Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Iraq y Siria, dos países en otro tiempo fuertes y unificados que estaban a la vanguardia del nacionalismo árabe, se hallan ahora al borde de la partición, fragmentación y desmembramiento. Además de los cientos de miles de iraquíes y de al menos 60.000 sirios que han perdido la vida, entre el resto de las víctimas de las contiendas sectarias en las dos naciones podrían figurar las identidades nacionales mismas siria e iraquí.
Sin embargo, los vencedores de estos dos conflictos son los kurdos. En la actualidad, los kurdos iraquíes y sirios disfrutan de una autonomía sin precedentes respecto a Bagdad y Damasco. A pesar de los avances de los kurdos, el Gobierno Regional del Kurdistán (GRK), dirigido por el Presidente Massoud Barzani, ha descubierto que su semiautónomo estado al norte de Iraq muestra varias fallas geopolíticas. Barzani debe andarse con pies de plomo en esta volátil región si es que quiere salvaguardar los intereses de los kurdos iraquíes mientras intenta independizarse del poder central iraquí.
La posibilidad de guerra con Bagdad por el territorio y los recursos energéticos constituye el desafío más grave de seguridad para Barzani, como se demostró en la reciente violencia que asoló Kirkuk, la disputada ciudad de Iraq. Sin embargo, como los problemas árabo-kurdos de Iraq no existen en el vacío, no puede analizarse la confrontación entre Erbil y Bagdad sin tener en cuenta el papel de los pesos pesados de la región.
Turquía
El pasado verano, para alarma de Turquía, los kurdos sirios consiguieron una autonomía de facto en ciertas zonas de mayoría kurda del norte de Siria. Ankara temía que el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) se hiciera con un puerto seguro justo al sur de la frontera turca, lo que animaría a la propia población kurda de Turquía a exigir una mayor autonomía. Dado que uno de los grupos afiliados al PKK -el Partido de la Unión Democrática (PYD), la facción kurda siria más fuertemente armada- parecía controlar la mayoría de las ciudades kurdas sirias, las preocupaciones de Turquía estaban bien justificadas.
Por su parte, el GRK empezó a ofrecer en Iraq entrenamiento militar a los kurdos sirios poco después de que su región se convirtiera en autónoma, muy probablemente para capacitarles y que protegieran su autonomía una vez que la crisis siria perdiera potencia. Cabe esperar que un estado kurdo semiautonómo en la vecina Siria proporcione al GRK la fortaleza estratégica necesaria para cualquier futura confrontación militar entre Erbil y Bagdad.
Sin embargo, Barzani debe equilibrar sus aspiraciones pan-kurdas con sus intereses a la hora de mantener vínculos con Turquía. Como las relaciones entre Erbil y Bagdad van de mal en peor, la demanda turca de petróleo kurdo y las inversiones turcas en el Kurdistán iraquí irán adquiriendo cada vez mayor valor para el GRK.
Por tanto, si Turquía invade el Kurdistán sirio para atacar a los militantes del PKK, como ha amenazado hacer el Primer Ministro turco Recep Tayyip Erdogan, Barzani va a tener que hacer frente a un complicado dilema. Las perspectivas de independencia del GRK de Iraq dependen en gran medida de la asociación de Erbil con Ankara. Sin embargo, la legitimidad de Barzani dentro de los círculos kurdos podría verse socavada si se llegara a percibir que sus acciones mantienen algún tipo de complicidad con la determinación de Turquía de destruir el sueño de la independencia kurda. Con indeferencia de cómo evolucione el conflicto Turquía-PKK en Siria, ambos actores intentarán utilizar su capacidad de apalancamiento sobre Barzani para influir en los resultados. Si los actuales esfuerzos de Turquía y el PKK para resolver su conflicto, que dura ya tres décadas, fueran por buen camino, probablemente Barzani sentiría un gran alivio.
Irán
Un informe aparecido el pasado año en los medios kurdos iraquíes afirmaba que Irán había empezado a establecer bases militares en las montañas Qandil, varios kilómetros hacia el norte de Iraq. En el pasado, el ejército iraní llevó a cabo en el norte de Iraq una serie de operaciones contra los grupos militantes kurdos que habían lanzado ataques contra la República Islámica, sobre todo contra el Partido por una Vida Libre en el Kurdistán (PJAK). Sin embargo, el establecimiento de una presencia militar permanente por parte de Irán en el Kurdistán iraquí debe entenderse dentro del contexto de la rivalidad geoestratégica de Irán con Turquía y de la relación de confrontación con Israel.
Como Turquía e Irán son rivales geopolíticos en el mundo árabe -una realidad que se ha puesto de relieve en sus enfrentadas apuestas en Siria-, en esa rivalidad hay que incluir el Kurdistán iraquí. Después de que Occidente impusiera una zona de exclusión aérea durante los primeros años de la década de los noventa, tanto Turquía como Irán se sintieron muy alarmados ante las perspectivas de un estado kurdo independiente al norte de Iraq. Ankara y Teherán se comprometieron la una con la otra a cooperar en aras a sus mutuos intereses ante el despertar de los nacionalistas militantes kurdos y a proteger la integridad territorial de Iraq. Sin embargo, mientras que el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) se enfrentaban entre ellos en la guerra civil kurdo-iraquí (1994-1997), Turquía (patrocinadora del PDK) e Irán (patrocinador de la UPK) pusieron coto a sus respectivas esferas de influencia en el Kurdistán iraquí.
Desde el derrocamiento de Sadam Husein en 2003, Ankara y Teherán han aceptado la autonomía de los kurdos iraquíes como una realidad. Además, Turquía e Irán han empezado a percibir las posibilidades de Barzani como socio en el Oriente Medio. En los últimos años, Turquía, con sus crecientes demandas energéticas y la carencia de recursos propios en ese campo, ha ido dependiendo cada vez más del GRK para las importaciones de petróleo. A mediados de enero, Ali Husain Belu, el Subsecretario del Ministerio del Petróleo y Gas Natural del GRK, afirmó que cada día exportan 15.000 barriles de petróleo a Turquía, y ciertos analistas pronostican que el GRK va a convertirse en el segundo mayor socio comercial de Turquía en 2013. Mientras que las incursiones militares de Irán en el Kurdistán iraquí crearon naturalmente tensiones con la población local kurda, el comercio entre el GRK e Irán aumentó en más de un 25% durante los primeros meses de 2012. Como Irán trata de contrarrestar el impacto de las sanciones económicas internacionales y Erbil busca socios con influencia sobre Bagdad, desde el punto de vista estratégico tienen mucho sentido los ampliados vínculos políticos, comerciales y energéticos entre el GRK e Irán.
A pesar del valor que Irán concede a Turquía como importante socio energético y comercial, el liderazgo de Irán arremetió contra Turquía a causa de las diferencias de los dos países sobre Siria. En este contexto, Irán debe ver la fuerte presencia militar turca en el norte de Iraq (2.000 soldados y varias docenas de tanques) con la sospecha de que los motivos de Ankara para contener a Irán van más allá del PKK. Mientras tanto, es poco probable que el gobierno actual en Ankara vea con buenos ojos cómo Irán se concentra en el norte de Iraq, como puso en evidencia la acusación formulada por el Ministro del Interior turco Naim Sahin de que Irán estaba patrocinando al PKK en las montañas Qandil, una acusación que Teherán rechaza.
Está claro que Barzani es consciente que las amenazas que para los intereses de seguridad turcos e iraníes plantean el PKK y el PJAK, han motivado que los dos estados lancen operaciones militares en el territorio del Gobierno Regional del Kurdistán. No obstante, seguro que el líder kurdo es también consciente de que el establecimiento por parte de Ankara y Teherán de una presencia militar más permanente en el GRK viene impulsado por la rivalidad de sus vecinos. Erbil debe mantener el equilibrio con esas dos potencias para ampliar los lazos energéticos del GRK y mejorar su posición estratégica frente a Bagdad.
Israel
Israel e Irán han ejercido durante décadas su influencia en el norte de Iraq. Al percibir que un Iraq fuerte era una amenaza, los israelíes empezaron a patrocinar a los militantes kurdos en el norte de Iraq durante la década de los sesenta. En 1980, el Primer Ministro Menachem Begin reconoció en público que su gobierno había enviado armas y asesores militares al norte de Iraq. E Irán se alió con ciertas facciones kurdas durante la guerra Irán-Iraq para agotar aún más la maquinaria de guerra de Sadam Husein. Sin embargo, en estos momentos, el GRK se ha convertido en un peón de Israel y en un adversario de Irán.
«Es Realpolitik. Al alinearse con los kurdos, Israel consigue ojos y oídos en Irán», observó un antiguo agente de la inteligencia israelí. Según diversas fuentes, el Mossad opera en el GRK lanzando operaciones secretas al interior de Irán y conseguir inteligencia sobre el programa nuclear iraní. «Se dice que los aviones teledirigidos israelíes están operando contra Irán desde bases que se encuentran en el interior del GRK», escribió Patrick Seale, un experto británico en Oriente Medio. El Sunday Times, con sede en Londres, informaba que, según «fuentes de inteligencia occidentales», durante los primeros meses de 2012, comandos israelíes y miembros de las fuerzas especiales llevaron a cabo diversas misiones en Irán que se lanzaron desde el GRK.
Los comandos israelíes, vestidos con uniformes militares iraníes, entraron en Irán en helicópteros Black Hawk modificados y viajaron hasta Parchin, el lugar donde se encuentra un complejo militar iraní, justo a 32 kilómetros de Teherán, y a Fordow, una base militar iraní con una instalación subterránea para enriquecer uranio. El informe afirma que esas fuerzas utilizaron tecnología avanzada para controlar los niveles de radioactividad y registrar posibles pruebas explosivas que se estuvieran desarrollando en las instalaciones militares.
En febrero de 2012, NBC informaba que los servicios secretos israelíes habían «financiado, entrenado y armado» a los Moyahedin-e-Khalq (MEK), un grupo disidente iraní responsable desde 2007 de los asesinatos de científicos nucleares iraníes y que lleva operando muchos años en el norte de Iraq. Israel ha proporcionado también al PJAK «equipamiento y entrenamiento» para que lance ataques contra objetivos situados dentro de Irán, según un asesor del gobierno con vínculos con el Pentágono.
Las operaciones militares que Irán ha emprendido en Iraq para golpear al MEK y al PJAK destacan la medida en la que Teherán percibe a estas dos organizaciones como una grave amenaza de seguridad. Mientras estos grupos colaboren con Israel para socavar la capacidad de Irán para conseguir armas nucleares, Irán tratará de fortalecer su posición geoestratégica dentro de Iraq.
Por tanto, el establecimiento de bases militares iraníes dentro del GRK es una acción estratégica destinada a frustrar los esfuerzos para arrinconar a Irán por parte de sus adversarios. Si Israel fuera a atacar preventivamente las instalaciones nucleares iraníes, precipitando así una guerra terrible en Oriente Medio, Barzani puede encontrar extremadamente difícil, cuando no imposible, su intento de equilibrar y tener vínculos cordiales con Israel e Irán.
Los dispersos kurdos, que constituyen el mayor grupo étnico del mundo sin Estado, llevan tratando desde hace muchas décadas de enfrentar las divisiones de sus vecinos más poderosos para sacar ventaja contra sus respectivos gobiernos. Recientemente, el GRK dio un gran paso adelante hacia la independencia tras firmar un contrato con Exxon Mobile para realizar perforaciones petrolíferas en Kirkuk. Además, los planes para transportar fuentes de energía kurdas no renovables a Turquía y a los mercados internacionales parecen estar dando frutos. Sami Alaskari, asesor del Primer Ministro iraquí Maliki, advirtió que «si Exxon pone un dedo sobre este territorio… emprenderemos una guerra por el petróleo y la soberanía iraquíes».
Las alianzas del Gobierno Regional del Kurdistán con Irán, Turquía e Israel tendrán aún más valor cuando los dos gobiernos de Iraq se enfrentan en una guerra. Si Barzani puede mantener sus vínculos de cooperación con Teherán, Ankara y Tel Aviv y equilibrar de forma eficaz sus hostilidades y rivalidades -mientras se mantiene firme contra Bagdad con los 200.000 combatientes peshmerga bien entrenados del GRK-, hay razones para creer que en medio de los actuales conflictos y torbellinos que asolan el Oriente Medio, los kurdos de Iraq podrían acabar ganando un estado independiente.
Giorgio Cafiero es un analista independiente y colaborador de Foreign Policy In Focus.
Fuente original: http://www.fpif.org/articles/the_dreams_and_dilemmas_of_iraqi_kurdistan