Traducido para Rebelión por Manuel Talens
He aquí los errores más habituales que cometen los israelíes:
1. Son incapaces de comprender que no existe diferencia esencial alguna entre Tel Aviv y un asentamiento en Cisjordania.
2. Creen que la creación del estado de Israel fue un resultado del Holocausto.
3. Se consideran inocentes y, por ello mismo, víctimas del conflicto israelopalestino.
4. Creen que viven en una democracia y, por lo tanto, que sus atrocidades son legítimas.
5. Están convencidos de que viven en una sociedad abierta que goza de diversidad política e ideológica.
6. Creen que el gueto es algo del pasado.
7. Están convencidos de que el concepto de ‘estado judío’ es algo legítimo.
8. Piensan que Israel es un refugio para todo el pueblo judío y la mejor respuesta al antisemitismo.
9. Se consideran humanistas.
10. Están seguros de que Israel es inmortal.
A través de la historia relativamente corta del nacionalismo judío, muchos judíos han logrado encontrar defectos en la filosofía sionista. Muchos se han separado del sionismo. A partir de la creación del estado de Israel, numerosos israelíes ha abandonado el país y otros muchos del mundo entero han unido sus fuerzas con el movimiento palestino de liberación. Por otra parte, son los israelíes quienes todavía no logran comprender que las diez creencias enumeradas aquí arriba son errores graves, en verdad nefastos.
Sería posible preguntar si son únicamente los sionistas quienes cometen estos errores esenciales o si son todos los israelíes. Como respuesta, yo argumentaría que el pueblo israelí es sionista, incluso si sabe muy poco lo que es el sionismo. La mayor parte de los israelíes nacieron en una realidad colonial y racista. Son educados para mantener el sionismo, no para ponerlo en entredicho. Esta aceptación ciega de una de las visiones del mundo más radicalmente chovinistas convierte a los israelíes en candidatos imposibles de cualquier forma de negociación pacífica.
Los errores explicados en detalle
1. Son incapaces de comprender que no existe diferencia esencial alguna entre Tel Aviv y un asentamiento en Cisjordania.
La mayor parte de los israelíes consideran que los colonos y los establecimientos judíos en los ‘territorios ocupados’ son un obstáculo en el camino hacia la paz. Desde el interior de su egocéntrico universo, los israelíes en general y la denominada ‘izquierda’ sionista en particular están convencidos de que una retirada de las fuerzas armadas israelíes a las líneas fronterizas anteriores a 1967 les garantizaría la paz. La única explicación inteligible de esta falsa idea común consiste en que fue sólo después de 1967 cuando los israelíes se encontraron cara a cara con los palestinos que habían ‘limpiado’ étnicamente en 1948 (de repente, ‘aparecieron’ en los nuevos territorios ocupados). A los israelíes les gusta creer que lo que no ven no existe. Todavía se niegan a reconocer que la ‘causa palestina’ se basa en la justificada exigencia de regresar a su patria.
La semana pasada, Nabil Sha’ath, uno de los ministros de la Autoridad Palestina, hizo la siguiente declaración acerca del ‘derecho al retorno’:
La hoja de ruta patrocinada por EE.UU. para la paz en Oriente Próximo garantiza el derecho de los refugiados palestinos a regresar a sus casas en Israel o a las tierras conquistadas en la Guerra de los seis días en 1967. (www.haaretz.com, 16 de agosto de 2003)
Veamos ahora algunos comentarios de las principales figuras políticas israelíes:
[A los refugiados] nunca se les permitirá regresar a Israel. (Avi Pazner, portavoz del gobierno israelí, www.haaretz.com, 17 de agosto de 2003)
Cualquier avance en la hoja de ruta dependerá de si los palestinos abandonan el derecho al retorno a las tierras en el interior de Israel. (Dan Naveh, ministro israelí de Sanidad, www.haaretz.com, 17 de agosto de 2003)
[Los palestinos] siguen exigiendo algo que nunca lograrán. (Shimon Peres, presidente del Partido Laborista, www.haaretz.com, 17 de agosto de 2003)
Todos los partidos políticos de Israel están unidos contra el derecho al retorno de los palestinos a Israel. (Matan Vilnai, diputado laborista, www.haaretz.com, 17 de agosto de 2003)
Israel y la Autoridad Palestina tienen un interés común en encontrar soluciones para el problema de los refugiados dentro de las fronteras de un estado palestino, no en Israel. (Ran Cohen, diputado del Meretz, www.haaretz.com, 17 de agosto de 2003)
Como se ve, los políticos israelíes todavía no saben en qué consiste la causa palestina. Siguen a la espera de que los palestinos abandonen unos derechos totalmente legítimos. En la práctica, esperan que los palestinos se olviden de que son palestinos, lo cual no es más que un deseo optimista, diría yo, pues nunca abandonarán su derecho al retorno. Nunca abandonarán la resistencia contra el colonialismo sionista. Y menos ahora, cuando cada vez cuentan con más apoyo en todo el mundo. Cada palestino sabe que el sionismo busca convertir toda Palestina en tierra judía. En ese sentido, la ciudad de Tel Aviv, situada parcialmente en tierras palestinas confiscadas (Yafo, Abu Kabir, Sheik Munis, etc.), y Elon More, un asentamiento en Cisjordania, son la misma cosa: se trata de colonias judías en tierra palestina.
2. Creen que la creación del estado de Israel fue un resultado del Holocausto.
En primer lugar, he aquí algunas citas elocuentes:
Un judío criado entre alemanes puede asumir costumbres alemanas, palabras alemanas. Puede impregnarse por completo de ese fluido alemán, pero el núcleo de su estructura espiritual será siempre judío, porque su sangre, su cuerpo, su tipo físico racial es judío. (Vladimir Jabotinsky, A Letter on Autonomy , 1904. Jabotinsky es el mentor ideológico de la derecha israelí.)
Yo también, como Hitler, creo en el poder de la idea de la sangre. (Chaim Nachman Bialik, The Present Hour, 1934. Bialik es el poeta nacional oficial israelí.)
Si yo hubiera sido judío, habría sido un sionista fanático (Adolf Eichmann, 1955, publicado en la revista Life en 1960. Eichmann, un oficial SS responsable del ‘problema judío’, hizo esta observación en referencia a su visita a Palestina en 1937.
A lo largo de los años, el pueblo israelí ha adoptado una extraña opinión con respecto a su propio discurso histórico sionista. De alguna manera, ha decidido que su empresa colonial militante y nacionalista es, en realidad, un ‘movimiento pacifista’ posterior al Holocausto. En los tempranos días de Israel se vio que esta noción manipuladora resultaba muy eficaz para obtener apoyo occidental, probablemente a causa de los sentimientos de culpa que existían en Occidente. Desde la guerra del Líbano en 1982, la opinión occidental ha cambiado. Cada vez hay más gente que reconoce que las auténticas ‘víctimas finales de Hitler’ son los palestinos. Mientras que el mundo occidental despierta despacio, pero sin pausa, a los continuos e inhumanos crímenes israelíes, éstos creen todavía en la imagen que fabricaron de sí mismos. Los israelíes están convencidos de que el estado judío fue creado después del Holocausto con el fin de asegurar un refugio seguro para los judíos en caso de desastres repetidos. Esta falsa idea es la consecuencia directa de la lectura incorrecta de acontecimientos históricos cruciales. Israel es fruto del sionismo y la ideología sionista ya existía antes de que Hitler naciera.
Además, hay buenas razones para creer que Hitler desarrolló algunos de sus argumentos antisemitas tras la lectura de textos sionistas iniciales. De Ber Borochov habría podido aprender lo socialmente anormales que eran los judíos (‘la estructura socioeconómica del pueblo judío se diferencia radicalmente de la de otras naciones. La nuestra es una estructura anómala, anormal’. Ber Borochov, 1897, publicado en Cohen Moshe (ed.)., Nationalism and the Class Struggle: A Marxian Approach to the Jewish Problem, 1937). De Jabotinsky habría podido aprender lo importante que era la pureza de sangre. Estas citas sugieren que el sionismo y el nazismo son de un espíritu muy similar (ambos son movimientos nacionalistas inspirados en conceptos de pureza racial). Una cosa, sin embargo, está clara: el sionismo es anterior al nazismo.
Por otra parte, si decidimos aceptar el autoengaño israelí que considera Israel como resultado del Holocausto, deberíamos aclarar por qué los sionistas siempre han sido tan entusiastas con respecto al antisemitismo. A los ojos sionistas, es el antisemitismo lo que empujará a los judíos a ir a su ‘patria’. En consecuencia, los sionistas comprendieron desde el principio que la Alemania nazi era una gran oportunidad para el sionismo. Mientras que antes de la guerra las organizaciones sionistas colaboraron con los nazis en la transferencia de la riqueza judía alemana a Palestina, durante la guerra, una vez que la escala del desastre fue de dominio público, los sionistas hicieron muy poco en el mundo entero para ayudar a sus hermanos y hermanas de Europa. Vale la pena mencionar aquí un incidente particular: hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, Adolf Eichmann (en nombre de Heinrich Himmler ) le ofreció a Rezso Kasztner, un líder sionista húngaro, la libertad de hasta un millón de judíos a cambio de 10.000 camiones. Resulta sorprendente que las organizaciones sionistas ignorasen tal oferta, pero en aquel entonces habían comprendido que la aniquilación del pueblo judío europeo ayudaría a generar bastante apoyo entre las naciones para el futuro establecimiento del estado judío. Al parecer, la oferta nazi se redujo a un único tren y solamente 600 devotos judíos sionistas húngaros. Está claro que a los sionistas no les interesaba salvar ni a los judíos asimilados ni a los ortodoxos.
Por triste que parezca, hay que admitir que, al menos tácticamente, los sionistas tenían razón: la liquidación del pueblo judío europeo dio lugar a un gran apoyo de la causa sionista, que eventualmente condujo al establecimiento del estado judío. Sin embargo, si realmente adoptamos esta línea de pensamiento, deberemos considerar a los líderes sionistas como responsables en parte de la aniquilación del pueblo judío europeo.
3. Se consideran inocentes y, por ello mismo, víctimas del conflicto israelopalestino.
Resulta difícil de creer, pero los israelíes se consideran realmente como seres inocentes. Incluso aquellos israelíes que han aterrorizado y limpiado étnicamente a los palestinos durante décadas (como Peres y Sharon) tienen la cara dura de considerarse como víctimas. Ni siquiera el hecho evidente de que durante más de cincuenta años el pueblo israelí ha estado votando a favor de negar a los palestinos los derechos humanos más básicos nunca ha hecho nacer la sombra de una duda en las mentes sionistas. Hasta la fecha, ni uno solo de los partidos políticos judíos del parlamento israelí reconoce el derecho al retorno de los palestinos.
Si se considera el hecho de que el judaísmo mundial conducido por el gobierno israelí es bastante eficaz en sus exigencias sobre los intereses judíos anteriores a la Segunda Guerra Mundial (en lo tocante a cuentas bancarias o propiedades en Europa), es bastante extraño que los israelíes hagan caso omiso de derechos palestinos muy similares. ¿Cómo es posible que los judíos, que se preocupan tanto de las injusticias bancarias suizas, sean sordos y ciegos ante su propio y continuado robo de la tierra, los bienes y la dignidad palestinas? Se me ocurren dos respuestas posibles:
a. A los israelíes y a los sionistas no les preocupan las injusticias hechas contra su pueblo en el pasado; simplemente los motiva la avaricia, el entusiasmo político o ambas cosas.
b. Los israelíes y los sionistas son criaturas muy insólitas que no siguen ningún modelo humano de empatía; por lo tanto, no se debe esperar que sientan compasión o culpa en lo que respecta a sus propios crímenes contra gentiles en general y palestinos en particular.
Se sabe que miles de jóvenes israelíes viajan cada año a Polonia para visitar distintas atracciones turísticas sobre el Holocausto. El gobierno israelí y muchas otras organizaciones judías patrocinan tales viajes. Cualquiera pensaría que, cuando esos jóvenes alegres ingresan en el ejército israelí, deberían aplicar la lección moral y sentir genuina compasión por sus vecinos palestinos. Sin embargo, aunque está claro que han aprendido una lección, lamentablemente ésta es incorrecta: una vez en los territorios ocupados, se comportan como la vermacht. Está claro por qué los israelíes invierten tanto dinero en esos ‘viajes educativos’.
4. Creen que viven en una democracia y, por lo tanto, que sus atrocidades son legítimas.
A pesar de que más de la mitad de la población que vive dentro de las fronteras israelíes carece del derecho al voto, los israelíes se consideran un pueblo democrático. Además, el pueblo israelí (de manera similar al estadounidense) cree que su ‘libertad’ de opción política le da un mandato para decidir el destino de otros pueblos. Los israelíes están seguros de que sus actos crueles son totalmente legítimos sólo porque son la ‘única democracia en Oriente Próximo’. Esto se puede explicar a través de la interpretación israelí del concepto judío de ser el ‘pueblo elegido’. Mientras que judíos ortodoxos consideran el hecho de haber sido elegidos como un fardo ético y espiritual, los israelíes consideran su ‘elección’ como una forma de regalo cósmico: una condición en la que uno nace y que lo convierte en sobrehumano. En un tiempo asombrosamente corto, los israelíes han desarrollado un sistema de ‘democracia de los elegidos’ que les permite a ellos, el pueblo elegido, dictar su visión del mundo a los que son demasiado débiles (por el momento) para oponerse. Es importante mencionar que Israel no se encuentra solo en eso de gozar de una ‘democracia de elegidos’. La democracia estadounidense sigue la misma línea de pensamiento. Desde la Segunda Guerra Mundial, el pueblo estadounidense ha decidido de qué manera el resto del mundo debería apoyar la riqueza estadounidense. No es nada extraño que las dos ‘democracias de elegidos’ sean tan entusiastas la una de la otra.
5. Están convencidos de que viven en una sociedad abierta que goza de diversidad política e ideológica.
El problema de la izquierda [israelí] es que piensa que estar a favor de la paz es como cantar una canción. Y yo le digo: quien quiera cantar una canción, que se haga cantante. (Shimon Peres, The Independent, 4 de agosto de 2003)
El pueblo israelí tiende a creer que disfruta de una sociedad políticamente diversa con un auténtico debate entre izquierda y derecha. Tradicionalmente, el pensamiento de izquierda se identifica con la lucha por la igualdad social y legal, mientras que la política de la derecha representa los esfuerzos de los poderosos. De manera bastante extraña, cuando esto se aplica a Israel la distinción deja de funcionar. El sionismo es el arte de ser poderoso y judío. Los palestinos (y la mano de obra barata extranjera) están de algún modo fuera del juego. La izquierda israelí no busca convertirlos en jugadores iguales y los sionistas de la derecha ni siquiera les permite jugar. En la práctica, tanto la izquierda como la derecha israelí han adoptado la jabotinskiana filosofía derechista del ‘muro de hierro’, que busca construir un poder que la ‘población nativa’ no pueda fracturar (Vladimir Jabotinsky, The Iron Wall, 1923).
Yo supongo que la razón por la que los israelíes no logran ver que su sociedad carece de cualquier auténtico debate entre derecha e izquierda es porque no logran distinguir entre lo que es un debate ideológico y un debate político. Mientras que en la práctica no existe diferencia ideológica alguna entre el Partido Likud y el Partido Laborista israelíes, el pueblo israelí sigue considerando sus enfrentamientos políticos como un debate ideológico. En el Reino Unido, por el contrario, la mayoría de la gente ahora entiende que Tony Blair es un líder conservador disfrazado de laborista. El pueblo británico está mucho más avanzado que el israelí en la comprensión del contexto ideológico de su propio juego político. En Israel, pocas personas comprenden que las diferencias entre Peres y Sharon son sólo marginales. Por si esto no bastara, incluso las organizaciones izquierdistas israelíes como Paz Ahora, Mujeres de Negro y Gush Shalom, que luchan valerosamente por los derechos palestinos, apoyan la inaceptable ‘solución de los dos estados’. El análisis de estos movimientos de la ‘izquierda israelí’ en términos categóricos revela el hecho devastador de que su orden del día político no está ideológicamente nada lejos de Sharon. Por muy triste que sea, la ‘izquierda israelí’ no existe.
6. Creen que el gueto es algo del pasado.
Las aspiraciones nacionalistas judías empezaron a surgir a finales del siglo XIX, tras la emancipación de los judíos europeos. Los ideólogos sionistas siguieron la creciente ola del nacionalismo europeo. Los sionistas iniciales consideraron la posibilidad de la asimilación judía como una grave amenaza para la existencia de los judíos. Muchos de aquellos pensadores también estaban convencidos de que el pueblo judío sufría de una grave disfunción social y se referían a las tradicionales actividades judías como improductivas. La asunción sionista en aquellos tiempos era que esta forma de malsana condición social era el resultado de la vida en un gueto en una tierra extranjera durante demasiado tiempo. El sionismo fue considerado como un remedio para las diferentes ‘enfermedades tradicionales judías’. Su objetivo era crear un judío nuevo: un hombre laico, civilizado y productivo, que vive y cultiva su propia tierra y se comunica en su propia lengua (el hebreo), completamente opuesto al carácter del gueto de la Europa del Este. Este experimento fue muy efímero. En la práctica, el ‘judío nuevo’ no ha sido creado. El sionismo nunca ha sido un movimiento laico. Mientras que la laicidad es una filosofía alternativa a la religión, cuando se trata del sionismo y de la laicidad judía, el sionismo rechaza algunos rituales judíos sólo para adoptar otros nuevos. Desde el principio, el sionismo adoptó muchos símbolos bíblicos y místicos heroicos judíos, la mayor parte de ellos suicidas (las historias de Massada, un cuento de kamikazes colectivos, y de Sansón, el primer hombre-bomba suicida judío, son ejemplos típicos). Además, la decisión de resucitar el estado judío en Palestina estaba relacionada directamente con la promesa bíblica. Aunque al principio pareciese como si se estuviese haciendo un auténtico esfuerzo para establecer una civilización hebraica, cualquiera que visite el Israel de hoy en día puede comprobar que la mayor parte de los aspectos culturales hebraicos están desapareciendo de la cada vez más desmoronada cultura israelí. Incluso el hebreo se está perdiendo. De más está decir que poco después de su llegada, los sionistas se dieron cuenta de que era mucho fácil usar mano de obra palestina en vez de achicharrarse ellos mismos en los calurosos campos mediterráneos. En retrospectiva, sería difícil señalar cualquier renacimiento cultural hebraico de importancia, excepto algunos hábitos bárbaros que naturalmente se desarrollaron durante muchas décadas de sádica opresión. Un estudio de la amplia e impresionante contribución del pueblo judío a la cultura mundial revelará que muy poco de ella proviene del estado judío. Esto no es sorprendente. Como sabemos, el gueto judío contribuyó muy poco a la cultura. Si pensamos en grandes pensadores y artistas judíos, encontraremos que todos ellos son judíos emancipados que prefirieron la asimilación al sionismo o a la ortodoxia. El impresionante ‘muro de la defensa’ de Sharon está ahí para explicar por qué Israel nunca ha sido culturalmente productivo. En la práctica, los sionistas nunca han abandonado el gueto; solamente lo trasladaron de Europa a Palestina. El concepto de segregación es probablemente inseparable del sionismo.
7. Están convencidos de que el concepto de ‘estado judío’ es algo legítimo.
Este error es el resultado de la lectura incorrecta del cambio cultural del siglo XX. Cuando el sionismo nació era más que una legítima filosofía ideológica. Formaba parte del movimiento nacionalista europeo del siglo XIX y se desarrolló en un tiempo en que el odio del Otro era más que frecuente dentro del discurso intelectual y político europeo. Los s ionistas revisionistas, conducidos por Vladimir Jabotinsky, elogiaron abiertamente el fascismo italiano y consideraron a Mussolini como su mentor ideológico. Más aún, Jabotinsky adoptó la idea de la pureza racial muchos años antes de que Hitler ni siquiera la mencionara. En aquel tiempo, el sionismo no era la única filosofía que insistía en un estado nacionalista basado en la pureza racial. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial y de la caída del nazismo, las cosas cambiaron. La idea de un estado basado en la pureza racial dejó de ser legítima. Incluso la nueva forma estadounidense de fascismo es multirracial. En realidad Israel es el único ejemplo que queda de un estado nacionalista basado en la pureza racial. El estado judío ha dejado de ser un concepto legítimo.
8. Piensan que Israel es un refugio para todo el pueblo judío y la mejor respuesta al antisemitismo.
Tzipi Livni, la ministra israelí de Inmigración, reveló recientemente que la inmigración judía a Israel ha cesado por completo. En otras palabras, admitió que Israel ha dejado de ser el lugar más atractivo donde puede vivir el pueblo judío. Hace poco asistí a un discurso de un portavoz palestino en el Reino Unido. Dejando de lado los complicados aspectos morales de esta repetida pregunta, el portavoz se limitó a los aspectos pragmáticos de las diferentes formas de lucha palestina. Su argumento fue muy simple: ‘Si Israel es el estado del pueblo judío, el terror palestino debería convertir dicho estado en un lugar muy poco atractivo para la vida de los judíos que viven en él’. No cabe duda de que los ataques suicidas son muy eficaces para alcanzar tal objetivo. Las palabras de Tzipi Livni confirmaron que el terror palestino está derrotando a la empresa sionista. Pero el fracaso del sionismo es mucho más dramático. No sólo Israel no ha logrado vencer el antisemitismo, sino que los devastadores e inhumanos crímenes que Israel comete a diario ‘en nombre del pueblo judío’ convierten el antisemitismo en una filosofía legítima. Sin duda el próximo desastre judío será una reacción contra el sionismo.
(Es importante señalar de nuevo que el sionismo es deliberadamente entusiasta del antisemitismo. Nos enfrentamos aquí a un círculo vicioso iniciado por los sionistas: Israel comete adrede crímenes inhumanos para dar lugar a actos antisemitas que, supuestamente, conducirán a los judíos a darse cuenta de que el sionismo es la única solución para el ‘problema judío’.)
9. Se consideran humanistas.
No, no es una broma. A pesar del dolor que infligen a sus vecinos, los israelíes todavía se consideran humanistas. Además, parece como si la imagen humanista fuese muy importante para el pueblo israelí. Hay equipos de rescate y equipos médicos de emergencia israelíes en cada lugar del planeta donde suceda un desastre. Sin embargo, por alguna razón, nunca se encuentra uno con esos caballeros humanistas israelíes en Gaza o en Jenin.
Yo diría que el disfraz humanista israelí tiene algo que ver con la herencia universal marxista parcialmente adoptada por los sionistas iniciales de ‘izquierda’. Dicho lo cual, es preciso recordar que no hay nada en la filosofía sionista que se haga eco de cualquier código moral universal de comportamiento. El sionismo sólo se ocupa de los judíos. Fue inventado por judíos y sólo se puede aplicar a los judíos. La llamada a la unificación del proletariado del mundo que apareció durante años en algunos periódicos sionistas de izquierda era algo pretencioso con muy poca sustancia. Además, los partidos de izquierda que exigían un cosmopolitismo internacional se afanaban en la práctica en robar a los palestinos. La mayoría de los kibbuts israelíes están situados en tierras palestinas confiscadas. El robo de las tierras palestinas constituye el núcleo fundamental de toda la filosofía sionista. Estoy convencido de que la negación de los derechos humanos más básicos que practica el pueblo israelí se puede explicar por su autopercepción como una raza elegida. ¿Por qué Palestina debería pertenecer a los judíos, que se alejaron de ella hace dos milenios, y no a los palestinos, que han estado viviendo allí desde el principio de los tiempos? Probablemente porque los judíos han sido elegidos y su texto bíblico es superior a cualquier otro texto (incluidos los documentos legales). ¿Cómo se puede ser elegido y humanista al mismo tiempo? Ésta es la principal pregunta que se les debería hacer a los israelíes. Parece como si en el nuevo mundo dominado por Judeoamérica uno pudiera considerarse humanista siempre que posea bastantes armas nucleares a su disposición como para apoyar tal imagen.
10. Están seguros de que Israel es inmortal.
En realidad, Israel es ya una entidad más que agonizante. Está pasando por un rápido proceso de desintegración en sectores aislados que no comparten ningún objetivo colectivo común. Más pronto o más tarde, los sectores israelíes actualmente relegados entenderán que tienen mucho más en común con el pueblo palestino que con los fanáticos sionistas. Los supuestos sionistas de ‘izquierda’ comprenderán que tienen más en común con Nabil Sha’ath y Saib Arikat que con cualquier miembro del Partido Likud. Los judíos ortodoxos comprenderán que tienen mucho más en común con el fundamentalismo islámico que con el supuesto frente laico liberal israelí. Los nuevos inmigrantes rusos ni siquiera han intentado integrarse en la sociedad hebraica, que consideran inferior. Los judíos etíopes, a los que ni siquiera se les permite donar sangre, y la numerosa y oprimida mano de obra barata extranjera pronto comprenderá que la supremacía sionista es su mayor enemigo. Los días de los sionistas están contados. No hay ninguna necesidad de una guerra. Dejemos que se destruyan así mismos en ‘paz’. Dentro de las nuevas y autoimpuestas paredes del gueto con el que se están rodeando a sí mismos no les queda otra opción.
¿A dónde conduce todo esto?
Parece como si cualquier forma de comunicación con los israelíes sea imposible a no ser que uno decida compartir el autoengaño israelí. Como está claro que los israelíes son excelentes en la autodestrucción, sólo tenemos que ayudarlos sirviéndoles de catalizador. Un plan gradual de prohibiciones y boicoteos cumpliría dicho objetivo. Debemos comenzar con boicoteos culturales y de mercado. Debemos asegurarnos de que los criminales de guerra sionistas e israelíes sean detenidos en cuanto aterricen en el suelo del mundo libre (suponiendo, desde luego, que eso exista, lo cual es mucho suponer). Si esto no da resultado, debemos dar un paso más y prohibir que los israelíes viajen a Europa a no ser que declaren su rechazo absoluto del sionismo. Los muchos estados cultos que son lo bastante valientes como para prohibir el antisemitismo, la propaganda neonazi y cualquier otra forma de actividad racista deberían pensar inmediatamente en agregar la actividad sionista a su lista de actividades prohibidas.
No tomará demasiado tiempo. Llegado el momento de la verdad, muchos israelíes se sentirán felices de olvidar el sionismo y regresarán a la familia humana.
Jazzman, escritor y activista de izquierda, el polifacético Gilad Atzmon es una estrella ascendente de la escena cultural británica. Nacido en Israel y criado dentro del judaísmo, se exiló a Londres en los años noventa. Apoya sin matices la liberación del pueblo palestino, se opone de manera rotunda al principio racial del estado de Israel y milita a favor de la creación de un único estado democrático, que acogería en su seno tanto a palestinos como a israelíes. Su último CD, grabado con el multicultural The Orient House Ensemble, se titula Exile -ya a la venta en España- y acaba de ser galardonado por la BBC con el Premio al mejor disco de jazz del año (BBC Jazz Award). Gilad Atzmon ha publicado una novela, Guide to the Perplexed, aparecida en castellano con el título de Guía de perplejos (Ediciones del Bronce, Grupo Editorial Planeta, Barcelona 2003). El lector puede visitar su sitio web en el siguiente URL: www.gilad.co.uk