Traducido para Rebelión por J. M.
El gobierno debe rechazar una propuesta destinada a ocultar la poca transparencia que continúa habiendo en el proceso del establecimiento de asentamientos.
Las obras de construcción ilegal en el asentamiento de Beit El, Cisjordania. Foto por Azmi Badeer / Yesh Din
Es difícil no estar impresionado con la creatividad mostrada por Gabi Kadosh, asesor del primer ministro en asuntos de colonias. En su propuesta, los asentamientos urbanos deben considerarse estabocimientos rurales, eximiendo así al Gobierno de la necesidad de publicar las licitaciones para la comercialización de sus tierras. La publicación es la diferencia clave en las definiciones: Los asentamientos rurales obtienen la asignación de sus tierras de la Organización Sionista Mundial, que puede vender la tierra sin tener que publicar una oferta. Por el contrario, la asignación de tierras urbanas requiere licitación pública.
Las licitaciones públicas demoran la construcción y sobre todo generan un gran alboroto. Para los colonos, las licitaciones son un dolor de cabeza, porque les obligan a vencer a la oposición dos veces. Primero para obtener los permisos de construcción y luego entrar a negociar la tierra. Para el Gobierno, y también para el Estado, las licitaciones crean un problema internacional, porque cada vez que se publican, despiertan fuertes críticas a la política del Gobierno y cada vez se vuelve a encender la aplanadora de la presión internacional.
Kadosh concluye, entonces, que la solución a esta presión, y en consulta con los colonos, es simplemente cambiar la definición de estos asentamientos. Este plan, en caso de llevarse a cabo, sería al parecer, oscurecer la poca transparencia que aún existe en el proceso de establecimiento de las colonias, además de que transformaría las tierras estatales en una empresa privada activada por los movimientos de los colonos en los territorios. Aparentemente, no publicar las licitaciones permitiría a los críticos ciegos de esta política la construcción de asentamientos sin oposición. Sin embargo, las sanciones que la Unión Europea tiene la intención de imponer a los asentamientos existentes y la crítica estadounidense a las decisiones del Gobierno aún antes de la comercialización de cualquier terreno, muestran que la publicación de las licitaciones no hace ninguna diferencia.
Un Gobierno que opera en la clandestinidad, la asignación de tierras sin supervisión pública y el engaño o la distorsión de la ley por medio de las decisiones administrativas, son el fruto podrido que debería preocuparnos a todos los israelíes, independientemente de si estamos a favor o en contra de los asentamientos. El Gobierno haría bien en dejar de lado un mal consejo de Kadosh y en cambio tomar medidas para cambiar su política con el fin de evitar el daño que Israel sufre a causa de los asentamientos.
Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/1.553092
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