Traducción para Rebelión de Loles Oliván
La solución de dos Estados (palestino e israelí) al conflicto árabe-sionista se ha reactivado últimamente como la única solución práctica al conflicto. Tal solución, con todos los peligros que incorpora, fue injusta e ilegalmente impuesta por NNUU en 1948, permitiendo que los sionistas pusieran un primer pie en el mundo árabe. En aquel momento los sionistas la acogieron positivamente pero los árabes la rechazaron. Irónicamente, después de 61 años y debido al cambiante equilibrio de poder, la reactivación de esta solución hoy en día, es bienvenida y perseguida por los árabes, pero es rechazada por el Israel sionista.
Se suponía que los Acuerdos de Oslo de 1993 iban a ser la solución del conflicto entre ambas partes. Los Acuerdos proveyeron la creación de una Autoridad Palestina (AP) como un primer paso hacia la estatalidad en Cisjordania y en la Franja de Gaza junto al Estado de Israel. Se habría debido llegar al Estado palestino de una forma u otra en 1996, después de lo cual se habrían negociado los acuerdos permanentes que conducirían a la retirada israelí de los territorios ocupados en 1967. Pero la intransigencia de Israel, la confiscación de tierras y la expansión colonial saboteó todas las negociaciones.
La solución de dos Estados ha sido utilizada por las dos últimas Administraciones estadounidenses (Bush y Obama), como un sedante y como un premio de recompensa por neutralizar cualquier oposición árabe a las aventuras militares estadounidense en Afganistán, Iraq y posiblemente en el futuro, en Siria y en Irán. Israel, mientras tanto, aprovecha la oportunidad para expandir sus colonias a expensas de los palestinos.
Finalmente, después de 18 años de infructuosas negociaciones de paz, la AP ha reconocido y ha declarado oficialmente lo que todo palestino sabe, esto es, que las llamadas negociaciones de paz únicamente significaron que Israel, la parte más fuerte, impusiera sus propias soluciones a la parte más débil, expandiendo al mismo tiempo sus ilegales asentamientos. Mahmud Abbas, presidente de la AP cuyo cargo expiró en enero pasado, ha solicitado a NN.UU. que reconozca el establecimiento de un Estado palestino en las fronteras de 1967 del mismo modo que se reconoció el Estado israelí en 1948. Abbas y a su séquito han sido vistos visitando países importantes para intentar reunir el apoyo político favorable a la declaración de un Estado palestino.
¿Qué Estado palestino?
La definición de un Estado incluye, entre otras cosas, una extensión de territorio contiguo con fronteras internacionalmente reconocidas, un pueblo libre que pueda ejercer su propia voluntad dentro de unas estructuras organizadas social, política y económicamente, con un gobierno libre que ejerza el control total sobre sus recursos naturales, sus fronteras, su espacio aéreo y marítimo; que pueda asegurar la paz interna y proteger, con las armas si ello es necesario, la seguridad de sus ciudadanos de una potencia invasora y, lo más importante, una economía próspera que pueda sostener tal Estado. ¿Es aplicable esta definición al Estado palestino al que se aspira?
Israel ejerce un control total sobre todos los aspectos de la vida palestina; sobre tierra, aire, mar, agua, y sobre la economía. Israel controla el movimiento de casi todos los palestinos y, concretamente, de los de la AP. Para decirlo sin rodeos, los responsables palestinos no pueden ni siquiera tirarse un pedo sin permiso israelí. Uno se pregunta entonces qué forma podría adoptar un Estado palestino. ¿Sería viable o en descomposición?, ¿soberano o subordinado?, ¿libre o sitiado?, ¿emancipado o dependiente?, y por encima de todo, la creación de un Estado palestino en este momento, ¿resolvería o agravaría el conflicto?
La AP prevé un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967 (Cisjordania y la Franja de Gaza) con Al-Quds Oriental (Jerusalén) como su capital, y una «solución justa» al problema de los refugiados palestinos. Este es un gran cambio en los objetivos del programa de liberación de Fatah. La dirección actual de Fatah encabezada por fraudulentamente elegido Abbas, degradó sus honorables objetivos de liberar toda Palestina hasta el punto de aceptar el establecimiento de un Estado monstruosamente anómalo en menos del 18% de la verdadera Palestina, pues Israel ya se había anexionado el 80%, había tomado todo Jerusalén y el Muro de separación se está llevando el 42% del resto del territorio.
Los dirigentes de la AP aún esperan seguir sirviendo a sus amos de Occidente haciendo de policías, subyugando y conteniendo a los palestinos dentro de sus grandes ciudades. Parece que se hayan olvidado de que los palestinos luchan no sólo por un empequeñecido Estado, sino por la justicia, por la libertad, por la igualdad, por el retorno a su patria y por una soberanía independiente.
La causa palestina, causa árabe
Corresponde a Abbas y a su panda, y al resto de dirigentes árabes que han abandonado a los palestinos, recordar que la Causa Palestina no pertenece únicamente a los palestinos sino a todos los árabes. Legitimar el derecho a la existencia de una entidad colonial, expansionista y extranjera en el corazón del Mundo Árabe no es una decisión a tomar por un puñado de dirigentes títeres. Cada ciudadano y ciudadana árabe forma parte de esta decisión.
Los dirigentes israelíes, por otra parte, aunque fingen aceptar la solución de dos Estados, están introduciendo todo tipo de condiciones inalcanzables con el fin de sabotear la solución. Quieren mantener las negociaciones desequilibradas para explotar al máximo lo que pueda ser reconocido internacionalmente como concesión política por parte de los débiles representantes palestinos. Se adhieren a la política esencial de sus fundadores sionistas que establece que «el Estado judío es impensable sin el traslado forzado de los palestinos a otros países árabes». El proyecto sionista de establecer el Gran Israel solo para judíos se basa inicialmente en la expulsión de los palestinos fuera de Palestina a los países árabes vecinos con el fin de asentar judíos en el territorio. Después, mientras Israel se expande en el sueño del Gran Israel, mover a los palestinos y al resto del los árabes que viven en el área entre el Nilo y el Éufrates, a países lejanos. Los sionistas están tomando como hoja de ruta el modelo estadounidense en el que los llamados «pioneros norteamericanos y sus antepasados» aniquilaron a los indios nativos de América para establecer la vieja «buena América».
Israel, Estado de exclusividad judía
Netanyahu manifestó esta política de manera elocuente cuando declaró: «Israel no es un Estado bi-nacional. Es la patria de cualquier judío. Y hay un amplio consenso en Israel de que el problema de los refugiados palestinos debe resolverse fuera de las fronteras de Israel. Los judíos vendrán aquí y los palestinos se irán. Esa es la base de la solución. Los palestinos deberían hacer un acuerdo definitivo de paz con el Estado judío de Israel».
Los sionistas nunca aceptarán que Jerusalén Oriental sea la capital de Palestina. Quieren que Jerusalén sea la capital eterna de Israel. En su proyecto final está previsto que Jerusalén se convierta en la capital sionista de todo el mundo una vez destruida la mezquita de Al Aqsa y cuando se haya construido el templo judío en su lugar. Este plan se insinuó en la declaración de Ben Gurion: «Israel no tiene significado sin Jerusalén, y Jerusalén no significa nada sin el templo».
La solución de dos Estados es peligrosa e injusta. Da legitimidad a la ley de la selva: el poder de la fuerza. Toma el territorio y los hogares palestinos y se los da gratis a los terroristas asesinos armados hasta los dientes. Justifica los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad de los sionistas, sus graves masacres de civiles, la limpieza étnica de los palestinos, así como los crímenes de guerra contra egipcios, jordanos, sirios y libaneses. Niega a esas víctimas cualquier derecho de ejercer la justicia, su derecho a regresar a sus hogares, y su derecho a todas las compensaciones. Reconoce y legaliza al Estado canalla de Israel como Estado racista solo para judíos. Borra toda la Historia y las culturas de esa tierra previas a los tiempos de Abraham y reconoce sólo la breve historia judía y su denominado derecho religioso a la tierra.
Quienes proponen la solución de dos Estados reivindican que es la única solución práctica y lógica debido al actual equilibrio de poder y a los hechos sobre el terreno. El equilibrio de poder está representado en las armas de destrucción masiva que Israel posee y que ha utilizado contra los palestinos, y en la ciega política incondicional de apoyo financiero y militar de EE.UU. a Israel. Los hechos sobre el terreno están representados por la ilegal ocupación israelí de toda Palestina y de las ilegales colonias israelíes militarizadas (asentamientos) en Cisjordania.
Se afirma que es poco práctico erradicar a los colonos sionistas que ya residen en las colonias y desmantelar los ilegales asentamientos. Merece la pena mencionar que la historia ha demostrado que el equilibrio de poder nunca ha sido estable y que siempre está cambiando. Hoy en día os pertenece a vosotros, mañana pertenecerá a vuestros hermanos. En cuanto a los hechos sobre el terreno, se modifican a diario. En 1947 los hechos sobre el terreno demostraban la existencia de Palestina en todo el territorio y la ausencia absoluta de colonias sionistas. Nadie sabe qué hechos sobre el terreno se manifestarán en el futuro.
El Dr. Elias Akleh colaborador de CTM, es un escritor árabe de origen palestino nacido en la ciudad de Beit Jala. Su familia fue primero desalojada de Haifa tras Al Nakba de 1948, y después de Beit Jala, tras Al Nakseh de 1967. En la actualidad reside en EE.UU. y publica sus artículos tanto en inglés como en árabe en la página web: http://mwcnews.net/eliasakleh