Al Estado de Israel no le importa la verdad, como no le importa un comino la vida de civiles ni el Derecho Internacional. Estados Unidos e Israel justifican la masacre del sábado en Gaza por el hecho de que la resistencia palestina contra la ocupación lance misiles de fabricación casera contra las poblaciones israelíes aledañas a Gaza.
La cuestión no es si se justifica o no el terrorismo, nadie se confunda. La cuestión es, de nuevo, de proporciones. Equiparar los crímenes de Hamas con los del Estado de Israel es como comparar a los judíos partisanos que combatieron la ocupación nazi en Europa con el III Reich. Sencillamente inmoral, y criminal, porque hace igual a la víctima y al victimario.
Claro que disparar proyectiles explosivos, así sean de fabricación casera y alcance limitado, contra población civil viola todo el Derecho Internacional Humanitario y la IV Convención de Ginebra. Nadie dice que eso esté bien. El asunto es que hay gobiernos, como el de Israel, Estados Unidos y Canadá, que esgrimen eso como justificación de un bombardeo masivo contra una de las zonas más densamente pobladas del mundo.
Según el cartel mediático internacional, los niños, las mujeres y los civiles que vimos tendidos en las calles, o con el cuerpo destrozado, son peligrosos «terroristas islámicos». Pero sí nos hablaron con detalle de la mujer israelí que murió víctima del misil Qassam lanzado por Hamas.
Desde que la población palestina en los territorios ocupados se levantó contra las Fuerzas Israelíes de Ocupación en septiembre del año 2000, han muerto 430 civiles israelíes en los diversos atentados y acciones armadas llevados a cabo por todas las facciones de la resistencia palestina en su conjunto (1). En el mismo período, las Fuerzas Israelíes de Ocupación han asesinado a más de cinco mil civiles palestinos, entre ellos casi 900 niños (menores de 18 años no combatientes).
Y, por cierto, según el último reporte publicado por el Centro Israelí de Información para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados B´TSELEM , entre junio de 2004 y hasta el final de 2007 (es decir, en tres años y medio) un total de once civiles israelíes y cinco palestinos murieron a causa de ataques con misiles Qassam lanzados desde Gaza.
Esta organización israelí de derechos humanos califica, y con mucha razón, el lanzamiento de cohetes Qassam como un «crimen de guerra», por las siguientes razones: «Las organizaciones palestinas que disparan cohetes Qassam declaran abiertamente que se proponen golpear, entre otros objetivos, civiles israelíes. Los ataques dirigidos contra civiles son inmorales e ilegales, y el asesinato intencional de civiles es una grave violación de la IV Convención de Ginebra, un crimen de guerra, y no puede ser justificado, bajo ninguna circunstancia. Es más, los cohetes Qassam son en sí mismos ilegales, incluso aunque apunten a objetivos militares, porque los cohetes son tan imprecisos que ponen en peligro la vida de los civiles en el área desde la que son lanzados así como en la que aterrizan, violando dos principios fundamentales de las leyes de la guerra: diferenciación (entre objetivos militares y civiles) y proporcionalidad (en el uso de la fuerza)».
Si el lanzamiento de cohetes Qassam, con el poder mortífero antes reseñado, es un crimen de guerra, ¿quién podrá calificar las dimensiones del crimen cometido este 27 de diciembre por el Gobierno de Ehud Olmert y George W.Bush en calidad de cómplice?
Y quien dice este 27 de diciembre, dice cualquier otra fecha en los últimos 40 años, porque la masacre de civiles palestinos como política intencional del Estado de Israel, incluyendo niños, viene siendo sistemática en los territorios palestinos ocupados desde 1967.
Pero retomando el tema del artículo: las operaciones militares israelíes «como respuesta al lanzamiento de cohetes Qassam» por los palestinos, la lectura del informe del Centro Palestino para los Derechos Humanos (CPDH) sobre los asesinatos de niños en la Franja de Gaza por las Fuerzas Israelíes de Ocupación, titulado «Sangre en sus manos», es revelador:
En septiembre de 2006, el diario de Londres «Independent» publicó un informe en primera plana sobre las muertes de niños en Gaza que se convertiría posteriormente en una noticia internacionalmente divulgada. «Gaza: los niños asesinados en una guerra sobre la que el mundo no quiere saber nada» se centraba en las muertes de civiles palestinos en la Franja de Gaza durante una operación militar a gran escala de las Fuerzas Israelíes de Ocupación, denominada «Operación Lluvia de Verano» que asesinó al menos a 153 palestinos en junio-julio de 2006. Noventa y seis de las víctimas eran civiles desarmados, incluyendo al menos a 31 niños. El hecho de que civiles desarmados llevaran la peor parte de los ataques de las Fuerzas Israelíes de Ocupación ilustra claramente el nivel de fuerza letal excesiva que las Fuerzas Israelíes de Ocupación emplean permanentemente contra los civiles palestinos.
Israel se ha negado siempre a investigar los asesinatos de civiles desarmados por las Fuerzas Israelíes de Ocupación, incluyendo los de niños. En las extraordinarias ocasiones en que se han abierto investigaciones oficiales sobre asesinatos de civiles palestinos por las Fuerzas Israelíes de Ocupación, las investigaciones han sido realizadas por las propias Fuerzas Israelíes de Ocupación.
El 9 de junio de 2006, un barco cañonero israelí disparó siete proyectiles de artillería contra civiles en una concurrida playa en Beit Lahia, en el norte de la Franja de Gaza. Siete miembros de la familia Ghalia fueron asesinados en el ataque, y otros 32 civiles fueron heridos. Una investigación posterior de las Fuerzas Israelíes de Ocupación sobre los asesinatos de la familia Ghalia concluyó que «la probabilidad (de que el proyectil israelí causara la masacre) es absolutamente cero. No hay ninguna posibilidad de ello» (cita del investigador de las Fuerzas Israelíes de Ocupación Mayor Meir Klifi en el diario «Haaretz» del 14-06-2006). Esta afirmación de las Fuerzas Israelíes de Ocupación contradecía frontalmente la investigación del CPDH sobre los asesinatos de la familia Ghalia, que demostró, más allá de cualquier duda razonable, que la familia fue asesinada por los proyectiles de las Fuerzas Israelíes de Ocupación. Human Rights Watch también investigó los asesinatos, y concluyó que «Ha habido mucha especulación sobre la causa de los asesinatos en la playa de la familia Ghalia, pero las evidencias que hemos reunido sugieren con mucha fuerza que la culpa fue del fuego de artillería israelí».
El CPDH ha expresado su firme oposición a estas investigaciones internas de las Fuerzas Israelíes de Ocupación, que no cumplen los estándares internacionales de independencia y transparencia y no representan ningún intento sincero por parte de las Fuerzas Israelíes de Ocupación de hacer que sus miembros rindan cuentas por los asesinatos de civiles palestinos desarmados, incluyendo niños.
Las investigaciones del CPDH sobre las muertes de los 68 niños asesinados por las Fuerzas Israelíes de Seguridad en la Franja de Gaza entre el 30 de junio de 2007 y el 30 de junio de 2008, han puesto de manifiesto que en muchas ocasiones los objetivos buscados por las Fuerzas Israelíes de Seguridad eran claramente niños.
El 21 de agosto de 2007, Abdul Qader Yousef Ashour, de trece años, y Fadi Mansour al-Kafarna, de once años, fueron asesinados por las Fuerzas Israelíes de Ocupación en Beit Hanoun, en el norte de la Franja de Gaza. Los dos niños habían estado jugando con un amigo en un huerto contiguo a la Escuela Secundaria Agrícola en las afueras de la norteña Beit Hanoun, cuando las Fuerzas Israelíes de Ocupación dispararon un misil tierra-tierra que los mató a ambos instantáneamente. El tercer niño, Ahmed Sa’id al-Bo, de trece años sufrió heridas de metralla por el ataque con misil. La madre e Abdul Qader, Sabah Mohammed Jadallah Ashour, se encontraba a unos cientos de metros de la Escuela de Secundaria Agrícola cuando escuchó el estruendo de una explosión. «Eran las 5.45 p.m. Sabía que Abdul Qader había estado jugando fútbol en el patio de la escuela», declaró al CPDH. «Corrí inmediatamente hacia el patio de la escuela. De camino, un hombre me dijo que un niño llamado Fadi había sido herido. Le pregunté si sabía algo de un niño de azul, porque mi hijo estaba vestido de azul. Me dijo que el niño de azul había sido desmembrado». (Entrevista del CPDH con Sabah Mohammed Jadallah Ashour, 09-07-08).
El CPDH visitó el lugar donde Abdul Qader Ashour y Fadi al-Kafarna fueron asesinados. Fueron asesinados a 2-3 metros de la Escuela Secundaria Agrícola, y aproximadamente 150 metros del emplazamiento de un lanzador de cohetes. Miembros de las familias Ashour y al-Kafarna confirmaron que ningún cohete se había lanzado desde Beit Hanoun el 21 de agosto de 2007. El CPDH confirmó que las Fuerzas Israelíes de Ocupación dispararon el misil tierra-tierra en las inmediaciones de una escuela, donde docenas de otros niños estaban jugando fútbol en el momento, poniendo en riesgo las vidas de todos estos escolares.
Las familias de Abdul Qader Ashour y Fadi al-Kafarna afirman que los dos niños fueron tomados como objetivo por las Fuerzas Israelíes de Ocupación para presionar a los padres de la localidad a que evitaran el lanzamiento de cohetes desde Beit Hanoun contra Israel».
Testimonios como éste son los que nunca son noticia en el televisor. Revelan, por si nos quedaba alguna duda, que lo ocurrido este sábado en Gaza es un crimen de lesa humanidad, una masacre premeditada que no puede ser justificada bajo ninguna excusa.
No quiero terminar estas líneas acudiendo a la consabida exigencia de justicia y de cumplimiento del derecho internacional. Ese es el deber de los gobiernos del mundo, que una vez más emiten comunicados, más o menos firmes, pero que a la hora de la verdad, no aplican sanciones económicas contra el Estado de Israel (por cierto, que supeditar el acuerdo de libre comercio entre Mercosur e Israel al cumplimiento de la IV Convención de Ginebra, al menos, sería un gesto político que el Sur está en capacidad de hacer, dando ejemplo de coherencia al mundo, empezando por la encanallada Unión Europea).
No. Termino como empecé. Viendo en el cuerpo destrozado del niño de la foto y en la desesperación que lo rodea, a mi propio hijo. Ponerse en el lugar de una madre palestina, así sea por cinco minutos, es sobrecogedor. En estos días en que Belén esta presente en millones de hogares, y nos inspira sentimientos de humanidad un niño palestino que nació y murió bajo la ocupación de otro Imperio, me pregunto por qué nos acongoja tan poco el destino de un millón y medio de sus descendientes recluidos sin alimentos ni electricidad, bombardeados y a las puertas de una incursión terrestre… Y por qué somos tan condescendientes con los Herodes de nuestros días.
(1) Dato tomado de Wikipedia, una fuente nada sospechosa de antisionista, que hace un recuento exhaustivo de los civiles israelíes asesinados durante la II Intifada.
(2) Informe «Sangre en sus manos» sobre los asesinatos de niños civiles palestinos por las Fuerzas Israelíes de Ocupación en la Franja de Gaza. Puede descargar la versión en inglés en el sitio del Centro Palestino para los Derechos Humanos