¿Qué cubano no conoce la obra de Juan Padrón? ¿Qué cubano, que se diga orgullosamente cubano, no ha disfrutado de los personajes y peripecias que este incansable realizador nos ha regalado desde su inagotable creatividad? Basta sólo mencionar a ese «pillo manigüero mambí» que forma parte de la infancia de muchas generaciones y al que […]
¿Qué cubano no conoce la obra de Juan Padrón? ¿Qué cubano, que se diga orgullosamente cubano, no ha disfrutado de los personajes y peripecias que este incansable realizador nos ha regalado desde su inagotable creatividad? Basta sólo mencionar a ese «pillo manigüero mambí» que forma parte de la infancia de muchas generaciones y al que le debemos carcajadas y horas de entretenimiento. Elpidio Valdés es, más que un dibujo animado, parte de nuestra cultura e idiosincrasia.
Es por ello que en el Centro Pablo, bajo el Sello Ediciones La Memoria, estamos felices de formar parte de un libro que reúne las primeras historietas en las que el superhéroe cubano pasó de la divertida imaginación de su autor al papel, y luego al audiovisual, inmortalizándose por suerte para todos.
Como cierre de la Feria Internacional del Libro en Santiago de Cuba, fue presentado el volumen «Elpidio Valdés, los inicios», una nueva oportunidad para poder disfrutar de las aventuras del «pillo manigüero mambí». En el encuentro que tuvo lugar en el Complejo Cultural Heredia intervino el ministro de Cultura de Cuba Abel Prieto, quien se refirió a la trascendencia de la obra de Juan Padrón. En la cita participó Padroncito así como el cineasta cubano Manuel Pérez Paredes.
Por su parte, Víctor Casaus, director del Centro Pablo y prologuista del libro, reconoció el esfuerzo centropabliano en la concreción en apenas un mes, del referido proyecto editorial así como la colaboración de Juan Rodríguez Cabrera, Presidente del Instituto Cubano del Libro.
Pero éste no es meramente un volumen de historietas, es un libro de homenaje; el necesario y merecidísimo homenaje al papá de Elpidio. Que llegue a Juan Padrón nuestro más cálido agradecimiento, multiplicado luego en los cientos de cubanos que procurarán con ansias un ejemplar de «Elpidio Valdés, los inicios», con la curiosidad de conocer los primeros pasos del icónico y cubanísimo personaje.
Las primeras historias de Elpidio no transcurren en la revuelta manigua como estamos acostumbrados, ni entre batallas de españoles y cubanos en suelo patrio. Elpidio esta vez se muestra en recónditos parajes de nuestro planeta y hasta de otros. ¿Quién se hubiese imaginado que el mambí también peleó contra los ninjas allá en las orientales tierras niponas, o que estuvo envuelto en conflictos en el lejano oeste entre vaqueros y nativos americanos? Pero más impactante aún resulta saber que nuestro héroe ya visitó Marte, el planeta rojo, y también alzó su machete contra alienígenas invasores. Historias donde el mambí se enfrenta a diversos peligros con toda la valentía que le caracteriza, porque como bien lo describiera Silvio Rodríguez «…él no cree en nadie…».
Pero los cubanos, los que nos decimos orgullosamente cubanos, sí creemos en él, y en el verdadero héroe que es su creador. Es por ello que este libro cumple doble función de homenaje a Juan Padrón.
ELOGIO Y MEMORIA DE PADRONCITO VALDÉS
No se va a poner bravo con esa combinación de nombre y apellido que he puesto aquí arriba en el prólogo de este libro. Porque Padroncito (Juan Padrón) y Elpidio Valdés comparten una misma identidad artística, cultural, tienen similares sentidos del humor, han sido audaces y creativos y patriotas. «No es lo mismo, pero es igual», como diría el trovador.
Para nosotros, persistentes admiradores de ambos, es una alegría poner las palabritas que siguen -a nombre del Centro Pablo– en el comienzo de este libro, Elpidio Valdés. Los inicios, que está publicando, a ritmo de campaña insurrecta, Ediciones La Memoria. Estará listo, en las manos de lectores y lectoras, en la clausura de la presente Feria del Libro, en Santiago de Cuba, el 15 de abril de este mismísimo año.
Y se trata, qué duda cabe, de un homenaje dúplex.
Homenaje a Padroncito -también llamado padre de Elpidio Valdés- por su aporte extraordinario y sostenido a la cultura cubana.
Homenaje a Elpidio Valdés -también llamado hijo pródigo de Juan Padrón- porque ha enriquecido el conocimiento, la imaginación y las vidas de cuatro generaciones de cubanos y cubanas.
Elpidio es un ícono de nuestra cultura. No abundan los personajes, historias o acciones que puedan merecer ese honroso calificativo. Y lo es porque su creador encontró las maneras formidables de unir los valores de la historia de la patria a las posibilidades comunicadoras de la cultura popular, incorporando nuestra manera de ser como pueblo, nuestro humor, nuestros rasgos esenciales a ese universo visual y, luego, audiovisual. Elpidio no es un héroe acartonado, ideologizante, previsible y -por ello- aburrido: es la imagen humana y risueña del pueblo que libró treinta años de guerras contra el colonialismo español, cargando al machete contra las fuerzas enemigas que se esforzaban en convertir a los mambises en puré de talco y recibían esta respuesta del Coronel Valdés: ¡Eso habría que verlo, compay!
Junto a Elpidio aparecieron, de la mano de Padroncito, los personajes llamados secundarios que desde cada ángulo y cada perspectiva conforman el universo de esas historietas que luego pasaron a ser dibujos animados -y ambos a su vez pasaron al imaginario popular de la Nación para quedarse, para completar nuestras vidas con sus peripecias, su humor y su lenguaje popular: con sus vidas. Por allí -por aquí- pasan entonces María Silvia, la novia y luego esposa de Elpidio; Palmiche, «un caballo de guerra», más humano que muchos humanos guerreros; Pepito, niño, soldado mambí y corneta de las tropas; Eutelia, la niña ayudante de María Silvia; y, en el bando contrario, entre otros: el General Resóplez, enemigo mayor de Elpidio; Media Cara, capitán de la contraguerrilla o el Coronel Cetáceo, sobrino de Resóplez y prometido de María Silvia hasta que ella se convierte en insurrecta.
Este libro reúne las primeras cuatro historietas de Elpidio Valdés. Son, si se quiere, su acta de nacimiento ante los ojos de los lectores y las lectoras -de entonces y de ahora-, pero no son el acta de nacimiento de su creador, que también estamos homenajeamos aquí.
Esa historia -la de Juan Padrón, la de Padroncito– comienza antes, en la modesta sede de la revista Mella, en la calle Desagüe, donde el futuro papá de Elpidio dibujó junto al maestro Virgilio Martínez y a otro ávido discípulo llamado Silvio Rodríguez sus primeras historietas y donde comenzó a imaginar seguramente otros personajes que, poco después, enriquecerían su universo artístico y humorístico, como los vampiros y verdugos que combinarían humor, horror y amor (al oficio de la imaginación desbordada) de una manera deslumbrante y novedosa.
Ese amplio universo creativo aparecerá reunido, con carácter antológico, en otro libro que ya prepara Padroncito para ser publicado por Ediciones La Memoria y presentado por el Centro Pablo en la Feria del Libro del próximo año.
Ahora, por lo pronto, disfrutemos y felicitemos esta iniciativa que nos permite compartir elogios merecidos y despertar memorias queridas.
¡A la orden, coronel Valdés! Siempre contigo, Padroncito.
Víctor Casaus