La Unión Europea, a través de la misión EUBAM Rafah, ha facilitado la formación en delitos de propiedad intelectual a funcionarios de la Autoridad Nacional Palestina de la Administración General de Cruces y Fronteras. Lástima que el cruce fronterizo de Rafah, entre Egipto y Gaza (Palestina), se abra intermitentemente desde hace 12 años, cuanto en […]
La Unión Europea, a través de la misión EUBAM Rafah, ha facilitado la formación en delitos de propiedad intelectual a funcionarios de la Autoridad Nacional Palestina de la Administración General de Cruces y Fronteras.
Lástima que el cruce fronterizo de Rafah, entre Egipto y Gaza (Palestina), se abra intermitentemente desde hace 12 años, cuanto en las elecciones palestinas las ganó Hamas y se conformó una alianza entre Israel, Egipto y la Unión Europea (y del Cuarteto) de castigo colectivo.
Mientras tanto, el cerco se ha profundizado. Desde la disminución de suministros, «poner a dieta a los palestinos, que adelgacen un poco, aunque sin llegar a matarles de hambre», como dijo Dov Weisglas, asesor del Primer Ministro israelí Ariel Sharon, en febrero de 2006, a la destrucción de infraestructuras, central eléctrica y destrucción de hogares, por no hablar de los miles de muertos en los bombardeos y ataques de las diferentes razzias del ejército israelí. Todas ellas cubiertas con dificultad y muchas veces desde fuera de la propia Gaza por los medios de comunicación.
La población de Gaza ha llegado a los dos millones de personas. Dos tercios son refugiados con el derecho a volver a los hogares de donde sus familiares fueron expulsados. Por eso hay esa densidad de población.
Gaza, la tierra de las naranjas que se exportaban a Europa, tiene campos destruidos, sin agua al serles robada, con las aguas sin tratar que contaminan lo que tocan. Sus pescadores tienen limitados el alcance de sus redes. El gas, descubierto en su plataforma marítima, está al alcance de los pozos de explotación israelí contiguos.
Mientras, la Unión Europea se preocupa de formar a aduaneros que distingan los bolsos Prada, las zapatillas o los vestidos de marca de imitaciones. Por pasos aduaneros a los que se ha comprometido a que se abran cuando Israel disponga. No tiene problemas de pagar religiosamente la misión EUBAM. Los funcionarios europeos residen en el lado israelí, ni en Gaza, ni en Egipto, por lo que para acceder a Rafah tienen que pedir permiso a Israel.
En un enésimo ejercicio de hipocresía, cinismo, complicidad, mostrando la impotencia de la división entre las políticas y los discursos, la Unión Europea no exige lo mismo a palestinos e israelíes. Israel no reconoce a Palestina (ni la Resolución 191 de las Naciones Unidas, de división de Palestina, ni siquiera los límites de 1967), sigue ampliando asentamientos y tiene una legislación racista de supremacía de una población sobre otra. La Unión Europea da dinero al débil, hace acuerdos y deja hacer al fuerte.
Los palestinos se han resistido con armas. Perdieron. Los países europeos defendieron a Israel y su derecho a existir. No obligaron a devolver las tierras conquistadas. Los palestinos en la intifada resistieron pacíficamente. Fueron aplastados. Los europeos se quejaron del excesivo uso de la fuerza, pero ampliaron acuerdos con Israel. Llegó la Conferencia de Madrid, los acuerdos de Oslo, Israel siguió ampliando asentamientos con los Nobeles Rabin y Peres y la Unión Europea no presionó. El gobierno israelí forzó a que los colonos sionistas de Gaza fueran a Cisjordania y Jerusalén (territorios ocupados palestinos) y la comunidad internacional, encima, aplaudió el malabarismo.
Ahora estamos en la fase de ‘normalización’ israelí. Es decir, la aceptación por parte de la comunidad internacional, incluyendo a más países árabes, de que la conquista hace derecho. Que Israel, una potencia ocupante que incumple las Convenciones de Ginebra y las resoluciones de las Naciones Unidas, con leyes supremacistas, puede obviar esos elementos y tener unas relaciones ‘normales’ con cualquier estado y prosperar económicamente sin ninguna carga o sanción.
Frente a esta corrupción moral, la ciudadanía tiene que responder. Haciendo que sus representantes se mojen y dejen de ser cómplices. Forzarles a tomar el camino correcto con la justicia. Ver la jugada, como algunos futbolistas, cantantes y científicos han hecho.
De ahí, las diferentes campañas ciudadanas de mociones en los ayuntamientos, reclamando que las empresas israelíes que se benefician de la ocupación no hagan negocios en otras partes o que las autoridades estatales se comprometan en la defensa del libre tránsito de y hacia Gaza, por aguas internacionales de forma pacífica, como el que pretende hacer el barco Al Awda, el retorno, que forma parte de la flotilla de la libertad, y que recalará en Gijón, Lisboa y Cádiz estos días.
No nos puede dejar indiferente el sufrimiento. Demos esperanza a los palestinos de un futuro y de una vida digna.
Santiago González Vallejo, Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.
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