Los jóvenes «revolucionarios» egipcios, impulsores de las protestas que derrocaron a Hosni Mubarak a principios de año, han ido perdiendo fuerza y protagonismo, pero mantienen firme su propósito de continuar con sus reivindicaciones. «El periodo de transición fue un fracaso y las fuerzas revolucionarias abandonaron por completo las elecciones», admitió el conocido bloguero y médico […]
Los jóvenes «revolucionarios» egipcios, impulsores de las protestas que derrocaron a Hosni Mubarak a principios de año, han ido perdiendo fuerza y protagonismo, pero mantienen firme su propósito de continuar con sus reivindicaciones. «El periodo de transición fue un fracaso y las fuerzas revolucionarias abandonaron por completo las elecciones», admitió el conocido bloguero y médico de profesión Hussein Mustafa. Los partidos islamistas lograron el 65% de los votos en la primera fase. La segunda se celebrará entre hoy y mañana en un tercio del país, predominantemente en las áreas rurales, en las que es previsible que ganen los islamistas. La Revolución Continúa sólo cosechó el 3,3% de los votos.
Esta falta de liderazgo se debe, según Antoine Basbous, del Observatorio de los Países Árabes, a que «la influencia de los revolucionarios se ha limitado a las élites urbanas que navegan por internet. No han logrado llegar a las clases populares, en las que la tasa de analfabetismo se sitúa en un 44%. Los Hermanos Musulmanes, con una larga tradición tienen profundas raíces en este segmento de la sociedad».
En respuesta a quienes acusan a este movimiento de elitismo y de estar desconectado de la ciudadanía, Mona Seif, activista contra los juicios militares, remarcó que «los revolucionarios, por definición, van por delante de sus conciudadanos».