Tal como era de esperar dentro de las nuevas medidas anticubanas que va implementando la administración Trump, la misma ordenó la salida de 15 funcionarios de la embajada cubana en Washington, so pretexto de dar respuesta a los supuestos «ataques» acústicos que han sufrido al menos 22 de los diplomáticos estadounidenses en Cuba. El Departamento […]
Tal como era de esperar dentro de las nuevas medidas anticubanas que va implementando la administración Trump, la misma ordenó la salida de 15 funcionarios de la embajada cubana en Washington, so pretexto de dar respuesta a los supuestos «ataques» acústicos que han sufrido al menos 22 de los diplomáticos estadounidenses en Cuba. El Departamento de Estado ya ha seleccionado los nombres de estos quince diplomáticos cubanos, sin saberse a ciencia cierta los criterios empleados para tal selección.
Como advertí no hace mucho todo indica que ninguna agencia norteamericana de inteligencia ha podido aportar una prueba concreta de la responsabilidad de Cuba, o de alguien en específico, en este dudoso asunto, a todas luces aparentemente fabricado por la CIA como una operación de bandera falsa.
Lo interesante del caso es que en el diseño de esta operación han participado dos personajes abiertamente siniestros dentro de la derecha ultraconservadora norteamericana, el mafioso senador cubanoamericano Marco Rubio y el director general de la CIA, Michael Richard «Mike «Pompeo, íntimos amigos lejos del ojo público, quienes presentaron al presidente Trump el proyecto de operación secreta. Aunque ya se había manejado por sectores de la ultraderecha ponerlos en marcha durante la administración Obama -más interesado el mismo en desarrollar las relaciones diplomáticas entre las dos naciones-, dichos planes fueron congelados hasta que asumiera la presidencia Donald Trump.
A partir de la asunción de Trump la CIA tuvo luz verde para implementar esta operación, mientras de Marco Rubio -devenido en la práctica como asesor exclusivo de Trump para temas cubanos y latinoamericanos- se encargaría de caldear los ánimos anticubanos y de la manipulación mediática del asunto en cuestión. Quien no recuerda su amenaza efectuada hace unos días: «El Departamento de Estado debe llevar a cabo su propia investigación independiente del régimen de Raúl Castro y presentar un informe completo al Congreso». A la par, preparaba el terreno para la expulsión masiva de diplomáticos cubanos, al declarar: «A la luz de estos dañinos ataques contra el personal diplomático estadounidense en Cuba, es débil, inaceptable e indignante que el Departamento de Estado de los Estados Unidos permita a Raúl Castro mantener como él quiera a muchos de sus agentes en los Estados Unidos.»
Sin embargo, ocultaron inicialmente que muchos de los supuestos afectados por los «ataques» sónicos fueran parte de un enorme y variado grupo de oficiales de diversas agencias del entramado de la inteligencia USA, quienes fueron preparados con anterioridad para cumplir misiones específicas sobre el terreno en Cuba, una de ellas estar dispuestos a ser victimizados mediáticamente en lugar de dedicarse al espionaje, misión para la que fueron enviados a La Habana. La operación así lo exigía.
Lo cierto del caso es que, a falta de pruebas concretas y públicas, la implicación de Mike Pompeo, ultraderechista hasta la médula como Marco Rubio y experto en asuntos de inteligencia, como jefe de la CIA, hace sentir en uno el tufillo de que todo este enredo es una burda patraña exacerbada mediáticamente por los grandes medios implicados en la guerra mediática anticubana, para buscar el enfriamiento de las relaciones de EE UU y Cuba.
Ya habíamos visto con anterioridad la manipulación del dueto Rubio-Pompeo hacia Trump con respecto al tema cubano en tres momentos anteriores, en los cuales bajo la tutela de Rubio, Pompeo colaboró abiertamente en la conspiración mediática anticubana: 1) El 12 de mayo de 2017 Rubio usó a Pompeo, al igual que al jefe del FBI, Andrew McCabe, en una sesión del Comité de Inteligencia del Senado, para usar a ambos funcionarios con el fin de desacreditar al gobierno cubano con la falsa presunción de que el mismo pretende influir en un grupo de empresarios y líderes norteamericanos para que los mismos presionen a la administración de Trump para favorecer el acercamiento entre ambas naciones, incluida la eliminación del criminal bloqueo contra la Isla. 2) A instancias de Rubio, Pompeo abrió las puertas de la CIA el 19 de junio a un grupo de fracasados mercenarios de la bochornosa Brigada 2506, algunos de ellos ex agentes de la CIA como Félix Ismael Rodríguez, implicado en el asesinato de Ernesto Guevara en Bolivia en 1967. 3) Marco Rubio y Pompeo, dando cumplimiento a una promesa hecha a los miembros de la fracasada brigada mercenaria en su visita a la CIA dos meses antes, procuraron una visita de los mismos al presidente Trump, en la Casa Blanca, a principios de agosto de este año.
Este tipo de operación de bandera falsa organizada por la CIA y la extrema derecha USA poco tuvo de encubierta, al contar con el apoyo y la manipulación de los medios implicados en la histérica guerra ideológica contra Cuba. Lo falso, empero, son los supuestos daños ocurridos a agentes de la CIA sobre el terreno. Lo falso y manipulado también es recurrir a una inventada transgresión por parte de Cuba a la Convención de Viena sobre protección a diplomáticos para congelar el proceso de acercamiento iniciado por Obama y la parte cubana.
Como las operaciones de bandera falsa son operaciones encubiertas que se usan para atrapar espías, mediante el uso de un agente que posa como espía del otro lado, baste decir que fue AP quien desnudó la malintencionada presencia de espías gringos en Cuba. El tiro les salió por la culata en este sentido.
Cuba hasta el momento no ha hecho declaración alguna. El sabio espera y no se apresura cuando sabe que la verdad, tarde o temprano, saldrá a la luz.
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