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Peligrosas inexactitudes

Los medios de comunicación y Siria

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

DAMASCO.- Cada vez que vengo a Siria me impresiona la diferencia entre la situación en el terreno y la forma en que se representa en el mundo exterior. Los medios extranjeros que informan del conflicto sirio seguramente son tan inexactos y engañosos como cualquier cosa que hayamos visto desde el principio de la Primera Guerra Mundial. No puedo pensar en alguna otra guerra o crisis que haya cubierto en la que las fuentes propagandísticas llenas de prejuicios e información de segunda mano hayan sido aceptadas tan fácilmente por los periodistas como proveedores de hechos objetivos.

Un resultado de estas distorsiones es que los políticos y los lectores ocasionales lectores de periódicos o televidentes por igual nunca han tenido una idea clara en los dos últimos años de lo que ocurre en Siria. Peor todavía, esas impresiones equivocadas también sirven de base para hacer planes a largo plazo. Un informe respecto a Siria publicado la semana pasada por el Grupo Internacional de Crisis, con base en Bruselas, dice que «otrora confiados en una rápida victoria, los aliados extranjeros de la oposición pasaron a un paradigma peligrosamente divorciado de la realidad».

Las consignas reemplazan las políticas: se muestra a los rebeldes como personas éticas y a los partidarios del gobierno como malvados; si tuviera más armas, la oposición podría supuestamente lograr una victoria decisiva; si existe suficiente presión militar, el presidente Bacher al-Asad aceptará negociaciones para las cuales una condición previa es la capitulación de su lado en el conflicto. Una de las muchas desventajas de la retórica demonizadora que se permiten la Consejera Nacional de Seguridad entrante de EE.UU. Susan Rice, y William Hague, es que excluye negociaciones serias y un compromiso con los gobernantes de Damasco. Y ya que Asad controla la mayor parte de Siria, Rice y Hague han ideado la receta de una guerra interminable mientras pretenden sentir una preocupación humanitaria por el pueblo sirio.

Cuesta probar la verdad o la falsedad de cualquier generalización con respecto a Siria. Pero, sobre la base de mi experiencia de este mes de viaje por Siria central entre Damasco, Homs y la costa mediterránea, es posible mostrar hasta qué punto las informaciones de los medios de comunicación difieren considerablemente de lo que sucede en realidad. Solo mediante la comprensión y la consideración del verdadero equilibrio de fuerzas sobre el terreno se puede hacer algún progreso hacia un cese de la violencia.

El martes viajé a Tal Kalakh, una ciudad de 55.000 habitantes que queda al norte de la frontera con el Líbano, que fue un bastión de la oposición. Tres días antes tropas del gobierno habían tomado la ciudad y 39 líderes del Ejército Libre Sirio (ELS) depusieron las armas. Hablando con comandantes del ejército sirio, un desertor del ELS y gente del lugar, fue evidente que no había un paso directo de la guerra a la paz. Era más bien como si hubiera habido una serie de treguas y de altos el fuego organizados por importantes ciudadanos de Tal Kalakh durante el año anterior.

Pero justamente cuando me encontraba en la ciudad, Al Jazeera Arabic estaba informando de combates locales entre el ejército sirio y la oposición. Supuestamente salía humo de Tal Kalakh mientras los rebeldes defendían su baluarte. Por suerte parece que era una fantasía y durante las horas que pasé en la ciudad, no hubo disparos, ninguna señal de que hubiera habido combates y nada de humo.

Por supuesto todas las partes en una guerra pretenden que ninguna posición se pierde sin una heroica defensa frente una cantidad abrumadora de enemigos. Pero oculto en las informaciones de los medios de comunicación de lo sucedido en Tal Kalakh había un punto importante: la oposición en Siria es fluida en sus lealtades. EE.UU., Gran Bretaña y los llamados «Amigos de Siria», 11 miembros que se reunieron en Doha el fin de semana pasado, quieren armar a los rebeldes que no sean fundamentalistas islámicos, pero no hay un gran abismo entre ellos y los que no están vinculados a al Qaida. Se informó de que un combatiente del Frente al-Nusra afiliado a al Qaida había desertado a un grupo más moderado porque no podía dejar de fumar. Los fundamentalistas pagan más y, considerando el empobrecimiento total de tantas familias árabes, los rebeldes siempre pueden conseguir más reclutas. «El dinero cuenta más que la ideología», me dijo un diplomático en Damasco.

Mientras estaba en Homs vi un ejemplo de porqué la versión rebelde de los eventos frecuentemente es más aceptada por los medios de comunicación extranjeros que la del gobierno sirio. Puede ser parcial a favor de los rebeldes, pero a menudo no existe una versión gubernamental, lo que deja un vacío que llenan los rebeldes. Por ejemplo, solicité ir a un hospital militar en el distrito al-Waar de Homs y me dieron permiso, pero cuando llegué me negaron la entrada. Ahora bien, los soldados heridos que combaten a los rebeldes generalmente son elocuentes y convincentes defensores del lado del gobierno (visité un hospital militar en Damasco y hablé con soldados heridos). Pero el obsesivo secreto del gobierno significa que la oposición siempre sale ganando cuando se trata de presentar un caso convincente.

En el barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Damasco, donde estoy viviendo, hubo una explosión el jueves cerca de mi hotel. Fui a la escena y lo que ocurrió a continuación muestra que no puede haber una alternativa al informe de testigos imparciales. La televisión estatal estaba afirmando que fue una bomba suicida, posiblemente dirigida contra la Iglesia Ortodoxa Griega o contra un hospital chií que está aún más cerca. Hubo cuatro muertos.

Pude ver una pequeña hendidura en el pavimento muy parecida al impacto de un obús de mortero. Había poca sangre cerca, aunque sí había a unos 10 metros. Mientras estaba mirando, un segundo obús de mortero cayó sobre una casa y mató a una mujer.

El Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, favorable a la oposición, utilizado muy a menudo como fuente por los periodistas extranjeros, dijo posteriormente que su propia investigación mostraba que la explosión había sido provocada por una bomba dejada en la calle. De hecho, en este caso, fue posible saber definitivamente qué había ocurrido porque el hospital chií tiene televisión por circuito cerrado que mostró el obús del mortero en el aire antes de su caída, delineado durante la fracción de un segundo contra la camisa blanca de un transeúnte que murió en la explosión. Lo que probablemente ocurrió formó parte del usual bombardeo al azar de los morteros rebeldes en el cercano distrito de Jobar.

En medio de una feroz guerra civil forma parte de una autosuficiente credulidad por parte de los periodistas asumir que cualquiera de los lados en el conflicto, gobierno o rebeldes, deje de inventar o manipular los hechos para servir sus propios intereses. No obstante, gran parte de la cobertura de los medios extranjeros se basa precisamente en una suposición semejante.

El plan de la CIA y de los Amigos de Siria de buscar de alguna manera un final de la guerra aumentando el flujo de armas es igualmente absurdo. La guerra solo producirá más guerra. El soneto de John Milton, escrito durante la guerra civil inglesa en 1648 en honor del general parlamentario Sir Thomas Fairfax, quien acababa de invadir Colchester, muestra una comprensión mucho más profunda de lo que son realmente las guerras civiles que cualquier cosa dicha por David Cameron o William Hague. Escribió:

Porque, ¿qué otra cosa puede generar la guerra sino una guerra interminable?

Hasta que la verdad y el derecho sean liberados de la violencia,

Y la fe pública limpiada de la vergonzosa marca

Del fraude público. En vano va a sangrar el valor

Mientras la avaricia y la rapiña comparten el país.

(Traducción libre)

Patrick Cockburn es autor de Muqtada: Muqtada Al-Sadr, the Shia Revival, and the Struggle for Iraq.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/07/01/the-media-and-syria/

rCR