Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
Desde hace demasiado tiempo Israel viene estando liderado por héroes, de esos que no dudan en llevar al país a otra peligrosa aventura sin sentido. Debemos decir ahora, en voz alta: tenemos MIEDO.
Algunas de las personas que leen estas líneas no vivirán hasta el final del invierno. Y algunas puede que no mueran de muerte natural. Si creemos las amenazas, que crecen a una velocidad vertiginosa, Israel atacará las instalaciones nucleares de Irán antes de la primavera. Si las evaluaciones son correctas, cientos o incluso miles de israelíes morirán por los ataques de misiles que, con seguridad, caerán como represalias.
Uno puede, por supuesto, desestimar las amenazas por considerarlas meras tácticas de presión, pero también se pueden tomar en serio. Podemos reconocer que las amenazas a esta escala podrían cobrar vida propia y eventualmente conducir a un ataque, incluso aunque esa no fuera la intención original. También se podría sospechar que esas amenazas pueden conducir a un ataque desesperado defensivo por parte de Irán. Por otro lado, también se podría creer que el ataque israelí será un éxito espectacular: los bombarderos despegarán, se arrojarán las bombas, se destruirán las instalaciones nucleares e Irán y sus satélites no se atreverán a tomar represalias contra Israel. Y otra vez uno podría suponer, sensatamente, que ese escenario no sucederá.
Entonces, se debe decir, ¡Peligro, ataque israelí en ciernes (posiblemente)! Y sí, podemos y debemos tener miedo, con cada fibra de nuestro ser.
La impresión es que la mayoría de los israelíes no tienen miedo. Nadie está huyendo debido al pánico, nadie se regodea en el miedo. La decisión se deja en manos de un puñado de personas que han decidido que el público, como siempre, confía en ellos ciegamente, obedientemente. El primer ministro Benjamín Netanyahu y el Ministro de Defensa, Ehud Barak, decidirán, y vamos a confiar en ellos tácitamente. No confiamos en que ellos saben qué hacer frente a los incendios forestales del Carmel ni tampoco lo saben en sus propias oficinas, ¿pero en un ataque a Irán? La vida y la muerte, sobre todo esta última, a escala masiva. Seguro, vamos a confiar en ellos. Así fue en todas las guerras de Israel, antes de que comenzaran. Los israelíes vitorearon a los que las comenzaron. Sólo al final, cuando la sangre ya estaba derramada y los daños acumulados, fueron tras ellos.
Todas las guerras de Israel desde 1973 fueron guerras fallidas elegidas. Israel las empezó todas. Ninguna era inevitable, no trajeron ningún beneficio que no pudiera lograrse por otros medios. De hecho, todas fueron desastrosas para nosotros, incluso aunque pareciera que el desastre era mayor en el otro campo. La más megalómana de todas, la Segunda Guerra del Líbano, también fue la más desastrosa de todas. Conviene recordar esta última a la hora de debatir una megalomanía todavía mayor, un ataque a Irán.
Tanto en la Segunda Guerra del Líbano como en la guerra que hizo en la Franja de Gaza, Israel perdió más de lo que ganó. Pero esas pérdidas solo son avances de lo que pueda suceder en la primera guerra de Irán. Tiene el potencial de ser la guerra más monstruosa de todas. Incluso si aceptamos las afirmaciones del próximo Ministro de la Guerra, Barak, se prevén cientos de muertes de civiles israelíes. Incluso si creemos que hay que tener en cuenta sus palabras de que nadie puede predecir cómo se desarrollará una guerra ni lo que traerá.
El programa nuclear de Irán es peligroso. También los de Pakistán y Corea del Norte, con los que el mundo ha aprendido a vivir. Un ataque israelí a Irán podría llegar a ser aún más peligroso. Ya se ha dicho todo acerca de sus efectos, que en el mejor de los casos solo retrasaría el desarrollo de armamento nuclear de Teherán y, de hecho, podría acelerarlo. También se ha dicho todo sobre el aumento de poder que una guerra daría al régimen iraní, sobre las implicancias de las relaciones de Israel con Estados Unidos y el peligro de miles de misiles cayendo sobre Israel. Israel debe hacer todo lo posible para impedir que Irán adquiera armas nucleares. Todo excepto lanzarse a una nueva guerra por elección.
La decisión está en las manos equivocadas. No podemos seguir dependiendo de que los Estados Unidos la detengan. Peor aún, ya no podemos depender del gobierno israelí para que conduzca con seguridad la nave del Estado. Un gobierno que ya ha perdido la oportunidad de llegar a un acuerdo con los palestinos es un gobierno peligroso.
Y así hemos entrado en el tiempo del miedo. Ha llegado el momento de admitirlo, incluso de fomentarlo. Ya hace mucho tiempo que en Israel no gobiernan personas temerosas a quienes el temor hace que actúen con prudencia y cautela. Desde hace demasiado tiempo Israel está gobernado por héroes de esos que no dudan en llevar al país a otra peligrosa aventura sin sentido. Ahora debemos decir en voz alta: Tenemos MIEDO.