La isla de Gran Canaria ha sufrido en estos últimos 15 días tres incendios forestales. El primero fue causado por la negligencia de un vecino y ardieron 1.500 hectáreas en los municipios de Tejeda, Artenara y Gáldar; el segundo fue provocado de manera premeditada y se quemaron 160 hectáreas; y el tercero está en proceso […]
La isla de Gran Canaria ha sufrido en estos últimos 15 días tres incendios forestales. El primero fue causado por la negligencia de un vecino y ardieron 1.500 hectáreas en los municipios de Tejeda, Artenara y Gáldar; el segundo fue provocado de manera premeditada y se quemaron 160 hectáreas; y el tercero está en proceso de esclarecerse.
Este último incendio arroja un resultado desolador: 9.200 hectáreas en un perímetro de 112 kilómetros, en las que se incluye la grave afectación por las llamas del Parque Natural de Tamadaba. No obstante, no es la única zona sensible que se ha visto afectada, pues en el primer incendio las llamas quemaron unas 679 hectáreas de la Zona de Especial Conservación Nublo II, parte de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, y un Área Importante para la Conservación de las Aves (IBAS).
Estos datos se traducen en que zonas de alto valor ecológico han perecido bajo las llamas. En total, el 8 % de la superficie de la isla (12.000 de 156.000 hectáreas) se ha quemado en menos de 15 días y 48 núcleos poblaciones han sido desalojados. En este último incendio el número de personas desalojadas ha sido de casi 10.000. De los municipios afectados por estos tres incendios, el más castigado ha sido Artenara, con un 60 % de su superficie quemada, Valleseco (40 %), Agaete (28 %), Moya (23 %), Gáldar (20 %), Tejeda (17 %) y, finalmente y en menor grado, San Mateo.
Ben Magec-Ecologistas en Acción de Canarias ha reiterado que los incendios forestales de tal envergadura, con tal grado de virulencia, rapidez y dificultad para su extinción, son consecuencia de diferentes factores como el modelo urbanístico y turístico, el cambio climático o el abandono del mundo rural. El modelo urbanístico y turístico cada vez más disperso que ocupa gran parte del territorio, incluyendo zonas de interfaz de espacios naturales, aumenta las probabilidades de originar focos de incendio alejados de poblaciones.
El cambio climático agrava las consecuencias de los incendios. Eugenio Reyes, portavoz de Ben Magec-Ecologistas en Acción ha declarado: «Los grandes incendios forestales (aquellos de más de 500 hectáreas) están relacionados con el cambio climático ya que éste ha favorecido la comparecencia cada vez más frecuente de los famosos 30-30-30, es decir, más de 30 ºC, viento de más de 30 km/h y menos de un 30 % de humedad relativa, algo que resulta todo un cóctel molotov».
Las consecuencias de los incendios, en el caso de Canarias, son agravadas por el abandono del campo. Para Ecologistas en Acción, la apuesta del archipiélago por la industria turística ha producido una creciente y paulatina tercerización de la economía canaria desde los años sesenta hasta la actualidad.
«Esta turistificación ha dado como resultado el abandono del mundo rural y la pérdida de ciertos usos del suelo y de sus recursos que hacen que hoy los incendios forestales se conviertan en grandes catástrofes», ha matizado Reyes. Las fincas y campos cultivados, así como zonas de pastoreo, hacen de cortafuegos altamente eficaces que junto a labores de prevención en otoño e invierno pueden disminuir en gran medida el desarrollo de grandes incendios forestales. El abandono rural ha fomentado además la presencia de especies exóticas invasoras que son de rápida combustión y que dan continuidad al fuego facilitando su expansión.
Por otro lado, la federación ecologista canaria ha llamado la atención sobre la notoriedad que cobran estos grandes incendios que arrasan con una gran cantidad de hectáreas y lo inadvertidos que pasan, por otro lado, los llamados conatos de incendios, que son aquellos que no superan la hectárea quemada. «No prestamos atención ni se le da importancia mediática a la cantidad de miles de hectáreas que se queman continuamente en todas las islas por pequeños incendios que van mermando nuestros suelos y amenazando nuestra biodiversidad».
En relación a la degradación del suelo, la organización ecologista también ha recordado que junto con los millones de litros de agua vertidos para sofocar los incendios se incluyen productos retardantes de combustión y agua salada, cuyos efectos a largo plazo pueden agravar el efecto de la salinización del suelo. «Está claro que la prioridad es apagar el fuego y agradecemos la labor de las personas implicadas en su extinción, pero no debemos ignorar esta realidad de cara a tratar en el futuro la zona afectada y diseñar actuaciones acordes con las necesidades y estado real del suelo y la masa forestal».
Los incendios de la isla de Gran Canaria han coincidido estos días con la noticia de un gran incendio en la Amazonía brasileña causado por la deforestación y la invasión de territorio más allá de los márgenes permitidos por la ley. La devastación de este catastrófico incendio hace que se esté hablando de ‘ecocidio’. Un ‘ecocidio’ que está íntimamente relacionado con el agronegocio y que no hace más que empeorar la grave crisis climática actual dañando lo que los pueblos indígenas llaman el corazón del mundo.
Estos daños incuantificables se unen a las dramáticas cifras de incendios forestales en lugares como Siberia o Canadá, que están empeorando más, si cabe, la grave situación de crisis. Crisis, por otro lado, que está movilizando a una gran cantidad de personas y colectivos sociales que reivindican la declaración de emergencia climática y que llaman a una huelga mundial por el clima el próximo 27 de septiembre.