Traducido del inglés por S. Seguí
No me cabe la menor duda de que el establishment político militar israelí y los que lo respaldan política, financiera y militarmente representan los nazis de nuestros días.
Sé que la palabra nazi es un término cargado de significado que no debería utilizarse arbitrariamente para describir los actos execrables que realizan personas malvadas. También soy consciente de que designar con el epíteto nazis a los judíos y su comportamiento es un tabú estrictamente respetado en muchos países occidentales.
Sin embargo, debemos decir la verdad en relación con lo que Israel está haciendo a los palestinos. Sin duda, cuando un judío, o cualquier otra persona, piensa, se comporta y actúa como un nazi, entonces se convierte en un nazi.
Lo cual suscita la pregunta: ¿Piensa, se comporta y actúa Israel a la manera de los nazis en relación con los indefensos y desprotegidos palestinos en las calles y las colinas de Cisjordania y Gaza?
Pueden estar seguros de que sí.
En los últimos días y semanas, la naturaleza nazi del comportamiento de Israel ha sido ampliamente evidente. La semana pasada, el ejército israelí, actuando como la Gestapo nazi, obligó a policías palestinos a despojarse de sus ropas a punta de fusil y luego los paseó desnudos, de un modo muy parecido a como actuaban los nazis en Europa hace más de 60 años.
Este acto deshonroso, concebido para humillar, degradar y herir, no tenía ninguna finalidad lógica que no fuera la de satisfacer tendencias sádicas, para utilizar las palabras del veterano escritor israelí Uri Avnery.
¿Por qué los líderes y los generales israelíes hacen estas cosas a los palestinos? ¿Puede tratarse de un impulso, consciente o inconsciente, de emular a sus antiguos torturadores? ¿Piensan los líderes y los generales israelíes que la humillación de sus víctimas es la prueba última de su propia virilidad? ¿Hay judíos israelíes que admiran inconscientemente a los nazis?
Además, ¿por qué los líderes y personajes públicos israelíes -que se movilizan rápidamente para condenar toda censura, por leve que sea, del comportamiento israelí- callaron ante este abominable acto? Imagínense por un momento cómo hubieran reaccionado estos hipócritas líderes si hubieran sido judíos, no palestinos, quienes hubieran sido paseados desnudos ante los ojos del mundo.
La segunda actuación al estilo nazi, llevada a cabo esta vez por sionistas asesinos de niños, tuvo lugar en la aldea de el-Yamon, cerca de Jenin, en la Cisjordania norte, el 17 de marzo. Allí, el ejército israelí envió un batallón de la muerte compuesto de soldados disfrazados de civiles palestinos para asesinar a palestinos que el ejército de Israel consideraba sospechosos de participar en la resistencia.
Sin embargo, después de más de una hora de esperar en vano a la persona o personas que venían a asesinar, los soldados, preocupados por tener que volver a sus bases «con las manos vacías» decidieron asesinar a una niña de ocho años llamada Akaber Zayed.
La niña estaba sentada en el asiento trasero de un taxi, cuando una bala atravesó su tierna cabecita y la mató instantáneamente. Una vez realizada su misión, los soldados volvieron a sus bases, y probablemente recibieron una mención oficial de sus superiores por su valor.
El ejército israelí, añadiendo el insulto al agravio (asesinato, en este caso), afirmó públicamente que los soldados actuaron de conformidad con las instrucciones recibidas y que no habían ilegalidad en sus actos. No cabe duda de que también la Gestapo, las SS y la Wehrmacht actuaban de conformidad con las instrucciones recibidas y que no había ilegalidad en sus actos.
El asesinato a sangre fría de Akaber Zayed es un recordatorio más, por si fuera necesario, del fantasmagórico asesinado de Iman al-Hams, en Rafá, en la parte sur de la franja de Gaza, hace tres años. En aquella ocasión, un soldado israelí disparó a la niña, de nueve años de edad, cuando iba a la escuela, hiriéndola gravemente en el tronco. No obstante, en lugar de intentar salvarle la vida, aquella bestia -y utilizo aquí esta palabra que tomo prestada de un diario israelí de esas fechas- vació completamente el cargador de su arma para asegurarse de que estaba muerta y de que no significaba ningún riesgo para las «fuerzas de defensa» israelíes de la zona. En el argot israelí, esta acción se denomina «verificación de homicidio». (La autora del presente artículo fue testigo de un acto bárbaro de este tipo en Hebrón hace unos años).
No se trata aquí de dos, diez o incluso cien casos de asesinatos deliberados de niños palestinos. Estamos hablando de hasta 1.400 niños palestinos asesinados a sabiendas, con pleno conocimiento de causa, por el ejército israelí de ocupación y por terroristas paramilitares judíos, conocidos también como «colonos», en menos de seis años; niños asesinados por los nazis de nuestros días.
El Estado israelí, junto a sus bustos parlantes de las capitales de América del Norte y Europa, afirma -mintiendo, por supuesto- que los soldados israelíes no hacen blanco deliberado en niños palestinos, y que esas 1.400 víctimas lo fueron por error.
Los errores suceden una vez, dos, incluso diez. Pero cuando se mata a niños casi cada día, estamos ante una política homicida estatal institucionalizada.
Y ahora estamos entrando en un nuevo período de políticas neonazis, adoptadas por el gobierno israelí y destinadas a acabar por hambre con el pueblo palestino mediante herméticos bloqueos y cierres de los centros de población palestina en la franja de Gaza y Cisjordania.
El 19 de marzo, la corresponsal en Gaza de Aljazeera.net, Laila el-Haddad, informaba de que las existencias de harina están agotadas y que, por consiguiente, las panaderías están cerrando. Esto no ha sido una coincidencia. Hace dos meses, Dov Weisglass, asesor del actualmente comatoso primer ministro Ariel Sharon, afirmó en la radio pública israelí que «la idea es poner a los palestinos a dieta, pero sin dejarlos morir de hambre.» Otros funcionarios israelíes hicieron afirmaciones similares, que, lamentablemente, no suscitaron ninguna reacción en las capitales occidentales.
Matar de hambre a toda una población no es sino una forma, pura y simple, de genocidio. Sólo que Israel lo está haciendo gradualmente, a fin de poder predecir las reacciones en Occidente, y medir su intensidad. Israel lleva ya dos meses esta vez, y debe de estar muy feliz ante la ausencia de reacciones airadas en las capitales de Europa y América del Norte.
La próxima vez el bloqueo durará más tiempo y las perspectivas de una hambruna efectiva crecerán proporcionalmente. No es una exageración, ni una reacción histérica. Es simplemente la honesta impresión que uno, una persona cualquiera, puede sacar en conclusión a partir de los datos realmente existentes.
Nosotros, los palestinos, no apelaremos a EE UU para que ponga freno al nazismo israelí. EE UU ha sido más cruel con nosotros que el mismo Israel. EE UU, cuyas políticas están dirigidas por círculos judíos de extrema derecha, como el AIPAC[1], es nuestro verdugo por excelencia.
Pero, ¿y Europa? ¿Deberían los europeos -pueblos y gobiernos- expiar un holocausto permitiendo a Israel que cometa otro, esta vez silencioso?
Es ésta la urgente cuestión que el Viejo Continente debe abordar ahora.
[1] The American Israel Public Affairs Committee, lobby estadounidense pro israelí. (N del T).