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«Los odiamos, sionistas, no porque sean judíos, sino porque representan el Mal»

Fuentes: Palestine Think Tank

Traducido para Rebelión por Nadia Hasan y revisado por Beatriz Morales Bastos

Se me ha estado atacando desde dos posiciones diametralmente opuestas. En primer lugar, los fanáticos, los autoadoradores sionistas que piensan que nunca se debería comparar el sufrimiento de quienes no son judíos con el sufrimiento de los judíos.

Huelga decir que esta actitud psicótica deriva de la profunda convicción de que el judío es un ser cuya vida vale más que la del resto de la humanidad. ¿Acaso no hemos sido testigos, por ejemplo, de la manera en que Israel ha convertido «Gila’ad Shalit», el nombre del soldado israelí encarcelado por Hamás, en un nombre familiar en todo el mundo, mientras que apenas se menciona nada de los cerca de 10.000 presos políticos y de la resistencia palestina que languidecen en las mazmorras y campos de concentración israelíes?

Y, en segundo lugar, me han atacado algunos activistas propalestinos que creen que yo debería evitar el holocausto en mis escritos por temor a que esto ayude a legitimar la posición sionista y justifique por inadvertencia los crímenes israelíes contra el pueblo palestino.

Con todos los respetos, quisiera decir lo siguiente a nuestros activistas propalestinos: creo sinceramente que estaríamos caminando por la senda de la inmoralidad si negásemos o menospreciáramos el sufrimiento de otras personas. De hecho, es imperativo que mantengamos nuestra humanidad y nuestra fibra moral en el curso de esta legítima lucha contra el Estado del Mal. Nunca deberemos imitar o emular sus modos y tácticas. Eso sería contraproducente, autodestructivo y enormemente desmoralizador.

Además, debemos abstenernos de decir o hacer cosas que nos presentaran ante otros como enemigos intrínsecos de los judíos, porque no lo somos.

También tenemos que prestar siempre atención y ser prudentes con lo que decimos y con cómo lo decimos, no sea que por descuido dañemos la legitimidad de nuestra justa causa.

Israel es tan manifiestamente criminal y espantoso que no necesitamos negar el sufrimiento de nadie para probarlo.

En resumidas cuentas, para qué hacernos daño a nosotros mismos. Sería un error que sólo nos causaría mucho daño.

Obviamente, los «argumentos» sionistas están motivados, como siempre, por la mala voluntad y un malicioso deseo de silenciar las críticas de los crímenes de Israel, de cuyas fantasmagóricas expresiones todos hemos sido testigos hace muy poco en la Franja de Gaza.

En esta ocasión, lo que se me ha criticado ha sido un artículo que publiqué hace pocosdías, titulado «¡Qué vergüenza!» [1], en el cual critiqué duramente los esfuerzos de algunos dudosos «activistas por la paz» para embaucar a unos cuantos inocentes niños palestinos de poblaciones empobrecidas para que interpretaran música ante «supervivientes del Holocausto».

Esto ocurrió la semana pasada, cuando una docena de jóvenes músicos del campamento de refugiados de Jenín, en el norte de Cisjordania, fueron conducidos subrepticiamente a Tel Aviv para tocar una serenata ante varios ancianos sionistas, algunos de los cuales eran veteranos de las muchas guerras criminales que Israel ha librado contra nuestro pueblo. Y, como dije en el artículo, la limpieza étnica de Palestina no la llevaron a cabo ovnis, sino las mismas personas a quienes nuestros niños ahora se han encargado de divertir.

Como es lógico, este espectáculo nada inocente enfureció a muchos palestinos debido a la descarada explotación de estos niños para satisfacer los objetivos de la hasbará [2] israelí. Como alguien que perdió a tres tíos en un día de asesinatos sionistas en 1954, me sentí profundamente herido y humillado por el espectáculo.

No soy de ninguna manera contrario a la reconciliación entre palestinos y judíos. Nunca he considerado y nunca consideraré a los judíos como nuestros enemigos intrínsecos. Algunos judíos se encuentran, en realidad, entre los más eficaces defensores de nuestra causa nacional. Rendimos homenaje a su honradez y a su moralidad.

Sin embargo, es evidente que la verdadera reconciliación en esta parte del mundo exige un borrón y cuenta nueva desde el principio. Hay que restituir los derechos usurpados a sus legítimos propietarios y deberán corregir los errores. Esto se lo digo a los judíos honrados e íntegros a quienes de verdad les interesa la justicia y la paz.

Pero a los sionistas me gustaría decirles lo siguiente: de lo que aquí estamos discutiendo no es ni de música ni tampoco de la paz. Se trata en primer lugar de la dignidad humana que los hijos del holocausto, sus hijos y sus nietos y sus biznietos han estado tratando de robarnos.

Y, les guste o no, al menos para nosotros ustedes representan el verdadero Wehrmacht, las verdaderas SS y la verdadera Gestapo. Ustedes son los nazis de nuestro tiempo. Esto es lo que vemos desde nuestro punto de vista. Esto es lo que gran parte del mundo ve. Esto es lo que muchos judíos honrados e íntegros también ven.

Ustedes robaron nuestro país, asesinaron a nuestro pueblo, destruyeron nuestras casas y expulsaron y dispersaron a la mayoría de nuestras familias por los cuatro puntos cardinales. Y, después de todo esto, ¿todavía se atreven a embaucar a nuestros niños para que canten y toquen música para ustedes? Es algo que sobrepasa los límites del atrevimiento.

Algunos de ustedes suelen balbucear la palabra «odio» cuando un palestino hace valer la dignidad y la humanidad de su pueblo.

Bueno, están ustedes verdaderamente enfermos si creen que los palestinos deben sacrificar su dignidad para convertirse en un pueblo libre de odio según el léxico sionista. No vamos a rendir homenaje a los asesinos de nuestros hijos, no vamos a mostrar respeto alguno por quienes nos masacraron.

Además, ¿quiénes creen que son, en todo caso, para darnos lecciones sobre odio? Al fin y al cabo, ustedes representan y encarnan el odio en su forma más horrible. La extirpación de un pueblo de la que desde tiempo inmemorial era su patria ancestral es un acto satánico por excelencia. La destrucción y la aniquilación de cientos de ciudades y aldeas palestinas para hacer realidad el nacionalismo judío es un acto diabólico del más alto grado.

Su reciente guerra relámpago en Gaza durante la cual su ejército, tan parecido al de los nazis, atacó a una población civil desamparada e indefensa y la exterminó con bombas y misiles e incineró a sus hijos con fósforo blanco, ha demostrado una vez más que no son mejores que los odiosos nazis que maldicen día y noche por lo que les hicieron hace sesenta años.

Bueno, traten de escapar de esa envoltura protectora de autonegación en la que viven. El pueblo palestino no odia la música ni enseña a sus hijos a odiar a los judíos o a quienes no lo son, son sus acciones demoníacas y asesinas las que generan odio contra ustedes, no sólo entre los palestinos y los musulmanes, sino también entre muchas otras personas de todo el mundo.

Si quieren comprobarlo, mírense al espejo y verán el rostro del Mal.

Notas

[1] Véase http://www.rebelion.org/noticia.php?id=83161 [Nota de la traductora]

[2] Hasbará («explicación, esclarecimiento») es el término utilizado por el Estado de Israel y por grupos independientes para describir sus esfuerzos por explicar las políticas del gobierno israelí y fomentar la imagen de Israel en el mundo. [Nota de la traductora]

Fuente: http://palestinethinktank.com/2009/04/01/khalid-amayreh-zionists-we-hate-you-because-you-are-evil-not-because-you-are-jewish/