Traducido del inglés para Rebelión por Sara Plaza.
El miércoles pasado [17 de junio de 2015] se celebró un acto importante en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres (SOAS, por sus siglas en inglés). Mientras los que estábamos allí sentados nos secábamos las lágrimas, el médico noruego Mads Gilbert nos guió a través del horror y el coraje de una noche en Gaza durante la presentación de su libro homónimo, A Night in Gaza. Comenzó afirmando que su objetivo era describir el asedio de Gaza lo más humanamente posible; como la desastrosa realidad que es; como una situación sobre la cual tenemos la obligación de hacer algo.
Sólo en los últimos ocho años cuatro grandes ofensivas israelíes contra la Franja de Gaza han causado miles de muertos en Palestina, a pesar de lo cual se ha seguido manteniendo la misma política internacional de no intervención. Ha sido el sufrimiento atroz de la gente, como recordó el Dr. Gilbert, el que ha permitido conocer el verdadero trasfondo orientalista de la inhumana política internacional que enfrentan los palestinos.
Los civiles, niños incluidos, han sido el objetivo, y la brutalidad está ampliamente documentada. Hemos sido testigos de una destrucción a escala masiva provocada en su totalidad por el hombre; destrucción que va más allá de las masacres e incluye las condiciones de apartheid en las que viven los palestinos, con graves restricciones de movimiento. Ha sido el blanqueo de los crímenes de guerra a nivel internacional y la destrucción deliberada de cualquier resto de historia palestina en su propio territorio ocupado lo que ha permitido que eso ocurra. El bloqueo y los cierres de frontera impuestos por Israel impiden a los palestinos reconstruir sus infraestructuras. Los niños padecen desnutrición crónica y tres cuartas partes de ellos tienen anemia.
La ofensiva israelí del año pasado dejó más de 1400 civiles muertos, incluidos 500 niños. A pesar de los llamados «avisos» en los que se daba a la gente 30 segundos para abandonar sus hogares, la mayoría fue incapaz de hacerlo. En cualquiera caso, ¿a dónde podrían ir estando bajo asedio?
Antes de sus bombardeos, Israel cortó el suministro eléctrico, dificultando muchísimo el funcionamiento de los hospitales en particular. El Dr. Gilbert explicó cómo se fue formando una larga fila de ambulancias a las puertas del hospital con heridos y moribundos. Y alabó la resiliencia de los palestinos como una gran lección de gestión de crisis y cooperación. Recordó a los niños que perdieron a sus padres delante de sus ojos; a los que perdieron sus extremidades y sufrieron terribles heridas de metralla casi imposibles de curar. Este médico humanitario noruego compartió con el público numerosos relatos de niños muy valientes que, habiendo presenciado lo que nadie debería presenciar nunca, hicieron todo lo posible por limpiarse y curarse las heridas, y luego ayudaron a los demás lo mejor que pudieron.
El personal de enfermería, médico, paramédico y los equipos de rescate que dejan a sus propias familias en momentos de crisis para ayudar a otros demuestran una gran habilidad y un gran valor. En los 30 años que lleva trabajando en urgencias, el Dr. Gilbert también estuvo en el Líbano durante los ataques de Israel a Beirut occidental; la inhumana estrategia empleada entonces es similar a la que utiliza hoy, explicó. Los israelíes atacan y esperan unos pocos minutos a que lleguen los equipos de rescate, y entonces vuelven a atacar para acabar con la vida de quienes arriesgan las suyas para ayudar a otros. «Es habitual ver al personal paramédico desplomarse», señaló. A la mayoría les ponen oxígeno y enseguida retoman las tareas de rescate que ponen en riesgo su vida.
Mads Gilbert nos contó las muchas lecciones que él había aprendido y animó al público a mirar a los palestinos con admiración en vez de lástima, y a apoyar su derecho a resistir la ocupación israelí. Animó a la gente a participar activamente y a preguntar a los palestinos lo que podían hacer para ayudarlos; a protestar y a transformar el discurso político y mediático que sostiene la ocupación y el asedio.
A pesar de las declaraciones del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en las que señalaba que Gaza es un motivo de vergüenza para la comunidad internacional, no ha habido ningún intento político de solucionar sus problemas. Israel sigue disfrutando de total impunidad para llevar a cabo sus masacres. El año pasado la comunidad internacional cerró vergonzosamente los ojos durante los 51 días con sus noches que duró el bombardeo despiadado de civiles; fue 100% evitable, 100% provocado por el hombre. La Convención de Ginebra debería haber protegido a los civiles del ataque, pero no lo hizo.
El Dr. Mads Gilbert nos ha hecho a todos un favor al poner de relieve, una vez más, con su conocimiento y experiencia de primera mano, la muerte y la destrucción -en nombre de una supuesta «defensa propia» de un Estado democrático- que avergüenzan al mundo.
Que Israel no solo goza de absoluta impunidad para cometer esos crímenes sino que además se beneficia de ellos a través de su multimillonaria industria armamentística demuestra que se está empleando una fuerza asimétrica contra un pueblo ocupado. Revela además la fría verdad sobre cómo perciben Europa y Estados Unidos lo que el Dr. Mads Gilbert llama la «liquidación del ADN de la resistencia». El desapego moral y la actitud irresponsable se deben a la doctrina orientalista, que, lamentablemente, sigue siendo dominante tanto en los medios de comunicación como en la política. En Gaza los niños palestinos llevan ocho años pasando hambre y han sido víctimas de las ofensivas militares cada dos, gracias a decisiones políticas que resultarían inaceptables en cualquier país europeo.
Además, nuestra lástima, a partir de la cual se podría decir que prosperan las ONG, es contraproducente, advirtió el Dr. Gilbert. Necesitamos acciones en vez de cheques; los cheques sirven para que determinadas partes se sientan mejor pero también para que olviden su responsabilidad a la hora de promover acciones políticas contra el asedio. Hace falta memoria para poner fin a la pesada carga del apartheid que ha soportado y soporta el territorio palestino. Y necesitamos comprometernos políticamente y abrir un debate local sobre una cuestión de la que somos cómplices, como mínimo, por el hecho de tener concomiendo de ella. Occidente tiene que realizar un serio examen de sus políticas y de las ONG que pisotean muchas de las cualidades resilientes de los palestinos para ayudarse a sí mismos.
Al terminar, Mads Gilbert citó al ex presidente de Mozambique, camarada Samora Machel: La solidaridad no es caridad sino la unidad entre aliados que luchan en diferentes terrenos por los mismos objetivos.