Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.
Un informe publicado esta semana por la revista médica The Lancet afirma que los gobiernos de Rusia y de Siria han utilizado la salud como arma de guerra. Más de 800 trabajadores sanitarios sirios han muerto en ataques deliberados desde el 2011, según declararon el miércoles pasado investigadores de varias instituciones académicas y médicas.
La mayoría de los ataques procedieron del gobierno sirio y de Rusia, que han convertido la violencia contra el sector sanitario en un arma de guerra, según afirma en su informe la revista médica de The Lancet.
Esta «militarización» de la asistencia sanitaria, sostiene el informe, «se ha traducido en la muerte de centenares de trabajadores sanitarios, centenares más encarcelados o torturados y centenares de centros de salud atacados de forma deliberada y sistemática». Al ser objetivos militares, unos 15.000 médicos han huido del país -la mitad que antes de la guerra- lo que ha supuesto que cientos de miles de civiles se hayan quedado sin acceso a la atención médica básica.
«La comunidad internacional ha dejado sin respuesta tales violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos», señalan los autores del informe, expertos de universidades de Líbano, Gran Bretaña y Estados Unidos, así como de la Sociedad Médica Americana-Siria (SAMS) y de los Programas Multi-Ayuda.
Los datos recogidos muestran que 782 trabajadores de la salud fueron asesinados entre marzo de 2011 y septiembre del año pasado. Del total, 247 (32%) eran doctores/as, 176 (23% ) enfermeros/as y 146 (19%) médicos/as, según Médicos por los Derechos Humanos, organización sin ánimo de lucro. El resto incluye a farmacéuticos, estudiantes de medicina, trabajadores de ambulancias y veterinarios agregados a la lista porque fueron asesinados mientras atendían a la población.
Los ataques y bombardeos de hospitales y clínicas han causado el 55% de las muertes, según el informe. Le siguen los disparos contra profesionales médicos, (23%), la tortura (13%) y las ejecuciones sumarias (8%).
Desde septiembre de 2016, al menos otras 32 personas perdieron sus vidas lo que «eleva la cifra a un total de 814 trabajadores sanitarios asesinados por actos de crímenes de guerra durante los seis años del conflicto», afirma el estudio, advirtiendo, además, de que probablemente es un cálculo muy conservador».
La evidencia sugiere que el gobierno sirio ha definido al personal médico sanitario como objetivo estratégico hasta límites nunca vistos en tiempo de guerra, afirman los investigadores.
La mayoría de los ataques contra instalaciones sanitarias, el 94%, los ha causado «el gobierno sirio y sus aliados, incluida Rusia […]. Al aumentar la beligerancia militar a finales de septiembre de 2015, y al unirse Rusia a las fuerzas del gobierno sirio, comenzó en 2016 el peor año del conflicto hasta la fecha en términos de ataques a instalaciones médicas». La SAMS recoge 194 ataques verificados el año pasado, un aumento del 89% desde 2015.
Casi un tercio de los sirios habitan en la actualidad zonas donde no hay presencia de personal sanitario y otro tercio se encuentra en zonas con atención insuficiente, según el informe. Asimismo, casi la mitad de los hospitales han resultado dañados.
The Lancet expone en su editorial «los fallos extremadamente graves de la comunidad mundial de la salud y de la gobernanza internacional», y reclama a la Organización Mundial de la Salud que recaude fondos para apuntalar la infraestructura sanitaria y al personal médico sirio, así como que movilice el apoyo internacional para resolver la crisis humanitaria. «Toda una región y sus gentes han sido diezmados mientras el mundo observa […]. Tendrán que pasar décadas hasta que los indicadores de salud y de desarrollo se recuperen».
Mientras tanto, la Comisión Independiente de Naciones Unidas para la Investigación sobre Siria informó el miércoles de que la fuerza aérea siria «atacó intencionalmente una presa a las afueras de Damasco el pasado mes de diciembre para cortar el suministro de agua a 5,5 millones de personas que viven en la ciudad y en sus alrededores». Contrariamente a las declaraciones del gobierno sirio de que la presa había sido contaminada y dañada por grupos armados rebeldes, la comisión declaró que no había encontrado evidencia alguna de contaminación deliberada del suministro de agua ni de riesgo de demolición de la presa.
Fuente: http://www.middleeasteye.net/news/more-800-healthcare-workers-killed-syria-war-report-791182774