El nuevo programa de Hizbulá, presentado por Hasán Nasralá en diciembre de 2009, corrige y amplia el manifiesto fundacional de 1985. Traducido por La Columna Enmascarada
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Presentación
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Capítulo 1: Hegemonía y movilización
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El mundo y la hegemonía occidental y estadounidense
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Nuestra región y el proyecto estadounidense
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Capítulo 2: El Líbano
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La patria
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La resistencia
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El Estado y el sistema político
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El Líbano y las relaciones palestinas-libanesas
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El Líbano y las relaciones con los países árabes
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El Líbano y las relaciones con los países islámicos
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El Líbano y las relaciones internacionales
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Capítulo 3: Palestina y las negociaciones de compromiso
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La cuestión palestina y la entidad sionista
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Jerusalén y la mezquita de Al-Aqsa
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La resistencia palestina
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Las negociaciones de compromiso
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Conclusión
En nombre de Dios, el clemente y misericordioso, señor de los mundos. La oración y la paz sean sobre el sello de los profetas, Nuestro Señor Muhammad, y sobre su pura familia, sus escogidos compañeros y sobre todos los profetas y enviados.
Dios, que está por encima de todas las cosas, ha dicho en su glorioso Libro: «A quienes hayan combatido por Nos, guiémoslos por nuestros caminos. Dios está, en efecto, con quienes hacen el bien» (Corán, 29, 69).
Y ha dicho también: «Aquellos que sois creyentes, temed a Dios, buscad la manera de llegar a él y combatid por su causa. Tal vez así prosperéis» (Corán, 5, 35).
Presentación
Este documento tiene como objetivo manifestar la visión política de Hizbulá, en la medida en que comporta posturas y conceptos que nos planteamos, y esperanzas, aspiraciones y preocupaciones que albergamos, que son el resultado -antes que nada- de nuestra experiencia en la prioridad de la acción y la primacía del sacrificio.
En una etapa política excepcional y cargada de transformaciones, abordar estas últimas ya no es posible sin tener en cuenta el lugar especial que ha llegado a ocupar nuestra resistencia, o el conjunto de logros que hemos alcanzado en la marcha.
Esas transformaciones será necesario insertarlas en el contexto de la comparación entre dos vías opuestas y la progresión inversamente proporcional entre ambas:
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La vía de la resistencia y oposición en fase de escalada, que se sustenta en las victorias militares, los éxitos políticos, el arraigo del modelo de resistencia popular y política, la firmeza en las posiciones y actitudes políticas pese a lo descomunal del propósito y la enormidad de los retos, llegando a inclinar la balanza de fuerzas en la ecuación regional a favor de la resistencia y sus partidarios.
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La vía de la dominación y la arrogancia israelí-estadounidense en sus diferentes dimensiones, alianzas y prolongaciones directas e indirectas, que es testigo de descalabros y derrotas militares y fiascos políticos que han puesto de manifiesto un continuo fracaso de las estrategias y proyectos estadounidenses, uno tras otro; conduciendo todo ello a un estado de desconcierto, repliegue e incapacidad de controlar el curso y el desarrollo de los acontecimientos en nuestro mundo árabe e islámico.
Estos elementos forman parte de un panorama internacional más amplio, que contribuye a su vez a poner de relieve el estancamiento estadounidense y el retroceso hegemónico del Eje único a favor de un pluralismo cuyos rasgos aún no se han perfilado.
Lo que ha ahondado la crisis de ese régimen mundial arrogante han sido los desplomes de los mercados financieros estadounidenses e internacionales y la entrada de la economía estadounidense en un estado de desconcierto e incapacidad que es expresión del agravamiento, en su punto álgido, de la crisis estructural del insolente modelo capitalista.
Por tanto puede decirse que estamos en un contexto de transformaciones históricas que anuncian el retroceso de los Estados Unidos de América como potencia hegemónica, la disolución del régimen de hegemonía del Eje único y la constitución incipiente de un proceso acelerado e histórico de declive de la entidad sionista.
Los movimientos de resistencia se encuentran en el meollo de estas transformaciones y destacan como un elemento estratégico básico en la escena internacional, tras haber desempeñado un papel central en la producción y estímulo de tales transformaciones en relación con nuestra región.
La resistencia en el Líbano, y dentro de ella nuestra resistencia islámica, ha sido pionera en hacer frente a la hegemonía y la ocupación desde hace más de dos décadas y media, adhiriéndose a esta opción en un momento en que parecía inaugurarse la era estadounidense, que hubo intentos de presentar como el fin de la Historia. En el marco del balance de fuerzas y las circunstancias imperantes a la sazón, algunos consideraron que la opción de la resistencia era una quimera, una audacia política o un impulso irracional e idealista.
Con todo, la resistencia ha seguido su trayectoria de combate, convencida de la legitimidad de su causa y de su capacidad para forjar la victoria teniendo fe en Dios, que está por encima de todas las cosas, y encomendándose a Él; perteneciendo a la Comunidad en su conjunto, comprometiéndose con los intereses de la nación libanesa, confiando en su pueblo y defendiendo los valores humanos de derecho, justicia y libertad.
A lo largo de su prolongado itinerario de combate y a través de dichas victorias, empezando por la expulsión del ocupante israelí de Beirut y la montaña hasta su huida de Sidón, Tiro y Nabatiye, la ofensiva de julio de 1993, la de abril de 1996, la liberación en mayo de 2000 y la guerra de julio de 2006, esta resistencia ha consolidado su credibilidad y ejemplo antes de forjar sus victorias, y su proyecto ha ido acumulando etapas de evolución, pasando de ser una fuerza de liberación a serlo de equilibrio y oposición, y de ahí a ser una fuerza disuasiva y defensiva, unido a su papel en la política interna como pilar eficaz para la construcción de un Estado capaz y justo.
Al mismo tiempo, la resistencia se ha visto destinada a desplegar su posición política y humana y de ser un valor nacional libanés ha pasado a ser también un valor árabe e islámico radiante, y se ha convertido hoy en un valor internacional y humano cuyo ejemplo y logros sirven de inspiración y de fundamento en las vivencias y la literatura de todos aquellos que persiguen la libertad y la independencia en los distintos rincones del mundo.
Hizbulá, aunque es consciente de estas transformaciones prometedoras y ve cómo el enemigo se debate entre su incapacidad para la estrategia bélica y la incapacidad de imponer sus condiciones, no subestima sin embargo la magnitud de los desafíos y amenazas aún existentes, ni minimiza la dureza que conlleva la confrontación y la magnitud de los sacrificios que exige el camino de la resistencia, recuperar nuestros derechos y participar en la movilización de la Comunidad. Antes bien -frente a todo esto- tiene aún más claras sus opciones, más determinación en su voluntad y más confianza en su Señor, en sí mismo y en su pueblo.
En este contexto, Hizbulá define las líneas básicas que enmarcan ideológica y políticamente su visión y posturas hacia los retos planteados.
Capítulo 1: Hegemonía y movilización
1. El mundo y la hegemonía occidental y Estados Unidos
Tras la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos de América se convirtieron en los promotores del primer proyecto de hegemonía desarrollando muy rápidamente las herramientas de dominación y sumisión sin precedentes en la Historia. Lo cual le ha permitido cosechar grandes logros polifacéticos y a distintos niveles: científicos, culturales, cognitivos, tecnológicos, económicos y militares. Dichos logros han venido respaldados por un proyecto político-económico que ve en el mundo meros mercados abiertos y sometidos a sus particulares leyes.
Quizás lo más peligroso de la lógica de la hegemonía occidental en general, y la estadounidense en particular, sea su consideración -de antemano- de dominación total del mundo y que posee el derecho de superación en distintos ámbitos. Por ello la estrategia expansionista occidental, en especial la estadounidense, no pone límites a sus aspiraciones y a su codicia, especialmente al unirse al proyecto económico capitalista y global.
El hecho de que las potencias del capitalismo salvaje estén representadas al mando de monopolios internacionales, así como en empresas intra e internacionales y diversas instituciones internacionales, especialmente las capitalistas y las respaldadas por una fuerza militar superior, ha dado lugar a más contradicciones y luchas radicales que igualan las luchas contemporáneas como las de identidad, de cultura, de civilizaciones, etc., además de la lucha de clases.
El capitalismo salvaje ha hecho de la globalización una herramienta para la difusión de desigualdades y discordias, para la destrucción de identidades y para la imposición de uno de los modelos más peligrosos de enajenación cultural, económica y social.
La globalización ha alcanzado su máximo punto al convertirse en una globalización militar a manos de los portadores del proyecto occidental de hegemonía, la cual hemos visto manifestada en la zona de Oriente Próximo, empezando por Afganistán y pasando por Irak, Palestina y el Líbano, que sufrió su cuota de ofensiva en julio del 2006 protagonizada por los israelíes.
Nunca antes el proyecto de hegemonía y dominio estadounidense había logrado niveles como los que ha conseguido últimamente, especialmente desde la última década del siglo XX hasta hoy. Todo ello dentro de una trayectoria progresiva que empezó con la caída de la URSS, lo que supuso una oportunidad histórica para los cálculos de Estados Unidos para, de forma exclusiva, hacerse con el mando del proyecto de la hegemonía a nivel mundial en nombre de la responsabilidad histórica y aludiendo a que no hay distinción entre el interés del mundo y los de Estados Unidos. Lo que ha supuesto la comercialización de la hegemonía como un interés para el resto de naciones y pueblos y no como un interés puramente estadounidense.
Y esta trayectoria alcanzó su cumbre cuando la nueva corriente conservadora tomó el mando de la dirección de Bush el hijo, mostrando su ideología en el manifiesto del Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense, en inglés PNAC.
No resultó nada extraño o sorprendente el hecho de que en lo que más hincapié se haya hecho en este manifiesto fuera la cuestión de la reconstrucción de las capacidades estadounidenses, que se ha visto reflejada en una nueva estrategia para la seguridad nacional estadounidense. Obviamente, se trataba de una reconstrucción de las capacidades militares, no sólo como fuerzas de disuasión, sino por considerarse fuerzas de acción e intervención ya sea para llevar a cabo operaciones «preventivas» mediante ataques preventivos o para fines de saneamiento, al tratar las crisis tras su desencadenamiento.
Tras los sucesos del 11-M, la dirección de Bush se ha visto frente una oportunidad inestimable para ejercer sus influencias y dominios en máximo grado, llevando su visión estratégica de hegemonía individual a la práctica bajo el lema de «guerra global contra el terrorismo». Para ello, la dirección de Bush ha llevado a cabo varios intentos que se consideraron exitosos en su comienzo del siguiente modo:
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Militarizando sus relaciones y sus políticas exteriores hasta un máximo grado.
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Evitando depender de los sectores multilaterales y tomando decisiones estratégicas de forma individual, coordinándose allá donde hiciera falta con aliados de confianza.
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Resolver la guerra en Afganistán de forma rápida para poder dedicarse al siguiente paso y el más importante dentro del proyecto de hegemonía: subyugar a Irak, al considerarlo el punto de apoyo principal para la creación de un nuevo Oriente Medio que se adecúe a las necesidades del mundo después del 11-M. Cabe destacar que la dirección de Bush no dudó en usar todos los métodos, camuflaje, engaño y mentiras públicas para justificar sus guerras, especialmente la de Irak, y en contra de todo lo que se resista a su proyecto neo-colonizador, ya sean Estados, movimientos, fuerzas o personalidades. Y dentro de este marco, la dirección de Bush estableció, intencionadamente, una coincidencia entre los términos resistencia y terrorismo para despojar a la resistencia su legitimidad humana y legal, justificando, de esta manera, todas las guerras y ofensivas que ha llevado a cabo. Todo ello, con la intención de eliminar hasta la última de las fortalezas de los pueblos y Estados para defender su derecho de vivir con libertad y dignidad, y también defender su derecho a disfrutar de una soberanía íntegra y construir sus propias experiencias, tomando sus propias posturas y roles dentro del movimiento de la Historia de la humanidad a nivel cultural y cívico.
El terrorismo se ha convertido en un pretexto para que Estados Unidos pueda seguir con su proyecto de hegemonía empleando las siguientes herramientas: la incautación, el arresto de forma abusiva, la ausencia de las condiciones básicas para un juicio justo (como podemos encontrar en Guantánamo), y a través de la intervención directa en la soberanía nacional de otros países, -convirtiéndolos, de este modo, en una patente para la criminalización abusiva-, tomando decisiones para castigar a pueblos enteros, llegando al punto de arrogarse el derecho total de llevar a cabo guerras destructivas e intervenciones que no distinguen entre inocentes y culpables, ni entre niños o viejos, mujeres o jóvenes.
Las guerras contra el terrorismo han alcanzado, hasta hoy, a millones de personas, además de causar destrucciones masivas que no sólo han destruido las construcciones e infraestructuras, sino que también dañan la estructura y los componentes de las sociedades en sí, puesto que han sufrido una desestructuración contraria a la trayectoria histórica de la evolución. Todo ello, ha producido una reacción que ha hecho rebrotar infinidad luchas y enfrentamientos basados en diferencias ideológicas,religiosas y étnicas. Y sin olvidar el hecho de marcar el legado cultural y de la civilización perteneciente a estos pueblos como potenciales objetivos.
Sin lugar a dudas, el terrorismo estadounidense es el origen del terrorismo mundial. La dirección de Bush ha convertido Estados Unidos en un peligro que amenaza al mundo entero en todos los ámbitos y niveles. Si se hiciera hoy un referéndum mundial, Estados Unidos sería la nación más odiada del mundo.
El fracaso que supuso la guerra de Irak y el desarrollo de su resistencia, la desaprobación regional e internacional de los resultados de la guerra, y el derrumbe de la denominada «guerra contra el terrorismo», especialmente en Afganistán, así como el fracaso abismal de la guerra estadounidense contra la resistencia en el Líbano y Palestina por medio de Israel, han producido un menoscabo en la autoridad que EE.UU. disfrutaba a nivel mundial, dando lugar a un retroceso estratégico en la capacidad que tenía para desempeñar acciones y nuevas aventuras.
Sin embargo, todo lo anterior no significa que Estados Unidos se vaya a retirar tan fácilmente. Es más, llevará a cabo todo lo necesario para proteger lo que denomina «sus intereses estratégicos», puesto que las políticas de hegemonía estadounidense se alzan sobre consideraciones ideológicas y proyectos que se nutren de las corrientes radicales, teniendo como aliado un complejo industrial-militar cuyas ambiciones y codicia no tienen límites.
2. Nuestra región y el proyecto estadounidense.
Del globalmente infravalorado mundo que trabaja bajo el yugo de esta arrogante hegemonía, nuestro mundo árabe e islámico representa la cuota más grande y con más peso debido a motivos históricos y a su civilización, así como a sus recursos y su situación geográfica.
A lo largo de los siglos, nuestro mundo árabe e islámico ha estado expuesto a salvajes guerras coloniales sinfin. Sin embargo, estas ofensivas han logrado su fase más progresiva con el asentamiento de la entidad sionista en la zona y con su descomposición en entidades rivales y opositoras con diferentes denominaciones. Esta fase colonial ha logrado su culminación al tomar Estados Unidos el legado del antiguo colonialismo en la zona.
El principal objetivo marcado por la arrogancia estadounidense para el dominio en todas sus facetas: política, económica, cultural, así como el saqueo de sus riquezas, especialmente la riqueza petrolera, ya que es una herramienta primordial para controlar el alma económica mundial. También emplea todos los métodos disponibles, métodos que no respetan ningunas reglas o medidas morales y humanas. Lo cual incluye el uso de una desbordante fuerza militar, ya sea de forma directa o a través de intermediarios.
Para la consecución de sus objetivos, Estados Unidos ha hecho uso de políticas generales y de estrategias de acción, de las cuales destacan:
1.- Ofrecer todos los medios que procuren una garantía de estabilidad para la entidad sionista, lo cual supone una base avanzada y un punto de apoyo para el destructivo proyecto colonial estadounidense en la zona. Así como apoyar a esta entidad con todos los factores de fuerza y continuidad, ofreciendo una red de seguridad para su existencia. Lo cual le permite desempeñar el papel de una glándula cancerosa que succiona las fuerzas y las capacidades de la Umma 1, así como el esparcimiento de sus poderes y el derrumbe de sus ambiciones y esperanzas.
2.- Neutralizar las capacidades espirituales y las civilizaciones y culturas de nuestros pueblos, así como debilitar su moral retransmitiendo guerras mediáticas y psicológicas que dañan sus valores y sus símbolos de lucha y resistencia.
3.- Apoyar los sistemas de dependencia y tiranía en la zona.
4.- Dominar los puntos geográficos estratégicos de la zona -lo que les proporciona una válvula de apertura y cierre por vía terrestre, marítima y aérea- y establecer una red de bases militares en puntos vitales al servicio de sus guerras y prestando apoyo a sus herramientas.
5.- Prohibir cualquier levantamiento en la zona que permita poseer razones de fuerza o desarrollo o que pueda jugar un papel histórico a nivel mundial.
6.- Provocar descontrol y divisiones de distintos tipos, especialmente ideológicos-religiosos entre los musulmanes para producir interminables enfrentamientos civiles internos.
Es obvio que en la actualidad no hay margen de lectura de ningún enfrentamiento en ninguna zona del mundo, salvo que se haga desde la perspectiva de la estrategia mundial, puesto que la amenaza estadounidense no sólo es a nivel regional o especializado en una sola zona. Todo ello hace que el frente de lucha contra esta amenaza estadounidense deba ser a nivel mundial.
Sin lugar a dudas, se trata de un enfrentamiento difícil y preciso. Se trata de una batalla de dimensiones históricas, lo que la convierte en una batalla generacional que obliga a aprender de todas las fuerzas potenciales. Nuestra experiencia en el Líbano nos ha enseñado que la dificultad no supone la imposibilidad, sino todo lo contrario: nuestros pueblos están vivos e interactivos y gozan de una dirección sabia y consciente, preparada para todas las posibilidades, apostando por la cosecha de logros y consiguiendo una victoria tras otra. Estas verdades son válidas tanto para trazar un eje vertical que atraviesa la Historia como para otro horizontal que proyecta la expansión geográfica y geoestratégica.
La arrogancia estadounidense no ha dejado a nuestros pueblos y a nuestra comunidad musulmana otra opción que resistir, para procurarnos una vida mejor y por un futuro humano mejor; un futuro gobernado por las relaciones de hermandad, de diversidad y de responsabilidad compartida al mismo tiempo. Un mundo donde reinen la paz y la armonía, tal como lo habían planeado el movimiento de los grandiosos profetas y benefactores a lo largo de la Historia; y tal y como aspira y anhela el justo y trascendental espíritu humano.
Capítulo 2. Líbano
1. La patria
Líbano es nuestra patria y la patria de nuestros padres y abuelos, como también es la patria de los hijos, nietos y de todas las generaciones venideras. Una patria que nos ha sido dada para ejercer la soberanía sobre ella, dignificarla, respetarla y dejar su territorio libre de víctimas y mártires. Queremos que esta patria sea de todos los libaneses por igual, que los incluya y esté a su disposición, enorgulleciéndose de ellos y de su generosidad.
También queremos que sea una sola patria unificada, una tierra y un pueblo, un Estado con sus instituciones. Rechazamos cualquier tipo de división o «federación», ya sea explícita o velada. Deseamos que sea dueña libre e independiente, poderosa, generosa y fuerte, presente en los equilibrios regionales y colaboradora clave en la construcción del presente y el futuro como siempre ha sido a través de la historia.
Entre las condiciones más importantes para erigir una patria de estas características y garantizar su continuidad, es necesario que en el país haya justicia, y sea poderosa y fuerte, con un sistema político representado por la voluntad del pueblo y sus aspiraciones de justicia, libertad, seguridad, estabilidad, bienestar y dignidad, y eso es lo que persiguen y en lo que trabajan todos los libaneses, y entre ellos nosotros.
2. La Resistencia
Israel representa una amenaza permanente para Líbano, en cuanto a Estado y entidad, y es un peligro amenazador tanto por sus ambiciones históricas sobre el territorio y sus aguas como porque que Líbano es un ejemplo singular de convivencia entre los seguidores de las tres religiones del libro, y lo contrario de la idea de Estado racista que personifica el ente sionista. Además, la presencia de Líbano en los límites fronterizos de la Palestina Ocupada y de una región agitada a causa de la lucha contra el enemigo israelí, ha requerido que Líbano se haga cargo de su responsabilidad patriótica y nacional.
La amenaza israelí sobre este país comenzó desde la implantación de la entidad sionista en Palestina, que no tardó en ampliar su ambición sobre el territorio libanés hasta anexionarse partes del mismo, apropiándose de forma paulatina de sus bienes y riquezas, empezando por sus aguas.
El ente sionista comenzó su agresión en 1948, desde las fronteras hasta lo más profundo del país, desde la matanza de Hula de 1949, hasta el ataque al aeropuerto de Beirut en 1968, y entre ambas fechas largos años de agresiones en zonas limítrofes, sobre el territorio, sus habitantes y sus riquezas. Esto fue el preámbulo de la apropiación directa de territorio por medio de ataques devastadores continuos, hasta el ataque de marzo de 1978, con la ocupación de la región fronteriza y sometimiento de las fuerzas de seguridad, políticas y económicas, en el marco de un proyecto integral y abriendo camino para el sometimiento del país entero con la invasión de 1982.
Todo esto ocurría con pleno apoyo de los Estados Unidos de América y con la fingida ignorancia, hasta llegar a la complicidad, de la llamada «comunidad internacional» y sus instituciones internacionales. También bajo un silencio oficial árabe sospechoso y la ausencia de las autoridades libanesas que abandonaron su tierra y su pueblo a merced de las matanzas y la ocupación israelí, sin hacerse cargo de su responsabilidad ni de sus obligaciones nacionales. A la sombra de esta gran tragedia nacional y de los sufrimientos del pueblo, ausencia del Estado y abandono mundial, a los libaneses leales a su patria no les quedó otro remedio que ejercer sus derechos y, partiendo de su obligación nacional, moral y religiosa de defender su territorio, eligieron su camino: crearon la resistencia popular armada para hacer frente al peligro sionista y enemigo permanente que amenazaba sus vidas, su sustento y su futuro. En estas circunstancias tan complejas, con los libaneses carentes de Estado, comenzó el proceso de recuperación del mismo, reconstrucción de las instituciones constitucionales y, lo que es aún más importante, la cimentación de nuevo de los valores nacionales sobre los que se erige la patria. A la cabeza de ellos la soberanía y la dignidad nacionales, lo que confiere al valor de la libertad su dimensión real. Esto no se limitó a ser un simple eslogan, pues la Resistencia se consagró a la liberación del territorio y de las personas y transformó estos valores nacionales en un muro de principios sobre los que edificar el Líbano moderno. Mantuvo su posición en el mapamundi devolviéndole la consideración como país que se hace respetar y cuyos hijos se enorgullecen de pertenecer a él, por ser un país para la libertad, la cultura, la ciencia y el pluralismo; así como un país con la población más selecta, con dignidad, espíritu de sacrificio y heroísmo. La Resistencia ha realizado todos estos objetivos al completar la liberación del año 2000 y su victoria histórica en la guerra de julio de 2006 en las cuales ofreció una experiencia viva de defensa de la nación, experiencia que se convirtió en escuela de la que se benefician los pueblos y países en la defensa de sus territorios y en la protección de su independencia, así como preservación de sus soberanías.
Este logro nacional de la Resistencia se consumó con la ayuda del pueblo y del ejército nacional, frustrando los objetivos del enemigo e inflingiéndole una derrota histórica, y emergiendo con sus combatientes y sus mártires victoriosos, y con ellos todo Líbano, su pueblo y su ejército. Una gran victoria que cimienta una nueva etapa en la región, con papel y funciones centrales de la Resistencia en la contención del enemigo y en proteger la independencia y soberanía nacionales y la defensa de su pueblo, como también concluir la liberación del resto del territorio ocupado.
Este papel y estas funciones son una necesidad nacional permanente mientras dure la amenaza israelí y las aspiraciones del enemigo sobre nuestra tierra y sus aguas y siga ausente un Estado fuerte y poderoso, en el marco de desigualdad de fuerzas entre el Estado y su enemigo, desequilibrio que empuja a numerosos Estados débiles y pueblos objeto de la ambición y amenazas de los países dominantes a buscar modelos que se aprovechen de las capacidades y posibilidades disponibles. La continua amenaza israelí impone el establecimiento de modelos defensivos que realicen un maridaje entre la presencia de una resistencia popular que participe en la defensa nacional frente a cualquier ataque israelí, y un ejército nacional que proteja al país y consolide la seguridad y estabilidad del mismo, en un proceso complementario al de la etapa anterior, que logró su éxito en la gestión del la lucha contra el enemigo y consiguió victorias para Líbano, dotándolo de vías concretas para protegerlo.
Este modelo, que se enmarcaría en una estrategia defensiva general, supone un paraguas protector del país tras el fracaso en la apuesta por otras protecciones, ya fueran internacionales, árabes o negociaciones con el enemigo. Se tomó la elección de la Resistencia que ha conseguido liberar el territorio de Líbano, recuperar las instituciones del Estado, proteger su soberanía y la consecución de una independencia real. En este contexto los libaneses, con sus fuerzas políticas, sus capas sociales, sus élites culturales y entidades económicas, están interesados en preservar este modelo y en adherirse a él, porque el peligro israelí amenaza a Líbano, a sus estructuras y valores, y ello exige una amplia participación de Líbano en tomar la responsabilidad de la defensa nacional dotado de medidas de protección.
Tanto el éxito de la experiencia de la Resistencia en su oposición al enemigo y el fracaso de todos los planes y guerras dirigidas a acabar con ella o bloquear sus bienes y eliminar su armamento, como la persistencia del peligro israelí sobre Líbano sin que se extinga la amenaza que se cierne sobre el país, emplazan a la Resistencia a perseverar en su esfuerzo por dotarse de medios de fuerza y reforzar sus capacidades y posibilidades, lo cual facilitaría el cumplimiento de su deber y de sus responsabilidades nacionales, ayudando así a completar la misión de liberación de lo que queda de territorio libanés ocupado en las Granjas de Shebaa, colinas de Kafr Shuba y el pueblo libanés de Al Ghajar, liberar a los prisioneros, recuperar a los desaparecidos y los cuerpos de los mártires, así como participar en la misión de defensa y protección del territorio y el pueblo.
3. Estado y sistema político
El problema fundamental del sistema político libanés que impide su reforma, desarrollo y modernización de forma continuada, reside en el carácter sectario del sistema. La erección de éste sobre principios de pertenencia confesional representa un fuerte obstáculo para la consecución de una democracia saludable, a cuya luz podría gobernar una mayoría elegida y ejercer la oposición una minoría también elegida y abrir paso a una sana alternancia del poder entre continuidad y oposición o de coaliciones políticas diversas.
Por ello, la supresión del sectarismo o confesionalidad política es la condición fundamental para aplicar una democracia real de este tipo, que es lo que reflejaba el Acuerdo de Taif, que establecía la necesidad de la creación de un alto organismo nacional para garantizar su cumplimiento. Hasta que los libaneses, a través del diálogo, estuvieran en condiciones de cumplir este histórico y delicado éxito (nos referimos con ello a la supresión del sectarismo político) y mientras el sistema político seguía funcionando por el sistema confesional, la democracia por acuerdo era la base del gobierno en Líbano, porque era la plasmación del espíritu constitucional real y la esencia del pacto de convivencia.
Por tanto cualquier acercamiento a las cuestiones nacionales según la fórmula de mayorías y minorías quedaba sujeta al cumplimiento de los condicionantes histórico sociales para la práctica democrática efectiva, en la que los ciudadanos se convertían en un valor en sí mismos. La voluntad de los libaneses de convivir con dignidad y en igualdad de derechos y obligaciones prescribe una colaboración constructiva en pos de una participación real, la cual representa el modelo más adecuado para el mantenimiento de su pluralismo y estabilidad completa, tras una época de inestabilidad causada por las distintas políticas tendentes a la acaparación, la supresión y la expulsión.
La democracia por acuerdo recrea un modelo político apropiado para la participación real de todos y un factor de confianza en las estructuras del Estado, y contribuye en gran medida a la apertura de una nueva etapa de construcción de un Estado tranquilo en que todo ciudadano se sienta respaldado.
El Estado a cuya construcción aspiramos a contribuir con el resto de los libaneses se caracteriza por lo siguiente:
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Un Estado que preserve las libertades públicas y proporcione el clima adecuado para su ejercicio.
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Un Estado que aspire a la unidad y cohesión nacional.
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Un Estado fuerte que proteja su territorio, a su pueblo, su soberanía e independencia, y que se dote de un ejército nacional fuerte, capaz y preparado, de unas instituciones de seguridad efectivas, dedicadas a la protección de la gente y que velen por sus intereses.
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Un Estado cuyas bases sean las instituciones modernas, eficientes, que trabajen coordinadas y se basen en competencias, funciones y misiones claras y delimitadas.
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Un Estado que persevere en la aplicación de las leyes para todos, en el marco del respeto a las libertades públicas, la justicia en los derechos y obligaciones de los ciudadanos, independientemente de la confesión, región de procedencia o corriente de los ciudadanos.
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Un país con representación parlamentaria íntegra y auténtica, que solo pueda realizarse a través de la ley electoral actual, y que le brinde al votante libanés la posibilidad de elegir a sus representantes, lejos del poder del dinero, de los fanatismos y de presiones diversas, y que logre la máxima representación posible de los distintos estratos sociales del pueblo libanés.
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Un Estado que cuente con científicos y profesionales, personas honradas (independientemente de su pertenencia confesional) y que aporte mecanismos fuertes y eficaces de depuración de la corrupción y de los corruptos en la administración de forma innegociable.
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Un Estado que cuente con una alta autoridad judicial independiente y alejada del control político, en la que la justicia de los cualificados, honrados y libres lleven a cabo su peligrosa responsabilidad de distribuir la justicia entre las personas.
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Un Estado que cimiente su economía principalmente sobre la base de los sectores productivos y que la impulse y refuerce, especialmente los sectores agrícola e industrial, dotándolos del espacio adecuado de planificación, programas y ayudas, lo que revertiría en mejoras de la producción y ventas, lo que en última instancia ofrecería las oportunidades laborales adecuadas y suficientes, especialmente en zonas rurales.
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Un Estado que se base en el principio de desarrollo equilibrado entre regiones, lo aplique y trabaje para eliminar el abismo económico y social existente entre ellas.
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Un Estado que se preocupe por sus ciudadanos y se esfuerce en dotarles de los servicios adecuados de enseñanza, medicina y vivienda, hasta asegurar una vida digna, solucionar el problema de la pobreza y proveer de oportunidades de trabajo y demás.
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Un Estado que se preocupe por las generaciones jóvenes y ayude al desarrollo de su potencial y su talento, dirigiéndolos hacia los objetivos humanos y nacionales, y que los proteja de la inadaptación y la depravación.
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Un Estado que refuerce el papel de la mujer y su trabajo de incorporación a todos los ámbitos, en el marco de un aprovechamiento de sus especificidades, su influencia y el respeto de su posición social.
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Un Estado que de a la pedagogía la importancia que merece, especialmente la importancia de las escuelas públicas, refuerce la universidad libanesa en todas sus vertientes y aplique la obligatoriedad de la enseñanza y su gratuidad.
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Un Estado que emplee un sistema administrativo descentralizado que dé amplios poderes administrativos a los distintos cuadros administrativos (provincia, subprovincia y distritos) con el objeto de reforzar las oportunidades de desarrollo y facilitar los asuntos y el trato con los ciudadanos, sin permitir que esta descentralización administrativa se convierta más adelante en algo parecido al federalismo.
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Un Estado que se esfuerce en frenar la emigración del país de jóvenes y familias, de gente capacitada, de cerebros, a través de un plan integral realista.
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Un Estado que vele por sus ciudadanos en el extranjero en todos los lugares del mundo, que los defienda y los proteja y que se beneficie de su expansión, de su posición y de su situación en pos de servir a las causas nacionales.
La creación de un Estado de estas características y condiciones es el objetivo nuestro y de todos los libaneses verdaderos y leales. Nosotros, en Hizbulá, redoblaremos los esfuerzos para, en cooperación con las distintas fuerzas políticas y populares que comparten con nosotros esta visión, conseguir este noble objetivo nacional.
4. Líbano y las relaciones palestinas-libanesas.
El problema de los refugiados palestinos en Líbano era y sigue siendo una de las trágicas consecuencias de la aparición del ente sionista en territorio palestino y la expulsión deÉsus gentes. Estos se desplazaron a Líbano para vivir allí de forma temporal como invitados de sus hermanos libaneses, hasta que volvieran a su país y los hogares de los que fueron expulsados.
Lo que sufrieron en igual medida palestinos y libaneses a consecuencia de esta migración, tenía como causa principal directa la ocupación israelí de Palestina. Las tragedias que acarreó afectaron a los pueblos de la región en su totalidad y los daños no se limitaron sólo a los palestinos.
Como tampoco se limitaron los padecimientos de los refugiados palestinos en Líbano al daño de la emigración forzosa y la migración solamente, sino que hay que añadir a esto los ataques y las matanzas salvajes infligidas por Israel que han destruido lo que encontraron a su paso, como ocurrió en el campamento de refugiados de Nabatia, que fue destruido por completo. Han sufrido la dureza de la vida en los campamentos, a la sombra de unas condiciones de carencias que llegan al límite de la dignidad humana; el despojo de sus derechos civiles y sociales y el incumplimiento por parte de los sucesivos gobiernos de Líbano de sus obligaciones para con ellos.
Esta realidad tan desnaturalizada ha provocado que las autoridades libanesas responsables actualmente hayan valorado la necesidad de asumir sus responsabilidades y de construir unas relaciones palestinas-libanesas sobre bases legales sólidas, que velen por un equilibrio entre derecho y justicia y los intereses comunes a ambos pueblos, y que no continúe esta situación ni estas relaciones rigiendo el ambiente ni el ajuste de cuentas políticas; como tampoco sea fuente de discrepancias internas ni de intromisiones foráneas.
Pensamos que el éxito de esta misión se conseguirá a través de los siguientes elementos:
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El diálogo directo palestino-libanés*.
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Obtener de los palestinos de Líbano su conformidad en la elección de una autoridad unificada que les represente en este diálogo, superando las divergencias fruto de la situación que viven.
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Ofrecer a los palestinos de Líbano derechos civiles y sociales, como corresponde a su estatuto humano, así como proteger su personalidad, identidad y su causa.
- Adhesión al derecho de retorno y rechazo de la nacionalización.
5. Líbano y las relaciones árabes-libanesas.
Líbano es un país de identidad y pertenencia árabe y ejercita ambas de forma natural pues están arraigadas en su tejido social originario.
También el espacio vital, geopolítico, el fondo estratégico, las políticas de integración regional, los intereses nacionales, en calidad de indicadores estratégicos de la posición política de Líbano y de sus intereses de Estado, requieren de Líbano un compromiso con las causas árabes justas, a cuya vanguardia se encuentra la causa palestina y la lucha contra el enemigo israelí.
También existe una necesidad urgente de unir esfuerzos para superar las luchas que desgarran las filas árabes, pues la contraposición de estrategias y la diferencia de alianzas, a pesar de su importancia y virulencia, no justifican dejarse llevar por políticas susceptibles y la adhesión a planes foráneos, responsables de profundizar la brecha y provocar fanatismos sectarios y elementos de división, lo cual conduce al agotamiento de la comunidad de creyentes y sirve al enemigo sionista y a los objetivos de Estados Unidos.
El desarrollo de una línea política basada en limitar las luchas, o al menos regularlas, e impedir que se conviertan en luchas abiertas, es una opción que debe adoptarse y así hacer madurar un acercamiento cualitativo y responsable en el tratamiento de las causas nacionales pendientes. También es necesaria una búsqueda de lo común para reforzar dichas causas y aportar opciones de comunicación constructivas en los planos gubernamental y popular, para así conseguir implementar un espacio de solidaridad lo más amplio posible que sirva a aquellas.
Es aquí donde la opción de la Resistencia representa una necesidad central y un factor objetivo en el apuntalamiento de la posición árabe y el debilitamiento del enemigo, aislado de las estrategias y de las apuestas políticas adoptadas.
Dado todo lo que ofrece, la Resistencia no encuentra defecto alguno en generalizar las ventajas de su propuesta. De forma que se consigan superar las distintas posiciones árabes y siempre que los resultados se inscriban en el marco de una fórmula de debilitamiento del enemigo y un reforzamiento de la posición árabe. En este contexto, Siria ha optado por una posición ideal, firme en la lucha contra el enemigo israelí y ha apoyado los movimientos de la Resistencia en la región, se ha posicionado a su lado en circunstancias muy difíciles, esforzándose en aunar esfuerzos entre los árabes para salvaguardar los intereses de la región y hacer frente a los desafíos.
Nosotros reafirmamos la importancia de perseverar en las relaciones ejemplares que hay entre Líbano y Siria como necesidad política, de seguridad y económica compartida que dictan los intereses de ambos países y ambos pueblos, así como las condiciones geopolíticas y exigencias de estabilidad de Líbano para hacer frente a los retos comunes. También hacemos un llamamiento a acabar con cualquier ambiente viciado que haya enturbiado las relaciones entre los dos países en estos últimos años, y a retornar lo antes posible a la situación normalizada de las relaciones.
6. El Líbano y las relaciones con los países islámicos
Nuestro mundo árabe e islámico afronta retos que afectan a nuestra sociedad, a sus distintos componentes, y ello requiere que no se desprecie su importancia. La congestión sectaria y las artificiales tensiones confesionales, especialmente entre sunna y shia, así como la invención de antagonismos nacionales entre kurdos, turcomanos y árabes o entre iraníes y árabes, como también la intimidación de las minorías y el goteo cristiano permanente desde el oriente árabe, especialmente Palestina e Irak, además de Líbano… Todo ello amenaza la cohesión de nuestra sociedad, le resta fuerzas y se agrava, obstaculizando su renacer y desarrollo.
El pluralismo religioso y nacional, en vez de representar una fuente de riqueza y vitalidad social, ha sido mal utilizado, como elemento desgarrador, de desunión y desintegración social.
La situación resultante de este uso negativo es fruto del cruce entre políticas occidentales premeditadas, y en concreto de Estados Unidos, con prácticas y nociones internas fanáticas e irresponsables, además del clima político inestable.
Es urgente, por tanto, tomar en consideración estas realidades y hay que incluirlas entre las principales preocupaciones en los programas de las fuerzas y tendencias políticas, entre las que se halla la islámica, sobre cuyos hombros se arroga una importante responsabilidad en el desafío de estos retos y la solución de los problemas.
Hizbulá se reafirma en la importancia de la colaboración entre países islámicos en todos los ámbitos, y esto le da una fuerza de solidaridad para hacer frente a los proyectos arrogantes y proteger así a la sociedad de la invasión cultural e informativa. Esta colaboración nos anima a utilizar los beneficios del intercambio de recursos entre los países. En este contexto Hizbulá considera a Irán un Estado central en la misión del mundo árabe. Este país derrocó con la revolución el gobierno del Sha y sus proyectos sionistas-estadounidenses, ha apoyado al movimiento de resistencia en la región y se ha alzado con valentía y determinación al lado de las causas árabes e islámicas y, a la cabeza de ellas, la causa palestina.
La política de la República Islámica en Irán es clara y sólida en su apoyo a la primera causa central, la más importante para los árabes y musulmanes, como es la causa palestina. Desde el anuncio de victoria de la bendita revolución islámica bajo la dirección del líder religioso, el Imam Jomeini, y la apertura de la primera embajada palestina en lugar de la israelí existente, la ayuda ha continuado en todas sus vertientes hasta el día de hoy, bajo la dirección del líder el Imam Ali Jamenei, que ha conseguido notables victorias por vez primera en la lucha contra el sionismo invasor. La invención de conflictos con la República Islámica de Irán por parte de algunos frentes del mundo árabe supone un ataque hacía quienes la profieres y hacia las causas árabes, que no sirve sino a Israel y a los Estados Unidos de América.
Irán ha elaborado su doctrina política y ha basado su espacio vital sobre el principio de prioridad de la causa palestina y el anti-israelismo, también enfrentándose a las políticas estadounidenses y trabajando por la integración en el espacio árabe e islámico. Ahora debe acoger la voluntad de cooperación y hermandad, y entregarse a estos principios como pilar de la movilización, centro de peso estratégico y modelo de mando, independencia y libertad que apoye un proyecto árabe-islámico independiente y contemporáneo y refuerca a los países y pueblos de nuestra región.
El mundo islámico se fortalece con sus alianzas y con la cooperación entre sus Estados; por eso estamos convencidos de la importancia de aprovechar las fuerzas políticas, económicas y humanas existentes en todos los países del mundo islámico sobre la base de una integración, la ayuda y evitar el seguidismo hacia los arrogantes. No podemos dejar de mencionar la importancia de la unión entre musulmanes.
Dijo Dios: «Uníos juntos a Dios y no os separéis» advirtiendo de lo que puede originar la desunión entre las personas, como la herencia confesional, especialmente entre sunna y shia. Nosotros apostamos por una conciencia de los pueblos islámicos para hacer frente a las conspiraciones que se tejen y a las discordias internas.
7. El Líbano y las relaciones internacionales
Los ejes principales de la controversia, lucha y conflicto en la visión y línea de Hizbulá son de tipo político-moral en primer lugar, entre el poderoso y el débil, entre dominantes y el vencido, y entre el tirano ocupante y el demandante de libertad e independencia.
Hizbulá considera que la supremacía única se elimina con el equilibrio y la estabilidad de los dos mundos y con la seguridad y la paz de los dos Estados. La ayuda ilimitada de la administración estadounidense a Israel, su apoyo al enemigo, el respaldo a la ocupación de territorios árabes, además del dominio de dicha administración sobre las instituciones internacionales y el doble rasero en los criterios de promulgación y puesta en práctica de las resoluciones internacionales, políticas de intromisión en los asuntos de otras sociedades, la militarización del mundo y el apoyo a una lógica de las guerras itinerantes en las contiendas internacionales, incitación a los disturbios y desórdenes públicos en todos los rincones del planeta… Todo ello convierten a la administración estadounidense en plaza hostil a nuestra comunidad de creyentes y nuestros pueblos, y le convierte en responsable principal en la generación de perturbaciones y desórdenes en el sistema internacional.
En lo referido a las políticas de los países europeos, estos basculan entre su incapacidad y falta de efectividad, por un lado, y la adhesión injustificada a las políticas estadounidenses, por el otro. Esto en la práctica conduce al vacío de la tendencia mediterránea en Europa a favor de la supremacía de la tendencia atlántica y su impronta colonialista.
Esta adhesión a la política estadounidense, especialmente en su etapa de decadencia histórica, supone un error estratégico que sólo puede llevar a una mayor cantidad de problemas, pasos en falso y complicaciones en las relaciones euro-árabes.
Europa tiene una responsabilidad importante en la herencia colonial que provocó en nuestra región graves daños, cuyas consecuencias y efectos aún hoy sufren nuestros pueblos.
Como los pueblos europeos tienen una historia en la resistencia al ocupante, es su deber moral y humanitario, antes que político, y se impone que respeten el derecho de los pueblos a la resistencia al ocupante, sobre la base de una clara distinción entre «resistencia» y «terrorismo».
En nuestra opinión las exigencias de estabilidad y colaboración en las relaciones euro-árabes implican un acercamiento de Europa más independiente, justo y objetivo. Será complicado la construcción de un espacio vital compartido, políticamente y en seguridad, sin ese cambio que garantice el arreglo de estas zonas de desequilibrio originadas por las crisis y la ausencia de estabilidad.
Por otro lado valoramos de forma importante la experiencia independentista contraria a la supremacía por parte de los países de América Latina, y vemos que hay muchos espacios para el encuentro entre sus proyectos y los del movimiento de resistencia de nuestra región, lo que llevaría a construir un orden internacional más justo y equilibrado.
Esta experiencia constituye un incentivo para la esperanza prometedora a nivel internacional, que se apoye en una identidad humana universal y en un sustrato político-moral compartido. En este contexto, el lema «la unidad de los oprimidos» será uno de los pilares de nuestro pensamiento político en la creación de nuestro entendimiento, nuestras relaciones y nuestra postura ante las cuestiones internacionales.
Capítulo 3º: Palestina y las negociaciones de compromiso
1. La cuestión palestina y la entidad sionista
Las violaciones y desplazamientos cometidos sobre el pueblo palestino en el año 1948 con el apoyo y patrocinio de las fuerzas internacionales dominantes en aquellas fechas supusieron una brutal y directa agresión que alcanzó toda la región árabe, asimismo, fue una amenaza real para su seguridad, estabilidad e intereses. Cabe destacar que los daños consecuentes de esta agresión no sólo alcanzaron el pueblo palestino o los pueblos vecinos y que las agresiones y las tensiones y guerras causadas por enfrentamientos, luchas y actos agresivos son la prueba contundente del grado de injusticia que ha sufrido el pueblo palestino y árabe y musulmán cuando los occidentales cometieron aquel crimen contra la humanidad permitiendo el asentamiento de la entidad sionista en el corazón del mundo árabe y musulmán, constituyendo así, una penetración enemiga y un paso grande dentro del arrogante proyecto occidental, de forma general, y una base para el control y la dominación de la región, más concretamente.
El movimiento sionista es un movimiento racista en su ideología y sus prácticas, y es el resultado de un de una mentalidad arrogante, tirana y subyugante; con un proyecto que en sus bases es un proyecto colonial, de judaización y expansionista. El ente resultante de este movimiento ha logrado mediante la ocupación, los ataques, las matanzas y el terrorismo el apoyo de los Estados colonialistas, especialmente Estados Unidos, país con el que está unido por interese estratégicos y que lo convierten en socio real en todas sus guerras, matanzas y prácticas terroristas.
La lucha que estamos llevando a cabo nosotros y que también esta llevando a cabo la Umma musulmana en contra del proyecto sionista y colonial en Palestina responde al deber de defenderse contra la ocupación, las ofensivas y las injusticias israelíes que amenazan nuestra existencia y que fija como objetivo nuestros derechos y nuestro futuro. Nosotros no basamos nuestra lucha en el enfrentamiento religioso o en la discriminación étnica o racial, a pesar de que los dueños de este proyecto colonial y sionista nunca tuvieron ningún reparo a la hora de emplear la religión y los sentimientos religiosos como un medio para conseguir sus objetivos y sus metas. El hecho de que tanto Bush como su sucesor Obama junto con los líderes de la ente sionista fueran a pedir a los palestinos y a los árabes y musulmanes que aceptaran el carácter judío del «Estado de Israel» es una prueba de ello.
El resultado natural y obvio es que este enfadado ente caiga en un apuro existencial que desgasta a sus líderes y a los que le apoyan, puesto que ha sido creado de una forma antinatural, por lo cual no es apto para la supervivencia; de echo, está en amenaza de extinción. La responsabilidad histórica de la Umma y la de sus pueblos es la de nunca admitir la existencia de este ente por muy duras que sean las presiones y que continúe con la labor de liberar todos los terrenos ocupados y recuperar todos los derechos violados sin importarle el paso del tiempo ni el tamaño de los sacrificios.
2. Jerusalén y la mezquita de Al-Aqsa
Todo el mundo es consciente del valor y de la santidad de Jerusalén y de la mezquita de Al-Aqsa. Esta última es la primera de las dos Qiblas2, la tercera Mezquita Sagrada, comienzo y meta del Profeta Muhammad (saw), punto de encuentro de los profetas y mensajeros de Dios (que la Paz caiga sobre ellos). Nadie puede negar el gran valor que representa esta mezquita para los musulmanes, puesto que es uno de los símbolos del Islam más importantes que existen hoy día.
Jerusalén ocupa un puesto muy elevado dentro de los corazones de musulmanes y cristianos debido al gran número de elementos sagrados, tanto islámicos como cristianos, que abarca esta ciudad.
La ocupación judía de esta ciudad sagrada se basa en varios planes y proyectos de judaización: expulsan sus habitantes, confiscando sus hogares y pertenencias, rodeándola de barrios judíos y núcleos coloniales y asfixiándola con un muro de segregación racial, además de los intereses estadounidenses y judíos en convertirla en una eterna capital del ente sionista con una admisión internacional. Todos estos actos son procedimientos ofensivos inadmisibles.
Las continuas y peligrosas ofensivas contra la Sagrada Mezquita de Al-Aqsa, así como las distintas estrategias judías para destruirla suponen un peligro real que amenaza su subsistencia y advierte de nefastas consecuencias sobre toda la región.
Nuestro deber es la liberación de Jerusalén y defender la Sagrada Mezquita de Al-Aqsa, se trata de un deber religioso y de una responsabilidad humana y moral, que tiene que hacer suya cualquier persona libre y honrada, hijo de nuestra Umma árabe y musulmana, así como todas las personas libres y honradas hijos del mundo.
Pedimos y esperamos del pueblo árabe y musulmán -oficial y oficiosamente- así como a todos los Estados interesados en la paz y la estabilidad en el mundo, que hagan todos sus esfuerzos para liberar Jerusalén del fuego de la ocupación sionista y para ayudar en la conservación de su verdadera entidad sagrada para cristianos y para musulmanes.
3. La resistencia palestina
El pueblo palestino está lidiando una batalla de defensa propia y lucha para recuperar sus derechos nacionales y legítimos en Palestina, derechos históricos y geográficos. Con ello, el pueblo palestino está ejerciendo un legítimo derecho que está admitido y obligado tanto en los textos sagrados como en la legislación internacional y dentro de los valores morales y humanos.
Este derecho comprende la resistencia en todas sus modalidades -encabezadas por la lucha armada- así como todos los medios de los que disponen las distintas facciones de resistencia palestina, sobre todo cuando existe un desequilibrio de fuerzas a favor del enemigo sionista, que está dotado con las armas más modernas para la destrucción y la aniquilación.
La propia experiencia -que es una prueba contundente y obvia de todas las atrocidades que ha ido cometiendo el ente sionista en contra del pueblo palestino hasta hoy en día- ha demostrado la importancia y la eficacia que supuso la elección de la vía de la resistencia jihadista y la lucha armada para enfrentarse al enemigo y liberar los territorios ocupados, devolviendo al pueblo palestino todos sus derechos y poniendo fin a la brecha de superioridad estratégica por medio de las ecuaciones impuestas por la resistencia gracias a su capacidad y a su voluntad dentro del terreno del enfrentamiento.
La gran prueba del éxito de la resistencia son los logros que han conseguido en el Líbano, que se tradujeron en continuas victorias y en reiterados logros civiles, militares y anímicos, especialmente, al obligar al enemigo sionista a llevar a cabo la gran retirada en mayo del 2000 de la mayoría de los territorios libaneses ocupados. Asimismo, la victoria quedó plasmada en el rotundo fracaso del ejército sionista en la ofensiva que tuvo lugar en julio del 2006, en la que la resistencia consiguió una victoria divina, histórica y estratégica que cambió los términos de la ecuación de la lucha de forma radical, haciendo que el enemigo israelí conozca su primera gran derrota derrumbando, así, el mito del ejército invencible.
Otra prueba son los continuos logros conseguidos por la resistencia en Palestina por medio de la experiencia de la Revolución palestina y la opción de la lucha armada. También a través de la Primera Intifada y la Segunda Intifada, logrando una tremenda derrota del ejército israelí que tuvo que retirarse totalmente de la Franja de Gaza en el año 2005 sin poner condiciones y sin pedir negociaciones o pactos. También se retiraron sin haber logrado ningún beneficio a nivel político, geográfico o de seguridad. Esta sustancial victoria fue la primera en cuanto a liberación de terrenos ocupados y fue la prueba del éxito de la vía de la resistencia en Palestina, puesto que fue la primera retirada obligada de las tropas del ejército israelí dentro de los límites históricos de los terrenos de Palestina. A nivel estratégico, esta victoria supone un paso muy importante dentro de la lucha que tenemos contra del ente sionista. La admirable resistencia que tuvo el luchador pueblo palestino en Gaza durante la ofensiva sionista del año 2008 es algo que servirá para educar a las futuras generaciones y un ejemplo para todos los colonizadores y agresores.
Si este es el objetivo de la resistencia en el Líbano y Palestina, ¿cuál fue el de la vía de negociaciones? Es más, ¿cuáles fueron los resultados, los intereses y las ganancias que se han obtenido tras las negociaciones en todas sus fases y a través de todos sus convenios? ¿Acaso no fue más arrogancia, humillación y dominación israelí, logrando cada vez mejores resultados para los intereses y beneficios israelíes?
Por ello, hoy estamos reafirmándonos en nuestra postura al lado del pueblo palestino y de la causa palestina con su firmeza histórica, geográfica y política. Prestamos, pues, nuestro apoyo incondicional al pueblo palestino y a todos los movimientos de resistencia palestinos en su lucha contra el proyecto israelí.
4. Negociaciones de paz
En lo que respecta al proceso de paz y a los acuerdos resultantes de la ronda de negociaciones en Madrid y el tratado de paz Arava y sus anexos, el Acuerdo de Oslo y anexos, y antes de ellos el Acuerdo de Camp David y anexos, nuestra postura era, es y seguirá siendo el rechazo absoluto al principio de elegir la paz con el ente sionista, fundado sobre la base de respeto a su legalidad y su existencia y condescender con la usurpación que ha realizado del territorio árabe e islámico de Palestina.
Esta posición es en firme, de forma permanente y definitiva, innegociable y sin vuelta atrás, incluso aunque el mundo entero reconociera a Israel. Partiendo de este punto y de una postura de hermandad, responsabilidad y ambición, hacemos un llamamiento a los responsables árabes a que se comprometan con las elecciones que han tomado sus pueblos respectivos y reconsiderar la opción negociadora, repasar los resultados de los acuerdos firmados con el enemigo sionista y abandonar de forma irreversible el ilusorio e injusto proceso de compromiso, falsamente llamado «Proceso de Paz», ya que quienes apostaron por el papel de las sucesivas administraciones estadounidenses como socio y mediador honrado y justo en este proceso, han podido constatar, sin ningún género de dudas, que les ha dejado plantados, que ha ejercido presión y chantaje sobre ellos y ha revelado su hostilidad hacia esos pueblos, sus temas de Estado y sus intereses, tomando partido y posicionándose totalmente del lado de su aliado estratégico, el ente sionista.
Respecto al ente sionista, con el cual sueñan ilusoriamente la posibilidad de entablar la paz, ha demostrado a lo largo de todas las etapas de las negociaciones que, ni demanda paz, ni trabaja por de ella. Utiliza las negociaciones para imponer sus condiciones, reforzar su posición, realizar su interés y quebrar la virulencia de la hostilidad y el impedimento psicológico de los pueblos árabes frente respecto al él. Esto lo realiza al conseguir la normalización oficial y popular, abierta y sin costo alguno, que le permite convivir de forma normalizada e integrarse en el sistema regional y auto proclamarse como hecho consumado en la zona, con la aceptación y respeto a la legalidad de su existencia tras haber renunciado a su favor al territorio palestino que usurpó.
Desde aquí, pedimos y esperamos del pueblo árabe y musulmán -oficial y oficiosamente- que retomen Palestina y Jerusalén como una causa vital para todos ellos; una causa por la cual todos se unifican y se comprometen a liberar Palestina de la ocupación sionista. Asimismo, que lleven a cabo aquello que les dicte su obligación religiosa y humana y en hermanamiento con el pueblo palestino, procurándole el apoyo para reforzar su resistencia y capacitándolo para que continúe resistiendo, negando y boicoteando cualquier proyecto de naturalización con el enemigo sionista. Por otro lado, esperamos del pueblo árabe y musulmán que ayude al pueblo palestino a aferrarse al derecho de retorno a sus tierras y a sus hogares de los cuales han sido expulsados. Ayudarle también a que se niegue rotundamente a todas las alternativas propuestas de asentamientos, de compensación y de desplazamientos. Hay que trabajar de forma rápida para eliminar el bloqueo impuesto al pueblo palestino, especialmente, el masivo bloqueo ejercido sobre la Franja de Gaza, y para planificar y programar acciones para liberar a los miles de presos y prisioneros que se encuentran en las cárceles israelíes.
Conclusión
Esta es nuestra visión y nuestra expectativa, para su construcción hemos intentado ser justos y honrados. Esta es nuestra postura y nuestro compromiso. Creemos en la justicia y la aplicamos. Defendemos las causas justas y por ellas sacrificamos nuestras vidas. Con todo ello, solo queremos lograr el beneplácito de nuestro Creador, Señor de los Cielos y de la Tierra. Sólo ansiamos que nuestro pueblo sea feliz y que esté guiado en el Buen Camino.
¡Loor a Dios! Bien sabes que nuestros actos no son para competir con Tu Poder, pero es para avivar la justicia y darle muerte a la injusticia; para defender a aquellos siervos Tuyos que han sufrido injusticias; para establecer la Justicia en Tu tierra; y para pedir Tu Perdón y tu Bendición. Con este mensaje han muerto nuestros mártires, y con este mensaje vivimos y seguimos trabajando y luchando sabiendo que sólo tenemos dos posibles resultados: la victoria o tener el placer de encontrarnos Contigo envueltos en sangre.
Nuestra promesa para Tí, oh Dios, y para todos tus siervos que se hayan oprimido es que seremos siempre fieles a nuestro mensaje y a nuestra promesa, y que nada ni nadie nos cambiará a lo largo de nuestra existencia.
Notas:
* Por un error involuntario, la primera versión publicada decía «relaciones palestino-israelíes», lo que, además de improcedente con el contenido y el contexto, no se corresponde con el original. Pedimos disculpas por el desliz.
1 N. del T. : «Umma» en árabe hace referencia al conjunto de la comunidad musulmana que se encuentra es distintas partes del mundo.
2 Qebla define a la dirección que apunta hacia la Kaaba (Meca) y a la que el Imam y los orantes deben dirigirse cada vez que realizan sus rezos.
Fuente: http://almanar.com.lb/NewsSite/NewsDetails.aspx?id=113293&language=ar
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