Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Sanchis
Shelly Yachimovich está «enferma y cansada de oír lo que está pasando en la Muqata». Ella quiere estar «donde la auténtica tragedia social y económica está ocurriendo». Así, la periodista resuelta e ideológica, una de las mejores que hemos conocido, explica la esencia de lo que la impulsó a dar el paso para aceptar moverse del periodismo a la política. Con estas palabras, Yachimovich expresó el extendido sentimiento público de todos los que estamos cansados del enfoque interminable del «problema palestino,» el terrorismo y la delimitación de las fronteras del futuro estado. Ella define la discusión sobre todos estos problemas como «yerma.»
Sí, ella está a favor de acabar con la ocupación, pero ésta no es la cuestión principal en su visión.
Este es un pedazo de un problemático comienzo para la nueva político, quien, junto con la refrescante brisa «social» generada por su héroe ideológico, Amir Peretz, probablemente atraiga a muchos partidarios. Y, en verdad, ¿quién no está enfermo y cansado de escuchar sobre las injusticias de la ocupación? ¿Cuánto tiempo podemos continuar discutiendo del Muro de separación y de las carreteras del apartheid? Es mejor para nosotros volver nuestra atención al interior, muchos piensan, a los auténticos males de la sociedad, y centrarnos en un cambio de los mismos.
Este precisamente es un espejismo peligroso para aquellos como Peretz y Yachimovich que tanto quieren reformar la sociedad «desde dentro.»
En días casi libres de terror, el corazón está tentado de creer que verdaderamente ha llegado el tiempo de tratar de problemas «sociales» y dejar el «problema yermo» de lado. Ni ataques terrorista, ni árabes: Somos de nuevo responsables de enviarles el mensaje a los palestinos de que sin el terror, sus problemas se pondrán en el quemador trasero, como fue el caso durante todos los largos y relativamente tranquilos años de ocupación anteriores a la erupción de la primera Intifada. No debemos confundirnos al pensar que estamos exentos de tratar con este problema porque ambos candidatos a primer ministro, Peretz y Ariel Sharon, ya están hablando en cualquier caso sobre un Estado Palestino – sin importar cuando, en que formato y en qué fronteras – y que la mayoría de los israelíes ya apoya su establecimiento.
Pero sobre todo, la idea de que nuestros problemas internos y sociales pueden separarse de «lo que está pasando en la Muqata» es distorsionada. El problema social más ardiente bajo nuestros pies es la ocupación. Es imposible ser un activista social en Israel e ignorar el daño que le estamos haciendo a otra sociedad que está bajo nuestro opresivo control, así como es imposible ser un verdadero líder obrero sin preocuparse por las decenas de miles de desempleados y trabajadores explotados en los territorios bajo nuestro control. La gran debilidad de Peretz es que no ha tenido en cuenta la política social de Israel en los territorios ocupados. De hecho, la política de ocupación también es una política social y una sociedad que actúa de esta manera no pueden ser saludable y funcionar bien aun cuando reforme sus otras faltas de equidad.
Una corta lección de historia para Peretz y Yachimovich:
La discriminación contra los trabajadores en Israel empezó con la explotación de decenas de miles de obreros de los territorios ocupados. Luego vinieron los trabajadores extranjeros y las agencia de trabajo temporal, hasta que los trabajadores de Israel también fueron pisoteados. El «capitalismo glotón» empezó, por consiguiente, con la ocupación, y no acabará hasta que la ocupación haya terminado. Aun cuando ya no haya más ni un solo trabajador desempleado y necesitado en Israel, seguiremos siendo una sociedad injusta con tal de que continuemos siendo una sociedad ocupante.
Mientras no resolvamos el problema palestino, tampoco resolveremos el «problema judío». No hay ninguna manera de lograr justicia social en una sociedad ocupante. «La tragedia real» de la sociedad israelí es la ocupación. Sin librarse de esta maldición, será imposible de resolver fundamentalmente cualquier otro problema y, por otro lado, librarse de este maleficio ayudará enormemente a resolver todos los otros problemas. Por tanto, la agenda debe estar basada en la gravedad de la enfermedad: En primer lugar, tratar con el crecimiento primario, el más amenazante de todos, la ocupación y sólo entonces podremos realmente ser libres para atajar sus efectos secundarios que han alcanzado todos los segmentos de la sociedad.
Yachimovich es acusada de haber sido una periodista «con agenda». Esto es cómo nosotros relacionamos a los periodistas cuya agenda difiere del acuerdo general y del coro uniforme. Todos aquellos que justifican la ocupación, los corresponsales militares y políticos, los comentaristas y redactores, los expertos en Oriente Próximo y arabistas, no son acusados de tener agenda.
«Agenda» es un término peyorativo que empleamos para desacreditar una alternativa y perspectiva de oposición. Aceptar la política de asesinatos selectivos no es una agenda, pero oponerse lo es. Esto juega a favor de periodistas como Yachimovich cuya subversión se centra en problemas sociales y económicos. En estos asuntos, es permisible decir casi todo, incluso en televisión y radio. Pero cuando llega la pregunta de la ocupación, la cuestión verdaderamente crítica, nuestro sistema no perdona una visión que se oponga al orden aceptado. En el Canal 2, Yachimovich podría criticar fuertemente los males de la economía, pero es dudoso que ella pudiera criticar con igual fervor las distorsiones morales y los crímenes de guerra de la ocupación ( como si ellos pudieran separarse de los males económicos).
Ahora, cuando Yachimovich se embarca en una nueva senda, debemos desearle buena suerte. Pero ella también debe recordar que una visión moral del mundo debe ser amplia; no puede ser dividida. ¿Enfermos y cansados de oír sobre la Muqata?. Armémonos de valor y salgamos de allí.