Con el inicio de la cuenta atrás para la retirada de los colonos de la Franja de Gaza y la reanudación de los contactos entre Israel y la Autoridad Palestina, los colonos están más nerviosos, y los actos de violencia y de provocación en las confrontaciones con los palestinos son más intensos. El clima va […]
Con el inicio de la cuenta atrás para la retirada de los colonos de la Franja de Gaza y la reanudación de los contactos entre Israel y la Autoridad Palestina, los colonos están más nerviosos, y los actos de violencia y de provocación en las confrontaciones con los palestinos son más intensos. El clima va empeorando, y los colonos más intransigentes han comenzado a agredir también a los voluntarios internacionales que tutelan a los civiles indefensos. Los soldados, en vez de prevenir estos incidentes, cierran un ojo, alimentando peligrosos sentimientos de impunidad entre los colonos violentos. El futuro próximo puede ser negro. Por eso, el trabajo extraordinario de voluntarios como los italianos de Operación Colomba o los americanos de Christian Peacemaker Team merece atención… y protección.
Punto de encuentro, la parroquia católica de Ein Arik, para la misa matutina del domingo. Adriano y Ugo bajan de Abud, donde tienen una casa, a casi una hora de viaje, Piergiorgio y Cristina salen de la región de Hebrón, cuatro horas de viaje. Los voluntarios de la Operación Colomba se mueven a menudo como sembrando, dejando a los otros la tarea de recoger. La Operación Colomba, promovida por la Comunidad Papa Juan XXIII, comunidad eclesial fundada por Oreste Benzi y reconocida en el Concilio Pontificio para los Laicos, comenzó en los Territorios Ocupados hace dos años y medio. «Operation Dove» no tiene nada que ver con los nombres líricos dados a las misiones militares americanas, pero nace en 1992 durante el conflicto en los Balcanes.
«Nuestra misión es estar con los últimos en las zonas de conflicto armado, compartiendo nuestro tiempo con ellos y construir el diálogo tratando de comprender lo que necesitan. Estamos con las dos partes del conflicto, pero particularmente cercanos a los más oprimidos»-dice Adriano. Actualmente la Operación Colomba está presente en Kosovo y en Tierra Santa, ha estado en las zonas indígenas de Chiapas (México), en Croacia, en la República Democrática del Congo y en Sierra Leona, ha dejado Chechenia y Timor Este por la elevada dificultad de intervenir, y debería establecerse rápido en Sudán. En este momento, en los Territorios Ocupados participan en la recogida de los olivos, y se dedican a acompañar a los niños palestinos a la escuela en áreas donde podrían ser agredidos por los colonos. Esta es la parte más difícil de su misión, en las colinas del sur de Hebrón, un área semidesértica habitada por decenas de pequeños núcleos familiares, a varios Km de distancia entre ellos, esparcidos entre las colinas compuestas por grutas milenarias en las que se refugian de la aridez del verano y del rigor del invierno.
El 29 de Septiembre de 2004, Kim y Chris, dos voluntarias de Christian Peacemakers Team (CPT), voluntarios católicos que colaboran con los italianos, fueron golpeadas por colonos encapuchados mientras acompañaban a los niños de la aldea de Tuba a la escuela elemental de Al-Tuwani, al sur de Hebrón. Les produjeron una laceración en un pulmón, una contusión cerebral, una lesión en la rodilla y una fractura del brazo. Los encapuchados tenían mazos y cadenas. Piergiorgio conoce muy bien a las dos agredidas, es con ellas con quien trabajan. «¿Pero cómo estáis seguros que fueron los colonos?-pregunto. «Beh, bajan directamente del outpost de Ma´on y hablan inglés. Uno de ellos se olvidó de quitarse los Tzit-Tzit (diez cordones que penden de la cintura, tantos como los diez mandamientos) cuando bajó para golpear a nuestras amigas. Los niños tienen dos posibilidades para ir a la escuela. O tienen que caminar todas las mañanas 6 Km a la ida y seis a la vuelta, o ir a lomos de un mulo por un camino que los mantiene a distancia de los asentamientos de Ma´hon, o van por una carretera 2 km. a pié entre los asentamientos de Ma´hon y Havat Ma´hon y que los palestinos no pueden recorrer en coche. Por esto nosotros los acompañamos por esta carretera. Si van solos, deben enfrentarse a los perros que les echan los colonos o esquivar las piedras». Las agresiones contra los «internacionales» son parte de una escalada violenta muy preocupante. Operación Colomba ha respondido lanzando una petición internacional al Gobierno israelí, pero la realidad ha sido más rápida que ellos.
El 9 de Octubre de 2004 golpearon a Adriano.
«Llevaba a los niños de la mano. Estaba con una voluntaria canadiense y con la responsable para Medio Oriente de Amnistía Internacional. Estábamos entrando en la escuela, eran las 15.30h. Cinco, quizás siete encapuchados bajaron hacia nosotros desde el bosque, llevaban tirachinas y bastones. Yo hice marchar a los niños. Me tiraron al suelo y me golpearon con el bastón los riñones, las manos y las piernas». Adriano tuvo más suerte que Chris y Kim, no tuvo fracturas ni graves complicaciones, pero la ambulancia y el ejército tardaron 40 minutos.
«¿Pero el ejército no protege?, pregunto. «Al ejército lo debí buscar yo aquel día. Cuando les dije que había un herido en la carretera me respondieron que no era verdad y que me lo habían dicho los palestinos que eran unos mentirosos. Pero, frente a mi insistencia, tuvieron que sacudirse la pereza» -responde Piergiorgio. «Los soldados no pueden intervenir contra los colonos, pero ni siquiera protegen a la población civil como protegen a los colonos, cuando es su deber. Y las fuerzas del orden no indagan con empeño. Después de nuestra denuncia a la policía israelí, no ha habido ningún arresto. Y eso que saben donde viven los agresores. El problema es que hay complicidad: el batallón militar de esta zona está compuesto por soldados de las facciones nacional-religiosas. Junto con los voluntarios y constructores de paz israelíes conseguimos hacerlos desistir con el fin de que viniesen otro tipo de soldados, pero fueron reclamados aquí otra vez» -cuenta Piergiorgio.
El 16 de Febrero de 2005, después de diversas acciones de moderada peligrosidad, que incluyen la confiscación de tierras y pastos o incluso la matanza de ovejas de los palestinos con objeto de intimidarlos, tiene lugar el segundo ataque grave de los colonos.
Johannes, Monica, Piergiorgio (Operación Colomba) y Diane (CPT) fueron atacados por dos colonos a cara descubierta, que dispararon algunos tiros y después golpearon a Johannes y a Piergiorgio, que no reaccionaron. Cuenta Piergiorgio: «Yo dije a uno de los agresores: «Shalom, vosotros no teneis necesidad de golpear ni nosotros de ser golpeados», y me llegó un puñetazo a la boca. Además: «Vosotros vivís allí, los palestinos allá, ¿por qué no podéis vivir cerca?». Y yo recibí un puñetazo en un ojo y un puntapié cerca de la sien izquierda. Johannes, que quedó en peores condiciones, tiene que recuperarse en Bolzano de una mandíbula fracturada y de una lesión en la retina. Antes de dejar Israel, sufrió un duro control en el aeropuerto de Tel Aviv, obligándole a ponerse en ropa interior a pesar de la crítica situación clínica. El 5 de Marzo, los colonos amenazaran de muerte a un voluntario a Qawawis, un poco más allá de Tuba.
Ahora es tiempo de reflexión, las agresiones han dado un nuevo giro a su misión.»¿Y ahora que hacéis?¿No tenéis miedo?»
«Cuando veo a estos niños que quieren ir a la escuela, no puedo negarme a acompañarles» -responde Adriano, uno de los agredidos. Pero los soldados han prohibido a los voluntarios acompañarles «por razones de seguridad», y los niños – que deberían ser escoltados por los soldados por orden de la Corte Suprema y de la Knesset israelí – no se sienten seguros, ya que los soldados no siempre garantizan la escolta. «La desesperación humana del conflicto lleva a los padres de los niños palestinos a preferir que sus hijos tomen la carretera más peligrosa, también la más lógica porque es más corta, con tal que estén acompañados por los «internacionales», porque nosotros somos el único anillo con el exterior» -continua el voluntario.
«¿La violencia es recíproca?»
«Desde que estamos aquí no he visto nunca a un palestino reaccionar, no he visto nunca un enfrentamiento» -responde Adriano.
«Por lo tanto, ¿cual es vuestro papel?».
«El de bajar el nivel de violencia. Gracias a nuestra presencia y a los contactos con los constructores de paz israelíes, los habitantes de estas aldeas pueden seguir confiando. En este sentido, no participamos en manifestaciones contra la ocupación, porque las consecuencias las pagaran los palestinos» -dice Ugo. «Frecuentemente, estas acciones de protesta las llevan a cabo organizaciones cuyos activistas se quedan dos o tres semanas alternándose. Nosotros estamos aquí tres, seis, nueve meses, buscamos estar presentes tiempo para familiarizarnos con el ambiente y dialogar» -dice Ugo.
Hablamos de otra historia emblemática. Las aldeas de Tuba y Al-Tuwani están en el Área C sobre la base de los Acuerdos de Oslo (el 59% de los Territorios Ocupados), o sea bajo jurisdicción civil y militar israelí. Para construir, los habitantes deben pedir un permiso a la autoridad israelí. Desde 1994, Israel no concede autorizaciones, pero los habitantes han tenido que construir sus casas, escuelas, pozos, clínicas, financiadas con fondos internacionales.
«Lo que frecuentemente sucede es que apenas te pones a construir, aunque tu petición de permiso no la tramitan en años, te llega la orden de demolición. Gracias a nuestra presencia y a la de los constructores de paz israelíes, no ejecutan la orden» -dice Cristina. «El 8 de Septiembre de 2004, la Corte Suprema israelí aceptó un recurso que conmina a la autoridad a responder a las peticiones de permiso en la zona de Suseya, cerca de Al-Tuwani, en dos meses. Nosotros esperamos que esta sentencia se convierta en un precedente para el Área C, que permita proteger todo lo que ha sido construido en los últimos años».
«De vez en cuando los soldados obligan a la suspensión de las labores y amenazan con la cárcel a quien trabaja o está presente simplemente en la obra, o secuestran sus documentos, como sucedió anteayer. Nos habíamos arriesgado a la expulsión, pero la llegada de improviso de los pacifistas israelíes obligó a los soldados a renunciar a su intento» -cuenta Cristina. «Las autoridades civiles habían dado el OK de palabra para continuar trabajando, y los soldados en cambio vinieron a decir que era ilegal, exhibiendo la orden de demolición, y nosotros estábamos desorientados». Así funcionan las cosas aquí: las buenas noticias se reciben de palabra, y las malas por escrito.
«¿Por qué habéis elegido las colinas del sur de Hebrón?» -pregunto.
» Allí está el corazón del conflicto. Están asentados los colonos del Movimiento Nacional-Religioso, el más intransigente (de su fila salió el muchacho que mató al Primer Ministro Rabin). Son una cuarta parte de los colonos (todos los colonos son unos 400.000), que creen encarnar una misión divina, la reconquista de la tierra, y están principalmente concentrados allí. Llegaron en los años 80. En 1985 y en 1999 destruyeron las aldeas de la zona, en las vísperas de las dos Intifadas. No titubeo definiéndolos como extremistas. El problema es que el Gobierno utiliza su presencia para justificar la ocupación militar. El ejercito en esta región les respalda, yo a menudo he visto olivos arrancados por soldados con los colonos. Operación Colomba, con su presencia, previene acciones negativas por parte de los soldados. Creo que si se consigue neutralizarlos, el camino hacia el fin de la ocupación será más veloz» -profetiza Piergiorgio.
Entretanto, estos nuevos cruzados sin espadas ni escudos quedan en primera línea, y saben que no son amados por todos. De ellos cuatro han sido expulsados por lo que hacen y lo que creen. Han hecho de todo para estar al lado de la gente común, de forma suave, «política» y no violenta, hasta incluso cuidando las ovejas de los pastores palestinos. Ahora quieren montar un cine forum entre aquellas colinas. Van también a Jerusalén Oeste para estar con los israelíes, y compartir las tensiones que genera el sentirse potencial objetivo de un ataque suicida. Todo esta abierto al debate, pero sus e-mails están firmados rigurosamente bajo seudónimo. Dejan el trabajo en Italia, y vienen aquí. Comemos juntos en la parroquia de Ein Arik y nos vamos a primera hora de la tarde, cada uno hacia su destino.
Información:
www.operazionecolomba.org
www.cpt.org