“El sistema alimentario mundial es un desastre que avanza lentamente, pero no está roto. Funciona exactamente como se supone que funciona un sistema alimentario capitalista: está en constante expansión, concentrando la riqueza en unos pocos monopolios poderosos, mientras transfiere todos los costos sociales y ambientales a la sociedad” (Eric Holt-Giménez) i/.
Las nuevas enfermedades zoonóticas están inextricablemente ligadas a la industrialización de las aves de corral, los cerdos y el ganado vacuno. En marzo, Cal-Maine Foods [Ridgeland, Mississippi], el mayor productor de huevos de Estados Unidos, informaba que las gallinas de una de sus plantas de huevos de Texas habían contraído la influenza tipo A altamente patógena, más conocida como gripe aviar. Para evitar la propagación de la enfermedad, la empresa sacrificó 1,6 millones de aves de corral. Este es solo el último sacrificio masivo en el actual brote de gripe aviar: más de 100 millones de aves de corral de granja e innumerables aves silvestres han muerto en Estados Unidos y Canadá desde principios de 2022ii/.
En Estados Unidos, Cal-Maine explota 42 “instalaciones de producción” en las que 44 millones de gallinas ponen más de 13 mil millones de huevos por año. En 2023, sus beneficios brutos ascendieron a 1.200 millones de dólares sobre unas ventas de 3.100 millones de dólaresiii/. En este contexto, la pérdida de 1.6 millones de aves de corral en Texas es un inconveniente menor, especialmente porque el gobierno de los EE. UU (en respuesta al lobbing de la agroindustria) paga por las aves de corral sacrificadas en brotes de gripe aviar. Millones de pollos muertos es el precio a pagar por hacer negocios, y no es muy grave.
Los virus de la gripe han sido transportados por las aves acuáticas durante siglos sin enfermarlas, pero cuando una variante llamada H5N1 se propagó a los patos de granja en el sur de China en 1996 evolucionó rápidamente a una forma que era altamente infecciosa y mortal para las aves de corral. Esta versión luego se extendió a las aves silvestres y continuó mutando mientras se extendía por todo el mundo. La enfermedad afecta principalmente a las aves de corral, pero entre 2003 y 2019 se notificaron 861 casos humanos en 17 países, y 455 de los pacientes murieroniv/.
Denominación de los virus
Hay cuatro tipos de virus de la influenza: A, B, C y D. El tipo A es el más común y causa los síntomas más graves. Los subtipos con diferentes características y efectos reciben su nombre por las propiedades de las proteínas hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N) presentes en sus superficies. Por ejemplo, el virus A(H7N2) es un subtipo del virus de la influenza A que tiene proteínas H-7 y N-2. Se han identificado más de 130 subtipos de Tipo A, y cada uno de ellos se presenta en múltiples formas, llamadas clados (grupos de organismos).
Una variante de la gripe que apareció por primera vez en cerdos en Estados Unidos y México en 2009 infectó a continuación a millones de personas en todo el mundo, matando a entre 150.000 y 575.000 personas.
Desde finales de la década de 1990, una nueva variante altamente patógena del virus H5N1 se ha convertido en la principal causa de gripe aviar en Europa, África, Asia y América del Norte, causando la muerte de millones de aves de corral. En abril de 2024, el Departamento de Agricultura de EE. UU. informaba que, por primera vez, el virus había infectado a las vacas lecheras. El 8 de mayo, los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) informaron que 36 rebaños lecheros en nueve estados se vieron afectados por el H5N1, pero esto es ciertamente una subestimación, ya que muchos granjeros se niegan a realizar pruebas al ganado o a informar de las infecciones.
Un trabajador lechero en Texas es el primer ejemplo conocido de transmisión de H5N1 de un mamífero a humanos, pero, de nuevo, es posible que no se hayan reportado otros casos, especialmente porque los síntomas de esta gripe en humanos son leves y de corta duración. El riesgo para la salud humana se considera actualmente bajo, pero como señala el epidemiólogo Michael Mina, “la transmisión descontrolada entre el ganado significa que el virus está cada vez más en contacto con los humanos. Cada exposición humana, a su vez, ofrece la posibilidad de nuevas mutaciones que podrían permitir la transmisión de persona a persona. Aunque el riesgo de una pandemia de H5N1 es actualmente bajo, las consecuencias de la inacción podrían ser catastróficas”v/.
Las fábricas de gripe
Hasta el tercer cuarto del siglo XX, un virus de la gripe aviar que se había propagado a un pollo o cerdo doméstico se encontraba rápidamente en un callejón sin salida. Casi todos los pollos se habían criado en granjas familiares, en bandadas de unas pocas docenas de unidades: 400 ya formaban una granja muy grande. Los cerdos se criaban en cantidades mucho más pequeñas. Por lo tanto, incluso aunque el virus fuera altamente contagioso, se habría quedado rápidamente sin nuevos huéspedes a los que infectar.
Las cosas han cambiado con lo que se ha llamado “la alteración más profunda en la relación entre animales y humanos en 10.000 años”vi/, a saber, la rápida expansión de las granjas concentradas de alimentos para animales (CAFO, por sus siglas en inglés), más exactamente llamadas “granjas industriales”.
Hoy en día, un puñado de empresas gigantes controlan la producción de pollos de engorde (pollos criados para carne) y gallinas ponedoras (pollos criados para huevos). En una instalación típica, cientos de miles de aves de corral están hacinadas en edificios sin ventanas con poco espacio para moverse. A finales del siglo XX, la industria avícola en América del Norte se transformó por completo y sus métodos fueron ampliamente copiados, especialmente en el sudeste asiático y China.
La transformación de la cría de cerdos fue aún más rápida a partir de la década de 1990.
“En 1992, menos de un tercio de los cerdos estadounidenses se criaban en granjas con más de dos mil animales, pero en 2004, cuatro de cada cinco cerdos provenían de una de estas granjas gigantes, y en 2007, el 95 por ciento de ellos provenían de allí. Un análisis realizado por Food & Water Watch encontró que entre 1997 y 2007, 4.600 cerdos se agregaron a la ganadería industrial cada día, lo que eleva el total a más de 62 millones de animales”vii/.
Tres cuartas partes de las vacas, pollos, cerdos y ovejas del mundo se crían en instalaciones industriales confinadas. En los Estados Unidos, la proporción de animales criados en granjas industriales es mucho mayor, con más del 99% de pollos y del 98% de cerdos.
Las aves de corral y los animales en estos sistemas industriales han sido criados para crecer rápidamente y producir cantidades constantes de carne o huevos mientras consumen un mínimo de alimento. Gracias a los programas de cría con fines de lucro, las aves de corral comerciales han perdido más de la mitad de la diversidad genética de sus ancestros silvestresviii/. Las granjas industriales están pobladas por animales genéticamente idénticos que reaccionan de la misma manera a nuevas infecciones: un virus que enferma a un animal puede hacer lo mismo con otros sin necesidad de más mutaciones. Si un pollo en una mega-granja contrae la gripe aviar, la mayoría de los demás morirán en unos pocos días.
Si quisiéramos construir una máquina para crear pandemias, difícilmente podríamos hacerlo mejor que el sistema de granjas industriales. Como escribe Rob Wallace: “Nuestro mundo está rodeado de ciudades de millones de cerdos y aves de corral en monocultivo, apretados unos contra otros, un ecosistema casi perfecto para la evolución de múltiples cepas virulentas de gripe”ix/.
“Aunque no sea intencional, toda la cadena de producción se organiza en torno a prácticas que aceleran la evolución de la virulencia de los patógenos y la posterior transmisión. Los monocultivos genéticos (animales y plantas alimenticias con genomas casi idénticos) suprimen los cortafuegos inmunitarios que, en poblaciones más diversas, ralentizan la transmisión. Los patógenos ahora pueden evolucionar rápidamente alrededor de genotipos inmunitarios comunes del huésped. Además, la promiscuidad reduce la respuesta inmunitaria. El aumento del tamaño de las poblaciones ganaderas y la densidad de las granjas industriales promueven la transmisión y las infecciones recurrentes. La gran velocidad, que forma parte de cualquier producción industrial, proporciona un reservorio continuamente renovado de vulnerabilidades a nivel de establos, granjas y regiones, eliminando el límite de la evolución de la mortalidad por patógenos. Alojar a un gran número de animales juntos recompensa a las cepas que mejor pueden deshacerse de ellos. Es probable que la reducción de la edad de sacrificio (a seis semanas para los pollos) seleccione patógenos que puedan sobrevivir a sistemas inmunológicos más robustos”x/.
De manera similar, un grupo de trabajo multidisciplinar patrocinado por el Consejo de Ciencia y Tecnología Agrícolas (Estados Unidos), una organización sin fines de lucro, ha concluido:
“Uno de los principales efectos de los sistemas modernos de producción intensiva es que permiten la rápida selección y amplificación de patógenos de un ancestro virulento (a menudo a través de una mutación tenue), lo que aumenta el riesgo de propagación y/o diseminación de enfermedades. … En otras palabras, debido a la revolución ganadera, los riesgos mundiales de enfermedades están aumentando”xi/.
La emergencia acelerada de enfermedades zoonóticas está inextricablemente ligada a la industrialización de la “producción” avícola, porcina y bovina, que a su vez está inextricablemente ligada al impulso de expansión del campo subyugado por el capital y su acumulación, independientemente del daño causado. Los beneficios anuales de 4.900 millones de dólares (Cargill), 4.400 millones de dólares (JBS Foods) y 4.100 millones de dólares (Tyson Foods)xii/ sólo son posibles si los costes de las pandemias y la contaminación se trasladan a la sociedad en su conjunto. Mientras las granjas industriales generen tales ganancias, la agroindustria seguirá considerando a las enfermedades epidémicas como un costo aceptable de su actividad.
Como dice Rob Wallace, la agroindustria tiene una alianza estratégica con la gripe. Las grandes empresas alimentarias están en guerra contra la salud pública, y la salud pública está perdiendoxiii/. (Continuará).
Notas:
i/ Eric Holt-Giménez, Can We Feed the World without Destroying It?, Global Futures (Cambridge, UK?; Medford, MA: Polity Press, 2018), 86.
ii/ Andrew Jacobs, “A Cruel Way to Control Bird Flu? Poultry Giants Cull and Cash In.,” The New York Times, April 2, 2024, sec. Science.
iii/ Cal-Maine Foods, “3Q 2024 Investor Presentation.”
iv/ Centers for Disease Control and Prevention, “Highlights in the History of Avian Influenza (Bird Flu),” Centers for Disease Control and Prevention, July 8, 2022.
v/ Michael Mina and Janika Schmitt, “How to Stop Bird Flu From Becoming the Next Pandemic,” TIME, May 9, 2024.
vi/ Michael Greger, Bird Flu: A Virus of Our Own Hatching (New York: Lantern Books, 2006), 109–10.
vii/ Wenonah Hauter, Foodopoly: The Battle over the Future of Food and Farming in America (New York: New Press, 2012), 171.
viii/ William M. Muir et al., “Genome-Wide Assessment of Worldwide Chicken SNP Genetic Diversity Indicates Significant Absence of Rare Alleles in Commercial Breeds,” Proceedings of the National Academy of Sciences 105, no. 45 (November 11, 2008): 17312–17.
ix/ Rob Wallace, Big Farms Make Big Flu: Dispatches on Infectious Disease, Agribusiness, and the Nature of Science (New York: Monthly Review Press, 2016), 38.
x/ Rob Wallace et al., “COVID-19 and Circuits of Capital,” Monthly Review 72, no. 1 (May 1, 2020): 1–15.
xi/ Council for Agricultural Science and Technology, “Global Risks of Infectious Animal Diseases,” Issue Paper, February 2005, 6.
xii/ Warren Fiske, “‘Big Four’ Meat Packers Are Seeing Record Profits,” Politifact, June 30, 2022.
xiii/ Wallace, Big Farms Make Big Flu, 11; “COVID-19 and Circuits of Capital,” 12.
Texto original: https://alencontre.org/laune/le-nouvel-age-des-fleaux-du-capitalisme-les-machines-a-pandemie-v.html
Traducción: viento sur
Parte III: https://rebelion.org/el-covid-19-fue-la-pandemia-menos-inesperada-de-la-historia-iii/