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La dirigente feminista Lidia Falcón novela el asesinato de los refugiados vascos Lasa y Zabala

Los GAL, la cal viva y la amnesia de la Transición

Fuentes: Rebelión

Dos jóvenes veinteañeros de Tolosa, José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, desaparecieron en Bayona -ciudad en la que residían y punto de acogida de refugiados vascos- la noche del 16 de octubre de 1983. Aquella tarde se celebraban fiestas en un pueblo cercano, y le pidieron el coche prestado a un amigo. El automóvil […]

Dos jóvenes veinteañeros de Tolosa, José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, desaparecieron en Bayona -ciudad en la que residían y punto de acogida de refugiados vascos- la noche del 16 de octubre de 1983. Aquella tarde se celebraban fiestas en un pueblo cercano, y le pidieron el coche prestado a un amigo. El automóvil apareció con las puertas abiertas, una chaqueta tirada y señales de lo que parecía una pelea. Unos amigos se presentaron en una comisaría francesa para denunciar la desaparición de los dos jóvenes. Fue la primera acción terrorista de los GAL. Lasa y Zabala fueron secuestrados, torturados y asesinados por efectivos de la guardia civil. Pasó más de una década hasta la identificación de los cadáveres. El flagrante episodio de terrorismo estatal da pie a la novela «El honor de dios», de la escritora y militante (histórica) del movimiento feminista Lidia Falcón, que recientemente ha publicado El Viejo Topo.

Cuatro mujeres -Isidora, Begoña, Edurne y Socorro- persiguen en el texto de ficción a los responsables de los crímenes desde diversos frentes: la abogacía, el periodismo, el movimiento abertzale y el de la trabajadora doméstica. Pero la novela ensancha la perspectiva e incluye a Felipe González y sus ministros, el rey Juan Carlos de Borbón, la oligarquía y los empresarios; también hay un espacio para las luchas obreras y las huelgas en Euskadi, el movimiento feminista y los poderes globales: la CIA y el Mercado Común. El lector descubrirá, finalmente, al Dios que rige los destinos de España. Al margen de la ficción, en las sentinas de la política real, la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo condenaron en 2000 y 2001 a más de 300 años de cárcel a dos altos mandos de la Guardia Civil destinados en el cuartel de Intxaurrondo: el general Rodríguez Galindo y el teniente coronel Ángel Vaquero; el que fuera gobernador civil de Guipúzcoa, Julen Elgorriaga; y a los agentes Enrique Dorado y Felipe Bayo.

El 16 de octubre de 2008, cuando se cumplían 25 años del secuestro y desaparición de los dos refugiados vascos, un editorial del diario Gara recordaba la trascendencia de los hechos: «Se ponía así en funcionamiento la trama que desde el Gobierno del PSOE organizaron, con la implicación de los aparatos del Estado y con el consentimiento del Gobierno francés (…). Secuestros y atentados indiscriminados se sucederían durante varios años, con un saldo de 27 muertos y numerosos heridos. Era la defensa del Estado ‘desde las cloacas’, como la denominó el presidente del Gobierno español en aquellos años».

Unas líneas más abajo, el editorialista recordaba que «algunos» de los responsables fueron juzgados 17 años después, «en uno de los escasísimos casos de terrorismo de estado que llegaron a los tribunales»; sin embargo, «hoy se encuentran en libertad». Un día antes el periodista Ramón Sola publicaba, también en Gara, un reportaje titulado «La cal viva no enterró la guerra sucia». El autor del artículo recordaba que durante muchos años los nombres de Lasa y Zabala ni siquiera figuraron entre las víctimas del GAL. Hizo falta que pasaran 11 años, cinco meses y cuatro días para confirmar que estaban muertos y enterrados en una fosa en el municipio de Busot (Alicante), bajo 100 kilos de cal viva y a 800 kilómetros de sus casas.

La novela «El honor de dios» es también una radiografía de los dos primeros gobiernos de Felipe González. La autora, Lidia Falcón (Madrid, 1935), es abogada, escritora y presidenta del Partido Feminista de España, que también fundó. Colabora en el periódico digital Público en el blog «La verdad es siempre revolucionaria». Ha publicado ensayos como «Los nuevos mitos del feminismo» (2001), «La violencia que no cesa» (2003) y «Los nuevos machismos» (2014). En la novela «Una mujer de nuestro tiempo» (Montesinos, 2009), tomó como punto de partida a una muchacha de 17 años de una familia burguesa de Barcelona, que aspira a ser famosa. Retrata el mundo de la televisión, la moda y la publicidad pero también el acoso y las humillaciones a los que se ven sometidas las jóvenes noveles. Como en otras novelas, la dirigente feminista trasciende la peripecia vital de la protagonista para abordar la realidad política de la época. En «Ejecución Sumaria» (El Viejo Topo, 2013), la narración se traslada a la madrugada del tres de marzo de 1974, cuando la dictadura ejecuta a garrote vil al militante del Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), Salvador Puig Antich, en la Prisión Modelo de Barcelona.

«El honor de dios» se inicia con un hecho real: las palabras que le espetó a Lidia Falcón un abogado con quien discutía por un caso de separación matrimonial. «Aquí sólo hay una solución, a la argentina; pegarles un tiro en la nuca y enterrarlos en cal viva…», vino a decirle. En este punto comienza el libro, que la autora cierra con la siguiente conclusión: «No hay que olvidar, tenemos una sociedad con Alzheimer». Sin embargo, algunos trataron de enfrentarse a la amnesia y la parálisis colectiva. Durante la presentación del libro en la sede de Intersindical en Valencia, la activista recuerda el compromiso en la década de los 80 de personas como Fernando Salas, abogado que presidía la Asociación contra la Tortura y uno de los promotores de la Acción Popular contra el GAL. «En 1986 ya habían asesinado a 26 personas, y un año después mataron a otro joven en Hendaya, Juan Carlos García Goena, que no quería realizar el servicio militar». Pero, insiste la escritora, la sociedad se hallaba paralizada ante «lo que claramente era una conspiración clara del Ministerio del Interior». Quienes se movilizaban tampoco pretendían asaltar los cielos: «Se trataba sólo de traer un poco de decencia a la democracia».

Con todos estos mimbres había que tramar la novela. La autora no ha optado por un trabajo de investigación «con todos los puntos bien limpios y todos los detalles, como le gusta a la Academia»; pero tampoco por un reportaje periodístico. La creación literaria, la ficción, en principio no ata; en este caso viene espoleada por la desaparición de un hijo o un hermano, detrás de la cual -y de ahí el título de la obra- se halla Dios. «Me han llegado a preguntar si este es un libro de Religión», ironiza la autora. La novela se sitúa en la década de los 80, pero Lidia Falcón considera que ha de partirse de la década anterior.

«A finales de los años 60 se empezó a planificar la Transición española». Y apunta algunos de los agentes exteriores que estaban en la cocina: la OTAN, la CIA, el Departamento de Estado norteamericano y la socialdemocracia alemana. «Se trataba de que el comunismo no pudiera avanzar en este país, lo que hicieron con el PCI -entre la mafia, la Logia P-2, la Democracia Cristiana y el Vaticano- constituía una advertencia: siempre hay que mirar a Italia». Critica sobre todo la falta de ambición: «En 2015 soportamos las maniobras de la OTAN más importantes en nuestro país tras la segunda guerra mundial; nadie ha preguntado por el coste».

La consecuencia fue la disolución de las ideologías y la imposición del pensamiento débil, lamenta Falcón: «Ya no podemos llamarnos comunistas ni feministas, hoy se trata de cosas como ser felices y estar juntos». Aunque ese lenguaje amorfo y descafeinado no se había consolidado entonces como hoy, ya comenzaba a hacer estragos. «Lo primero fue resucitar a ese ‘partidito’ que era el PSOE, y de ahí a Suresnes; se fabricó a Felipe González y su equipo». El modelo instaurado se resume en dos puntos, según Lidia Falcón: garantizar que el estado español se libraba de la influencia comunista; y un país integrado en la UE que liquidó los astilleros, la ganadería de altura, la siderurgia «e incluso en Andalucía se intentó terminar con el olivo». La novela de la militante feminista tiene precursoras. El periodista Pepe Rei publicó en 1996 la novela titulada «Intxaurrondo. La Trama Verde», en la editorial Txalaparta. En este libro de 383 páginas, el profesor Edward McCall llega a San Sebastián para localizar a su hermano desaparecido; durante la investigación planean preguntas como si hay más casos de jóvenes soterrados, como Lasa y Zabala, en cal viva. Esta novela ampliaba otra de Pepe Rei publicada tres años antes, «La red Galindo».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.