Traducido para Rebelión por LB.
Abdul Rahim Abu Halima, de 14 años, (con camiseta amarilla), asesinado el 4 de enero cuando los israelíes dispararon contra su casa un obús de artillería de fósforo blanco. Junto a él perecieron dos hermanos –Zayed, de ocho años, y Hamza, de seis–, su hermana Shahed, de 15 meses, y su padre Saad Alá, de 45 años. «Era un muchacho muy activo, un poco nervioso a veces, pero era bueno en el fútbol«, dijo su hermano Mahmoud, de 20 años. «Yo lo quería muchísimo. Era un muchacho maravilloso «.
Adham Mutair, 17 años, muerto a tiros por los israelíes en su casa cercana a Beit Lahiya, Gaza, el 9 de enero. Los tanques israelíes habían tomado posiciones alrededor de las casas y los israelíes dispararon contra Adham cuando salió al tejado a comprobar el estado de las palomas de la familia. Murió al día siguiente. «Ni siquiera hemos podido montar una tienda de duelo para llorarlo como es debido«, dijo su tío Khader, de 53 años. «No creo que el resto del mundo comprenda el dolor que significa para nosotros vivir aquí «.
Amal Abed Rabbo, 2 años, fotografiada después de que los israelíes la mataran en un ataque a la aldea de Izbit Abed Rabbo, el 7 de enero del 2009. Según su padre Khalid, de 30 años, a Amal y a su hermana Souad, de siete años, las mató un tanque israelí después de que los soldados israelíes hubieran ordenado a la familia salir de su casa. Otra hermana, Samer, de cuatro años, sobrevivió el ataque, pero está paralizada por debajo de la cintura. «Amal apenas estaba comenzando a aprender a hablar«, dijo Khalid. «Quiero que el ejército israelí me lo explique: ¿por qué han asesinado a mis hijas?«.
Amira Qirm, 15 años, en su cama del hospital de Shifa, en la ciudad de Gaza. Amira resultó herida en un ataque israelí que mató a su padre, a su hermano y a su hermana.
Lina Hassan, 10 años, asesinada el 6 de enero por un proyectil israelí que la mató mientras caminaba hacia las tiendas situadas junto a una escuela de la ONU en Jabaliya. «Me pidió un shekel para a ir a las tiendas a comprar algo para ella y sus hermanos y hermanas«, dijo su padre, Abdul, de 37 años. «Oí el proyectil y salí corriendo fuera. Vi su cuerpo tendido en el suelo… ¿Acaso mi hija era miembro de Hamas? ¿Cree usted que una niña de 10 años es capaz de distinguir siquiera entre Hamas y Fatah?«.
A Mohammad Shaqoura, de 9 años, también lo mató el bombardeo israelí de la escuela de la ONU en Jabaliya ocurrido el 6 de enero. Estaba jugando a canicas con sus amigos en la calle a media tarde. «Fui a ayudar a los heridos. No me di cuenta de que Mohammad era uno de ellos«, dijo su padre Basim, de 40 años. «Trato de hablar lo más posible de él a mis otros hijos. Pero les resulta difícil comprender«.
Ghaida Abu Eisha, 8 años, asesinada junto con sus padres y dos hermanos cuando un misil israelí impactó sobre su casa en Shamali el 5 de enero. Saber Abu Eisha, de 49 años, tío de los niños, dijo: «Ghaida estaba en segundo curso. Era como cualquier niña, era bonita, le gustaba jugar. A veces reía y a veces lloraba. Le gustaba vestirse bien, ponerse un vestido de novia y presumir«.
Mohammad Abu Eisha, 10 años, también murió el 5 de enero durante el ataque israelí con misiles contra su casa familiar de Shamali. os niños sobrevivieron: Dalal, de 12 años, y Ahmed, de cinco años. Ambos están profundamente traumatizados. «Cada vez que oyen un ruido fuerte se arrojan al suelo«, dijo su tío Saber Abu Eisha. «A veces pienso que todo es más fácil para los que han muerto y más difícil para los que seguimos vivos».
Abu Eisha Sayyd, 12 años, el tercer hijo muerto cuando un misil israelí destruyó la casa de la famila Abu Eisha en Shamali. Los miembros de su familia que sobrevivieron al ataque buscaron en la oscuridad utilizando la luz de sus teléfonos móviles hasta que encontraron sus cuerpos en el exterior de la casa sepultados bajo escombros.
A Shahed Abu Sultán, de 8 años, la mató una bala israelí disparada al parecer desde un helicóptero cuando estaba sentada en el regazo de su padre en la puerta de su casa situada en el campamento de refugiados de Jabaliya, el 5 de enero. Su padre, Hussein, de 40 años, escribió un mensaje a su hija que cuelga en la pared de su sala de estar: «He derramado un océano de lágrimas por ti, pero no han sabido calmar mi corazón porque te has ido de mi lado, hija mía. Ya no me quedan lágrimas, pero mi corazón quiere seguir llorando sangre, hija mía, mi amada Shahed«.
Fuente: http://www.guardian.co.uk/world/gallery/2009/jan/23/gaza-middleeast?picture=342225611