles israelíes mediante su trabajo como directora de la organización Damir (Conciencia).
El pueblo palestino demostró la confianza que tenía en ella al elegirla como miembro de la asamblea legislativa, además de su pertenencia al politburó del Frente Popular.
Cuando Israel emitió una orden militar exiliándola a Jericó el pasado mes de septiembre bajo el pretexto de que suponía una grave amenaza para la seguridad, se negó a cumplirlo y respondió de forma que quizá prepare el camino de una amplia revuelta popular contra las autoridades de la ocupación.
Instaló una tienda de campaña para protestar y la gente se concentró a su alrededor. Su reciente arresto es un mensaje claro que dice que Palestina fue y seguirá siendo la primera y última preocupación, no importa lo complicados que puedan ser el resto de conflictos propagados a su alrededor.
Ese mensaje dice también que cada acuerdo de paz que permita que la tierra palestina siga bajo ocupación es una vergüenza y falso cualquier movimiento de resistencia que no se enfrente al ocupante.
Al igual que Jalida Yarar, Hanin Soabi ha estado también plantando cara valientemente a Israel. Y lo hizo en el corazón mismo de las instituciones israelíes, consiguiendo ser la primera mujer que se presentaba como candidata por la Lista Árabe, ganando un escaño en la Knesset en 2009.
Hanin provocó la ira de la mayoría de los israelíes cuando, durante la ceremonia de juramento, optó por salir de la Knesset justo antes de que se tocara el himno israelí, alegando que eso constituía una hipocresía en la que no estaba dispuesta a formar parte.
Su participación en la Flotilla de la Libertad para romper el asedio contra Gaza en 2010 hizo que algunos israelíes pidieran que se le levantara la inmunidad parlamentaria a fin de poder juzgarla y expulsarla de su país.
Grupos de la extrema derecha intentaron, sin éxito, impedirle que se presentara en las últimas elecciones legislativas. Los palestinos del interior (Galilea, el Triángulo y el Negev) mostraron su confianza en ella reeligiéndola para que defendiera concienzudamente sus derechos nacionales y siguiera siendo la espina del cactus en las gargantas de Netanyahu, Lieberman, Eli Yishai y otros miembros de la elite extremista racista israelí.
En esta época de oscuridad e injusticia por todo el mundo árabe, Jalida y Hanin protegen las ascuas de nuestro fuego y guardan lo que queda de nuestros derechos, derechos que nuestros líderes y generales han perdido, todos ellos hombres que no permiten la presencia de una sola mujer entre ellos.
Teniendo en cuenta esta situación, ellas no son las hermanas de esos hombres, que sólo sirven para arrastrarse ante Israel. Quizá la biografía de cada una de ellas exija que se reconsidere el dicho tradicional, para que a un hombre que asume una posición valiente pueda describírsele como el hermano de las mujeres como Jalida o Hanin.
Fuente: http://www.alaraby.co.uk/english/comment/2015/4/16/the-women-of-the-palestinian-resistance
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