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Los viejos chiflados echan GAS

Fuentes: Progreso Semanal

  Nuestra causa es justa, es justo matar A cubanos fidelistas en cualquier momento Si la policía nos atrapa no nos importa Un orgulloso miembro de GAS nunca confesará Somos de GAS Puedes estar seguro De que tenemos clase Matamos por la causa y la causa es un matón Su nombre es Posada, él es […]

 

Nuestra causa es justa, es justo matar

A cubanos fidelistas en cualquier momento

Si la policía nos atrapa no nos importa

Un orgulloso miembro de GAS nunca confesará

Somos de GAS

Puedes estar seguro

De que tenemos clase

Matamos por la causa y la causa es un matón

Su nombre es Posada, él es nuestro Godzilla

Matamos a dragones comunistas, van directo al infierno

El más comunista de todos los comunistas se llama Fidel


Somos de GAS

Te pateamos el trasero

Somos muy malos

(Letra del himno GASeso)

Según una fuente de Miami, la GAS o Sociedad de Viejos Chiflados para el Asesinato es un club secreto formado por cuatro terroristas anticastristas recientemente indultados, todos ellos en sus últimos años de vida. El grupo ofreció la membresía honoraria -las mujeres sólo pueden ser miembros honorarios- a la presidenta saliente de Panamá Mireya Moscoso, quien el 26 de agosto puso en libertad a los condenados a prisión. Un tribunal panameño los había sentenciado a ellos y a otros dos a condenas de 7 y 8 años por amenazar la seguridad pública y falsificar documentos. El fiscal presentó una gran cantidad de explosivos y equipo adjunto que tenían impresas las huellas digitales de ellos. Testigos declararon que los hombres planeaban usar este material en el 2000 para poner una bomba al Presidente Fidel Castro -no para dedicarse a los fuegos artificiales- durante un discurso programa para una universidad panameña.

Para ser miembros de GAS, los aspirantes hacen su juramento en rituales con sangre de dedicar el resto de sus días -cuando no están en la consulta del proctólogo- a conspirar para asesinar a Fidel Castro. GAS robó el lema «¡Viva la Muerte!» de los pilotos nazis en la Guerra Civil española (1936-39).

Los recién indultados admiradores de esos ases nazis tomaron un avión que los esperaba para sacarlos de Panamá. El avión hizo escala en Honduras para dejar que el padrino del terrorismo latinoamericano, Luis Posada Carriles (de 76 años) desembarcara. Guillermo Novo (65), Pedro Remón (60) y Gaspar Jiménez Escobedo (68), los otros augustos fundadores de GAS, todos con impresionantes antecedentes criminales, continuaron viaje a Miami, donde los aspirantes a miembros de GAS y seguidores los esperaban.

La presidenta saliente Moscoso aparentemente contravino la ley panameña al conceder los indultos antes de que terminara el proceso de apelación. Moscoso inmediatamente telefoneó al embajador de EEUU Simón Ferro y le dijo que había cumplido con la petición de Washington de liberar a esos hombres. La llegada de ellos a Miami coincidió con la escala de campaña del Presidente Bush allí. Aparentemente hizo una matizada excepción para los terroristas anti-castristas -«ardientes patriotas».

Algunos panameños sospechan que Moscoso depositó millones en un banco suizo antes de conceder los indultos. Un acto de ese tipo hubiera ayudado a paliar el disgusto por la crítica a sus acciones proveniente de todo el mundo. Me compadezco de Moscoso. La pobre mujer se había acostumbrado al lujoso estilo de vida que había adoptado en sus cinco años como presidenta. Pero gastó sólo $23 millones del dinero público en sus necesidades personales y sólo $3 millones en viajes al extranjero. Sus críticos la acusan de disfrazar el turismo personal como misiones de estado, ya que sus paseos por el exterior no significaron ninguna ventaja para Panamá. Yo digo que nadie es perfecto.

Panameños crueles la llaman una cleptómana. Compatriotas más generosos consideran esto una ligera exageración. Pero, señalan sus defensores, ella resistió la presión para que indultara a los anticastristas hasta que le ofrecieron una suma suficiente de dinero.

Los recién liberados pero aún malhumorados ancianos habían compartido la membresía en varias organizaciones como Omega 7 y el Movimiento Nacionalista Cubano y habían recibido apoyo de algunos miembros de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) por sus constantes pero ineficaces esfuerzos por asesinar al líder cubano. Sin embargo, ellos habían despachado a otros funcionaros cubanos menores y habían destruido propiedad cubana en Nueva York, Argentina, México, Barbados y otros lugares.

Es más, parte de de las actividades semanales de compromiso de GAS exige a los aspirantes que memoricen los fallidos intentos de asesinato de Posada Carriles durante décadas, de la misma manera en que los cristianos religiosos regresan al filme La pasión de Cristo para interiorizar el dolor de Jesús, el Príncipe de la Paz, en camino a su crucifixión.

El Príncipe de Terroristas, Posada Carriles, alcanzó status mundial en 1976 al dirigir el sabotaje de un avión comercial cubano sobre Barbados. Poco después de que despegara del Aeropuerto Internacional de Barbados la bomba explotó a bordo, el avión cayó al mar y los 73 pasajeros y tripulantes murieron. Posada negó su participación, pero la policía atrapó a dos de los complotados que identificaron a Posada como el hombre que los había reclutado para colocar la bomba en el avión antes de desembarcar en Barbados.

La esposa de Posada habló a una periodista venezolana de las emociones de su pareja. «Cuando él comenzó con el asunto de Barbados yo sabía que iba a tener éxito, porque el ‘pobre hombre’ le había dedicado tanto esfuerzo, tanta pasión» (Pusimos la bomba, ¿y qué?, por Alicia Herrera).

De nombre completo Luis Clemente Faustino Posada Carriles, se convirtió en Bambi para sus socios terroristas -qué dulce. Sirvió en las fuerzas represivas del dictador Fulgencio Batista hasta el triunfo revolucionario de enero de 1959. En ese momento Posada juró vengarse.

En 1963, después de Bahía de Cochinos, la CIA entrenó a Posada en Fort Benning, Georgia, en las sutilezas del espionaje, el uso de explosivos y otros aparatos mortales. En 1971 se asoció a Antonio Veciana, fundador de Alpha 66, otro grupo terrorista anticastrista, para conspirar en un plan, que parecía una película, para asesinar a Castro.

En 1996 Veciana me contó de qué manera Posada había reclutado a un par de asesinos venezolanos, los disfrazó de periodistas de televisión y los envió a Santiago de Chile antes de que Castro llegara de visita. Mientras tanto, los asesinos se «mezclaron» con el resto de los medios. Técnicos de la CIA habían preparado una de sus cámaras de TV con una pistola que dispararía cuando se activara la cámara. Afortunadamente para Fidel los asesinos se acobardaron. Posada se indignó con su cobardía, continuó Veciana, y reclutó a otros asesinos para que usaran la misma cámara cuando Castro, en viaje de regreso a Cuba, hiciera escala en Caracas para una conferencia de prensa. Pero esos asesinos también lo pensaron mejor.

Nuevamente falló el plan. Pero asesinar a Castro siguió siendo el objetivo de su vida para Posada. Veciana se retiró el negocio de los asesinatos en 1973, después de que un pistolero desconocido le disparara en la cabeza.

La frustración de Posada por el fracaso de los atentados de 1971 quizás disminuyó después de su «éxito» del sabotaje aéreo de Barbados en 1976. Pero ¡ay!, las autoridades venezolanas lo acusaron de ese crimen y lo metieron en prisión, donde permaneció hasta agosto de 1985, cuando líderes de una prestigiosa organización de Miami sobornaron a las autoridades carcelarias para que ayudaran a «escapar» a Posada.

El Tte. Cnel. Oliver North lo contrató después, a fines de los años 80, para reabastecer desde El Salvador a los contras nicaragüenses apoyados por la CIA. En 1990 en Guatemala un pistolero hirió a Posada de un tiro en la cara. Decaído, pero no derrotado, el decidido matador de Castro preparó un plan para hacer estallar bombas en hoteles cubanos, con el objetivo de entorpecer el negocio turístico. En uno de los atentados murió un turista italiano. La policía cubana capturó a un salvadoreño que identificó a Posada como su reclutador. Los ataques lograron reducir el turismo por un corto tiempo.

En una entrevista con Anne Bardach y Larry Rohter, publicada en The New York Times (12 de Julio de 1998), Posada describió «la muerte del turista italiano como un inesperado accidente». Pero «dormí como un bebé», dijo. «El italiano estaba sentado en el lugar equivocado en el momento equivocado». Posada dijo al Times que seguía teniendo la intención de matar a Castro y que él cree que la violencia es el mejor método para terminar con el comunismo en Cuba».

Inevitablemente Posada, inclinado a la violencia, vinculó su destino profesional con otro perro de pelea fundador del GAS, Guillermo Novo.

Cuando el recién liberado Novo desembarcó en Miami a fines de agosto, pasó rápidamente por Inmigración. Por suerte para él su nombre no era Ted Kennedy, porque las autoridades lo hubieran interrogado acerca de sus vínculos terroristas. «Te derrotamos», gritó Novo a Fidel, que no estaba escuchando. No se sabe que Castro se haya dado por enterado siquiera de la existencia de Novo.

Al igual que Posada, Novo, que tiene derecho a la seguridad social, juró dedicación eterna a la violencia como única forma de deshacerse de Castro. El terrorismo ha animado su vida desde 1964, cuando disparó con una bazuca contra el edificio de la ONU mientras Che Guevara hablaba ante la Asamblea General.

En 1979 un jurado de Washington, D.C. lo declaró culpable de conspiración para asesinar al ex Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Orlando Letelier. Novo apeló y fue absuelto en un segundo juicio, pero fue declarado culpable de perjurio por mentir acerca de su conocimiento de la conspiración de asesinato. Pero ya había cumplido su sentencia, decidió el juez. Novo celebró en la sala del tribunal. Desde entonces ha tenido poco de qué alegrarse.

Tanto Novo como Posada se han ganado una reputación de personas serias. Cuando sonríen, no es porque hayan tenido éxito en matar a Fidel. Recuerden, un bebé también sonríe cuneado hay GAS en su sistema.

El nuevo libro de Saul Landau es El negocio de Estados Unidos: cómo los consumidores reemplazaron a los ciudadanos y de qué manera se puede invertir la tendencia. Landau da clases en la Universidad Cal Poly Pomona y es miembro del Instituto para Estudios de Política.