Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos
Si los responsables de la solidaridad internacional siguen desviando las acciones de sus militantes en análisis erróneos y acciones ineficaces no podrán impedir la próxima masacre en Palestina, más terrible todavía. Al la luz de la espantosa matanza que acaba de sufrir sobre Gaza, los llamamientos de los dos analistas palestinos que se expresan aquí (*) adquieren unas resonancias trágicas. No hay un solo minuto que perder. Es imperativo que los militantes dediquen todas sus energías a actuar sobre sus gobiernos para obligarlos a poner fin a la escandalosa impunidad de la que goza Israel. Eso es lo que dice el parlamentario europeo Giulietto Chiesa (**): «Los viajes de solidaridad, el turismo de solidaridad, no funciona. ¡Sé muy bien que es aquí, en nuestros países, donde tenemos que actuar si pretendemos tener un peso en los acontecimientos!».
Este año el Estado judío de Israel ha celebrado 60 años de existencia. Una existencia construida sobre el robo de tierras árabes, sobre masacres y sobre la limpieza étnica de los palestinos que se inició en 1948 y que continúa todavía. En este triste y humillante aniversario el pueblo palestino se encuentra en la situación más dramática de su sombría historia.
En Gaza, donde el movimiento Hamás (llegado al poder tras unas elecciones absolutamente democráticas) sigue siendo el objetivo del ejército israelí que anuncia su liquidación, la población, que confía en Hamás, está sometida a un bloqueo implacable y a un castigo colectivo acerca de los cuales la llamada «comunidad internacional» cierra los ojos. Mientras que en la otra parte la Palestina ocupada, en Cisjordania, la Autoridad Palestina perteneciente al partido Fatah, al que apoyan la Unión Europea y Estados Unidos, colabora abiertamente con el ocupante y se asocia con él para cazar a los resistentes.
El movimiento de solidaridad internacional, por su parte, debería preguntarse acerca de su impotencia para ejercer un peso sobre la política que siguen Estados Unidos y los gobiernos europeos en relación a Israel y sobre el buen uso o la pertinencia del apoyo que ha aportado a los palestinos.
En esta situación, si este movimiento de solidaridad quiere «existir realmente, no como el auxiliar de un supuesto «proceso de paz», sino como un actor que pueda contribuir a cuestionar la relación de fuerzas y que pueda ayudar verdaderamente a los palestinos por medio de acciones duraderas y eficaces capaces para aislar al Estado de Israel» debe actuar «afirmando sin ambigüedades una solidaridad total con las exigencias constantes del pueblo palestino en su resistencia a la conquista colonial y a la limpieza étnica» [1].
Ser solidario con los palestinos es, en primer lugar, empezar a escuchar lo que ellos tienen que decir sobre el tipo de acción que hay que llevar a cabo en vez de hablar en lugar de ellos como ha sido generalmente el caso hasta ahora. Es también acordarse de que el llamamiento a un boicot a Israel lanzado por 170 organizaciones palestinas en julio de 2005 prácticamente no ha tenido respuesta en los países anglosajones.
La opinión de un palestino en Jerusalén ocupado
Hemos preguntado a Omar Barghouti, un analista palestino de campos político y cultural, qué tipo de apoyo es el que más necesitan los palestinos y qué esperan a este respecto de parte del movimiento internacional de solidaridad. Ha respondido sin la menor duda:
«Hace poco publiqué un artículo sobre lo que necesitamos [2]. En resumen, destaco que la asistencia humanitaria es buena y necesaria si, y sólo si, va acompañada de una acción política continua para acabar con la ocupación israelí y con el apartheid.
Lo que más que nada en este momento necesitamos es hacer a Israel responsable de sus graves y sistemáticas violaciones del derecho internacional y acabar con la escandalosa impunidad de la que goza, particularmente en occidente. Israel está cometiendo en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra utilizando un método muy gradual, sofisticado y enmascarado destinado a hacer aceptar de forma silenciosa su paulatina limpieza étnica. Esto es lo que es más importante denunciar y contra lo que es más importante luchar eficazmente en este momento, principalmente a través de las medidas de boicot, desinversión y sanciones [a Israel] (BDS) [3]. Si ahora no se aplican estas medidas, entonces, ¿cuándo se van a aplicar?».
Omar Barghouti escribía en su artículo:
«Los proyectos que apoyan la firmeza de los palestinos bajo la ocupación, ya sea en los dominios sanitarios, educativo, social e incluso en el dominio político, son de una importancia crucial y siempre son indispensables. Sin estos proyectos, muchos palestinos, particularmente los más vulnerables, no podrían sobrevivir a la crueldad de la ocupación.
Apreciamos enormemente el apoyo de estos proyectos, al menos de aquellos que no son corruptos ni corruptores, como muchas veces es el caso.
Pero esto no significa que estemos convencidos ni por un momento de que estos proyectos, que son más bien testimonios de apoyo a una noción abstracta de «paz», puedan, por sí mismos, hacer avanzar nuestro combate por la libertad y la justicia.
Esto sólo se podrá conseguir acabando con la ocupación y con el apartheid. Y, lo sabemos por experiencia, la forma más segura, moralmente justificada, es tratar a Israel como se trató a Sudáfrica, aplicando contra este Estado diversas medidas de BDS adaptadas al contexto y desarrolladas. No existe mejor manera de llegar a una paz justa en Palestina y en toda la región».
También hemos pedido a un politólogo palestino de 36 años [4], residente en Gaza, que nos cuente su punto de vista. Su respuesta no es diferente de la de Omar Barghouti. Según esta joven generación de palestinos, la mejor forma de solidaridad que podrían proporcionar los activistas internacionales es política. Y este trabajo político se debería llevar a cabo fuera de Palestina, en sus respectivos países.
La opinión de un palestino en Gaza
«Estemos o no de acuerdo con la acción y la actitud que tienen respecto a nosotros estos activistas internacionales que vienen a Palestina, tenemos que ser acogedores con todos ellos. No somos más que personas indefensas, es lógico que acojamos amablemente a todos aquellos que vienen por solidaridad. Las personas que sufren y que se encuentran en una posición débil son así.
Pero la presencia de activistas internacionales no es necesariamente lo que necesitamos aquí. Lo que necesitamos es que actúen fuera de Palestina, no aquí en Palestina. Lo de aquí es asunto de los palestinos.
Después de tantos años estamos un poco hartos de estos «voluntarios internacionales» o de estas «misiones civiles» que vienen de vez en cuando para mostrar su apoyo. Es algo repetitivo, que no aporta nada positivo a la gente en general y que no tiene un impacto útil para nuestra causa.
El impacto de estos activistas sería mucho más eficaz si presionaran a quienes toman las decisiones en sus respectivos países para empujarlos a asumir sus responsabilidades para acabar con los sufrimientos infligidos a toda nuestra nación, víctima que una ocupación injustificada de sus tierras.
La verdadera causa palestina es política, no es humanitaria. ¡La nuestra no es una catástrofe humanitaria natural! ¡Se trata de una catástrofe humanitaria organizada políticamente por Israel y por sus aliados!
Los activistas deben tratarla políticamente. Muchas asociaciones proporcionan ayuda, montan proyectos como les conviene. ¡Tendría usted que ver cuáles son las condiciones de un campo de refugiados! El caso de los refugiados no es un caso humanitario necesitado de la ayuda de estos activistas internacionales. No, su caso es político. Ésta es la razón por la que los movimientos de solidaridad deberían actuar políticamente y no bajo la forma de una asistencia en el plano humanitario o de los derechos humanos.
Si se comprometieran activamente fuera de Palestina en hacer presión sobre las decisiones de sus gobernantes con vistas a llegar a un cambio aquí, esto les permitiría ahorrar muchos esfuerzos inútiles. Esto es lo que es necesario.
Los activistas del movimiento de solidaridad y de los derechos humanos que honestamente quieren apoyar la causa palestina deben hacer más que eso. Deben dirigirse a sus gobiernos, a sus autoridades políticas, en relación a las verdaderas causas de conflicto palestino, en relación al pueblo palestino que es permanentemente la víctima de Israel. Esto es lo que se debe hacer.
Los responsables dentro del movimiento de solidaridad deben incitar a sus miembros a luchar y a utilizar su influencia ante toda personalidad política en el seno de sus gobiernos con vistas a abordar los verdaderos sufrimientos del pueblo palestino bajo la ocupación israelí.
Lo que es verdaderamente necesario es conseguir que este mensaje llegue muy claramente a las autoridades que dentro de su país pueden tener influencia sobre lo que ocurre en esta parte del mundo. Es necesario que se dirijan a sus gobiernos de manera eficaz, que les pregunten por qué siempre se sitúan al lado de determinados grupos de Palestina (la Autoridad Palestina y la OLP) y se niegan a apoyar a las autoridades electas de Hamás, en detrimento de los 1.600.000 habitantes de Gaza, refugiados de la limpieza étnica de 1948 y víctimas hoy de un ocupante que los debilita y agota día tras día psicológica, social y políticamente.
Existen muchas resoluciones de la ONU a favor de los palestinos. Lo primero que tienen que hacer los activistas es reconsiderarlas para llegar a resolver esta cuestión. Esto es lo que necesitamos.
Los políticos, quienes toman las decisiones a nivel de Naciones Unidas, a nivel de la Unión Europea, a nivel de Estados Unidos, conocen perfectamente la ocupación de las tierras palestinas por parte de los israelíes. Pero ninguno de ellos actuará mientras no sean sometidos a una enorme presión por parte de sus ciudadanos. Cuando los movimientos de solidaridad urjan a sus miembros a actuar en este sentido, a avanzar en esta perspectiva política, entonces su acción será muy útil para el pueblo palestino.
Debería haber habido una forma u otra de intervención por parte de alguno de los gobiernos europeos. Permanecer al margen mirando y permitiendo que Estados Unidos sean el único implicado en la resolución del conflicto israelo-palestino cuando es bien sabido que hasta el momento Estados Unidos nunca ha ayudado a resolver el problema es ayudar de facto a Israel a aplastarnos.
Peor: si sus gobiernos y los grupos de solidaridad trabajan con los diplomáticos y los representantes de esta Autoridad Palestina de Ramala que oprime a su pueblo e incita a Egipto y a Israel a cerrar Gaza y a matarnos de hambre, ¿esto qué es?
Los occidentales ven a los palestinos como representados por Hamás o Fatah y la OLP. Deploramos esta tendencia de los gobiernos, e incluso de los responsables de la solidaridad, a considerar nuestra situación en términos de un grupo «radical» y de un grupo de «moderados», y a proporcionar ayuda a uno y no a otro. Los palestinos no están representados ni por Fatah ni por Hamás. Palestina es Palestina, no es algo que se pueda dividir.
Por lo tanto, los movimientos de solidaridad, quienes intervienen en la política, deberían considerar la cuestión palestina como un único cuerpo, como una sola voz. Deberían exigir que hubiera por parte de todas las instancias internacionales una especie de gran revisión de la causa palestina. No deberían presentar, como hacen, los problemas relacionados con la cuestión palestina desde 1967, sino desde 1948″.
Pregunta: Entonces, ¿es usted escéptico en relación a la utilidad de estos activistas internacionales que desde el verano pasado llegan a Gaza en barco para romper el bloqueo y que piden que vengan voluntarios a establecerse de forma prolongada en Gaza? ¿No mandan un mensaje político en favor de los derechos humanos de los habitantes de Gaza y de sus derechos sobres sus aguas territoriales?
«Personas como los palestinos de Gaza que desde hace un año y medio están sometidos a un bloqueo no pueden hacer otra cosa que acoger en su tierra esta solidaridad. No pueden rechazarla, necesitan ver que en el exterior hay apoyo y preocupación por ellos.
Pero, muy honestamente, creo que, de hecho, habría bastado con los primeros «activistas» de «Free Gaza» que llegaron a Gaza en agosto con el primer barco. Su acción logró su objetivo, mandaron un mensaje al mundo de que en Gaza hay una población que necesita ayuda. Lo consiguieron, fueron muy bien recibidos por el gobierno de Hamás. Eso bastaba.
Tememos que si estos militante vuelven periódicamente y se quedan aquí acabarán por cansar, incluso por molestar a los residentes en Gaza. La gente va a decir: «¿Qué tipo de acción hacen? ¿Qué hacen realmente por nosotros?».
Estos activistas internacionales que están viniendo a Gaza en este momento bajo la bandera del Movimiento «Free Gaza» son una especie de prolongación de las campañas de solidaridad que ya hemos conocido durante las últimas décadas del conflicto israelo-palestino. Muchos palestinos los ignoran. Sólo son conocidos y apreciados por ciertas instituciones políticas, ciertos partidos políticos y ONG que están en contacto con el mundo exterior; esto es verdaderamente alarmante.
La mayoría de las acciones que han llevado a cabo los activistas internacionales dentro de Palestina son una pérdida de tiempo y de dinero.
Los palestinos son capaces de cuidar de sus vidas; son capaces de hacer frente a sus dificultades. Es su vida: viven como refugiados desde hace 60 años [5] y pueden hacer frente a esta trágica situación. Por lo que se refiere a los barcos que llevan mercancías, son bienvenidos en la medida en que estén al margen de toda instrumentalización.
Tras 60 años y las cosas que van de mal en peor, lo que hace falta ahora es actuar de la manera más eficaz para acabar con la ocupación. Debería haber una especie de acción desde el exterior decisiva en relación al sufrimiento de los palestinos y de la causa palestina; acciones políticas que obliguen a actuar a quienes toman las decisiones.
Lo repito: el mayor problema para los palestinos es la inacción de quienes toman las decisiones políticas en el seno de la «comunidad internacional» y su prejuicio en favor de las fuerzas que colaboran con el ocupante ilegal. Esta inacción es posible porque los activistas de la solidaridad no responden de manera adecuada a lo que necesitamos y a lo que pedimos desde hace tantos años. Los militantes del movimiento de solidaridad deben interpelar a sus autoridades y organizar manifestaciones de protesta ante la sede de sus gobiernos, acosarlos.
De todos aquellos que dicen querer ayudarnos esperamos que dediquen sus esfuerzos y su tiempo a hacer este trabajo de presión en el exterior, en sus propios países, no aquí. Sólo esta presión firme e incansable sobre los gobiernos y al opinión pública en occidente puede ayudarnos a encontrar una solución que ponga fin a la ocupación colonial; esto es lo que es más importante hacer ahora».
Pregunta: ¿Le ha sorprendido que hasta ahora la marina israelí haya dejado pasar los barcos del movimientos Free Gaza, pero haya denegado el paso al barco cargado de ayuda humanitaria enviado por Libia y denegado una petición de Qatar [6]?
«Usted sabe muy bien que si la marina israelí no quiere dejar pasar un barco, nadie podrá penetrar en las aguas territoriales de Gaza.
Israel controla todos los aspectos de la vida de los palestinos, la tierra, el mar, el aire. ¿Cree usted que si los israelíes no quisieran permitírselo los barcos del movimiento Free Gaza hubieran podido entrar y hubieran podido «romper el bloqueo»? Entonces, ¿de qué hablan estos organizadores de Free Gaza? ¿Han roto el bloqueo? La potencia ocupante es quien controla todo, incluso los barcos de Free Gaza.
Un responsable israelí había terminado por afirmar respecto a Free Gaza que Israel permitía que este barco humanitario accediera a Gaza. Pero cuando un barco humanitario libio quiso hacer lo mismo, Israel le prohibió acercarse a Gaza. El ministerio israelí de Asuntos Exteriores afirmó que este barco libio había sido bloqueado porque el asedio a Gaza forma parte de una presión política ejercida sobre quienes gobiernan Gaza, es decir, Hamas.
Esta justificación dada por los ocupantes ilegales es aceptada por estos actores internacionales que se limitan a observar las cosas de lejos sin emprender la menor acción. Pero esta complicidad no concierne sólo a estos actores internacionales a quienes no les gustan quienes gobiernan Gaza, por desgracia concierne también a algunos gobiernos árabes. Y a partidos y grupos palestinos».
Pregunta: ¿Según la forma como se practiquen pueden las acciones de solidaridad ser contraproducentes, e incluso contribuir a dividirlos al apoyar a un partido y no a otro?
«La solución a todos estos problemas es ayudar a los palestinos a unirse y a sentarse en una mesa de negociaciones, encontrar una solución a sus divisiones y resolver los problemas que aparecieron hace año y medio.
El movimiento de solidaridad no debe venir a añadir más dificultades a esta situación terriblemente complicada».
Silvia Cattori
(*) Ambos fueron entrevistados unos días antes de que empezara la matanza israelí contra la población de Gaza. (**) Durante el Seminario Internacional organizado por ISM-Italia (que no tienen ninguna relación con ISM Francia) y Forum Palestine: «La guerra israelo-occidental contra Gaza» en el Centro de Congresos de Roma del 24 de enero de 2009.
[1] Véase: » Palestine, 60 ans après : le partage ou la paix «, por Pierre-Yves Salingue, mondialisation.ca, 14 de mayo de 2008. [2] Véase: » Les groupes de solidarité avec la Palestine et le boycott d’Israël «, por Omar Barghouti, Info-Palestine.net, 24 de octubre de 2008 [Traducción al castellano, «Nos dicen lo que necesitamos», http://www.rebelion.org/
[3] Véase: » Palestinian Civil Society Calls for Boycott, Divestment and Sanctions against Israel until it Complies with International Law and Universal Principles of Human Rights «, PACBI, 9 de julio de 2005. [4] Apreciamos mucho la franqueza con la que se expresa aquí este politólogo palestino. No queremos exponerlo a problemas, por eso hemos decidido ocultar su nombre.
[5] El 70% de los residentes de Gaza son refugiados. Viven en unas condiciones miserables. Tienen un fuerte espíritu de resistencia. Por ello Israel lleva a cabo una guerra tan terrible y sangrienta contra ellos. Cuando los israelíes dicen que luchan contra Hamas, de hecho es contra los refugiados contra quienes hacen la guerra con el objetivo de suprimir toda resistencia.
[6] Israel prohibió al barco libio «Al Marwa» entrar en las aguas territoriales de Gaza. El barco cargado con tres toneladas de ayuda humanitaria y de medicamentos (que iba a ser el primero de una serie de barcos árabes) debería haber llegado al puerto de Gaza a principios de diciembre. Unos días después Israel también negó a Qatar el envío de medicamentos por barco.
Enlace con el original: http://www.silviacattori.net/