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Los israelíes no pueden reconocer el terrorismo si no se miran en su propio espejo

Fuentes: Haaretz

Traducido del ingles para Rebelión por J. M.

 

soldados israelíes reprimen  a un palestino en su intento de detenerlo en Hebrón, 20 de septiembre de 2016.Hazem Bader, AFP

¿El alboroto de los ataques punzantes está de vuelta? ¿La ola de terror está en plena marcha de nuevo? Se equivocan, damas y caballeros. La ola es un océano, el terror no ha cesado y su descaro solamente está aumentando. No se llama por su nombre correcto -etiquetado como «seguridad»- y sus autores están caminando libremente, obedeciendo la orden de intimidar a cuatro millones de seres humanos.

¿Necesita traducción para esta frase? Nuestro régimen militar impuesto, que ya lleva décadas, es el terror en lo que concierne a los palestinos.

También creo que es el terror, porque la gente está intimidada al punto de perturbar su vida y su salud, también su bienestar y su propiedad están dañados, para el beneficio de los derechos de nuestros amos, en aras de lograr ganancias políticas, económicas y territoriales como Sussia o Kfar Adumim, el riego de las lucrativas hierbas de condimento del valle del Jordán o de los exportadores de armas. Aterrorizar es el significado de las decenas de miles de hombres armados diseminados en Judea y Samaria, así como en la Jerusalén unificada. Ellos están aterrando porque fueron enviados allí con el fin de mantener una perversa orden de despojo.

Una persona armada con un fusil mira en un espejo y se asusta con una imagen de alguien que le apunta con un arma. Esto no es una ilusión óptica sino un acto cognitivo. Parece que no podemos vernos a nosotros mismos como la causa, como los agresores y sí como terroristas en los ojos de aquellos que desde su nacimiento han vivido bajo decretos militares, con nuestras armas, tanques, aviones, helicópteros y drones lanzando fuego mortal sobre ellos.

¿No podemos ver eso en nosotros mismos? Corrección. Nos negamos a vernos como la causa. En un reflejo pavloviano muy gastado y tedioso, nuestros medios de comunicación llaman a los ataques una «onda» y esgrimen los análisis bien aprendidos que explican por qué en repetidas ocasiones la «calma» ha llegado a su fin. También puede ser patético. «Una mujer terrorista de 13 años trató de llevar a cabo un apuñalamiento en el puesto de control de Eliyahu. Recibió un disparo y heridas leves», informó el Canal 7, el canal para el colono pensante. El informe se mantuvo sin cambios incluso después de que se descubrió que la bolsa «sospechosa» que la niña llevaba no contenía nada que pudiera poner en peligro a nuestros soldados (es decir, un cuchillo, un destornillador, un lápiz afilado). Un presentador de noticias de radio Israel también continuó describiendo los movimientos de la niña en el puesto de control como un intento de ataque. Los editores y comentaristas van y vienen, pero el titular sigue siendo: «los palestinos han vuelto a atacarnos, los nebechs -pobrecitos en yidish (N. del T.)- del gueto».

El titular «la preocupación por brotes de incidentes [de seguridad]» se puede ver encabezando la página web de Haaretz. No está puesto allí para recoger información sobre la discapacidad de decenas de jóvenes palestinos que recibieron disparos de balas Ruger de las fuerzas armadas de Israel en sus rodillas. Tampoco hay un título similar para el alboroto por las negaciones de permisos de viaje desde la Franja de Gaza o por otra ola de soldados que matan palestinos que no representaban ningún peligro para sus vidas: en al-Fawar (Mohammed Hashash), en Silwad (Iyad Hamed), en Shoafat ( Mustafa Nimer). Usted no va a encontrar allí un titular que resuma la bacanal diaria de incursiones militares (al menos 116 entre el 9 y 21 de septiembre). En Bil’in por ejemplo, el pasado miércoles por la mañana: Los nebechs del gueto irrumpen en las casas de activistas de los Comités de Resistencia Popular, asustan a los niños y confiscan (es decir, roban) los ordenadores y los teléfonos celulares. No hubo informes de bajas entre nuestras fuerzas. Solamente la verdad es la víctima no declarada.

La notificación de una nueva ola de terror se produce cuando los judíos, soldados y policías de frontera son heridos o se sienten amenazados. Decenas de miles de historias e informes, principalmente en Haaretz, que se ocupan de la continua violencia militar y burocrática, se disipan como si fueran accidentes al azar. La corriente continua e intolerable de acoso deliberado a los palestinos, que deriva de nuestra ocupación militar extranjera, no es percibida por los sensores periodísticos como una realidad continua.

Al periodismo le gustan dramas y tragedias. Cuando el desastre es permanente ya no es un asunto, especialmente cuando la causa de este desastre somos nosotros. La rutina de calamidades que infligimos a los palestinos no existe en la realidad de Israel. Es por esto que no recibe titulares regulares y la ausencia de dichos titulares, a su vez, forma en nuestra mente una realidad en la que todo está bien. Y luego viene una realidad diferente, con gente preguntando «¿qué pasa con estos palestinos que nos están atacando de nuevo?»

Un ciudadano jordano y seis palestinos, entre ellos cuatro menores de edad, fueron asesinados por disparos israelíes en menos de una semana durante intentos de ataques o presuntos intentos. El 9 de septiembre una bengala que disparó el ejército de Israel mató a Abdel Rahman al-Dabbagh, de 16 años, mientras se manifestaba contra el sitio de Gaza, cerca de la valla. La cuestión de si no había otro camino que el de matar a todas estas personas, probablemente habría sido respondida con la afirmación de que el tiroteo siguió las reglas de combate.

La negación cognitiva impide a los israelíes darse cuenta de hasta dónde los palestinos están reprimidos. Entre cuatro millones de víctimas del terror constante, sólo un puñado expresan su desesperación en acciones que es casi seguro que conducen a la muerte. Es este sistema de seguridad colectiva, no el pequeño número de apuñalamientos o intentos de embestidas con vehículos, lo que merece una explicación. Hay sabiduría en este sistema de seguridad, ya que este no es el momento para una lucha de masas. Esta restricción expresa la desesperación, porque los que escuchan en todo el mundo no son los que toman decisiones y los que deciden no están escuchando.

También hay esperanza en la moderación palestina: la justicia y el futuro están de su parte, puesto que están luchando por su libertad.

Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.744264