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Los revolucionarios de una ciudad rebelde

Fuentes: LITCI

Lea abajo el reportaje sobre el día a día y los desafíos enfrentados por los habitantes de Minbij, ciudad rebelde que lucha contra la tiranía de Assad. Llegar a la ciudad Minbij no es tarea fácil. No es que el acceso a uno de los principales centros urbanos bajo control de los revolucionarios sirios esté […]

Lea abajo el reportaje sobre el día a día y los desafíos enfrentados por los habitantes de Minbij, ciudad rebelde que lucha contra la tiranía de Assad.

Llegar a la ciudad Minbij no es tarea fácil. No es que el acceso a uno de los principales centros urbanos bajo control de los revolucionarios sirios esté desprovisto de carreteras asfaltadas o muy distante. Gaziantap, uno de los principales centros industriales de la vecina Turquía, que posee un aeropuerto internacional, está sólo a 30 minutos de la ciudad. Pero los desafíos para llegar a Minbij son otros; el aislamiento de la revolución hizo que las zonas libres del país sean verdaderas islas políticas y militares, desconectadas del resto del mundo.

La travesía desde Turquía al norte de Siria, como por cualquiera otro lugar, puede darse de forma legal o ilegal. Sin embargo, tener un sello del Ejército Libre de Siria en el pasaporte puede no ser una buena idea. Atravesar corriendo los campos de olivo en la frontera, evitando siempre que sea posible las minas terrestres y las patrullas del ejército turco, es de cierta forma la mejor alternativa para entrar al país.

Casi todas las ciudades liberadas del norte de Siria son pequeñas, extremadamente pobres y, en buena parte de los casos, habitadas por campesinos. En realidad, llamarlas «ciudades» es una exageración. En su gran mayoría, son aldeas con pocos habitantes. Incluso la ciudad de Minbij, a pesar de sus casi medio millón de habitantes (mitad de los cuales, son refugiados de otras partes del país) es más semejante a un pueblo grande.

El interior de la provincia de Alepo, cuya capital ha sido el escenario de batallas feroces desde el inicio de la revolución, siempre fue caracterizada por su pobreza. Históricamente, las regiones distantes de la capital Damasco fueron abandonadas por el régimen del dictador Bashar Al Assad. Si la situación antes de la revolución era mala, después de la guerra empeoró aún más. Los hospitales de Minbij sufren con la falta crónica de medicamentos, hay cortes constantes de electricidad y, por encima de todo, no hay más empleos. La ciudad vecina de Alepo, capital de la provincia y centro económico del país, era una importante fuente de empleos para los habitantes de Minbij. Hoy ya no lo es. La devastación de la guerra hizo que más del 80% de las industrias de la ciudad fueran destruidas. Sumado a esto, están los constantes bombardeos aéreos del régimen de Assad con el objetivo exclusivo de aterrar a la población.

¡Todo poder a los Consejos Revolucionarios!

En el interior de Alepo, la fuerza de la revolución es sentida en el aire. Jóvenes activistas, que hasta pocos días atrás dirigían manifestaciones, hoy dirigen ciudades. Muchos son ex-estudiantes que, por la fuerza de la revolución, dejaron sus vidas cotidianas para entregarse a una causa. A ellos, se suma el pueblo pobre y trabajador de la región. Por medio del Consejo Revolucionario, un frente que inicialmente organizaba manifestaciones anti-Assad y que evolucionó hacia un órgano de poder dual, los activistas de Minbij administran sus vidas.

Cuarenta años de una dictadura brutal significa que, hasta poco tiempo atrás, la idea de discutir abiertamente problemas políticos en la calle era algo enteramente ajeno a la población.

En los Consejos Revolucionarios existe poca interacción entre los activistas y la gran masa de habitantes de la ciudad. Pero el espacio es, de hecho, abierto a los sectores más politizados de la sociedad que quieran participar.

El déficit en la presencia de mujeres es innegable en el Consejo, más en una ciudad conservadora, religiosa y provinciana, donde las mujeres son difícilmente vistas en público, el problema no puede ser sacado de su contexto. La mera existencia de un consejo de activistas que intenta administrar democráticamente una ciudad de 500.000 habitantes, en medio del caos de la guerra, representa una de las experiencias políticas más radicales del siglo XXI.

La ausencia de disciplina entre los guerrilleros hace que muchas veces los mismos no respeten las resoluciones de los consejos, debilitando los órganos de poder dual. Pero, hay brigadas que se proclaman centralizadas por las decisiones de los civiles, trabajando inclusive en la ejecución de sus definiciones. Como parte integrante de este mosaico, están grupos armados que sólo usan la ciudad como base de descanso antes de ir al frente de batalla.

La quinta columna de Assad

La confusión y desorganización, fruto de la ausencia de centralización democrática de la militancia, es sólo una parte del problema político-militar presente en Minbij. Hoy, no son en los batallones indisciplinados del Ejército Libre de  Siria donde reside la principal amenaza a la revolución, sino en una organización mucho más siniestra y obscura: Al-Qaeda. Una de sus dos secciones existentes en el norte de la Siria, el Estado Islámico de Siria e Irak (EISI), ha movido parte significativa de sus esfuerzos para asumir la dirección de la ciudad. Actuando de forma desleal en la retaguardia, el «Estado Islámico» ha intentado tomar para sí las zonas libres del país.

Según los propios integrantes del EISI, la batalla central de Al-Qaeda no gira en torno a los enfrentamientos con el tirano Assad, sino en la implementación de un estado islámico en la región. Esto ayuda explicar por qué los pozos de petróleo controlados por el grupo venden combustible para el régimen sirio. Al contrario de buena parte de los grupos de radicales islámicos, los milicianos del EISI son difícilmente vistos en el embate contra el régimen, actuando, casi exclusivamente, en las áreas ya liberadas por la revolución.

Compuesto en buena parte por extremistas de diferentes partes del mundo, el EISIS es visto por la población local como un cuerpo extraño a la comunidad. No hay, de forma alguna, apoyo de masas a Al-Qaeda en la provincia de Alepo. Sin embargo, por poseer un grupo político-militar altamente centralizado y disciplinado, rico en recursos materiales y con un programa político bien definido, los militantes de la EISI han avanzado en la toma de territorio.

Más que nunca, la ausencia de una organización político-militar en la región, centralizada democráticamente y capaz de presentar una alternativa real a los trabajadores sirios, ha abierto espacio para que diferentes grupos contra-revolucionarios se monten en la lucha del pueblo.

Está abierta en Siria una amplia fase revolucionaria en el país, cuyos resultados sólo serán conocidos a largo plazo. Por más que Al-Qaeda, Assad, Putin y Obama intenten, con todos sus esfuerzos, sofocar la revolución, en Minbij, así como en el resto del país, ella sigue más viva del que nunca.

Fuente original: http://www.litci.org/inicio/newspaises/asia/siria/4059-siria-minbij-rebelde