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Una pregunta parlamentaria de Izquierda (Unida) Verde

María del Carmen contra las palomitas de maíz

Fuentes: Rebelión

Es imposible refutar al ignorante en una discusión I. Kant Mª Carme García Suárez (pronúnciese karma) es una mujer de rostro agradable, separada con dos hijos, nacida en Badajoz en marzo del 1957. El hecho de que Carme sea diputada por Barcelona (Grupo Parlamentario de Izquierda Verde, antes Izquierda Unida) y que pregunte al gobierno […]

Es imposible refutar al ignorante en una discusión

I. Kant

Mª Carme García Suárez (pronúnciese karma) es una mujer de rostro agradable, separada con dos hijos, nacida en Badajoz en marzo del 1957. El hecho de que Carme sea diputada por Barcelona (Grupo Parlamentario de Izquierda Verde, antes Izquierda Unida) y que pregunte al gobierno sobre las palomitas de maíz y su perjudicial exceso de sal debería indicarnos ya, a primera vista, el elevado grado de estupidez en el que ha caído una parte de la izquierda. Estupidez -sin más- porque hay que ser profundamente estúpido, al margen de otras consideraciones ideológicas que no vienen al caso, para preguntar sin ruborizarse: ¿Ha previsto el Gobierno adoptar algún tipo de medida para evitar que se despachen productos como las palomitas que son claramente perjudiciales para la salud? En caso afirmativo, ¿qué medidas? En caso negativo, ¿por qué razones?

El turbocapitalismo, como ha definido con precisión militar Luttwak, avanza sembrando la guerra con su manto gris de munición y desamparo. La precariedad laboral en el occidente católico -¿será María del Carmen, además de una analfabeta funcional política, católica y/o ecologista de ciudad?- destruye cualquier posibilidad digna de existencia; la explotación diaria, disfrazada de individualismo, hace que todos seamos dependientes de la sonrisa meliflua de un superior jerárquico, de su despectivo beneplácito, de sus atenciones o miradas. El mercado (libre) laboral ata con cadenas de consumo y exaltación del artificio a las mujeres y a los hombres y condena a los jóvenes al presidio de las empresas de trabajo temporal. Los derechos sociales han pasado al baúl de los recuerdos; el despido es libre y las indemnizaciones, escasas. Las empresas, sin que nadie se escandalice, ganan cada día más dinero, sus beneficios se multiplican. La hipoteca es norma de uso y, como todos sabemos, una hipoteca impide cualquier protesta o reivindicación. Leemos noticias en las secciones de economía con cifras incomprensibles. Millones de euros de beneficios empresariales. Despedidos 200 trabajadores por una deslocalización. Una junta directiva, saltándose la legislación vigente, arremete contra los trabajadores de la sanidad pública en huelga. La globalización capitalista, en su versión neoimperial, es la más violenta expresión del modo de explotación salvaje que el mundo ha conocido desde que Braudel describiera el territorio global del Mediterráneo en tiempos de Felipe II. Algunos diputados afines a María del Carmen (entre otros su responsable en Madrid el cicloturista ocasional, Joan Herrera) avanzan por Barcelona en bicicleta y se preguntan por la extensión de carril-bici. María del Carmen (funcionaria del ayuntamiento de Sabadell) era concejal de Sant Quirze del Vallés. Es posible que sus convecinos hayan recibido con regocijo su preocupación por el exceso de sal en las palomitas.

María del Carmen, Carme, cariño, con la que está cayendo en el mundo, ¿crees, desde tu agudo instinto político y tu conciencia ecológica, que el exceso de sal en las palomitas, es una materia sobre la cual Izquierda Unida (o verde, rosa y morada, un movimiento político y social alternativo y anticapitalista) debe preguntar al gobierno? La diputada García Suárez, María del Carmen, aplicada y diligente, expone sus motivos: un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) determina que las palomitas que se venden en los cines llevan, en su mayoría, más de un 25% de grasa y hasta un 3% de sal. Cuatro de las muestras de palomitas tomadas revelaron una presencia de ácidos grasos saturados que suponen más del 25% de las grasas totales. Estos datos ponen de manifiesto que estas palomitas pueden ser perjudiciales para el sistema cardiovascular y potenciar problemas de obesidad en los niños, principales consumidores de estos productos. La diputada García, Carme, cariño, es, entre otras cosas, portavoz de Izquierda Verde (antes Izquierda Unida) en las comisiones parlamentarias de Educación y Ciencia, Trabajo y Asuntos Sociales, Cultura, Sanidad y Consumo. Señor, en qué manos estamos. La diputada, ni corta ni perezosa, desea que el gobierno tome medidas. Gregorio Morán, en La Vanguardia, expone con tino y crudeza el pasado sábado 25 de junio: Lo que me parece demoledor es que una representante de la supuesta izquierda haya de acogerse a las palomitas como reivindicación. Tuve la sensación de que se había orinado encima de la historia, no de la suya que no la tiene (…) sino la de mucha gente que conozco y que debió sentirse aún más humillada que yo, porque luchó más y creyó más.

Si la diputada quisiera hablar en el Congreso de la alimentación de la humanidad bajo el régimen militar capitalista, que sería oportuno e incluso conveniente, debería recordar que el neoliberalismo, como Carme (pronúnciese karma) seguro conoce, ha entrado hace tiempo en la fabricación industrial de pitanzas perjudiciales y en la producción (simultánea) de fármacos para combatir las enfermedades provocadas por la ingestión masiva de esos mismos subproductos, con enorme fuerza económica y simbólica. Desde los trabajos críticos de Vandana Shiva (Cosecha robada: el secuestro de suministro mundial de alimentos o Las guerras del agua) a las protestas contra la cultura de la hamburguesa de José Bovè en Francia; de los cereales transgénicos a la propaganda mediática de la comida basura (ver el clarificador estudio Fast Food de Eric Schlosser), la forma actual de vida hace que los más jóvenes ingieran una enorme cantidad semanal de estos nociva manduca facilitada, directa o indirectamente, por sus padres incapaces -debido al ritmo frenético de las vida laboral y a las tensiones emocionales que eso produce- de proporcionar una alimentación sana y equilibrada, como diría la diputada y los anuncios de yogures, a la prole. ¿No sería mejor preguntar -ya puestos- por las facilidades y las exenciones fiscales que los sucesivos gobiernos han concedido a las multinacionales de la alimentación basura?¿Es posible que estas multinacionales sean sólo el reflejo externo y perverso, uno más, del deterioro de la condición humana?

María del Carmen García Suárez, diputada por Barcelona, cuna del histórico y ahora adormecido PSUC (por obra y gracia de Inicitiva per Catalunya y sus simpáticos ciclistas), perteneciente al ridículo Grupo parlamentario de Izquierda Verde (antes Izquierda Unida) quiere que el gobierno adopte medidas para evitar que se despachen productos como las palomitas que son claramente perjudiciales para la salud. García Suárez es militante del PSUC desde los dieciocho años. Algunas personas andan por la vida como si fueran maletas. La diputada, que no ha estado esta vez muy acertada, quiere prohibir la venta de palomitas. Si este lance no fuera deplorable sería sólo ridículo. La diputada es de IU-IC. ¡Baja Josif y llévatelos a todos!