Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
¿»Solidaridad crítica»?
Solidaridad crítica, éste es el título que dio Dominique Vidal a la presentación de una publicación reciente de la Association France-Palestine Solidarité (AFPS). En ella condena una confusión entre «solidaridad y ser incondicional» y escribe sobre todo «no tenemos prohibido analizar y criticar los aspectos negativos de las acciones de Fatah y de la OLP». ¡Para ser completo Dominique Vidal hubiera podido señalar que este «prohibido» se aplicó ampliamente a algunas personas que no se pueden reconocer en el «nosotros» y que osaron criticar, acusados inevitablemente de no respetar «la elección de los palestinos» cuando no se trataba de «hacerle el juego a Israel»!
Esta toma de conciencia, sin duda un poco tardía, lógicamente debería impedir volver a caer en un error similar. Además, utilizando una simetría un tanto básica, Dominique Vidal denuncia la repetición del error con Hamás por parte de «algunas personas en el movimiento de solidaridad».
Pero si el apoyo al movimiento de solidaridad debe ir al pueblo palestino y no «a Fatah, a Hamás o a cualquier otro integrante del movimiento nacional», ¿cómo podría ir a la política de Fayyad? Porque si hay un individuo que no representa «la elección de los palestinos» es él!
En la primera parte hemos recordado las condiciones en las que Fayyad sustituyó al primer ministro de Hamás legítimamente elegido por la mayoría elegida en el Consejo Nacional Palestino (CLP) y cómo fue impuesto a todos los componentes del movimiento nacional. Y, sin embargo, la reserva prudente dejó paso a un apoyo todavía discreto. No hay ni hostilidad ni desconfianza respecto a él e incuso se pueden oír y leer alabanzas curiosas.
Ya en 2008 en Bil’in, junto a Luisa Morgantini, admiradora de Fayyad desde un primer momento Bernard Ravenel, entonces presidente de la AFPS, se felicitaba de haber podido «ver intervenir y discutir libremente, evitando toda actitud denunciadora del otro, a la vez a representantes de la Autoridad Palestina (AP), empezando por el primer ministro Salam Fayyad…»
Así pues, nada de cambios de humor para rendir homenaje al empleado del imperialismo, en supuesto gracias a un golpe de Estado. Bernard Ravenel incluso se permitía lamentar la ausencia de Hamás «invitado pero que no ha respondido», olvidando probablemente que tras el estado de emergencia decretado por Abbas, las fuerzas de seguridad de la AP habían perseguido a los militantes de Hamás de Cisjordania y que sus parlamentarios estaban en las cárceles israelíes …¡Además, el hecho de estar encarcelados permitió al impostor Fayyad estar en la tribuna!
En los tres últimos años, han sido muchas las delegaciones de electos locales, de asociaciones, de mujeres, etc., que no han tenido el menor problema en entrevistarse con tal o cual «ministro» de este gobierno sin base constitucional legal alguna. Lo máximo ha sido, evidentemente, entrevistarse con el propio Fayyad.
Se me dirá que las visitas diplomáticas son una cosa pero no valen la legitimación política. Pues bien, por lo que se refiere a la legitimación política es cosa hecha. Dominique Vidal es quien ha extendido el certificado de buena conducta a Fayyad, avanzando progresivamente con ocasión de diferentes comunicaciones.
En un informe presentado ante el Consejo Nacional de la AFPS en septiembre de 2009, DV habló de la acción de Fayyad como uno de los «intentos» que se manifiestan entre los palestinos para escapar al fracaso de su estrategia. Dice de Fayyad: «Se puede apreciar este intento diversas maneras, pero no sería serio calificarlo pura y simplemente de » colaboracionista»». También señala que Fayyad había adquirido cierta popularidad «gracias a las mejoras que ha aportado a la vida cotidiana en Cisjordania».
Unos meses después la imagen de Fayyad se embellece. Ante los militantes de los comités locales de la AFPS reunidos en mayo de 2010, Dominique Vidal comenta al evocar Bil’in, símbolo de «la resistencia popular no armada»: «Esta última se beneficia del apoyo activo del primer ministro Salam Fayyad que la integra en su estrategia». Más adelante, explica la creciente popularidad de Fayyad gracias a «las mejoras que aporta al nivel de vida y de seguridad de Cisjordania, y en razón de su gestión de la resistencia: boicot a los productos de las colonias, inversiones en la Zona C, etc.».
Se ha entreabierto la puerta y sólo hay que meterse precipitadamente para pasar al claro apoyo declarado. En un documento público difundido durante un coloquio en el Palacio del Luxemburgo en junio titulado «La resistencia popular no violenta en Palestina en 2010» la AFPS escribe: «Desde el verano de 2009 la resistencia popular se ha convertido en un eje del proyecto político del primer ministro, articulado con la financiación de proyectos de desarrollo para ayudar a los palestinos a resistir permaneciendo en sus tierras por una parte y con el lanzamiento de boicot a los productos de las colonias y a los empleos que ofrecen por otra».
Más adelante leemos: «La AP favorece la coordinación de muchos comités, los apoya financieramente… miembros del gobierno participan en las manifestaciones, en la plantación de árboles… El peso, el futuro de la resistencia popular se encuentran así profundamente modificados».
¡»Profundamente modificados», en efecto! Porque como explican varios militantes antes citados, el compromiso de la AP en la resistencia popular es en primer lugar para controlar y canalizar.
¿Cómo es posible olvidar las circunstancias de la designación de Fayyad? ¿Cómo es posible ignorar las acciones represivas de las fuerzas de seguridad palestinas, la colaboración activa de éstas con las fuerzas del ocupante para localizar, cazar y detener a militantes de Hamás, del FPLP etc.? [1] ¿Cómo se puede confundir el legítimo deseo de mejorar un poco la vida cotidiana con un apoyo popular a Fayyad?¿Cómo se puede confundir un intento (todavía no logrado) de tomar el control de los comités populares por medio del dinero con un apoyo financiero transparente a la lucha? ¿Cómo se pueden creer la fábulas de los «proyectos de desarrollo» sin plantearse siquiera la cuestión de la posibilidad de desarrollo bajo ocupación colonial y en una situación en la que la economía local sigue siendo totalmente dependiente de la del ocupante? ¿Cómo se puede uno dejar engañar por la fantasía de la AP en la Zona C cuando durante 15 años la AP ha ignorado la existencia de palestinos en esta parte de Cisjordania que los Acuerdos de Oslo habían dejado sometidos únicamente a la «administración» del ejército y de la policía israelíes, y cuando el resultado de ellos es que este show está destinado principalmente a los medios de comunicación dóciles y a quienes los creen puesto que hoy apenas un 5% de los palestinos de Cisjordania sigue residiendo en la Zona C? XXXXXX
Por lo que se refiere a las zonas densamente pobladas, mejorar en ellas las condiciones de vida no supone en absoluto una «tercera vía» y se adapta perfectamente a la visión israelí del Estado comparsa, parcelado y sin soberanía.
En realidad, este vergonzoso encuentro se justificó como el anterior: qué quieren ustedes, «es la elección de los palestinos»
El argumento de la «elección de los palestinos»
«Hay que respetar la elección de los palestinos»
Se ha leído escuchado mucho esta expresión durante todos estos años que han seguido a los Acuerdos de Oslo, cuando la marcha triunfal hacia la paz exigía apartar a quienes protestaban, a quienes advertían y hablaban de la distancia que se estaba ahondando entre el discurso y la realidad sobre el terreno y después, en la década de 2000, tras el estallido de la segunda Intifada, cuando había que hacer callar a quienes denunciaban la inutilidad de las negociaciones, de los encuentros y de los proyectos de un acuerdo «para la paz» que ocultaban la realidad de la colonización y de la limpieza étnica en curso.
La fórmula perentoria debía poner fin a toda pregunta crítica sobre la política establecida por la dirección palestina y sobre las consecuencias en materia de solidaridad. La OLP era «el único representante legítimo del pueblo palestino» y Arafat era intocable. Además, la representante de Palestina estaba de acuerdo y avalaba la línea seguida. Entonces…
Ha vuelto la fórmula.
La recicla Denis Sieffert en un artículo publicado el número 1099 de [la revista] Politis. Como para servir de contrapunto a un artículo muy bueno de C. Cirillo Allahsa que apenas deja lugar a las alusiones en relación a los intereses defendidos por la AP, Denis Sieffert bosqueja en él un retrato más bien elogioso de Salam Fayyad. Señalando que éste «se inscribe hábilmente en el aire neoliberal de los tiempos», Denis Sieffert escribe: «se puede lamentar que la marcha hacia el Estado palestino no tome caminos más directos» … pero «al haber la situación que hay, uno no se puede erigir en juez de las elecciones de los palestinos».
Esta vez es aún más difícil de creer porque la situación ha cambiado. La dirección de la OLP era la de un movimiento de liberación. Desde hacía mucho tiempo algunas persona (y yo comparto su opinión) habían denunciado su burocratización, su fracaso en su misión, su corrupción, su abandono de toda estrategia revolucionaria de liberación nacional, etc., pero era un movimiento en el que la inmensa mayoría de los palestinos, y sobre todo los refugiados, habían fundado su esperanza de la liberación de la tierra de Palestina.
Con razón o sin ella, Arafat y Fatah encarnaron durante mucho tiempo esta esperanza. Con el paso del tiempo y debido a unas elecciones estratégicas, se desviaron de su camino y perdieron su legitimidad inicial. Pero para muchos esto sólo se vio claramente durante la derrota de Fatah en las elecciones de 2006. Después, se ha podido constatar la profunda crisis estratégica del movimiento nacional y no sólo de Fatah. De los escombros provocados por Oslo no ha emergido ninguna alternativa estratégica, la vía de las negociaciones sólo es un impasse que la creciente colonización de Cisjordania y el bloqueo a Gaza han transformado en una trampa mortal para los palestinos y Abbas se debate en medio de las ruinas del desastre político de empeora cada una de estas iniciativas.
Por parte de las fuerzas políticas islámicas, si Hamás se niega a ceder al chantaje del bloqueo y si afirma cada vez más su dominio en Gaza, se encuentra atrapado por unos resultado que le han puesto en una situación de gestor de una institución establecida en contra de los intereses de los palestinos y tampoco parece capaz de proponer la orientación política que permitiría la movilización a la altura de los ataque sufridos, tanto por los refugiados del exterior, como por los palestinos de 1948 y por los de Cisjordania, de Jerusalén y de Gaza.
Abbas y su equipo de negociadores profesionales repiten tartamudeando la demanda del Estado palestino independiente, pero, ¿quién puede creer que quienes fueron vencidos en las elecciones de 2006 encarnan hoy «la elección de los palestinos»?
Así pues, queda Fayyad, que no puede expresar ninguna elección palestina. Fayyad no es la elección de los palestinos, ni siquiera de «algunos palestinos». Fayyad es simplemente la elección del gobierno estadounidense, de Europa y del FMI: en resumen, es la elección del imperialismo. En un sentido se puede estar de acuerdo con Dominque Vidal: no es verdaderamente un «colaboracionista». No ha surgido del movimiento nacional y nunca ha participado en ninguna lucha. Está ahí en misión, como antes en el Banco Mundial y luego en el FMI. Él no colabora, defiende a su clase.
Como escribe Azmi Bishara, Fayyad es «el empleado de la comunidad internacional». También se puede citar a Nabil Amr (¡un sagaz experto!): «Fayyad es un simple alcahuete de la ayuda occidental … pero es quien maneja el dinero». Se le ha dotado de algunos medios para hacer momentáneamente más suave a ocupación, puede facilitar los movimientos de los palestinos a reserva de construir unas carreteras que refuerzan la colonización y permiten a las fuerzas israelíes controlarlos mejor. Cuando desarrolla proyectos como el del turismo en Belén es de acuerdo con los israelíes que así pueden cambiar el uniforme de ocupante por el de «socio económico».
En verdad, la actual política de Fayyad sólo es posible sobre la base de la derrota, de la desmoralización, del chantaje financiero y de la represión. Él está ahí para continuar el trabajo de debilitar al pueblo palestino, de dividir Gaza y Cisjordania, y ahora de fragmentarlas en cantones aislados, otras tantas etapas de la destrucción de las bases materiales necesarias para el mantenimiento de una conciencia política fundada en el sentimiento de pertenencia a una lucha colectiva de liberación nacional.
Una «elección palestina» tan útil para vender «la solución»
Por consiguiente, esta vez la tesis de la «elección de los palestinos» es difícil de defender. Sin embargo, es necesario que «la solución» planeada para solucionar definitivamente la cuestión palestina parezca resultante de una elección de los palestinos, al menos de algunos de ellos a los que se consagrará y dará «legitimidad».
La crisis del movimiento nacional, el descalabro de Fatah, el fracaso del intento de construir una «tercera vía» dotada de una base popular significativa, el desmoronamiento de los distintos intentos de fabricar sucesores de Arafat y el rechazo hasta el momento de aceptar a Hamás en el juego de la negociación … todo esto complica gravemente la adopción de una «solución» que se supone pone fin definitivamente al conflicto, mientras que no responde a ninguna de las exigencias fundamentales palestinas.
¡Ese es el reto: hay que imponer una solución y no cualquiera! Dominique Vidal lo afirma en su informe introductorio a la Conferencia de los Grupos Locales de la AFPS celebrada en Ivry el 29 de mayo de 2010: «Queda por saber si la Casa Blanca querrá y sabrá servirse de estas evoluciones como un trampolín para imponer un reglamento cuyos términos no ignora nadie, porque figuran en todas las Resoluciones de la ONU, en los acuerdos israelo-palestinos y en la Hoja de Ruta del Cuarteto: retirada del ejército y de los colonos de los territorios ocupados en 1967, establecimiento de un Estado palestino en estas fronteras y con Jerusalén Oriental como capital, solución justa para el derecho de los refugiados de 1948 y de 1967…».
La yuxtaposición de los textos a los que hace referencia deja un poco perplejo: ¿Todas las resoluciones de la ONU?¿Qué «acuerdos israelo-palestinos»?¿Y la iniciativa árabe? Etc. Pero la referencia a la Hoja de Ruta basta para comprender de qué se trata cuando se describe «un reglamento cuyos términos nadie ignora». En lo que le sirve de preámbulo, los autores de la Hoja de Ruta escribieron: «Un arreglo del conflicto israelo-palestino que prevea dos Estados sólo verá el día cuando el pueblo palestino tenga unos dirigentes que actúen de manera decisiva contra el terrorismo y tengan la voluntad y la capacidad de construir una verdadera democracia basada en la tolerancia y la libertad».
Todo o casi todo estaba dicho.
Como escribe JF Legrain: «El Estado ya no es un derecho de los pueblos surgido del derecho a la autodeterminación garantizado por la Carta de las Naciones Unidas. Queda reducido a ser solamente la recompensa hipotética por el cumplimiento de un proceso exigido al pueblo concernido» [2].
La anunciada reanudación de las negociaciones bilaterales, que eran la primera etapa de la Hoja de Ruta, parece significar que Abbas y Fayyad han aprobado con éxito el examen final. Hoy que quizá «los palestinos» han satisfecho las exigencias de seguridad, se va a pasar a los puntos siguientes. Pero en realidad ¡todo está regulado según la situación de la realidad sobre el terreno! Evidentemente, éste era el primer objetivo porque la Hoja de Ruta obedece a un principio no dicho pero intangible, ya presente en los Acuerdo de Oslo: ¡las cuestiones fundamentales solo se abordarán en la negociación cuando hayan sido reguladas en los hechos a beneficio de lsrael!
¡Y eso es, en efecto, lo que ha ocurrido! Mientras los palestinos «ponían fin a la violencia», «democratizaban las instituciones», desarmaban a los resistentes, «reformaban» los servicios de seguridad, etc., los sionistas construían cada vez más colonias, cada vez más carreteras de circunvalación, reforzaban el muro, expulsaban a los campesinos del valle del Jordán, a los beduinos del Negev, a los habitantes de Jerusalén, etc.
Por lo demás, cuanto más detalla la Hoja de Ruta las condiciones impuestas a los palestinos para poder avanzar hacia un «estatuto permanente que marcará el final del conflicto», más vagas, si no irrisorias, son las obligaciones de Israel: así, lo único concreto que se afirma sobre la cuestión de las colonias es que se deben desmantelar «las colonias erigidas desde marzo de 2001».
Por lo que se refiere a los derechos fundamentales de los tres componentes del pueblo palestino:
- Ni siquiera se trata el derecho de autodeterminación.
- No se aborda la situación de los palestinos ciudadanos de Israel.
- El derecho al retorno se resuelve de la siguiente manera: «Una solución aceptada, justa, equitativa y realista de la cuestión de los refugiados».
¿Es ésta la «la solución justa para los refugiados» de la que habla Dominique Vidal? Seguro que es la concepción de Abbas y de Fayyad, quienes hablan de «solución justa y convenida» y de «retorno al Estado palestino». Evidentemente, no es la aplicación del «derecho de los refugiados al retorno a sus tierras y a sus hogares». Además, la Hoja de Ruta no hace ninguna referencia a la Resolución 194 [sobre el derecho de los refugiados palestinos al retorno], sólo se evocan las Resoluciones 242,338 y 1397. No dice nada de la suerte de los miles de presos palestinos, pero no olvida concluir con el hecho de que «en el contexto de un acuerdo de paz general entre Israel y Palestina, los países árabes aceptan el principio de la normalización de sus relaciones con Israel».
¡Es esto «el Estado palestino independiente»!
¡Es esto «el reglamento cuyos términos nadie ignora»!
¿Creen verdaderamente que los palestinos van a aceptar?
¿Acaso el papel de un movimiento de solidaridad es obligarles?
¡No sólo se conoce la solución sino también los medios para lograrla!
Para Dominique Vidal «la situación sobre el terreno está bloqueada» tanto en Israel, como en «Palestina» (se supone que se trata de los territorios ocupados en 1967: Cisjordania y Gaza).
Radicalización a la derecha del lado israelí, impasse estratégico del lado palestino. La salida sería, pues, buscar en otro lado: «En todo caso, la solución depende esencialmente de la comunidad internacional, en caso de que deba intervenir», escribe.
¿Se trata quizá de una interpretación paradójica del «derecho de los pueblos a disponer de sí mismos»? Como los palestinos parecen incapaces de obtener un Estado que, además, les niegan los israelíes, se les va a conceder cualquier cosa a la que se llamará «Estado».
Esta hipótesis no es nueva. La compartieron (y comparten todavía) muchos dirigentes palestinos, principalmente de Fatah aunque no solo, y también muchos politicos occidentales y los responsables del movimiento de solidaridad. Reposa sobre dos pilares.
El primero, fundamental, es el de una aceptación definitiva de la situación creada tras la votación de la partición de Palestina por la ONU en noviembre de 1947. Se establece de una vez por todas que existe un «Estado judío» y que el único problema reside en que la comunidad internacional no cumple con sus responsabilidades: permitió la creación del Estado de Israel, pero no impuso el Estado árabe (palestino).
Basar la aplicación del derecho internacional para los palestino en la decisión de partición es evitar tratar al Estado de Israel como un Estado colonial que se impuso por la fuerza. Es el medio más seguro de desviar el verdadero derecho a la autodeterminación de pueblo palestino confinando la posible aplicación de este derecho a un territorio amputado de una gran parte de sus tierras y de los recursos que deberían ser el marco de expresión de estos derechos, en este caso la totalidad de la Palestina del Mandato británico.
Quienes aceptan la partición hoy ratifican la felonía cometida por la ONU, que no tenía ningún derecho a privar a los habitantes originarios de Palestina de sus tierras ni de sus riquezas. Por lo demás, ninguno de quienes invocan la decisión de partición para pedir la creación del Estado palestino propone establecer este Estado respetando los términos de lo que se votó en 1947. Todos, sin excepción, hablan de las «fronteras de 1967», con lo que legitiman las conquistas territoriales de las fuerzas sionistas mucho más allá de los limites trazados en la decisión de partición e incluyendo las conquistas adquiridas por medio del terror y de la violencia antes de la proclamación del Estado de Israel y antes de que se desencadenara la primera guerra israelo-árabe.
Esto demuestra, si es que aún fuera necesario, que «el respeto del derecho internacional» les sirve para proteger al Estado colonial sionista y muy secundariamente para consolar a los palestinos por el robo de sus tierras y por la limpieza étnica de la que han sido víctimas. Es tratar de ocultar una historia de robo de tierras que no estaba en absoluto «sin pueblo» por medio de otro acto de piratería que tiene toda la apariencia de legalidad porque emana de la instancia más elevada de la comunidad internacional.
El segundo pilar es el del papel dado a la principal potencia imperialista.
La dirección palestina ha hecho una elección estratégica. Había que demostrar al responsable estadounidense que le interesaba ser un «árbitro honesto» del conflicto, aún a riesgo de renunciar a lo esencial de las reivindicaciones del movimiento nacional para convencer a los sucesivos presidentes. Esta catastrófica elección, que se hizo mucho antes de Oslo, es el origen de la crisis del movimiento nacional palestino y de su trágico aislamiento. Así es cómo desde hace muchos años los negociadores palestinos y diversos «especialistas en Oriente Medio» auscultan y descifran las palabras de los dirigentes estadounidenses con la esperanza inútil de descubrir en ellos la expresión que anunciaría el esperado «momento crucial».
«Bush ha cambiado, quiere una solución que pase por un auténtico Estado, verdaderamente independiente y no unos bantustanes desperdigados» escribe Elias Sanbar en L’Humanité del 23 de febrero de 2005, muchos meses después de la carta del presiente Bush a Sharon (14/04/2004) en la que escribe: «No sería realista esperar que las negociaciones acaben en una vuelta absoluta a las líneas del armisticio de 1949».
La llegada de Obama a la Casa Blanca relanzó las suposiciones más ingenuas. El Discurso de El Cairo alimentó una nueva oleada de optimismo ilusorio ya que las fórmulas de Obama parecen mucho más importantes que su política real en Afganistán y en Iraq.
Aunque afirma querer «disipar cualquier ilusión», Dominique Vidal parece haber compartido algunas de ellas, sobre todo cuando declaraba durante una entrevista de diciembre de 2009 en el boletín «Voix palestiniennes» (Génération Palestine) que era demasiado pronto «hacer un juicio global» sobre la política de Obama respecto al conflicto, al tiempo que teníamos «la presidencia estadounidense sin duda más abierta a la causa palestina de la historia de Estados Unidos«. Estamos mucho más allá de la afirmación de que Estado Unidos tiene interés en solucionar este conflicto para hacer frente mejor a otros enfrentamientos inscritos en la situación regional (tesis que merece ser discutida), ¡aquí se afirma una apertura del gobierno estadounidense a «la causa palestina»!
Sus palabras son un tanto sorprendentes sabiendo que la causa palestina es la de la emancipación de los pueblos y de su derechos a la resistencia contra la guerra total que lleva en su contra el imperialismo. Por lo tanto, en esta perspectiva en la que los pueblos concernidos no están autorizados a elegir la solución que les convienen sino que es la comunidad internacional la que se la va a imponer, conviene encontrar unos puntos de apoyo para dar una apariencia de justicia a la imposición.
Uno corresponde a una necesidad de legitimación. Se le ha impedido al pueblo oprimido obtener por sí mismo sus derechos y la solución planeada no es en absoluto conforme a lo que él considera legítimo. Por consiguiente, hay que encontrar al «representante» que va a reivindicar apenas más de lo que se le pretende dar y que finalmente aceptará consagrar la negativa a ver sus derechos reconocidos. Lo que finalmente no consiguieron de Arafat esperan obtenerlo de Abbas y Fayyad es un aliado útil en la maniobra de conjunto.
El otro punto de apoyo es «la opinión pública, los partidos y las asociaciones» porque juntos pueden «presionar» a los gobierno y a las organizaciones en las que dialogan (la ONU), explica Dominique Vidal a la conferencia de los grupos locales de la AFPS.
En su introducción al Consejo Nacional de la AFPS en septiembre de 2009 Dominique Vidal era aún más preciso sobre la misión atribuida a este movimiento de solidaridad: «se trata de acompañar de forma vigilante el relanzamiento del proceso de paz por parte de Washington y a la vez permitir a Bruselas desempeñar el papel motor«
Diecisiete años después de la farsa de Washington, cuatro años después del mortífero ataque contra Líbano y dieciocho meses después de los crímenes de guerra contra la población de Gaza, hay que ser bastante descarado para osar apelar a «acompañar» un «proceso de paz» que nunca ha existido más que como ficción destinada a ocultar un proceso que existe realmente: el de la colonización sionista y, en consecuencia, el de la destrucción del pueblo palestino.
Por lo que se refiere a «confiar un papel motor a Bruselas» no es necesario ir muy atrás para medir hasta qué punto los palestinos no tienen ningún interés en ello. ¿Qué permite a Dominique Vidal calificar de «una de las declaraciones más avanzadas de la historia de la Unión Europea» la conclusión del Consejo adoptada en diciembre de 2009? ¿Qué tiene de nuevo para tanto entusiasmo?
Un sempiterno llamamiento a relanzar las negociaciones, el apoyo al «enfoque de paz» de Abbas, el compromiso en favor de la seguridad de Israel, las felicitaciones al gobierno de Israel por su moratoria de diez meses de la colonización, un parágrafo sobre Gaza con la condena del bloqueo y de sus efectos sobre la población, el habitual reconocimiento de las exigencias de la seguridad de Israel y la exigencia de liberación de [el soldado israelí capturado por Hamás] Shalit…
Y, como siempre, la fórmula que subordina a «la negociación entre las partes» la eventual puesta en tela de juicio de todo lo que, sin embargo, tiene relación con la legalidad internacional. Durante el Consejo hubo una discusión cuya conclusión constituye un interesante indicador de la actitud real de los dirigentes europeos en relación a la cuestión. La presidencia sueca propuso mencionar Jerusalén Oriental como «capital de un futuro Estado palestino». No prosperó esta propuesta que el ministro de Asuntos Exteriores israelíes Ayalon consideró peligrosa.
Por lo que se refiere al Parlamento Europeo, la reciente votación de una resolución es otra ilustración de su complicidad total con el establecimiento de un dispositivo que tiene por objetivo privar al pueblo palestino de sus derechos. Esta resolución, presentada como una condena de la operación israelí contra la flotilla humanitaria y el bloqueo a Gaza contiene las siguientes apreciaciones:
- Deplora la muerte de civiles y las heridas recibidas por «38 civiles, así como por 7 soldados israelíes» (¡!)
- Considera que el cierre de los accesos a la Franja de Gaza «cerrado desde junio de 2007, después de que Hamás tomara militarmente el poder» no ha logrado sus objetivos que eran, por una parte, «la liberación de Gilad Shalid» y, por otra, «perjudicar a los extremistas» (¡!)
- Hace a Hamás culpable de «obstaculizar la entrada a Gaza de la carga humanitaria de la flotilla» (¡!)
- «Exige que cesen inmediatamente todos los ataques contra Israel y advierte que quienes los cometen debe asumir plenamente sus responsabilidades» (¡!)
- E invita al Cuarteto a establecer un dispositivo de control internacional de los puntos de paso con vistas a levantar el bloqueo y abordar las preocupaciones de Israel en materia de seguridad, sobre todo, desplegando una fuerza naval internacional para vigilar las costas de Gaza.
Dicha resolución fue aprobada por la inmensa mayoría, incluido el grupo Verts / ALE y el grupo GUE/NGL muchos de cuyos miembros se felicitaron por haber adoptado esta «resolución unitaria y fuerte». La ausencia de una demanda de suspensión del Acuerdo Unión Europea-Israel, sin embargo presentado como la reivindicación principal de la acción de apoyo a los palestinos, se explica como un compromiso necesario ya que la ausencia de consignación de enmienda permite ¡»evitar que la derecha debilite el texto en el plenario»!
Los autores de esta farsa explican en su descargo que esta estrategia había recibido el apoyo de los propios «representantes palestinos»(Ziad Abu Amr y Hasan Abu-Libdeh) y añadían que Leila Shahid «no había ahorrado esfuerzos para ir puerta a puerta y convencer a los diputados de que apoyaran la resolución».
La misión que Dominique Vidal atribuye al movimiento de solidaridad se puede resumir de la siguiente manera: – Hay que convencer a Obama de que abandone una política en «zigzag» y hacerle comprender que a Estados Unidos le interesa imponer una solución al conflicto israelo-palestino. Los discursos son buenos, pero el gobierno estadounidense no los traduce en actos, ¡hay que ayudarle en cierto modo! – Por lo que se refiere a Europa, el problema no es que avance en «zigzag», sino que hace una «gran diferencia» entre declaraciones prometedoras y actos «que merecen reflexión», ¡como la decisión de aceptar a Israel en la OCDE!
Tras haber sido utilizado durante años como un auxiliar del supuesto proceso de paz que ha paralizado la capacidad de lucha palestina y que ha desembocado en la actual catástrofe, hoy se invita la movimiento de solidaridad a desempeñar un papel activo en la conclusión de un acuerdo que supondría en entierro definitivo de las exigencias palestinas.
¿Van a aceptar los militantes de la solidaridad prestarse a estar maniobras?
¿Están de acuerdo en confiar la defensa de los derechos de los palestinos al patrón del imperialismo estadounidense, aunque sea con su «acompañamiento vigilante»?
¿Creen verdaderamente ocupar un lugar en el negocio del paz tiene algo que ver con el apoyo a la lucha del pueblo palestino?
(Continuará)
[1] Cf. http://www.ambafrance-il.org/
[2] «Palestine, un Etat non souverain«, par Jean-François Legrain, Libération, 8 de abril de 2010.