París.- La librería se llama «El país de Jauja» (Au pays de cocagne), y se encuentra en el barrio de Le Marais, barrio tradicional de los tenderos judíos, y últimamente muy de moda entre los gays. Dos griegas jóvenes, dos muchachas de la patria de Helena la bella, la habían inaugurado el pasado mes de […]
París.- La librería se llama «El país de Jauja» (Au pays de cocagne), y se encuentra en el barrio de Le Marais, barrio tradicional de los tenderos judíos, y últimamente muy de moda entre los gays. Dos griegas jóvenes, dos muchachas de la patria de Helena la bella, la habían inaugurado el pasado mes de abril, y habían previsto invitar a varios autores a firmar sus libros. Uno de ellos es Alain Soral, polemista que conoce un éxito de ventas notable, a pesar de que los medios culturales prefieren silenciar sus obras de tono subido. Presentaba el martes pasado una novela titulada Miserias del deseo, contestando las preguntas de unas veinte personas, desde hacía diez minutos, cuando irrumpió un grupo con cascos y porras, gritando «¡Israel vencerá!»; eran como treinta, rompieron los escaparates, tumbaron los libros, soltaron gases lacrimógenos, golpearon a la gente y dejaron siete heridos, principalmente mujeres, y una niña.
Se salvó de milagro el autor, todos huyeron al patio trasero, y la gente del edificio llamó a la policía. Cuando esta llegó, junto con la prensa y la televisión, no dejaron que se entrevistara al autor en la calle, delante de las ruinas de Jauja, pues consideraron que no podían garantizar la seguridad del autor. Este explicó que había recibido amenazas de muerte, por lo cual había solicitado protección policial en tiempo, pero no le hicieron caso. Alain Soral es una destacada figura de la lista Europalestina, agrupación antisionista que presentó candidatos en las últimas elecciones al parlamento europeo, en junio 2004, con el lema : «No habrá paz en Europa sin justicia en Palestina»; el humorista Dieudonné, a quien las organizaciones judías persiguen en vano desde hace un año ante los tribunales, era la figura más popular de la lista, y acudió a la librería algunos minutos más tarde.
Resulta que a Alain Soral le habían invitado, la semana anterior, en el marco de un programa informativo sobre el antisemitismo; pero en vez de transmitir su argumentación de intelectual destacado sobre el tema, el presentador le hizo una trampa, y solamente conservó, en el montaje, una frase suya donde decía (lo mismo que han dicho muchísimos grandes intelectuales judíos, desde Carlos Marx en adelante) que «convendría que los judíos se cuestionaran de vez en cuando, ya que por lo visto, suscitan cierto repudio, en tiempos y lugares diversos». Alain Soral explicó a los periodistas que, en el contexto actual, la actuación del presentador equivalía a desatar una fatwa contra él, y era una incitación al crimen.
Esta vez se ha salvado; no así las chicas de la librería, que lo han perdido todo, y no estaban preparadas en absoluto para este tipo de aventuras. Aterradas, preguntaban : «¿Y no hay judíos normales aquí? ¿Dónde están los judíos normales?». Hasta ahora, sólo les han contestado voceros sionistas desmintiendo que los rufianes perteneciesen al Betar o a la Liga de Defensa Judía, pero que ellas son las que deberían de saber a qué atenerse, al invitar a un antisemita. Una señora argelina, presa de un ataque de nervios, gritaba «! ¡No puede ser que esto pase en Francia, no puede ser!»
Pues sí puede ser; en Francia, cualquier judío prende fuego a un centro comunitario, o dibuja una cruz hitleriana en un cementerio, o se autoapuñala, y cualquier loca mete un cuento de sangrientos antisemitas negros: en seguida le echan la culpa a los musulmanes, y saltan a la pantalla los ministros a explicar que están preocupadísimos. Hasta ahora, el atentado al «País de Jauja» ha dado lugar a un comunicado de AFP, y una nota en la crónica roja de Libération, Le Monde, Le Figaro. Nada más, se pueden ver las fotos, tomadas por uno de los clientes de la librería, en www.oumma.com. Eso fue el 28 de septiembre, cuarto aniversario de la Intifada Al Aqsa.