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Palestina y la paz

Los desafíos inminentes

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés por Sinfo Fernández

(Ensayo extraído del discurso que la Dra. Ashrawi pronunció en el Centro Palestino en Washington, DC, el 24 de abril de 2007.)

Todo el mundo está hablando sobre cómo administrar la crisis [en Palestina] y sobre cómo controlar los daños y si las realidades palestinas podrán o no sostenerse y de quién está haciendo qué, y así suma y sigue, sin realmente contemplar la cuestión auténtica de si existe o no oportunidad para la paz. Sí, todos estamos de acuerdo en que, en efecto, corren tiempos difíciles y todos sabemos que las terribles Ds o las atroces Ds han hecho de nuevo su aparición. Vemos en Palestina un proceso de des-desarrollo, de de-construcción. Vemos devastación, privaciones y, cómo podría ser de otro modo, todo ello lleva a actitudes o a estados de ánimo de abatimiento y desesperación. Todos estos sentimientos no conducen a la paz. Bien, aparte de todas estas terribles o atroces Ds, ¿hay una oportunidad para la paz? A pesar de las dificultades, a pesar de los problemas ¿hay alguna esperanza? En estos momentos, eso requiere una confluencia de diversos factores que tendrían que ir coronados por la voluntad política de intervenir positivamente y de hacer algo para cambiar las realidades sobre el terreno. Por eso, trataré esta tarde de referirme a qué cosas funcionan o ayudan y cuáles no lo hacen cuando lo que realmente queremos es buscar la paz, situándolas en contextos diferentes: el palestino, el regional y el internacional o global.

Ahora veamos lo que no sirve. Desde luego, todos sabemos por experiencia que lo que no funciona es el desenganche o la no-retirada. Al igual que la naturaleza, cualquier conflicto ofende, rechaza y aborrece el vacío. En cualquier conflicto, donde hay un vacío, especialmente un vacío político, la violencia se apodera y llena ese vacío. El extremismo llena ese vacío. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido, constatando que desde el año 2000 no ha habido proceso de paz, que los EEUU han mantenido las distancias y que no se ha producido intervención genuina alguna en aras a re-legitimar la paz. Por eso, mantener las distancias es ciertamente muy contraproducente cuando no destructivo. En casos de conflicto, se necesita voluntad política para intervenir con eficacia.

Lo que tampoco ayuda es la selectividad. Trataré de hablar con rapidez para poder disponer tiempo para preguntas o debates. La selectividad y la exclusión o la exclusividad no funcionan. Desde luego, en Palestina el hecho de que los demás decidieran que Hamas no era un interlocutor aceptable o un resultado aceptable del proceso democrático ha tenido secuelas serias, de las cuales no es la menor la de haber socavado la democracia en Palestina a consecuencia del grado de hipocresía mostrado: pueden tener elecciones siempre y cuando elijan a la gente que nos gusta o si nos garantizan los resultados. En Palestina, celebramos elecciones en duras condiciones. Estábamos bajo ocupación y, por supuesto, con un pueblo traumatizado y dolorido y sometido constantemente a la violencia y a la intensificación del conflicto y de la ideología, que eligió a quienes les ofrecen respuestas ante ese trauma y dolor. Y puedo asegurarles que si fuéramos un estado soberano y pacífico, estarían contemplando en Palestina un sistema ilustrado, pluralista, multipartidista y eficaz. De cualquier forma, tenemos los resultados de esas elecciones. No sólo fueron boicoteados sino que además se obsequió con sanciones al pueblo palestino, lo que es de nuevo una ironía porque, por primera vez en la historia, se tenía a un pueblo bajo ocupación y bajo sanciones al mismo tiempo, mientras que Israel ha estado durante décadas violando el derecho internacional, despreciando la voluntad de la comunidad internacional sin sanción alguna, a veces incluso con total inmunidad. Pero como los palestinos eligieron a la gente equivocada, ahora están bajo sanciones. Y ahora, tras la iniciativa de La Meca, que se ha plasmado en forma del denominado gobierno de unidad nacional -en algunas ocasiones yo lo llamo gobierno de coalición-, la selectividad aparece respecto a los individuos: con quién hablar y con quién no hablar, quién merece diálogo y atención personal y quién no o quién es Kosher y quién no lo es. Desde luego, todo eso ha tenido de nuevo efectos sobre la economía, sobre la paz, sobre la moderación en Palestina.

Por toda la región pasa lo mismo. No puedes seleccionar un pueblo con el que hablar porque te viene bien hacerlo así y excluir a los demás. No puedes decir, sí, Siria e Irán están fuera del reino verbal, pero todos los demás son compañía apta. Si quieres negociar con toda la región, debes hacerlo de forma integrada y pronto hablaremos de eso. Desde luego, el estudio Baker-Hamilton ofreció varias orientaciones sobre cómo avanzar. Puede que no sea perfecto, pero al menos es mucho más intuitivo que otras actitudes y estudios. Siria ha estado manifestando: «Lleguemos a un acuerdo. Queremos conseguir la paz. Hablen con nosotros. Negociemos.» E Israel reaccionó con el mayor de los horrores, con pavor. ¿Cómo se atreve Siria a proponer negociaciones? Por eso, en un sentido hay opciones, hay posibilidades, pero, ¿dónde están los que se atrevan a adoptarlas? Esa es la pregunta real.

Desde luego, a la inversa, lo que funciona es un enfoque integrado y global tanto hacia la región y hacia todos sus actores como hacia el proceso de paz en sí mismo, incluyendo todos los actores importantes de la región sin que importe si te gustan o no. A diferencia de los amigos, los interlocutores y los socios en las negociaciones no son gente a las que tengas que querer. Y tampoco tienes que optar por ellos o casarte con ellos o cualquier otra cosa. Por lo tanto, necesitas poder hablar con todo el mundo. De nuevo, el proceso de paz tiene que ser inclusivo en cuanto a todos los temas que abarca. No puedes negociar sólo con algunas zonas de la tierra árabe. Tienes que negociar con todas. Y en lo que respecta a los palestinos, tienes que hablar con todos los interlocutores palestinos, con esos que han sido elegidos por el pueblo palestino. Y justo ahora, afortunadamente, todos sabemos que la OLP es el partido en el poder con el que negociar, y la presidencia tiene el mandato para negociar en nombre del pueblo palestino. No hay razón para no entablar esa negociación. Utilizar el pretexto que Israel ha usado durante los últimos seis a siete años -que no hay socios con los que negociar- es completamente inútil porque hay una sociedad clara y una dirección a la que se le ha mandado convenientemente negociar.

Por supuesto, también tenemos la iniciativa árabe. Puede que no sea perfecta, pero está ahí. Es un enfoque global. Representa una oportunidad para Israel y para el resto del mundo de lograr una paz global con todos los países árabes a bordo, y esto es algo que deberían recoger y a lo que deberían sumarse en lugar de mirarlo con desánimo y sospechas.

Lo que tampoco funciona es la descontextualización. Esto es especialmente verdad cuando abordamos el tema de Iraq y el tema del Líbano -el atolladero iraquí y la debacle libanesa, por supuesto- y las lecciones obtenidas de esas dos experiencias. La región no es una serie de entidades o unidades diferenciadas o aisladas. Está compuesta de un conjunto de relaciones y tiene una opinión pública interactiva que es muy abierta y fácilmente influenciable por los acontecimientos, muy politizada y muy crítica. Estoy segura que todos Vds. conocen esa realidad. No creo que haya una opinión pública que sea tan política, tan crítica y que se implique tanto como la palestina y la árabe. Y, por supuesto, les afecta enormemente todo lo que sucede. El aumento de la violencia y el extremismo es debido al fracaso de las voces moderadas y al fracaso de un voluntad que produzca una paz justa que funcione. De nuevo, las lecciones aprendidas de Iraq y Líbano deberían indicarnos que el poder militar tiene sus limitaciones, especialmente en la región, cuando estás luchando contra fuerzas no regulares o contra una población civil cautiva. No importa cuán fuerte pueda ser tu ejército; no hay posibilidad de que puedas derrotar la voluntad de un pueblo o derrotar a fuerzas no regulares. Puedes bombardear, disparar, destruir, matar a miles, pero al mismo tiempo [si] hay un pueblo decidido a liberarse, serán finalmente libres a menos que los elimines a todos. Y si hay fuerzas no regulares, no puedes derrotarlas utilizando un ejército fuerte y eso ha quedado muy claro a partir de las experiencias en Líbano y en Palestina.

Los peligros del unilateralismo se hicieron palpables tanto en la retirada del sur del Líbano como en la retirada de Gaza al insistir en negar al socio para la paz, si insistes en negar al otro y proclamas que no hay un socio para hablar y actúas unilateralmente. Todos sabemos que el unilateralismo es una receta o un eufemismo para una política de poder. Es el dictado de la voluntad de los fuertes sobre los débiles porque sólo los fuertes pueden permitirse el lujo de ser unilaterales, y hemos visto eso en Iraq, especialmente cuando se traslada el unilateralismo como doctrina estratégica de ataque preventivo que es una intervención militar negativa. Y volviendo a las resoluciones de Naciones Unidas, por primera vez, Israel y EEUU tuvieron que ir a las NNUU y pedir una resolución de Naciones Unidas y, al mismo tiempo, pidieron tropas internacionales sobre el terreno. Todos estos son precedentes y tienen que ser entendidos de nuevo en un determinado contexto. No pueden ser una guía en muchos sentidos sino una serie de indicadores y sugerencias de cómo resolver la cuestión palestino-israelí.

Otro aspecto que tampoco funciona es la polarización y el dualismo en la región. Desde luego, quienes insisten en dividir la región en ángeles y demonios o en ejes de extremistas versus un cuarteto de moderados o la división entre sunníes y chiíes no están entendiendo las muy complejas realidades ni los matices de la realidad de la región. Y, desde luego, eso hace que sea más difícil comprometerse de forma genuina y tratar de encontrar soluciones. Puede que les resulte muy conveniente adjudicar etiquetas y permitirles atar cabos pero no les van a indicar cómo manejar la realidad. Y francamente, nosotros, como palestinos, no queremos ser una parte de ningún eje y alianza. Queremos ser libres para comprometernos con todo el mundo y para tratar también con la región como un modo de relajar sus controles sobre la realidad de la región.

En el interior de Palestina, de nuevo vemos ese dualismo y polarización. Las últimas elecciones probaron que la sociedad palestina está intensamente polarizada. Y estoy diciendo esto porque Fayyad Salam (Ministro palestino de Finanzas) y yo estamos en la Tercera Vía, como saben. Salam estuvo aquí la pasada semana. Pero la polarización estaba muy clara entre Fatah y Hamas, entre la gente que tenía milicias, la gente que tenía ideologías extremas, etc… La tercera alternativa, incluyendo la vieja izquierda tradicional, no es numéricamente importante. Podemos ser importantes cualitativamente pero cuantitativamente no somos decisivos. Sin embargo, esta clase de polarización refleja un cierto mal funcionamiento. No quiero decir disfunción. Disfunción es lo que tiene el sistema político israelí. Tenemos un mal funcionamiento del sistema político, y se produjo a expensas del sistema político plural multipartidista. De nuevo encontramos polarización entre el gobierno y la presidencia, que habíamos confiado en superar con el nuevo gobierno.

Y una vez más, tenemos los extremos entre Gaza y Cisjordania. Están tratando con Gaza como si fuera una realidad diferente, no sólo una entidad geográfica, como si fuera el estado palestino, y Cisjordania estuviera más disponible, más abierta a la controversia. Y este denominado gobierno de unidad nacional, en vez de compartir el poder de forma genuina, se convirtió en algo así como una especie de gobierno de coalición o en un reparto de puntos, beneficios y privilegios, y eso es de nuevo perjudicial para el desarrollo político.

Lo que tampoco sirve es dejar las cosas para después, estableciendo más etapas transitorias, como siempre. Todo el concepto de un estado con fronteras transitorias o lo que se denomina estado transitorio es un concepto muy extraño. No creo que se haya aplicado nunca en parte alguna. No existe algo como un estado con fronteras transitorias y confío en que no se lance eso desde el léxico de política y la región. No podemos tener un estado con fronteras transitorias y no podemos tener más transiciones, que no sirven más que para que Israel compre tiempo para crear realidades nuevas y continuar con la expansión de asentamientos, con la construcción del muro, con la anexión y transformación y cautiverio de Jerusalén. Todas esas cosas no pueden continuar porque violentan los cimientos de la paz. Cuando se le deja unilateralmente a Israel el campo libre para que predetermine su destino y sus resultados, precisamente se están destruyendo en ese mismo momento los cimientos para la paz.

Y, desde luego, hablemos también del el doble rasero de EEUU. En el momento actual, el doble rasero estadounidense es el de uno más uno. Conseguir que [el Primer Ministro israelí Ehud) Olmert y [el Presidente palestino] Mahmoud Abbas hablen mano a mano, palestinos e israelíes, sobre los temas de seguridad y las condiciones de libertad de movimiento y las condiciones de vida, etc… Ya hemos intentado eso antes. Cuando hablas de condiciones, cuando hablas de condiciones de vida, cuando hablas acerca de la determinación de Israel sobre sus condiciones de seguridad, esa es una fórmula que lleva no sólo a la parálisis sino también a la regresión. Hasta el momento, esos encuentros no han dado ningún resultado. Recuerden cuántas reuniones hemos celebrado antes y cómo se suponía que cuestiones como la liberación de prisioneros y otras debían resolverse y no fue así. Por eso, aumentas las expectativas, no te reúnes con ellos y la decepción puede ser extremadamente peligrosa. No funciona el uno más uno. Sabemos que el bilateralismo sólo lleva a que se imponga la voluntad de los poderosos.

Ahora tenemos un cuatro más dos. Israel pidió el cuatro más dos, que es a lo que ellos llaman el Cuarteto Árabe más Israel y Palestina. Este es otro término para llegar a la normalización. Israel quiere ser reconocido, quiere ser aceptado en el mundo árabe; sí, hablemos, adoptemos como base la iniciativa árabe, pero para cambiarla después, porque tenemos reservas sobre el derecho al retorno, sobre Jerusalén y sobre los asentamientos pero nos encantaría encontrarnos con Arabia Saudí, por ejemplo… De esa forma, el cuatro más uno es otra fórmula para la normalización.

Y después tenemos también el cuatro más cuatro más dos, que es el Cuarteto habitual más el Cuarteto Árabe con Palestina e Israel. Entonces, ¿cuál es la diferencia con la conferencia internacional? En ese caso, ¿por qué no ir directamente a la conferencia internacional? Reunamos una coalición de los que desean la paz y veamos si hay diferencias. Entonces, ¿qué es lo realmente útil? Dar pasos rápidos, valientes y decisivos hacia los temas del estatuto permanente que todos conocemos; no necesitamos volver a inventar la rueda. No tenemos mucho tiempo.

En estos momentos todo el mundo se pregunta en Palestina: ¿Cuánto va a durar este gobierno? Desde 1994 y hasta el momento, la vida media de cualquier gobierno palestino ha sido de alrededor de once meses a un año. Por eso, creo que este gobierno estará llegando muy pronto a su fin, probablemente hacia finales de año si se mantiene dentro de la media. Ahora bien, ¿cómo terminará este gobierno? ¿Cuánto durará? Depende de otros factores, pero si hay acuerdo, este gobierno podría estar preparando elecciones. Las elecciones no pueden tener lugar sin un consenso, sin el acuerdo de todos los partidos implicados, especialmente Hamas y Fatah. Por eso, quizá entre este momento y hasta finales de año pueda haber elecciones si todas las partes se convencen de que unas elecciones anticipadas pueden ser convenientes, o puede que estén preparando un nuevo tipo de gobierno por el que ya hemos abogado antes: un gobierno de profesionales, de nacionalistas independientes y no un gobierno de facciones porque el faccionalismo ha ido en detrimento del desarrollo de un programa nacional.

Tengamos un gobierno de profesionales, de independientes que no pongan los intereses de facción por encima de los intereses nacionales y que sean capaces de construir un sistema de meritocracia. No queremos que sean, ya saben, políticos brillantes. Queremos que empiecen a proporcionar servicios al pueblo. Eso es lo que necesitamos y necesitamos construir instituciones. También hay otra opción. La tercera opción, por supuesto, una opción horrible de descomposición y violencia, teniendo especialmente en cuenta el hecho de que hay gente que está haciendo acopio de armas, esto no es ningún secreto. Deberíamos tener mucho cuidado con eso y ser conscientes de ello.

Desde luego lo que no ayuda nada es violar el imperio de la ley. En el proceso de paz, no puedes violar el derecho internacional y el derecho humanitario internacional. No puedes establecer asentamientos y permitir que se extiendan y no puedes permitir la construcción del muro y la anexión de Jerusalén. No puedes empezar negando la 194 [Resolución de Naciones Unidas] y los derechos de los refugiados palestinos y entonces decir: «Bien, ahora que ya hemos hecho todas esas cosas, empecemos a negociar», porque eso le quitaría la legalidad a ese proceso de paz, le quitaría sus cimientos en el derecho internacional. Y lo mismo para Palestina, también necesitamos el imperio de la ley. Y el imperio de la ley exige en primer lugar una reforma de la seguridad. Es decir, que no tenemos que volver a inventar la rueda, sólo echarla a rodar.

Las fuerzas de seguridad no pueden ser fuerzas políticas, deben estar despolitizadas y no deben estar implicadas en ninguna cuestión financiera. Deben reformarse también en cuanto al número de efectivos. Las milicias tienen que disolverse, incluida la fuerza ejecutiva. No considero la fuerza ejecutiva como un servicio legitimado de seguridad. Es una milicia a la que se le dio el título de fuerza de seguridad. Deben requisarse todas las armas ilegales. Debe regularse el uso de armas, sobre todo en Gaza. Los servicios de seguridad deben convertirse en agencias que fortalezcan la ley en lugar de centros de poder para señores de la guerra y tribus. Debemos desprendernos del tribalismo.

Si no hay un imperio de la ley, si la gente no puede recurrir a la justicia, con las cosas que han sucedido, especialmente en Gaza, todo acabará en venganzas. Hay muchas familias que tienen sus propias milicias, ya que como consecuencia, una vez más, de las privaciones económicas, las milicias se han convertido para algunos hombres jóvenes en una vía para sobrevivir. Por eso, si no dispones de garantías jurisdiccionales, si la gente no puede recurrir a la ley, en ese caso, claro que se van a tomar la justicia por su mano, y la venganza, dentro de un sistema tradicional tribal, continuará siendo la principal motivación.

El Consejo de Seguridad Nacional tiene que ser un consejo creíble y efectivo y no, otra vez, una combinación de dirigentes y bases de poder. El caos y los secuestros tienen que terminar. No podemos continuar diciendo que queremos construir un estado y al mismo tiempo actuar fuera de la ley y secuestrar a periodistas y a otras gentes. En relación a Israel, tiene que haber claramente una confirmación y una extensión del período de calma que incluya también a Cisjordania. Todas esas incursiones de los últimos días han causado la muerte de nueve palestinos. Las incursiones siguen en marcha en Cisjordania, la destrucción, los raptos, todo eso tiene que parar. Necesitamos llevar a cabo un intercambio de prisioneros con Israel, que tiene que terminar con las tomas de rehenes porque los miembros del Consejo Legislativo Palestino y los miembros del gabinete han sido también raptados como si de rehenes se tratara. Por eso, necesitamos un intercambio de prisioneros rápido y decisivo. Y una vez más, lo que no funciona es la lógica de la violencia. Todos sabemos eso, ya sean asesinatos, incursiones, enfrentamientos entre palestinos o en la región; ya sea la guerra de Iraq y la denominada guerra contra el terrorismo.

Lo que funciona es la lógica de la construcción nacional y de la reconstrucción y la paz. Necesitamos la revitalización económica de Palestina si estamos dispuestos a implicarnos en un auténtico proceso de paz. En primer lugar, la comunidad internacional tiene que levantar las sanciones y el asedio, [y] en segundo lugar, devolver los fondos, los fondos palestinos que Israel retiene. EEUU también tiene que levantar las restricciones bancarias y la UE debe terminar con el TIM. No sé si conocen los Mecanismos Internacionales Temporales (TIM, en sus siglas en inglés). La UE adoptó el TIM como una forma para evitar entrar en contacto con el gobierno. Por eso, el TIM es un mecanismo por el cual se da dinero directamente a la presidencia o a los pobres o a quien sea y así se circunvala al gobierno. De nuevo esto ha causado estragos en el sistema económico nacional palestino porque con esa vía no hay ni transparencia ni responsabilidad posibles, y así se ha destruido al Ministerio de Hacienda y todos los procedimientos de transparencia y control. Necesitamos volver a la agenda del desarrollo, a la agenda de la construcción nacional más que a la agenda de la ayuda y caridad y asistencia social y ayuda de emergencia, etc… Los palestinos tienen que volver a una contabilidad unificada del tesoro, a restaurar la transparencia y el control, a recibir sus salarios y a terminar con la parálisis de las instituciones públicas.

Se acaba de declarar otra huelga en los servicios civiles. Necesitamos poder proporcionar servicios esenciales. La sanidad y los servicios educativos están sufriendo una regresión en niveles muy graves. Necesitamos desarrollar medidas serias de reformas, reducir las cifras tanto de funcionarios como en los efectivos de seguridad. La reforma requiere de una comisión de alto nivel que disponga de un mandato adecuado, que se forme de acuerdo con la ley y a la que se dote de los poderes apropiados para poder desarrollar las reformas. Lo último que se necesita es una reforma que, de nuevo, suponga un reparto del botín donde Hamas acuerde que tendrá tantos candidatos entre los funcionarios, tantos en la seguridad, tantos embajadores y tantos gobernantes, y Fatah lo mismo con los suyos. Eso no es una reforma. Por eso es por lo que demandamos una comisión de alto nivel dotada de poderes para llevar a cabo las reformas que no tenga intereses creados y que no represente un conflicto de intereses.

Desde luego, necesitamos dotarnos de poderes internos y de buen gobierno. No podemos separar, de nuevo, la construcción de la nación del proceso de alcanzar la paz. La comunidad internacional no debe pensar que exigir concesiones políticas de Hamas es el único logro; que esa es una vía para que Hamas pueda conseguir legitimidad y hacer que marche el proceso de paz, que es exactamente lo que ha estado sucediendo. La agenda política de Hamas ha sufrido realmente serias transformaciones. No sé si son conscientes de eso, pero han aceptado la solución de los dos estados. Han aceptado el período a largo plazo de calma y alto el fuego. Han aceptado todo eso. Han reconocido los acuerdos firmados, la legitimidad árabe, la legitimidad internacional, etc… Todo lo que le han pedido, todo lo han hecho. Pero esa no es la cuestión auténtica. Para mí, la cuestión auténtica es ¿cuál es la naturaleza de la sociedad palestina? Esto es algo que la gente ignora. ¿Qué clase de sociedad vamos a construir? ¿Vamos a construir una sociedad abierta, plural, tolerante o vamos a volver a un sistema ideológico cerrado? Eso es lo que queremos saber. ¿Hay un acuerdo entre Fatah y Hamas a expensas del pueblo? Debo decir ahora con todo candor que los palestinos hemos sido siempre muy protectores y posesivos de nuestros derechos fundamentales y libertades básicas. Y no consentiremos -y lo repito- no consentiremos la destrucción de libros o cuentos tradicionales. Y no consentiremos en que se prohíba el dakbeh o la música por considerarla inmoral. Y no consentiremos que se hagan volar los cibercafés o que se golpee a las muchachas a causa del código de vestimentas en Gaza o que se quemen colegios. Acaban de quemar el colegio americano en Gaza.

Por eso lo que necesitamos hacer, que es lo que la sociedad civil está haciendo, es resistir ante cualquier intento de capturar a la sociedad palestina y transformarla por la fuerza en un sistema ideológico ignorante, cerrado y regresivo. Por eso hacemos un llamamiento, mediante otro mecanismo, para que se cree un consejo nacional para la cultura, educación y las artes. Esos son los legados de las generaciones futuras. No podemos dejarlos a merced de un partido u otro o de las preocupaciones estrechas o ideologías mezquinas de un partido u otro. Ese consejo estará encargado de los planes de estudios antes que cada partido los manipule para ajustarlos a sus objetivos. Y en cuanto a la justicia social, necesitamos una comisión de la mujer y un consejo de información.

Lo que menos importa ahora es la solución de los dos estados. Lo que necesitamos hacer para el proceso de paz, para un rápido, decisivo y global proceso de paz, es definir los objetivos y movernos con rapidez dentro de un período de tiempo establecido con mecanismos de control y verificación, con seguridades y garantías internacionales y con una reconstrucción y planes de desarrollo integrales. Si no se unen todos esos factores y sólo se utiliza la iniciativa árabe como centro de atención, no llegaremos a ninguna parte. El horizonte político no debe ser ese del que todo el mundo habla de una línea que se aleja en la distancia. En última instancia, debe ser un paisaje auténtico para la paz.

La Dra. Hanan Ashrawi es miembro del Consejo Legislativo Palestino y fundadora y presidenta del comité ejecutivo de La Iniciativa Palestina para la Promoción de la Democracia y el Diálogo Global (MIFTAH, en sus siglas en inglés). Fue con anterioridad Ministra de Educación Superior e Investigación, así como portavoz palestina.

Enlace texto original en inglés:

www.counterpunch.org/ashrawi04282007.html

Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión y Cubadebate