Una de las posibilidades que es difícil seguir ignorando, tras las últimas decisiones de la Liga Árabe y los ministros de Exteriores árabes, es el largo calentamiento del frente sirio-turco. Y ello puede ir de la mano de la ya importante regionalización a la que se expone la crisis siria en forma de enfrentamientos en […]
Una de las posibilidades que es difícil seguir ignorando, tras las últimas decisiones de la Liga Árabe y los ministros de Exteriores árabes, es el largo calentamiento del frente sirio-turco. Y ello puede ir de la mano de la ya importante regionalización a la que se expone la crisis siria en forma de enfrentamientos en el norte de Líbano, el envío de luchadores iraníes, y tal vez libaneses, para luchar junto al régimen de Damasco y la llegada de voluntarios iraquíes, y tal vez de otras nacionalidades árabes, a luchar junto al levantamiento.
Esta muy posible transformación plantea de nuevo la cuestión de los kurdos sirios y su relación con el levantamiento, igual que plantea la necesidad de dirigirse a y dialogar con ellos, si no es por razones nacionales, que lo sea al menos por razones prácticas y funcionales.
Bien es sabido que los kurdos sirios, en las zonas por las que se extienden, pueden ejercer influencia sobre lo que suceda en la frontera sirio-turca, además de su ingente influencia sobre la misma ciudad de Alepo.
A nadie se le escapa que la empatía de los kurdos con el levantamiento complica la ecuación árabe- los kurdos en Siria tienen una única postura. El problema turco-kurdo con su historia pasada y los rencores aún guardados empuja hacia esa dirección, sin olvidar la buena relación del Partido de la Unidad Democrática de los kurdos sirios con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán y su líder encarcelado Abdalá Ocalan. A ello han de unirse antiguas y recientes amarguras, algunas resultado del desentendimiento de los sirios árabes en lo que respecta a los sirios kurdos cuando se produjo el levantamiento de estos en el Qamishle en 2004[1] y otras consecuencia del aferramiento de los sirios árabes, incluidas algunas caras en el Consejo Nacional Sirio (CNS), a la inclusión del calificativo «árabe» en el nombre de la República Siria.
A nadie se le escapa tampoco que el poder en Damasco posee, también en este ámbito, sus «cartas», desde su relación con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán hasta el hecho de jugar con la disgregación entre los partidos de los sirios kurdos (más de 12 partidos y organizaciones) y las diferencias que de ello se derivan en cuanto al levantamiento y en lo que respecta a los «derechos culturales», la «autodeterminación» y el «autogobierno». Además está el soborno de una nacionalización muy retrasada[2] y el registro de propiedades que ello conlleva (según algunas versiones, conllevó un «auge en la construcción» en la provincia de Hasake y en las zonas fronterizas). También tiene la capacidad para inutilizar las «cartas de los demás», y en este sentido se produjo en el pasado mes de marzo la detención de Mishal Tammo[3], líder de la Corriente del Futuro Kurdo, y la cara más determinante por su implicación en el levantamiento (según parece, por cierto, la ingente manifestación en el Qamishle tras su asesinato no fue aprovechada como debía).
En otras palabras, la importancia del papel kurdo va ligada al descubrimiento de las dificultades que impiden ponerlo en marcha en pro del interés del levantamiento. Ello exige garantías y concesiones enormes por los dos lados en lo que respecta a las cuestiones que provocan el temor y la duda. No es necesario decir tampoco que la mayoría es quien garantiza y tranquiliza a la minoría antes de que esta lo pida.
En este sentido, estaría bien que el Consejo Nacional Sirio le diera a esta cuestión la importancia que merece: unos kurdos más positivos hacia el levantamiento suponen un levantamiento más capaz de vencer y con un coste menor. Por el contrario, kurdos con actitud negativa hacia el levantamiento significa dificultades enormes en el camino hacia la victoria y por tanto, en el camino que seguirá en el futuro.
Notas
[1] A raíz de un partido de fútbol y que terminó en un enfrentamientos en los que intervinieron las fuerzas de seguridad.
[2] Propuesto en el primer paquete de medidas anunciado por el régimen.
[3] Figura clave en el acercamiento de árabes y kurdos, que finalmente fue asesinado en agosto de 2011.
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