No resulta fácil hablar de una paradigmática figura como la del Comandante Manuel Piñeiro Losada, y expresar en pocos párrafos todo lo que significó y significa para nuestro pueblo y los pueblos africanos, asiáticos, del medio oriente y nuestra América Latina y caribeña, a los cuales brindo su apoyo solidario e internacionalista. Difícil además porque […]
No resulta fácil hablar de una paradigmática figura como la del Comandante Manuel Piñeiro Losada, y expresar en pocos párrafos todo lo que significó y significa para nuestro pueblo y los pueblos africanos, asiáticos, del medio oriente y nuestra América Latina y caribeña, a los cuales brindo su apoyo solidario e internacionalista. Difícil además porque estamos hablando de alguien a quien, por la discreción de sus funciones y misiones realmente no conocemos en todas sus facetas y dotes naturales de su personalidad. Necesariamente estas palabras se quedaran cortas y mucho quedará por expresar…. Precisamente ese carácter compartimentado de su actividad o una visión simplista de su labor puede haber llevado a algunos a no comprender la amplitud y la esencia política reales de la misma. Los aquí presentes sí lo apreciamos en toda su estatura política y en su dimensión dado su importantísimo papel en la Revolución como ayudante, como subordinado directo y personalizado, como amigo e interlocutor prácticamente cotidiano con el Cmdte. en Jefe en los complejos quehaceres de la elaboración y ejecución de la política exterior antiimperialista y la acción internacionalista de nuestra Revolución.
Su histórico legado, desde su discreta y callada labor en defensa de la soberanía e independencia de Cuba, lo coloca en un alto sitial de honor. Su apasionada entrega solidaria e internacionalista con la lucha de los pueblos excluidos y oprimidos de nuestra América y de otras latitudes y al trabajo de influencia política en la región, lo sitúa como uno de los combatientes más destacados, leal y firme en ese empeño, a las órdenes del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Asimismo, muchos de los aquí presentes lo conocimos como un ser humano maravilloso; para algunos un jefe que era maestro y amigo, que infundía respecto a la vez que era accesible y jovial. Ya en el plano familiar, alguien quien potenciaba casi todo su tiempo para el quehacer revolucionario, quien empataba las madrugadas con el día y apenas descansaba, no obstante, era tierno y amoroso en el seno familiar, y pudo sacar momentos para leerles cuentos y regodearse en el juego con sus hijos, como en parte podremos apreciar en el video que aquí se proyectará.
Nacido en Matanzas el 14 de marzo de 1933, fruto de una familia de emigrantes españoles «gallegos» y, el menor de los tres hijos del matrimonio de Serafín Piñeiro y Elisa Losada, creció en un ambiente familiar económicamente acomodado, pero donde se inculcaba la ética del trabajo, de vivir con honradez y el espíritu de justicia. Se educó alternando sus estudios con el trabajo en el Café la Dominica de la cual eran dueños la familia Piñeiro Losada.
El golpe de Estado del 10 de marzo lo encontró finalizando sus estudios de bachillerato. Como otros muchos estudiantes, se declaró contrario al régimen batistiano y se vinculó a protestas estudiantiles contra la dictadura. Alertados y con el fin de alejarlo de tan convulso escenario, su madre tomo la decisión de enviar a su amado Manolito a estudiar a los Estados Unidos. A finales de septiembre de 1953 partió al vecino país donde conoció a la joven estadounidense LornaBurdsall, quien conquistaría su corazón y a la cual se unió en matrimonio a escondida de la familia el 10 de junio de 1955.
En Estados Unidos se desarrollaron aún más sus inquietudes políticas y su visceral rechazo a las desigualdades sociales, la discriminación que pudo apreciar durante sus estudios en la Universidad de Columbia en Nueva York. Allí su ya descollante figura entre el estudiantado latinoamericano, lo llevó a que lo propusieran Secretario General de la organización de estudiantes latinos en aquel centro de estudio.
Regresa a Cuba ese año 1955, se conecta con el ambiente antidictatorial y en agosto por decisión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio se constituye la Dirección Provincial en Matanzas y Piñeiro queda al frente de las Brigadas Juveniles y Estudiantiles, en reunión efectuada en Jovellanos, presidida por Antonio «Ñico» López, Faustino Pérez, Aldo Santamaría y el propio Piñeiro.
Simultáneamente ejecuta actividades conspirativas y acciones contra la dictadura. Ya bajo la mira de las fuerzas represivas, la dirección del Movimiento le instruye ubicarse en La Habana, donde,continúa, con el apoyo de su esposa Lorna, desarrollando riesgosas e importantes actividades revolucionarias, incluyendo el trasiego de armas que hizo llegar a la Sierra Maestra. .
Cuando la situación lo exigía se le indica trasladarse a las montañas orientales. Incorporado en julio de 1957 a la Columna No 1 dirigida por Fidel, Piñeiro participó en numerosos combates en la Sierra Maestra, destacándose por su tenacidad en la lucha, arrojo y valentía. Luego de participar en el segundo combate de Pino del Agua, dirigido por Fidel, dada sus valiosas cualidades le hizo merecedor de integrar la columna 6 Frank País al mando del Comandante Raúl Castro, para fundar el II Frente Oriental Frank País, en la Sierra Cristal, el día 11 de marzo, luego de agotadoras jornadas de marcha y de burlar el cerco del ejercito batistiano.
En el II Frente muy rápidamente Piñeiro se destacó por su versatilidad, inteligencia y laboriosidad, por lo que el Jefe del Segundo Frente comenzó a darle diversas tareas de dirección. Sobre la labor desplegada el comandante Belarmino Castilla (Aníbal) expresó: «Desarrolló un trabajo muy activo en la comandancia. La autoridad y el prestigio que se ganó unido a su carácter jovial, lo hicieron merecedor de la confianza que en él depósito el comandante Raúl Castro.». «Piñeiro fue un puntal inseparable de Raúl; un combatiente capaz de unir, atraer, organizar y controlar, un hombre intachable».
Por su parte el comandante Augusto Martínez Sánchez, miembro de la comandancia del II Frente, señala «Piñeiro fue ascendido a capitán y nombrado Inspector territorial y miembro de la comandancia central; era incansable y se movía por todo el territorio que ocupábamos. El «gallego», como le decíamos, era la exploración necesaria para detectar todo lo que podía ser un elemento de importancia política y militar en el desarrollo de la guerra. Su presencia se hacía notar en los lugares de mayor peligro y aportaba seguridad, firmeza y confianza.». Como Jefe de la Dirección de Personal e Inspección, Piñeiro tenía subordinada a esa dirección las secciones de Radio, Claves y Mapas Militares, Personal, Radio y Comunicaciones, inspección territorial y la sección de Policía Rebelde e Inteligencia. O sea concentraba todo lo relacionado con los aspectos más secretos de la guerra, pero también con un alto contenido político.
El 28 de diciembre del 1958 luego de la toma de Palma Soriano por las fuerzas rebeldes dirigidas por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, junto a otros seis destacados combatientes guerrilleros, Manuel Piñeiro es ascendido al grado de comandante.
El 1ro de enero por órdenes de Fidel, Piñeiro permanece en Santiago junto a Raúl para asegurar la recién ocupada ciudad. En la primera semana de febrero de 1959, Raúl viaja a La Habana y a propuesta de Raúl y por órdenes del Comandante en Jefe, Piñeiro es nombrado como Jefe de la Plaza Militar de Santiago.
Como ejemplo de su temprana visión e impronta políticas, está el impulsó que dio a la organización y festejos del 1º de mayo en Santiago de Cuba lo que preocupó no solo a la burguesía criolla, también al imperialismo, pues Piñeiro junto al Che, desfilan en homenaje al Día del Trabajador, pero como nota sobresaliente, en ese acto desfila por primer vez en Cuba una representación de la milicia obrera y campesina cuyo mentor obviamente era Piñeiro. Ese hecho definía claramente la posición política del barbado jefe del Ejército Rebelde en la provincia de Oriente.
A mitad de 1959 se incorpora al Estado Mayor del Ejército Rebelde en La Habana, pasa fugazmente por la PNR y en los últimos meses de 1960, bajo el nombre de Celestino Martínez, como consta en el pasaporte que utilizó en ese viaje, totalmente afeitado y sin su llamativa barba roja, parte a Moscú y se incorpora, en la mayor secretividad sobre su identidad, a un curso de Inteligencia en la escuela de la KGB. En una carta que le envía a su esposa Lorna, le cuenta «estoy en una finquita, alejado de todo y cada vez más clandestino, entre abedules, nieve y música de Mozart, Chaikovski y Beethoven, porque hay cada vez más cubanos por estos lados». «Tenemos que prepararnos, porque la lucha será muy larga y frente a enemigos poderosos».
Al regresar a Cuba inicia un intenso trabajo junto a otros compañeros en la formación de los Órganos de la Seguridad del Estado. Como sabemos, el 6 de junio de 1961 se funda el Ministerio del Interior, teniendo al comandante Ramiro Valdés como Ministro y a Manuel Piñeiro como Vice-ministro Primero. Desde ese momento y con un pequeño grupo de jóvenes oficiales, comienza a conformar la Dirección de Inteligencia, que llevó el nombre de Departamento M que devino unos años más tarde en la Dirección General de Inteligencia (DGI).
De ahí provenimos muchos de los aquí presentes, de un tronco común, así como de la Dirección de Operaciones Especiales de la misma y, más tarde, se crea, con Piñeiro al frente, la Dirección de Liberación Nacional del Ministerio, dedicada a la atención del movimiento revolucionario democrático y progresista, especialmente de América Latina y el Caribe, en una etapa en que había venido arreciando el intervencionismo estadounidense contra la soberanía de los países de Nuestra América y proliferaban las dictaduras militares y regímenes entreguistas.
Ese trabajo internacionalista y nuestros aportes solidarios con aquellos que luchaban y luchan en nuestra región, tanto en el plano político como, en su momento, la lucha armada, estuvo siempre dirigido a y con el objetivo fundamental de ayudar a quebrar el dominio yanqui en la región, han tenido también como efecto el fortalecimiento de una red de personalidades y organizaciones amigas que han ayudado a generar el acompañamiento y la amistad que los pueblos de la región y del mundo han retribuido también solidariamente a la Revolución Cubana. El internacionalismo es un principio y es parte fundamental de la visión estratégica del Cmdte. en Jefe y en cuya ejecución tuvo un peso fundamental el Comandante Piñeiro.
Eran tareas de envergadura política muy apropiadas para la estatura de Piñeiro. Como tales y en nuevas circunstancias, a propuesta del Comandante en Jefe, en 1975 se crea el Departamento América, como parte del aparato auxiliar del Comité Central de Partido Comunista de Cuba y que – junto a otros organismos – continuaría desempeñando un importante papel en el desarrollo de las relaciones e influencia política en nuestro Continente. La historia se encargara de recoger estas acciones y hechos, cuyos antecedentes están basados en las posiciones políticas, revolucionarias, independentistas e integracionista de Bolívar y Martí y cuyo ejemplo e influencia tuvo que ver en el ideario de Piñeiro, del Che y Fidel en su compromiso con lograr una América Latina y caribeña verdaderamente independientes y unidas.
El discreto y callado trabajo de Piñeiro y su equipo de oficiales y funcionarios en la defensa de la Revolución sobre todo las que tenían que ver con el apoyo al movimiento revolucionario y a las fuerzas políticas progresistas y democráticas en nuestra región, era lógicamente una de las mayores preocupaciones de las administraciones estadounidenses y en no pocas ocasiones por diversas vías lo hacían saber.
Entre las muchas facetas de la personalidad de Piñeiro, que también recogimos de los testimonios de varios compañeros, se destacan sus capacidades y vocación natural como educador. Para Piñeiro transmitir sus conocimientos profesionales y políticos para la formación de sus subordinados, constituía un arte. Existía un desfasaje entre las delicadas misiones que se nos asignaba y nuestra madurez personal y política. Ese déficit era llenado por Piñeiro, transmitiendo confianza en el éxito de nuestras misiones.
Él hacía todo lo posible porque estuviéramos presentes en los encuentros de los dirigentes revolucionarios o con las figuras de las más variadas tendencias con las que interactuaban Fidel, el Che u otros dirigentes. Era permanente su preocupación por lograr que sus ideas internacionalistas formaran parte de nuestra conciencia política. Repasaba los temas tratados en tales encuentros así como los acuerdos y compromisos adoptados, con el celo del profesor que examina los conocimientos adquiridos por el estudiante.
Es importante enfatizar acerca del peso que el enfoque político y la actividad de influencia tuvo tanto en su labor personal como en el que imprimió al orientar el trabajo de las entidades que dirigía, incluso aquellas misiones de carácter operativo cuya naturaleza y fines eran marcadamente políticos y antiimperialistas. Dedicó innumerables horas a ampliar las relaciones de Cuba con prácticamente todos los sectores políticos y sociales de este continente, sin importar las posiciones ideológicas y la militancia partidista, siempre y cuando existiese un ápice de nacionalismo y honestidad. En la amplitud de su labor llegó a los sectores más improbables, militares, conservadores, reformistas, religiosos, siempre bajo el principio fidelista que el espacio que no cubres lo ocupa el enemigo.Nunca en tales quehaceres hizo concesiones de principios. Era capaz de dialogar con disimiles interlocutores y debatir respetuosamente. Nos educó que con ‘teques’, es decir con discursos retóricos no se resolvían las diferencias. Indicaba no intentar convencer nunca a una persona ideológicamente diferente, sino lograr tener una relación fructífera para los dos.
Trabajó incansablemente a favor de la unidad de las fuerzas revolucionarias, nacionalistas y antiimperialistas, y nunca les ocultó que la defensa de la independencia y soberanía en este continente no serían posibles sin que, finalmente, de una forma u otra, se confrontara a los Estados Unidos.
Entre las muchísimas y delicadas misiones que él dirigió, cumpliendo a pie juntillas las directrices del comandante en Jefe y del Che, estuvo la llamada Operación Camilo Cienfuegos, que implicó burlar a la CIA y a todos los servicios de la Comunidad de Inteligencia yanquis y sus acólitos en la región, al lograr trasladar al Che y a grupo de heroicos combatientes desde Cuba a Bolivia, para iniciar la gesta guerrillera en ese país, sin que pudieran ser detectados. Dejemos que el ya fallecido compañero José Gómez Abad (Diosdado) lo relate:
Piñeiro señalo que se debía garantizar que el Che y sus compañeros llegaran sin contratiempo a Bolivia. El trabajo debía realizarse con la mayor secretividad y compartimentación y oriento: Selección de la mejor documentación extranjera para viajar a Bolivia, así como otros documentos que se necesitasen tanto para viajar como de reserva. Búsqueda y actualización de las vías, verificando las que fuesen necesarias y elaborar los itinerarios individuales para utilizar desde Europa al país de destino. Elaboración de las leyendas biográficas de cada compañero según la nacionalidad, sus nuevas identidades, acento idiomáticos característico de las identidades y realización del enmascaramiento físico que fuese necesario. Así de preciso era Piñeiro, trabajo que se hacía y que controlaba personalmente.
La destacada compañera VidalinaValledor su secretaria y Jefe de Despacho durante 32 años, a la que recordamos también hoy con mucho cariño, expresaba sobre nuestro jefe Barbarroja lo siguiente: «La información que se enviaba al Comandante en Jefe tenía que ser bien comprobada y con todos los detalles necesarios. Mientras no estuviera así, él revisaba, exigía y verificaba.
Exigente, pero no autoritario, siempre pedía las cosas de favor, profundamente humano, se preocupaba por la familia de los compañeros y se preocupaba de todos sus subordinados sin importar rangos, por quienes más se interesaba era por cualquier situación personal o de salud de los compañeros y de su familia, fueran secretarias, choferes, empleados de servicio o jefes de buró o sección.
Piñeiro nunca dudó en apoyar a sus compañeros cuando consideraba que habían sido tratados injustamente, sin tomar en cuenta las consecuencias. Tenía un don especial para diferenciar el error humano de la desviación política. Con lo primero era magnánimo, con lo segundo implacable.
Según él, un informe tenía necesariamente que llevar una valoración, una opinión, lo que te obligaba a pensar. Producía un entrecruzamiento de información y de análisis que, sin romper la compartimentación, mantenía a todo el equipo en vilo e informado. Recogía opiniones en todos los escalones, se movía hacia abajo y hacia arriba, y tenía un talento natural para el trabajo conspirativo.
En los contactos de trabajo se evidenciaba que conocía al detalle las actividades y operaciones que desarrollábamos, y que leía los numerosos mensajes cifrados que remitíamos a La Habana. Nos sorprendía por su amplia cultura, por esa capacidad excepcional para estar al tanto de todos los detalles operativos y sobre los compañeros que cumplían misiones en el exterior.
Leía todos los informes, cables públicos y cifrados que llegaban a su oficina, los revisaba y en cada uno de ellos y al margen de las hojas con su letra menuda, plasmaba sus opiniones y orientaciones, las que el despacho tenía que controlar que se cumplieran y para lo cual daba fecha y tiempo de cumplimiento.
Colimando siempre al enemigo, estudiaba continuamente la política de Estados Unidos, su sociedad, sus órganos de Seguridad, grupos de poder, su sistema político, la relación bilateral con Cuba y la migración cubana en ese país. Era fácil advertir la firmeza en sus posiciones políticas, de manera especial frente al imperialismo. Tal actitud ante el adversario era conceptual y serena, jamás personificada, mucho menos al pueblo norteamericano.
Ni lo influyo el poder ni sobrevaloró su inteligencia. Te obligaba a pensar todos los días y en cualquier momento se aparecía con la última noticia del país que atendíamos y usaba su frase, siempre en la viva!; gato ahí, que el enemigo puede venir por este lado y así era.
Su querida esposa Martha Harnecker cuenta: en noches y fines de semana entraba y salía gente de nuestra casa, eran compañeros cubanos, latinoamericanos y de otras latitudes, venían a buscar consejos y orientaciones, mientras que él satisfacía su avidez de información acerca de sus países. Manuel sabía darse tiempo para escucharlos con atención y nunca olvidaba preguntarle por sus asuntos personales: la familia, sus hijos, en fin, por lo que a él le caracterizaba como ser humano.
No conozco a nadie que haya sido su subordinado en alguna de la distinta etapa de su vida que no guarde los mejores recuerdos: mientras fue Jefe, jamás un funcionario amonestado o sancionado dejo de contar con su especial atención.
Su salida como jefe del Departamento América la asumió con altura. Siguió como de costumbre llegar casi a diario a nuestras oficinas y se interesaba por las actividades, pero siempre fue extremadamente cuidadoso en no suplantar a la nueva dirección.
No fue poco lo que ese querido compañero nos legó, su ejemplo de fidelidad sin límites a la causa internacionalista; Su profundo cariño y lealtad por Fidel, el Che y Raúl, su total entrega a la defensa de los humildes, sin importar la nacionalidad o el continente en cuestión. Piñeiro es uno de los primero en comprender el concepto Martiano de que Patria es Humanidad.
El comandante Jesús Montané Oropesa, hablando sobre Piñeiro expresó. Su estilo de trabajo yo no lo pude imitar nunca y me pesa no haberlo podido imitar, fue un estilo de trabajo no dogmático, que ayudo a fortalecer nuestro trabajo con América Latina y el tercer mundo. Él conocía muy claramente el pensamiento político e ideológico de Fidel. No era un hombre que tenía que estar buscando constantemente orientaciones, solicitando que le dieran el visto bueno, sabía cuál era la línea táctica y estratégica y sobre esa base trabajaba.. Siempre tuvo una línea directa con el pensamiento y la acción de Fidel. Esa era la característica muy especial de Piñeiro, era lo que lo definía y separaba del burocratismo, de los dogmáticos, sectarios, y del oportunismo de no fallar para no poner en riesgo el puesto o cargo.
Por esa razón uno de los compañeros más cercanos y queridos de la dirección revolucionaria como el compañero Armando Hart Davalos expresó lo que posiblemente refleja el sentir de muchos de nosotros (y cito): «Que falta siento que me hacen hombres como Piñeiro o como Jorge Enrique Mendoza. Con ellos se podía hablar cosas profundas de la Revolución siempre con el sentido de ayudar a Fidel y a Raúl.
«Lo digo con todo sentimiento y toda responsabilidad: Siempre que tengo un problema complicado necesito a Piñeiro. Por eso muchas veces lo extraño tanto, tan profundamente y me digo a mi mismo, cuanto quisiera volver a hablar con Piñeiro».
Muchas gracias.
Casa del Alba Cultural de La Habana, 14 de marzo de 2018.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.