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Su consumo puede representar un riesgo para la salud

Los consumidores y los productos transgénicos

Fuentes: Rebelión

Los organismos genéticamente modificados (OMGs), o transgénicos, pueden ser plantas, animales, hongos o bacterias a las que se le introducen genes de especies distintas, manipulando su secuencia genética con la finalidad habitual de obtener mayor resistencia, eficacia o productividad en su cultivo o cría, así como posibles valores añadidos en su transformación o elaboración, lo […]

Los organismos genéticamente modificados (OMGs), o transgénicos, pueden ser plantas, animales, hongos o bacterias a las que se le introducen genes de especies distintas, manipulando su secuencia genética con la finalidad habitual de obtener mayor resistencia, eficacia o productividad en su cultivo o cría, así como posibles valores añadidos en su transformación o elaboración, lo que incrementa su posible rentabilidad económica y las perspectivas de beneficios para los productores y comercializadores de los mismos.

El rechazo de FACUA

Consumidores en Acción – FACUA, se opone la comercialización de estos productos por razones de responsabilidad para la salud humana y la del planeta.

La motivación de nuestro rechazo se sustenta en la más elemental aplicación de dos principios que entendemos fundamentales para la seguridad de los consumidores y usuarios y para nuestro propio entorno, como son el principio de precaución y el principio de información, cuestiones básicas y comprensibles y para las cuales no existe una respuesta ni científica ni comercial que garantice los derechos de los consumidores.

En tal sentido FACUA considera necesario oponerse a la producción indiscriminada y a la comercialización de los productos manipulados genéticamente en base a los siguientes posicionamientos:

1. El necesario principio de precaución supone la prevención ante la producción y comercialización de productos transgénicos dada la ausencia de certeza científica sobre la inocuidad ambiental y sanitaria del cultivo y consumo de estos productos y las dudas más que razonables sobre los posibles daños irreversibles que pudiera provocar sobre la salud de las personas o sobre el equilibrio natural del Planeta.

2. La ausencia de información suficiente al consumidor sobre su presencia, sólo prevista a partir de determinados niveles que consideramos excesivos, y sobre los efectos, aún imprevisibles, al objeto de que el consumidor pudiera adoptar una decisión libre y consciente sobre su consumo. Los actuales criterios de información y etiquetado actuales no garantizan que el consumidor que así lo quiera pueda excluir de su dieta los OMGs.

Además, la demostrada capacidad de expansión y contagio de estos productos transgénicos, amenaza al resto de la producción agrícola y alimentaria mundial no transgénica y resta credibilidad a cualquier información que el productor pueda facilitar al respecto.

3. Por otro lado, resultaría sumamente peligroso el acaparamiento de la producción alimentaria mundial en manos de unas cuantas multinacionales del sector, propietarias de las patentes de las semillas, y que tendrían un poderoso instrumento para decidir sobre el destino de y las cuestiones más trascendentales de la economía mundial. Sin embargo, tal acaparamiento puede ser un hecho en el caso de que se generalice la producción de organismos modificados genéticamente.

El actual etiquetado no es la solución

Los actuales criterios de información y etiquetado no garantizan que el consumidor que así lo quiera pueda excluir de su dieta los productos transgénico. Con la normativa vigente se establece que sólo aquellos productos que contengan OMGs en porcentaje superior al 0,9 % están obligados a declararlo en su etiqueta, porcentaje que se reduce al 0,5% en los casos de productos transgénicos evaluados técnicamente pero aún pendientes de autorización.
Desde FACUA entendemos que estos límites son insuficientes y condenan al consumidor a la ignorancia en los supuestos en que la presencia de OMGs son menores, aún cuando es técnicamente posible detectarlos hasta en un 0,1%. Por ello, y para preservar con todo rigor el principio de información, FACUA exige la obligatoriedad de la información desde ese porcentaje mínimo.

Además, se admite que los productos envasados anteriormente no cumplan las exigencias de etiquetado expuestas hasta que caduquen, facilitando la presencia en el mercado de productos que contienen OMGs por encima de los umbrales citados sin que se proporcione esta información al consumidor durante un considerable período transitorio. Tampoco se obliga a que se traslade información alguna a los consumidores en los casos de animales para posterior consumo humano que hayan sido alimentados con productos que contienen OMGs.

El riesgo de los transgénicos

Para responder a este tema habría que plantear antes una pregunta razonable y coherente con la obligación de proteger la salud de las personas y el equilibrio de nuestros ecosistemas: ¿Alguien ha demostrado fehacientemente que los productos modificados genéticamente no representan ningún riesgo para nuestra salud?.

Las razonables dudas científicas sobre la existencia de tales riesgos, tanto para la salud humana como para el medio ambiente, son más que suficientes, y tienen el suficiente calado como para exigir una inversión de la carga de la prueba sobre aquellos que están implantándola y extendiéndola de forma indiscriminada.

Por ello consideramos que no es admisible que se acepte y se fomente su producción y comercialización en tanto no quede acreditada que no tendrá efectos perniciosos. Por ello se deben
adoptar todas las medidas para impedir su extensión generalizada en tanto que no haya constancia cierta y probada de su inocuidad, algo que a estas alturas puede empezar a descartarse aunque sólo fuera por su demostrado impacto ambiental y su potencial riesgo para la biodiversidad del Planeta.

El problema no es la falta de recursos

La calidad de vida en los países subdesarrollados es susceptible de mejora con otros planteamientos, menos demagógicos que los que tratan de ofrecer a los productos transgénicos como la panacea para paliar el hambre en el Mundo, pues dicha hambre está más relacionada con el injusto reparto de la riqueza y la histórica y vigente expoliación de sus recursos naturales y económicos por los «países desarrollados».

En la Tierra no faltan recursos para garantizar una digna alimentación y calidad de vida a la población mundial. El problema es que la inmensa mayoría de los recursos del planeta son utilizados por el 20% de la población que sometida a la incitación consumista, despilfarra en muchas ocasiones tales recursos, que bien distribuidos llegarían al 100% de la población mundial

En este contexto, probablemente, los OMGs pueden ser un instrumento más para incrementar la dependencia económica de los países del llamado Tercer Mundo y una oportunidad de las multinacionales, para incrementar sus beneficios económicos a costa de poner en riesgo una vez mas la salud de las personas y del planeta.

Las multinacionales tratan de maquillar, bajo una capa distorsionada de supuestos argumentos éticos y de interés general y humanitario, la presunta necesidad de continuar implantando la producción transgénica de una manera indiscriminada en todo el mundo.

Finalmente y como complemento de todo lo señalado hasta ahora, no está ni tan siquiera demostrada la utilidad de los transgénicos para garantizar la alimentación de la población mundial, ya que diversos estudios cuestionan el rendimiento real y la estabilidad genética de los cultivos transgénicos y ponen en seria duda su primacía sobre la producción convencional.

Francisco Sánchez Legrán, presidente de Consumidores en Acción – FACUA España