Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
La próxima semana* será testigo del último desafío del hombre que probablemente es el más extraordinario agente doble de Oriente Medio. Lo que es inusual de Mahmoud Abbas, o Abu Mazen, como se le conocía cuando los palestinos todavía no le habían tomado la medida, es que la mayoría de lo que hace por sus amos israelíes o estadounidenses lo hace abiertamente.
Con cuál de los dos está más en deuda se determinará durante su próxima visita a Washington para el último capítulo de lo que eufemísticamente se ha llamado «proceso de paz» desde que se emprendiera tras los Acuerdos de Oslo. Hay muchas probabilidades de que sea Israel. Hay que recordar que en Oslo, como jefe negociador Abbas desempeñó el papel de Neville Chamberlain** para Tel Aviv y accedió a entregar tierra palestina ocupada con la idea de acabar de forma permanente con la resistencia palestina e inmediatamente con la primera Intifada.
Si algún lector alberga todavía la ilusión de que Oslo fuera otra cosa que una capitulación de los dirigentes palestinos, el homólogo negociador de Abbas, el ex-jefe de la inteligencia israelí, Shlomo Gazit, acabó con esta idea la tarde del 17 de noviembre de 1993. Cuando en un debate en la Congregación Beth Shalom de San Francisco un enfadado miembro de público comparó el acuerdo con el firmado con la Alemania nazi en Munich en 1938, Gazit le respondió tranquilamente que aunque él era reticente a hacer semejantes comparaciones, «si hay otro Munich, nosotros somos los alemanes y los palestinos son los checos».
Desde que asumió el liderazgo de la Autoridad Palestina con la muerte de Arafat, Abbas ha seguido el mismo camino, utilizando la milicia de la AP adiestrada en Estados Unidos y Jordania para, por ejemplo, suprimir las manifestaciones de protesta contra el bombardeo de Gaza por parte de Israel en 2008-2009 y sólo la semana pasada para acallar violentamente una protesta en Ramala contra su viaje a Washington para negociar con Netanyahu. Se ha convertido en lo que los críticos del Oslo predijeron que sería el papel de Arafat, el de sheriff de Israel en Cisjordania.
Esto no ha pasado desapercibido.
«Desde que Hamás desbancó de Gaza a los agentes de seguridad y al partido dirigente Fatah hace más de tres años ha habido un aumento en la cooperación entre Israel y la AP», escribió David Makovsky del Instituto Washington para la Política de Oriente Próximo en el Washington Post del 24 de abril.
«La cooperación de seguridad entre la AP e Israel ha mejorado sustancialmente. En 2002 murieron 410 israelíes a causa de atentados suicida y otros atentados procedentes de Cisjordania; en los últimos tres años Israel ha sufrido una víctima mortal a causa de un ataque de este tipo….[Desde 2007 los soldados de Israel han matado a 158 palestinos de Cisjordania. N. del a., JB]. Ya no se oyen las acusaciones israelíes de que los palestinos tienen una política de «puerta giratoria» de liberar a terroristas tras detenciones rápidas (que era desenfrenada durante la era de Arafat)…».
«La AP, por su parte», señaló Makovsky, «ya no intenta ocultar su cooperación de seguridad cotidiana con Israel. En los últimos meses la AP incluso ha sido anfitriona de altos cargos de seguridad israelíes en Jenín, Tulkarem y Jericó. Durante el conflicto en Gaza en 2008-09 la AP mantuvo Cisjordania en calma. Debido a la mejora en la seguridad Israel ha reducido el número de importantes checkpoints en Cisjordania de 42 en 2008 a 14».
Recordemos que Abbas también se unió a Israel en sus intentos de suprimir una investigación de la ONU con el Informe Goldstone y que sus críticas del asedio israelí a Gaza han sido relativamente débiles hasta el ataque israelí al Mavi Marmara tras el cual, obviamente, no podía permanecer más tiempo callada.
La creencia en Gaza y en sectores de Cisjordania de que en realidad Abbas apoya que continúe el bloqueo se reforzó en junio cuando Mahmoud Ramahi, un legislado de Hamás de Cisjordania, señaló que «Amr Musa [el secretario general de la Liga Árabe] había pedido permiso a Abbas para ir a Gaza. Esto demuestra que la AP participa en el asedio porque no quiere que el mundo trate con el gobierno de Gaza y conceda legitimidad Hamás».
Dada la rivalidad entre la AP y Hamás, se citaron las palabras de Diana Buttu, ex-asesora legal de la OLP y actualmente analista que vive en Ramala, en The National en las que sugería que el hecho de que Abbas no denunciara claramente el bloqueo en 2007 y lo que ha hecho desde entonces indican claramente que hay un cierto «apoyo indirecto» al bloqueo. «A la gente le resulta fácil creer en la relación con lo que tienen en mente», afirmó.
Dados estos antecedentes, ¿hay alguna razón para asumir que esta «cooperación con Israel» no vaya a continuar cuando el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu y Abbas se reúnan con Obama en Washington y hay alguna razón para no sospechar que ha habido una estrecha comunicación entre ellos mucho antes de esto?
Los medios de comunicación nos han llevado a creer que Abbas sólo va a Washington a causa de la presión del gobierno de Obama, que se le ha obligado a echarse atrás en su insistencia en no celebrar negociaciones directas con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu a menos que éste accediera por adelantado a ampliar la llamada «congelación de las colonias» que expira el 26 de septiembre. Esto es indudablemente cierto.
Sin embargo, si se observa el futuro escenario [de las negociaciones] en Washington desde la perspectiva que he sugerido, que ambos, amo y sirviente, están del mismo bando, entonces la subsiguiente declaración de Abbas de que abandonaría las negociaciones y volvería a Palestina si Netanyahu reanuda la construcción de colonias el día 26 es exactamente lo que el primer ministro israelí quería que Abbas dijera ya que Netanyahu no tiene el menor interés en seguir con las negociaciones y llegar a ningún acuerdo con los palestinos.
Pero, ¿es también esta la postura de Abbas? Impopular incluso en los círculos dirigentes de la AP y legalmente ya no en el poder puesto que su mandato presidencial acabó en enero de 2009, su único asidero al poder se basa en lo que queda de la situación tal como está y en su habilidad para mantener una modesta cantidad de ayuda fluyendo desde los cofres del Tesoro estadounidense.
Pero, ¿y Obama? Tiene las manos atadas por el hecho de que el Congreso estadounidense responde a la AIPAC*** y no a él cuando se trata de asuntos relacionados con Oriente Medio.
El periodista del Washington Post Dana Milbank señalaba valientemente este problema en su columna del 7 de julio el día después de que Obama extendiera la alfombra roja a Netanyahu después de haber sido ampliamente criticado por haber sido brusco con el primer ministro israelí en su anterior visita en marzo. El titular era inicialmente «Alianza o relación disfuncional», pero el Washington Post lo suavizó para su edición en internet por el de «Netanyahu no escucha palabras desalentadoras de Obama».
«Hace cuatro meses», escribía Milbank, «el gobierno Obama tomó una decisión políticamente peligrosa al condenar a Israel por una nueva colonia controvertida. El lobby de Israel se encabritó, Netanyahu denunció las acciones del gobierno [de Obama], los dirigentes republicanos respaldaron a Netanyahu y los demócratas corrieron a ponerse a cubierto… Obama asumió el cargo con la admirable esperanza de reanudar los esfuerzos de paz en Oriente Medio atrayendo al mundo árabe y posicionándose como algo más que un agente honesto. Pero ahora ha aprendido la dolorosa lección de que la política interna no permitirá esta postura» (La cursiva es añadida).
Como era previsible, la columna de Milbank provocó la ira de los zelotes pro israelíes desde el primer párrafo, un párrafo que gramaticalmente capturaban la naturaleza de la relación entre Israel y Estados Unidos en el actual gobierno y en los dos que le precedieron: «Una bandera azul y blanca israelí colgaba en Blair House****», escribía. «A lo largo de la Avenida de Pennsylvania, la bandera estadounidense estaba en su lugar habitual en lo alto de la Casa Blanca. Pero para capturar el verdadero significado de la visita del primer ministro Benyamin Netanyahu al presidente Obama, los altos cargos de la Casa Blanca podían haber hecho ondear en vez de ella la bandera blanca de la rendición». ¿Podemos esperar más de Abbas?
Por consiguiente, las próximas «negociaciones» son poco más que una farsa del final del verano y una distracción de los actuales planes de Israel para su próxima guerra que, como antes, se emprenderá con apoyo estadounidense.
Notas de la traductora:
* El original en inglés se publicó el 31 de agosto de 2010.
** Político conservador inglés y primer ministro del Reino Unido entre 1937 y 1940. Neville Chamberlain es famoso por su política de apaciguamiento con la que esperaba salvaguardar la paz ofreciendo algunas concesiones a las ambiciones expansionistas de Hitler; dicha política culminó con la Conferencia de Munich de 1938 que permitió a Alemania anexionarse los Sudetes.
*** La AIPAC es el principal y poderoso lobby pro israelí de Estados Unidos.
**** La Blair House, Casa Blair, es la residencia oficial de los invitados del presidente estadounidense.
Se puede contactar con Jeffrey Blankfort en [email protected]